Hola a todos, oficialmente iniciamos la recta final de esta historia.
¿Quiero hijos? Claro que sí. Deseo una familia grande, aunque la idea me asuste un poco. Desde el instante en que vi a Sophía alzar a la pequeña Elizabeth y enfrentar con valentía a aquella mujer, supe que quiero tener hijos, y quiero tenerlos con ella. Será una madre maravillosa, y ya puedo imaginar cómo se verá con su vientre abultado. ¿Cómo se sentirá tocarlo? ¿Escucharán mis palabras? ¿Sentiré sus movimientos solo rozando su piel? Muero de ganas por descubrirlo.—Serán los únicos que permitiría que probaran tus senos —le digo antes de acercarme a besar sus labios y luego deslizarme hasta sus pechos, mordiéndolos suavemente sobre la ropa—. Tendré que aprovecharlos mientras los tenga solo para mí —añado, en un susurro—. Podríamos empezar a practicar como se hacen.Siento como se endurece su pezón. Es verdad que tenemos a la bebé en la cama, pero hay otro espacio que podríamos aprovechar.—¿Y si no fuera necesario practicar? —responde, casi en un susurro—. ¿Y si ya estuvieran aquí?Un
—No puedo dejarlo solo —le digo a Sophia después de explicarle rápidamente la situación.—Ve con él, yo comprendo —responde mientras toma mi mano, disimuladamente. La miro extrañado, y continúa—: Este no es el momento para exponer lo nuestro, y menos para que se enteren de nuestro bebé.Miro a Noah, quien sigue sentado donde lo dejé, y aunque me cuesta aceptarlo, es evidente que no es el momento adecuado.—Está bien, pero al menos debo contárselo a mamá —respondo, convencido de que no me perdonaría si se entera por otro medio que va a ser abuela.Sophia me regala una sonrisa fugaz y vuelve a apretar mi mano antes de acercarse a Noah para hablarle. La observo a lo lejos mientras tomo a Elizabeth en brazos. No llora, pero quiero tenerla cerca. Pronto perderá a su madre sin haber llegado a conocerla, y no es justo. No imagino lo que sería de mí si no hubiese tenido a mi madre.Sophia toma las manos de Noah y le habla hasta que, de pronto, él se levanta y la abraza. Si no fuera Noah y est
Estoy con Noah en la clínica. Los rostros que me rodean están marcados por el dolor; aunque ya no hay lágrimas, puedo ver en sus miradas que el agotación ha suplantado al llanto. Hoy escucho más recriminaciones hacia Noah de las habituales; la familia de Mía es mucho más sensible, y aunque sé que están sufriendo, su reacción es injusta para con mi primo.—Sé que me odian, eso es algo claro —escucho que por primera vez les contesta Noah—, pero no me importa; pueden insultarme todo lo que quieran si eso los hace sentir mejor. Tengo la conciencia tranquila, la seguridad de que fue feliz durante todo el tiempo que compartimos.—No te culpamos del cáncer, pero nos quitaste el tiempo con ella —dice el padre, con su acostumbrada mirada de odio.—No me disculparé por amarla y formar nuestra propia familia. Pero tal vez deberían dejar de pensar un poco en ustedes y más en lo que quería Mía.—¡¿Cómo te atreves?! —explota el padre, alzando la voz.—Oh, por todos los cielos, cállate, Leonel. Si aq
—El abuelo está por llegar —le digo a Noah después de verificar la hora y el último mensaje de voz enviado por el viejo.Como respuesta, solo obtengo un movimiento de cabeza. Una enfermera entra a la habitación y revisa los monitores de los aparatos que, según entiendo, son lo único que mantiene a Mía con vida. Toma nota y luego habla.—En dos horas se llevará a cabo el procedimiento. Necesito saber quién de ustedes se hará carga de los procesos póstumos para poder preparar la entrega del cuerpo.—Yo —responden al mismo tiempo Noah y el padre de Mía.La mujer los mira sin expresar incomodidad o pesar alguno, indicando lo acostumbrada que está a este tipo de situaciones.—En este caso, la ley le otorga el derecho al esposo o compañero de la paciente, así que, por favor, espero a esa persona en la central de enfermería para la firma de documentos.— ¿Ni siquiera tienen la decencia de esperar a que fallezca? —dice la madre de Mía, mientras su otra hija la abraza.La enfermera sale sin vo
Me informan que todo está saliendo de acuerdo con los planes de Richard. Creí que solo era un hombre sanguinario con suerte, pero tal parece que es mucho más que eso; Posiblemente sea más astuto de lo que consideo a Noah. Los pormenores que me da Arturo me dejan asombrado y pensando en el tipo de persona a la cual le empeñé el alma por los siguientes dos años.Noah duerme profundamente en mi cama, así que me encargo de algunos temas urgentes de la oficina, ya que finalmente tengo cabeza para eso. Saber que Isabella ya está a salvo es un peso enorme que me quito de los hombros. Termino de hablar con Lissa cuando suena la llamada de Alexander, así que salgo de la habitación para no despertar a Noah y evitar que escuche detalles que no necesita saber.—Esta misma noche estaremos ahí; no les digas nada, es mejor así —dice Alexander, evidentemente con el altavoz activado.—Bien, les haré una reserva para que puedan dejar las maletas antes de pasar a la funeraria —respondo, contento de que
Salí temprano sin poder ver a Sophia y a la bebé. Noah duerme como nunca; aunque sospecho que la pastilla que el abuelo le dio, camuflada en la bebida, es la causa. Anoche también tuvo un sueño intranquilo, pero no todo el tiempo, así que creo que tiene algo más de paz mental.Según las indicaciones del abuelo, llego a las siete de la mañana al Brent's Deli Northridge para encontrarme con el señor Rajoy. Aún no llega, así que lo espero en una de las tantas mesas libres. Pido un café y me acomodo en la silla con paciencia, pero para mi sorpresa, cinco minutos después, una chica se sienta frente a mí.—Debo admitir que sí eres lindo; la pregunta es: ¿eres interesante? Ya lo averiguaré —dice con una amplia sonrisa sin dejar de mirarme.—¿Quién eres? —pregunto, mirando de arriba a abajo a la excéntrica mujer sentada frente a mí.—Eso es nuevo —dice, cambiando su expresión burlona por una de asombro—. ¿Qué crees que haces aquí?—No otra vez. Ya me escuchará ese viejo —digo en voz baja, mir
El apartamento de Noah se siente acogedor en este momento. Hacía muchos años que no estábamos unidos como una familia. Mañana es el entierro de Mía, y si este no es el momento para beber y dejar salir todo lo que se tiene dentro, no sé qué otro momento pueda catalogarse como el ideal. Bebemos y nos ponemos al día, haciendo que esto parezca más un confesionario en el cual se reparte el perdón.Al final, solo quedamos en pie Alexander, Noah y yo. Noah me mira extrañado ante lo cambiado que está Alexander, tanto así que se disculpa por un montón de cosas que ni en mente teníamos ya, pero que aparentemente lo seguían torturando. Lo más sorprendente de todo fue que nos contó cómo conoció a Isabella.—Espero que eso sea una mala broma —dice Noah tan incrédulo como yo.—Temo que no y, ¿saben qué es lo peor de todo? —continúa hablando sin esperar respuesta—. No me arrepiento de nada.Casi me ahogo con la bebida de la risa. Es una situación hilarante, pues evidentemente están enamorados, y grac
Detesto que tenga razón y que siempre me gane. Quería desquitarme, pero después de escucharlo y verlo sin camisa, cualquier intento fue inútil. Sus brazos me envuelven, y el roce de su aliento en mi oreja eriza cada centímetro de mi piel. No me agrada Alexander; Es demasiado problemático para mi hermana, pero ya me ha quedado claro que ella lo ama. Y gracias a esa situación, he conocido a este hombre, por el cual debo admitir… he perdido la cabeza.Critico el riesgo en el que Isabella está envuelta, como si yo misma no estuviera igual de expuesta. Quiero creer, como en los cuentos de hadas, que la fuerza del amor lo puede todo y crea una barrera mágica que nos protege. Nunca he sido soñadora, pero deseo de verdad tener una historia hermosa.Él me acerca a su pecho, y aunque el sueño lo vence rápidamente, no me suelta. No me importa; También yo extrañaba su calor y su contacto, y aunque no se lo diga, lo deseaba con la misma intensidad. Sin embargo, el embarazo me agota profundamente.