El apartamento de Noah se siente acogedor en este momento. Hacía muchos años que no estábamos unidos como una familia. Mañana es el entierro de Mía, y si este no es el momento para beber y dejar salir todo lo que se tiene dentro, no sé qué otro momento pueda catalogarse como el ideal. Bebemos y nos ponemos al día, haciendo que esto parezca más un confesionario en el cual se reparte el perdón.Al final, solo quedamos en pie Alexander, Noah y yo. Noah me mira extrañado ante lo cambiado que está Alexander, tanto así que se disculpa por un montón de cosas que ni en mente teníamos ya, pero que aparentemente lo seguían torturando. Lo más sorprendente de todo fue que nos contó cómo conoció a Isabella.—Espero que eso sea una mala broma —dice Noah tan incrédulo como yo.—Temo que no y, ¿saben qué es lo peor de todo? —continúa hablando sin esperar respuesta—. No me arrepiento de nada.Casi me ahogo con la bebida de la risa. Es una situación hilarante, pues evidentemente están enamorados, y grac
Detesto que tenga razón y que siempre me gane. Quería desquitarme, pero después de escucharlo y verlo sin camisa, cualquier intento fue inútil. Sus brazos me envuelven, y el roce de su aliento en mi oreja eriza cada centímetro de mi piel. No me agrada Alexander; Es demasiado problemático para mi hermana, pero ya me ha quedado claro que ella lo ama. Y gracias a esa situación, he conocido a este hombre, por el cual debo admitir… he perdido la cabeza.Critico el riesgo en el que Isabella está envuelta, como si yo misma no estuviera igual de expuesta. Quiero creer, como en los cuentos de hadas, que la fuerza del amor lo puede todo y crea una barrera mágica que nos protege. Nunca he sido soñadora, pero deseo de verdad tener una historia hermosa.Él me acerca a su pecho, y aunque el sueño lo vence rápidamente, no me suelta. No me importa; También yo extrañaba su calor y su contacto, y aunque no se lo diga, lo deseaba con la misma intensidad. Sin embargo, el embarazo me agota profundamente.
La ceremonia religiosa fue corta, pero emotiva, y la cremación resultó ser un proceso más largo de lo que imaginaba. Debemos esperar unos días para que le entreguen las cenizas a Noah. El abuelo ha ayudado mucho a que la relación con la familia de Mía se suavice en apariencia, y eso forma parte de la paz que necesita Noah. Salimos todos del lugar de cremación en busca de un donde comer algo. Así que, después de elegir el sitio, vuelvo al hotel por Sophía, mamá y la pequeña Elizabeth, pues ellas no quisieron acompañarnos.El celular suena en uno de los bolsillos de mi chaqueta y, al ver el nombre en la pantalla, decido estacionarme para concentrarme en la conversación con Richard.—Lamento la muerte de la chica, era muy joven —nunca le dije quién es Noah, pero a estas alturas ya lo debe saber.—Así es, tenía muchas cosas por hacer, entre ellas criar a una hija. Pero no llamas por eso, así que supongo que ya me darás las instrucciones para iniciar el trabajo —digo, seguro de que así son
El hombre sale de la clínica con una gran sonrisa mientras habla con dos mujeres que llevan las mismas pijamas de médico que usa Sophía. Lo espero recostado en su auto y, cuando me ve de lejos, su mal genio es evidente. Hace un gesto exagerado con las manos y se despide apresuradamente de sus acompañantes para llegar hasta mí.—¿Tienes idea de cuánto vale el auto en el que estás recostado? Si llega a tener una sola abolladura, me las pagarás. Sonrío ante las tontas preocupaciones que tiene el sujeto.—Tenemos una conversación pendiente, doctor Ferrer. El sujeto sigue examinando su vehículo, aunque ya me aparté de él. Así que, para captar su atención, rompo una de las luces frontales.—¡Hey! Llamaré a las autoridades —dice, tomando su celular mientras le hace señas a uno de los guardias en la puerta de la clínica—. Tendré que poner vigilancia aquí, y no solo cámaras. —Tocaste a una mujer sin su consentimiento hace unos días, y para tu mala fortuna, esa mujer es mi pareja —me mira ext
Me estiro en la silla antes de levantarme y tomar la chaqueta que dejé en el respaldo. La factura de la farola no llegó, así que sonrío: ese asunto sigue pendiente, y disfrutaré cerrar el capítulo cuando llegue el momento. Las oficinas están casi vacías normalmente a esta hora, por lo que me sorprendo cuando Cloe sube al ascensor unos pisos más abajo. —Buenas noches, jefe —me dice con su radiante sonrisa.—Buenas noches, Cloe. No deberías quedarte hasta tan tarde; no es seguro —comento, recordando cuánto se esfuerza por demostrar que puede con todo. —No se preocupe, hoy vienen a recogerme —dice, algo tímida, un gesto poco habitual en ella.—Sabía que no tardarías en encontrar pretendiente en la empresa —bromeo, curioso—. ¿Puedo saber quién es el afortunado? Quizá lo conozca. Cloe acomoda su bolso y se pasa un mechón de cabello tras la oreja.—Estoy segura de que sí. Gracias a usted lo conocí —me dice, mirándome a los ojos—. Es Fausto. La puerta del ascensor se abre en el primer pis
—Pero se supone que ya no debemos preocuparnos por estas cosas —dice Alexander la tarde siguiente, cuando le muestro la lista.— ¿Prefieres confiarte? Yo no me arriesgaré. No te pido que te encargues en persona, pero sí que estés al tanto de todo y entiendas por qué sucede cada cosa.Alexander me observa con una mezcla de sorpresa y preocupación, y eso me complace. No quiero que pierda su sensibilidad, solo que sea consciente de lo que hay a su alrededor y que pocas cosas lo sorprendan. Más tarde, organizo un recorrido por nuestra historia familiar e invito a mi abuelo y mi padre. No deseo que Alexander aprenda sobre traiciones y engaños por cuenta propia; Por eso, tendrá una lección de historia como ningún libro podría ofrecerle.—No creí que el origen de la fortuna de la familia fuera así —dice esa noche, mientras compartimos unos tragos en su bar de confianza.—Y eso que apenas comienzas con las lecciones. Te esperan muchas anécdotas más. El abuelo y papá se encargarán de enseñarte
Sophia observa absorta por la ventanilla del jet el extenso paisaje verde que rodea el lugar al que vamos.—Nos dirigimos hacia aquella casa —me acerco para señalarle la hacienda.Le daré un par de días, si veo que no le agrada, indagaré a dónde le gustaría ir y allí iremos.—El lugar es hermoso —dice mientras camina con un gran bolso.Cargo sus dos maletas, pues yo no tengo necesidad de traer equipaje a este sitio.—Y eso que aún no has visto nada —digo pensando en el hermoso anochecer con una cerveza para el calor o el amanecer con una taza de café en la mano.—No me hables de café por favor —dice mirándome con reproche, pues debido al embarazo no debe consumirlo.—Perdón lo olvidaba —digo recordándome que ella está en momento de muchos cambios —te muestro el sitio y luego nos damos un baño para descansar —digo sabiendo que ella ahora no rechaza un buen arrunchis.Dejo las maletas en nuestra habitación e iniciamos con el recorrido externo antes de mostrarle la casa. Comienzo con ens
—¿Un viñedo? —dice Sophía maravillada mientras caminamos por los grandes cultivos.—Sí, aunque sé que no puedes beber, espero que la calma del lugar y el hermoso paisaje lo compensen.Después de unos días en la hacienda, pensé que no sería justo quedarnos solo allí, además de que tampoco es bueno estar incomunicado tanto tiempo.—Es hermoso salir de la ciudad. El aire fresco, sin el ruido de carros, accidentes o peleas.Es verdad; con su trabajo siempre agitado, este lugar debe ser un sueño para ella.—Esta tarde vendrá una persona, y quiero que la escuchemos para que me ayudes a decidir si es buena o mala idea invertir en su proyecto —me mira sorprendida.—No sé nada de inversiones, Sebastián. Pero claro que estaré a tu lado si ahí me quieres.—Claro que quiero que estés a mi lado. No te preocupes por no saber, yo tampoco sé de arte. La persona que vendrá se llama Lorena Rajoy Meritano. La conocí hace unos días debido a una de las tantas tretas del abuelo para conseguirme mujer, y es