El asedio de Roma había iniciado poco después de la muerte de Estilicón, en el 408 y se había extendido por dos años. ¡Dos largos y tediosos años! Nuestra única labor consistía en repeler el envío de refuerzos militares romano, escaso como era en aquellas épocas en que se había sumido en un atolladero político miserable, y en mantener las vías de nuestro abastecimiento libres. Fuera de esas esporádicas acciones militares nos consumía la aburrición y el tedio más absolutos que ni las prostitutas, ni los festines, ni el hidromiel que nos proporcionaba Alarico lograba hacer menguar.
Las murallas y los enormes portones de la ciudad eran inexpugnables así que finalmente Alarico pactó con el emperador Honorio que desde hacía dos años residía en Rávena.
—Como gesto de buena voluntad —nos explicaba tras haber convocado a la asamblea de consejeros— he enviado 300 esclavos godos como regalo a Roma. Honorio ha aceptado pagarnos un tributo que prácticamente vaciará las arcas romanas.
—¡No puedes ser tan incauto, Atarico! —reclamó Ataúlf— ¡Honorio jamás cumplirá su palabra y no te dará una sola moneda!
—Lo sé.
—¿Pero entonces… por qué?
—Querido Ataúlf, ¿no has aprendido en este largo sitio que Roma sólo puede caer desde adentro?
En efecto Honorio incumplió su promesa, como Atarico esperaba. Los esclavos godos se rebelaron dentro de los muros de la ciudad, mataron a sus capataces y se alzaron en armas abriendo la majestuosa Porta Salaria y permitiéndonos así el ingreso a la ciudad el 24 de agosto del 410…
¿Cómo puedo describir el saqueo de Roma?
Me resulta bastante difícil. Debería empezar por explicar la gloriosa magnitud de la ciudad de Roma. Aunque su imperio agonizaba la ciudad seguía siendo el pináculo de la magnificencia y la civilización humana. Su belleza era inconmensurable con sus finos acabados, sus bellezas arquitectónicas, sus calles pavimentadas y sus palaciegos edificios.
Los bárbaros nos distribuimos a lo largo de toda la ciudad, arrebatando todo lo que fuera de valor, adueñándonos de los tesoros en los edificios públicos, en los templos y en las casas de los acaudalados patricios, destruyendo estatuas, jarrones, macetas y prácticamente todo aquello que pudiera hacerse trizas terminó siéndolo. Muchos habitantes de la ciudad perecieron pero la verdad fuimos generosos y no hubo masacres ni violaciones masivas, sencillamente nos ocupamos de robar todo lo valioso y en la noche hicimos un ruidoso y lúdico festín celebrando nuestra victoria. ¡Éramos los primeros extranjeros en tomar la ciudad en siete siglos! ¡Nosotros habíamos hecho caer a Roma! ¡El Imperio más grande de la historia estaba a nuestros pies!
¡Ah que días tan gloriosos eran aquellos! Estábamos embriagados de dicha y euforia por nuestro triunfo. Seríamos recordados eternamente en la historia como los destructores de la Roma imperial.
En el palacio del emperador fue donde Alarico hizo su propio banquete repleto de todo tipo de manjares extraídos de las alacenas imperiales, brindamos con vino y nos regocijamos con algunas prostitutas. Incluso nos decoramos con los medallones, anillos y alhajas que pertenecían al Emperador y su corte, el propio Alarico se colocó una corona imperial enchapada en diamantes que pertenecía a Honorio y que se torcía hacia un lado de su cabeza.
Ante su presencia fue traída Gala Paladia, la bella hermana del Emperador, arrastrada a empujones por el tosco Sigérico.
—Aquí tenemos un botín más preciado que todo el tesoro imperial —dijo sardónico Sigérico mientras le aferraba el mentón para mostrarla como una presa ante Atarico. —la hermana misma del Emperador. ¡Quítate la ropa! ¡Haznos un baile desnuda! —le ordenó empujándola hacia la mesa del banquete y provocando que la infortunada Gala cayera al suelo.
—¡Basta! —vociferó Ataúlf enfurecido y se levantó de su asiento para arrodillarse ante ella y ayudarle a levantarse— ¡No somos animales! ¡Demostremos a los romanos que no somos cobardes como ellos que se meten con mujeres indefensas!
Todos los comensales coincidimos y apoyamos las palabras de Ataúlf con expresiones de asentimiento.
—No se preocupe, señorita, no le sucederá nada —dijo Ataúlf asistiéndola para que se pusiera de pie y Gala le dispensó una sonrisa nerviosa pero agradecida.
—Coincido con Ataúlf, por supuesto —declaró Atarico levantándose— pero aún así la hermana de un Emperador es un rehén importante. Le doy mi palabra, Gala Paladia, que nadie la lastimará, pero vamos a tener que retenerla un tiempo.
—Entiendo —dijo ella con tono resignado.
—Prepárenle sus habitaciones y asegúrense de que esté cómoda —ordenó Atarico a sus sirvientes quienes se dirigieron a cumplir lo asignado y todos los demás continuamos con la juerga… excepto Sigérico que estaba ensimismado y pensativo.
Fue por esta época que conocí a Sibina, una esclava romana que servía en el Palacio Imperial y que era cercana colaboradora de Gala. Era una mujer de una belleza fogosa, con cabello castaño lacio y piel acanelada como buena latina. Tenía unas piernas muy bien torneadas y un aspecto juvenil muy atractivo. No debía ser mayor de 20 años. La reclamé para mí a pesar de que Walia, hermano menor de Ataúlf y muy joven e impetuoso, pero ya aguerrido y voraz, la quería también, así que tuve que comprarla invirtiendo una buena porción de oro. Quizás fue ella la que me sedujo con sus miradas ardientes y sus sonrisas displicentes. En todo caso se entregó a mí brindándome candentes noches de pasión impúdica y efervescente.
Para esa época yo tenía ya 35 años pero estaba curtido en batalla por lo que probablemente me veía algo mayor. Después de tantos años de matrimonio y de extensas temporadas sin verla, mi amor por Brilde fue esfumándose gradualmente y se disipó casi tan fácilmente como se acortaban las fronteras romanas. ¡Sibina me había embrujado! Sus encantos amorosos me conquistaron como yo había alguna vez conquistado Roma…
Sin embargo, así como yo sostenía un tórrido romance con Sibina, el amor nacía entre Ataúlf y Gala. El feroz guerrero teutón gustaba de ir a conversar con Sibina para hacer más tolerable su cautiverio, y a su vez fue encantando por la gracia e inteligencia de la hermosa mujer. Tuve oportunidades ocasionales de acompañar a Ataúlf en sus visitas a Gala y pude comprobar que era una mujer de una gran elocuencia e intelecto, quien se sorprendía mucho por el trato que le daban a las mujeres los pueblos germanos, vanagloriándose de las valientes guerreras, reinas y heroínas de su historia, lo que contrastaba con la posición de la mujer en la sociedad romana que era apenas mejor que la de un objeto.
—Debo decir que me encuentro maravillada —decía ella— por las muchas posiciones de poder que tuvieron las mujeres entre germanos.
—Me temo que eso se perdió ya —aseguró Ataúlf— desde que nos convertimos al cristianismo el rol de la mujer ha convergido en la estructura de sumisión que predica la Biblia. Pero durante muchas generaciones las mujeres tuvieron roles muy influyentes en la sociedad germana, e incluso dominaban el sacerdocio y la medicina.
—Es curioso como la historia se repite. ¿Sabías que los griegos consideraban a los romanos como bárbaros e incultos? Y sin embargo los romanos conquistaron a los griegos en el Siglo I antes de Cristo. Pero no fue una conquista normal, porque los romanos terminamos siendo influenciados por la cultura griega. La aristocracia romana aprendía a hablar griego como lengua académica, practicábamos la religión pagana griega y aprendíamos la filosofía griega. El invasor bárbaro fue transformado culturalmente por el invadido civilizado. Y ahora está sucediendo lo mismo; gradualmente el Imperio Romano colapsa y es invadido por los bárbaros germanos, pero nuevamente, los invasores se ven influenciados por los invadidos y los germanos están adoptando la religión cristiana romana, aprenden a hablar latín como lengua culta y adoptan las costumbres romanas.
Naturalmente las conversaciones entre ambos terminaron evolucionando en un intenso romance. Mientras Ataúlf y Gala se sumergían en llamas de pasión yo paseaba con Sibina por las calles de la Roma tomada ó ayudaba a Walia a cuidar a sus seis sobrinos (los hijos de Ataúlf) que eran bastante inquietos y pendencieros.
Atarico falleció en el año 410, unos meses después de haber pasado a la historia como el hombre que tomó Roma. Le proporcionamos un buen funeral y lo recordamos con brindis de ardiente hidromiel. La Asamblea Gótica escogió a Ataúlf como nuestro nuevo Rey. Mi amigo era una persona humilde sin demasiadas aspiraciones y deseoso de una vida sencilla, así que hubo que convencerlo, sin embargo accedió en parte porque sabía que siendo rey era la única forma en que podía casarse con Gala. En el año 411 Ataúlf fue coronado soberano sobre la tumba de su predecesor y luego se casó con Gala en una ceremonia germana.
Pero yo estaba cansado de tantas campañas. Poco después de la muerte de Atarico regresé a mi hogar con mi familia.
No hay carga mejor para hacer el camino que la mucha cordura; es la mejor riqueza, parece, en tierra extraña, de la miseria protege.No hay carga mejor para hacer el camino que la mucha cordura; no hay lastre peor para andar por el llano que el mucho beber cerveza.La tan buena cerveza no es para nadie lo buena que dicen que es, pues más y más a medida que bebe el hombre el juicio pierde.HavamalRegresé a mi casa enclavada en los montes moesios al lado de mi esclava y amante Sibina. Mi hijo mayor (el huno) era un adolescente de 16 años que había iniciado ya su entrenamiento y estaba deseoso de combatir en batalla. Para escándalo de mi esposa mi segundo hijo que contaba 14 años no gustaba de la vida guerrera y quería ser un bardo que pudiera cantar y tocar instrumentos musicales todo el d&
Los proyectos de Walia eran demasiado osados y muchos de ellos fracasaron. Lealmente intenté aconsejarle y, cuando no me hacía caso, igual daba lo mejor de mí para que estos triunfaran. Le advertí que su idea de organizar expediciones de conquista hacia el norte de África fallaría porque los godos éramos feroces guerreros pero pésimos marineros, pero no me hizo caso. Tras varías pifias en altamar regresamos derrotados y decidí retirarme del servicio militar en el 415, a la edad de 40. Aspiraba en pasar mis últimos años en paz con mi familia.Regresé entonces a mi hogar en Moesia, ansioso de volver a ver a la bella Sibina y a mi hijo que debía tener ya siete años. Desde afuera escuché una serie de orgásmicos gemidos y, temiendo lo peor, decidí entrar furtivamente sin ser escuchado para tomar por sorpresa a quienes estuvieran aprovechando la soleda
La garza la llaman, ella en la fiesta el juicio a los hombres roba; en la casa de Gunnlöd preso quedé en las plumas de aquel pajarraco.14. Ebrio quedé y borracho mucho allá donde Fjalar el sabio; bien se bebió si después de la fiesta el juicio a los hombres torna.15. Callado y sensato el hijo de rey y bravo en la guerra sea; contento y gozoso esté todo hombre hasta el día en que muera.HavamalWalia, el rey de los visigodos y gobernante de su extenso reino, falleció en el año 418 y fue sucedido por el hijo ilegítimo de Alarico, Teodorico, quien de inmediato inició las hostilidades con Roma. Para el año 423 moría el cobarde Honorio, emperador romano, y su hermana podía volver del exilio a Roma con intenciones de nombrar a su hijo, Valentiniano, sobrino de Honorio e hijo del esposo (ya fallecido) que nunca am
Hay tremendos giros irónicos en la historia del mundo que no dejan de sorprenderme. Después de la Batalla de Corinto en el año 146 antes de Cristo los romanos derrotaron a los griegos, destruyeron Corinto, conquistaron Grecia y saquearon sus bellas ciudades siendo prácticamente el inicio del Imperio Romano. Algo similar sucedió con Jerusalén en los años 66 y 135 después de Cristo, que incluyó el despedazar el Templo de Jerusalén, el lugar más sagrado para los judíos. Los romanos conquistaron Egipto aproximadamente en el año 30 incendiando la preciosa Biblioteca de Alejandría. Doblegaron a los celtas desde Bretaña al norte hasta Hispania al sur, provocaron la muerte por suicidio de la reina Cleopatra en Egipto y de la reina Boudica en Bretaña quienes únicamente intentaron liberar a sus pueblos del yugo romano, aprisionaron y ejecutaron al caudillo galo Vercingé
Espera el cretino vivir por siempre si evita entrar en pendencias, mas tregua poca le da la vejez, si las lanzas sí se la dieran.17. Boquiabierto el imbécil está en el banquete, refunfuña o no dice palabra; al momento luego, si se echa un trago, el juicio ese hombre pierde.18. Aquel solamente que lejos viajó y por muchos lugares anduvo calarles sabe el talante a los hombres: aguda la mente él tiene.HavamalTras la muerte de Rugila lo sucedieron como corregentes Atila y Bleda, sus sobrinos. La alianza no duraría mucho.En una ocasión Atila se aproximó a la tienda de su hermano y se adentró por entre las cortinas. Bleda se encontraba en ese momento disfrutando del cuerpo de una joven romana cautiva que lloriqueaba lastimeramente.—¿No te gustaría ir de caza, hermano? —sugirió Atila.
En el año 451, sobre los legendarios Campos Cataláunicos, en la Galia, se libraría la más sangrienta batalla de toda la historia hasta esa fecha. Yo era un anciano octogenario que había tenido una vida tranquila al lado de mi última esposa, la bella Artemisa, aún así el hijo que tuve con ella me llevó a ver el evento y pude ser testigo del mismo desde las alturas de una colina.Imaginen dos ejércitos multitudinarios, de miles de aguerridos soldados numerosos como arenas en la playa, cuya marcha hacía temblar la tierra y producía una vibración que retumbaba hasta las montañas, que finalmente se encaraban mutuamente.Flavio Aecio logró denotar una vez más sus dotes como diplomático y reunió un ejército de bárbaros alanos y los visigodos liderados por Teodorico. Los alanos eran de origen persa, con pieles algo morena
Que los dioses olvidenlo que he realizado.A aquellos a quienes amo,perdonen lo que he realizado.Cantar CXXEzra Pound. El hombre que se halla ante umbral ajeno debe ser cauto antes de cruzarlo, mirar atentamente su camino: ¿Quién sabe de antemano qué enemigos pueden estar sentados aguardándole en el salón? “¡Salud al anfitrión!” Un huésped llega. ¿Dónde se va a sentar? Imprudente es el que ante portales desconocidos confía en su buena suerte. Necesita fuego quien llega de fuera y frías rodillas trae, comida y ropa necesita aquel que ha recorrido montañas. Agua necesita quien llega a convite, toalla y buena acogida, un trato amistoso, silencio respetuoso para que él p
Cuando desperté me encontraba tirado sobre el fango. Hacía mucho frío y mi piel estaba erizada. Me levanté de entre el fangoso lecho todo sucio y húmedo, rodeado por un páramo helado y lleno de nieve que caía copiosamente desde el cielo. El paisaje a mi alrededor era una campiña montañosa desolada e inescrutable. Escuché una voz masculina llamándome en una lengua que no entendí. Cuando me giré para ver a la persona palidecí de la impresión; era un sujeto de casi dos metros, barbudo, de piel blanca, vestido con un casco metálico, una cota de malla, pantalones, una capa de piel de lobo y unas gruesas botas. Tenía además un escudo en la mano y una espada enfundada. ¡Era un germano! El sujeto me interrogaba pero yo no entendía palabra alguna, así que, irritado, me tomó de las solapas y desenfundó su espada. Pensé que me mataría allí mismo pero no lo hizo, simplemente me llevó arrastrando hasta su campamento. Allí me tiró sobre la