POV DANTE
¡Qué idiota!, me comporté como un patán con Elle. Creí que así podría eliminar la sensación de necesidad que sentía sobre ella… no había hora del día en que mi mente no la trajera a colación y eso me frustraba.
La cara que puso cuando supo que venía a reunirme con Ciara me partió el corazón y aún así, no fui capaz de explicarle la verdad.
Dejé caer mi cabeza en el respaldo del asiento y suspiré profundamente.
— No dejes que se dé cuenta — dijo Benji desde el volante.
— ¿De qué hablas? — pregunté.
— De Ciara, si se da cuenta de lo que sientes por esa chica, olvídate del trato —.
Me mofé, — Elle es solo una amiga —.
— ¡Sí, claro! &m
La tarde caía, llevaba todo el día deambulando por ahí, matando el tiempo, hasta que Dante regresara… si es que lo hacía.Seguramente tras reconciliarse con Ciara ni se acordaría de mí, lo más seguro era que estuvieran por ahí, juntos, disfrutando de su reconciliación… pensar en eso me causaba un malestar casi insoportable.Después de comprar un par de atuendos en la tienda del hotel, me cambié y salí a caminar por la playa. El mar me encantaba, aunque siempre me causaba nostalgia, su inmensidad me abrumaba. Cuando me encontré frente a la infinidad del mar, no pude evitar preguntarme qué hacía yo en aquel lugar, con Dante, cuando él venía a declararle su amor a Ciara, era el último lugar del mundo en el que deseaba estar.¡Solo yo me meto en estos problemas!, todavía no me recuperaba de una cuando ya estaba en otra y no estaba segura de poder soportarlo.Lo que comenzaba a sentir por Dante era mucho más fuerte de lo que algún día llegué a sentir por Martin y estaba segura de que, bajo
No me di cuenta de en qué momento me quedé dormida. No paramos de hacer el amor hasta que nuestros cuerpos no respondieron más y caímos rendidos.Desperté sobre el pecho de Dante, él estaba profundamente dormido y aun así, rodeaba de manera fuerte mi cuerpo con sus brazos. Me detuve a observar su rostro que, aunque apacible, irradiaba fuerza. La línea de su mandíbula, su nariz puntiaguda, los pómulos bien marcados, sus espesas pestañas y unas cejas gruesas y pobladas.Apenas y podía creer que este hombre era el mismo chiquillo flacucho que me defendía en la secundaria, en aquel entonces no tenía tantos músculos como ahora, pero la fuerza y el temple le sobraban.Me había entregado a Dante, mi mejor amigo de secundaria. Lo disfruté, sin duda había sido la mejor experiencia de toda mi vida y no me arrepentía en lo absol
Lo siguientes dos días Dante y yo hicimos el amor en cada parte de aquel yate, apenas y paramos para comer, hasta ducharnos lo hicimos juntos. Jamás llegué a imaginarme que algo así pudiera ser posible, ni en mi luna de miel las cosas fueron así, Martin y yo nos la pasamos más tiempo haciendo actividades recreativas, paseando y conociendo el lugar, que en la habitación. Claro que ahora entiendo por qué fue así, él no me deseaba y Dante es una braza ardiente.Nunca creí que lo haría, pero agradecí infinitamente haber descubierto a Martin y haberme separado de él, si no lo hubiera hecho, me estaría perdiendo todo esto. Comenzaba a creer en eso de que las cosas siempre pasan por algo.¿A dónde me llevaría todo esto con Dante?, no lo sabía, pero estaba dispuesta a vivirlo y a disfrutarlo por lo que tuviera que durar, pero en el
POV DANTE—Te hemos perdido Ridchet — dijo Axel a mis espaldas en cuanto terminé la llamada con Elle, seguramente escuchó cuando le dije que la quería, algo insólito para él y para mí mismo también.Jamás le había dicho te quiero a una mujer que no fueran mi madre o mi abuela.Decírselo a Elle me salió tan natural, ni siquiera lo pensé, fue como un instinto.— Te dejo una semana a cargo y la empresa se derrumba, deberías preocuparte — dije ignorando su comentario.— ¡No, no, no! — exclamó al mismo tiempo que negaba con su dedo índice frente a mi cara — No te vas a escapar de esto Dante, no lo permitiré — aseguró — La empresa no se va a hundir más por cinco minutos que nos tomemos, así que habla, ¿qué fue lo que pasó con tu pelirroja?... ¡No, bueno!, eso es obvio, le metiste la lengua hasta la campanilla en el aeropuerto… — sonrió pícaramente — ¡vamos hermano!, quiero saber todos los detalles — demandó desparramándose en una de las sillas frente a mi escritorio.— Soy un caballero y lo
POV DANTE— Señor Ridchet, el señor Blossom acaba de llegar — anunció mi asistente.Miré mi reloj extrañado, faltaba poco más de media hora para la reunión.— Puedes pasarlo a la sala de presentaciones — respondí.— Me ha pedido hablar ahora mismo con usted, señor — informó.Eso era aún más extraño, llegué a preguntarme si sería sobre Elle.— Pásalo por favor — indiqué.Un segundo después el padre de Elle entraba a mi oficina.— Señor, Blossom, ¡buen día! — me puse de pie para recibirlo.— Buen día, señor Ridchet, — respondió con formalidad — disculpe que me anticipe a nuestra reunión, pero me gustaría tocar un tema un poco delicado con usted — externó con seriedad.— Por supuesto, tome asiento… — le indiqué.Jamás me había puesto así de nervioso cuando se trataba de reuniones de negocios, sin embargo esta vez, al ser el padre de la mujer que me tenía loco por completo, los nervios y la curiosidad me carcomían.— Primero que nada, Dante, — dejó de lado el trato formal — quiero asegura
CAPÍTULO 28DEJEMOS QUE LA VIDA NOS SORPRENDA ¡Su novia!, ¡me pidió que fuera su novia!, apenas y me cabía la emoción en el pecho. A mis treinta años, divorciada, con un fatídico matrimonio a cuestas y tras jurar en repetidas ocasiones que no volvería a enamorarme nunca más, ahí estaba, emocionada cual adolescente, porque Dante me pidió que fuera su novia.— ¡Sí!, ¡sí quiero ser tu novia! — repetí con entusiasmo. Me alzó en brazos apretándome muy fuerte.— ¡Me haces el hombre más feliz del universo!. De haber sabido que se sentía así, te lo habría pedido desde niños — confesó.— ¿En la secundaria? — inquirí con curiosidad.— Me gustabas mucho entonces — me colocó de nuevo sobre el suelo y aflojó su agarre, pero sin llegar a soltarme, — me llamaba mucho la atención tu cabello — tomó un mechón entre sus dedos.— ¿Por qué nunca me lo dijiste? — quise saber.— No olvides que era un chico tímido — bromeó.— ¡Claro!, — me mofé — nos habríamos ahorrado muchos dolores de cabeza.— Tal vez… —
Dante permaneció callado durante todo el trayecto a su casa, quise indagar sobre lo que Martin había dicho, no obstante él evadió el tema. No solo en esa ocasión, sino en las otras tantas que lo intenté.Segura de que él no hablaría del eso, acudí a la única persona que lo conocía mejor, Axel, pero cuál fue mi sorpresa que se portó incluso más hermético que Dante.Eso ya no me gustó nada, así que, para problemas desesperados, medidas desesperadas… no vi otra solución que no fuera hablar con Martin y preguntarle por qué fue que dijo aquellas cosas.— ¡Vaya!, ¡qué sorpresa!, — exclamó Roger al abrir la puerta — llegué a pensar que no volvería a verte.— ¿Por qué no? —inquirí mientras entrábamos al departamento.— Ridchet es muy aprensivo contigo — señaló.Negué con la cabeza — Un conflicto entre los machos alfa — solté con sarcasmo.Roger sonrió dándome la razón, todo se debía a que Dante y Martin no se caen, para nada, bien.— Vine a ver a Martin, dijo que quería hablar conmigo.— Sali
CAPÍTULO 30TU TIEMPO SE ACABÓDespués de nuestra acalorada discusión, las cosas entre Dante y yo regresaron a la normalidad. No volvimos a tocar el tema del compromiso, sin embargo, lo notaba algo extraño, sumido en sus pensamientos… distante, preocupado.— ¿Qué haces ahí? —pregunté adormilada, Dante me miraba en la oscuridad de su habitación, desde uno de los pequeños sofás que había en ella.Llevaba puesto solo un pantalón de chándal y el torso descubierto, recargaba su cabeza sobre una de sus manos, las luces tenues que se colaban por la ventana le iluminaban la mirada del rostro, se veía cansado.— Lo siento, no quise despertarte — su voz sonó seria y profunda.— ¿Estás bien?, ¿por qué estás despierto a esta hora?— Te ves preciosa cuando duermes — respondió sonriendo levemente — me gusta verte dormir —aseguró.Hice a un lado las finas sábanas que me cubrían, recorrí el espacio que había entre los dos y me senté en su regazo, él me recibió con gusto.— ¿Qué tanto hay en esta cabe