Desde la cubierta del black beast, Eric observa complacido como algunos de sus hombres regresan al barco después de llevar a cabo el saqueo, trayendo consigo los frutos de sus incursiones en las casas de los nobles. La diversión no se ocultar al momento que su mirada evalúa los tesoros.
— Capitán, hay noticias. — Son las palabras del hombre mayor al acercarse a él. — ¿Qué ocurre, Jafed? — Eric se voltea hacia Jafed, esperando la información que su viejo amigo tiene para él. — Es Calico, envió un mensaje. Quiere una reunión urgente en la isla de Naváris. — ¿No dice sobre qué quiere hablar? — La mirada de Eric se fija en lo alto del risco donde se alza la abadía y se mantiene fija allí. — Dice que tiene información sobre los tratos de Zimus en el norte y cree que podría interesarte. Eric frunce el ceño ante la mención del nombre del bastardo de Zimus. Por otro lado, Calico no se arriesgaría a pedir una reunión sino fuese algo que de verdad importara. — Prepara la ruta, cuando Jade traiga el botín zarparemos sin demora. Quiero saber qué tiene Calico para ofrecernos esta vez. Jafed asiente con determinación. — A la orden, Capitán. * * El corazón de Bella late con fuerza ante la presencia de aquel robusto pirata, mismo que sin dudarlo ingresa en el escondite. El hombre, con una mirada maliciosa, observó a las novicias con una sonrisa burlona. — Pero miren nada más, parece que encontré un grupo de asustados ratones. — dijo el pirata con voz grave y sarcástica. Aunque temblorosa, Bella, trató de sobreponerse al miedo que la paralizaba. Su mente intentando recordar todo lo que Read le enseñó para que pudiese defenderse, pero su mente solamente estaba llena de temor, temor que aumento cuando el pirata dejó salir una carcajada gutural, como si pudiese leer el temor de Bella y este le resultara cómico. Se acercó lentamente, disfrutando de la incomodidad que generaba en las novicias. — ¡No se acerque! — Deja salir finalmente con tono casi determinado. — ¡Oh, una valiente! ¿Y qué piensas hacer, monja? ¿Rezar para que me vaya? — burló el pirata, jugando con la empuñadura de su espada. Bella, con las manos temblando, se aferró a la valentía que comienza a sentir. — No os permitiré hacer más daño. El pirata, lejos de amilanarse, se acercó aún más, rodeando a Bella con su presencia imponente. — Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? Una monja con agallas. Eso es entretenido. Con una rapidez inesperada, el pirata agarró el rosario que Bella llevaba alrededor del cuello y lo arrancó de un tirón. Las cuentas cayeron al suelo, resonando como un eco de la profanación en aquel lugar sagrado. — Parece que a la monjita le gusta jugar a la heroína. ¿Te atreverías a enfrentarme? — desafió el pirata, mostrando una sonrisa despiadada. Bella, aunque atemorizada, no retrocedió. Miró al pirata con ojos decididos antes de hablar de nuevo: — Si es necesario, me enfrentaré a vos. El pirata soltó una carcajada, disfrutando de la determinación de Bella. Sin embargo, antes de que la situación pudiera intensificarse, se escuchó la voz de las monjas superiores desde el fondo de la alcoba. — ¡Dejad en paz a la hermana Bella! — exclamó otra de las novicias. El pirata, entre risas, retrocedió unos pasos y miró a las dos mujeres con bulla. — Parece que la fiesta se pone más interesante. * * — ¡¿Qué tan grande puede ser esta ratonera?! — Jade grito molestar al ver que ninguno de sus hombres daba con lo que buscaban, además, había tropas acercándose. — Ya buscamos por todo el lugar, jefa. — Nathan se acerca siendo seguido por un grupo de novicias y seminaristas quienes se muestran claramente aterrados. — Y al parecer, todos aquí tienen la lengua devorada por ratones. —Maldición, no podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Necesito encontrar a esa m*****a monja antes de que nos atrapen a todos. — Jade masculló para sí misma. apretando los dientes con frustración, Jade observa a esos estúpidos mocosos, ¿Qué tan lavado tienen el cerebro que prefieren guardar silencio antes que salvar la vida? De repente, una idea iluminó su expresión. Se volvió hacia los rehenes, que miraban la escena con ojos llenos de temor, temor que se incrementó ante la frialdad en la negra mirada de la pirata. — ¡Dejad en paz a la hermana Bella! — Pero el grito proveniente del fondo del corredor, termina por llamar la atención del grupo y les hace sonreír. — Parece que los ratones dejaron que una de ellas conserve su lengua. * * Bella no tiene una dirección exacta hacia la cual correr, simplemente corre por los pasillos para escapar del pirata que las sigue. Sigue sin creer en lo que hicieron las superioras, ellas simplemente cerraron las puertas y las dejaron a su suerte. Su corazón martillándole en el pecho mientras busca un nuevo lugar para ocultarse. El sonido de las pisadas del pirata resonaba amenazadoramente detrás de ella. Bella se atrevió a mirar por encima del hombro y vio al corsario con su mirada intensa y su barba descuidada, empuñando una espada con la confianza de quien está acostumbrado a la persecución. Las voces de las superioras resonaban en su mente, recriminándolas por sus acciones. ¿Cómo podían haber cerrado las puertas del refugio? Si ellas tenían que cuidar de las novias ¿por qué la dejaron a su suerte a ella y a su compañera? Bella dobló en un rincón oscuro, desesperada por encontrar una salida. Los pasillos del convento eran un laberinto que había memorizado, pero en esta oportunidad cada decisión que tomaba parecía llevarla más lejos de la libertad, tal vez por ello no se sorprendió cuando chocó con algo sólido. Al abrir los ojos, Bella se encontró cara a cara con la mujer que había visto matar al sacerdote, la pirata fija en ella sus intensos ojos negros antes de dejar se formara una sonrisa arrogante en sus labios. Sin dejar pasar un segundo más, la mujer la sujeta con fuerza por el brazo y la mira con burla. — Parece que hemos encontrado a nuestra presa, ¿no es así, princesa Bella? — dijo Jade, su tono ronco resonando en el silencio pasillo. Bella tragó saliva ante la mención de ese título, sacando a Read, el guardia más leal de su madre nadie más utilizaba ese título para referirse a ella. La presencia que se instaló a su espalda, la hizo girar su rostro, en solo un momento alternó su mirada entre ambos piratas. Simplemente no tenía escapatoria. —¿Quién iba a pensar que bastardo de Zimus usaría un convento como escondite a su pequeña niña? — continuó la mujer, disfrutando del desconcierto en los ojos de Bella. — Jade, debemos irnos, — dice un pirata apareciendo por el pasillo. — El capitán a izado la bandera Al escuchar aquello Jade deja salir una baja maldición pues sabe lo que significa. — Llévenlas al barco. Las monjas han decidido unirse a nuestra tripulación. — Sin darle tiempo para reaccionar, Jade la soltó y empujó hacia atrás para que pirata que antes la perseguía ahora la tomara, mientras otro de sus hombres tomaba a la otra chica. Sin nada de delicadeza, las hicieron caminar para llevarlas hacia el puerto donde se alzaba el navío pirata. * * En ese momento, el sol se encuentra en su punto más alto, la ausencia de nubes no hace sino dejar ver aún mejor el magnífico brillo del cielo. Mientras, el Black Beast se mece suavemente en el puerto, Eric, se encuentra de pie en la cubierta, su mirada fija en los hombres que están subiendo la última carga de lo robado. El resto de los hombres iban y venían, preparándose para el momento de zarpar. —¡Preparad las velas! — anunció Eric con un tono de mando que resonó en toda la cubierta Las órdenes se extendieron rápidamente entre la tripulación. Los marineros corrieron de un lado a otro, desplegando las velas con destreza mientras el barco cobraba vida. El crujir de las cuerdas y el traqueteo de las velas llenaron el aire, el barco solo necesitaba levar el ancla para comenzar a moverse, liberándose de las cadenas del puerto. — Capitán. — Llama Hizir, el cocinero de la nave. — Jade y el resto de la tripulación aún no ha vuelto. Eric, con una sonrisa confiada, negó con la cabeza. — Lo sé, y ella sabe que tiene límite. No hay tiempo que perder. Tenemos otros asuntos pendientes. — ¡Capitán! — gritó Aruj desde su lugar en el puesto de vigía, — ¿Qué pasa, Aruj? — inquirió Eric, manteniendo la mirada en el horizonte. — Es el resto de la tripulación, capitán. — Anuncia con tono entusiasta y divertido. — ¡Han vuelto, y no están solos! En ese momento, los demás miembros de la tripulación emergieron del puerto, arrastrando a algunos prisioneros con las manos atadas. Entre los cautivos, había uno que llamó la atención de Eric al momento, y esa era la novicia que Jist traía sobre sus hombres cual si fuera un simple costal. Eric sonrió ante la escena y, con un gesto de aprobación, indicó que se apresuraran en subir a bordo. En el momento que los hombres se encontraban abordando el barco, el sonido de disparos comenzaron a dejarse notar, lo cual llevó a los hombres a buscar con que cubrirse mientras comienzan a responder a los disparos. La guardia había llegado antes de lo que habían calculado. — ¿No podías tardarte más? — deja salir sus palabras hacia Jade mientras se coloca a su lado siendo cubiertos por una de las cajas de carga que se encuentran sobre la cubierta al tiempo que se mantiene disparando. — No es mi culpa que es la santita jugara al escondite, ade.... — las palabras de Jade mueren cuando es jalada por Eric para evitar que esta fuera alcanzada por una de las balas — ¡bastardos! — ¡Leven anclas! — Es la orden de Eric mientras se gira hacia su navegante. — ¡Hizir sácanos de aquí! ¡Kalt, los cañones, necesitamos una ventana! — ¡De inmediato capitán! — Es la respuesta de ambos hombres. Kalt ajustó la mira de los cañones y disparó con precisión hacia los guardias que se acercaban por la rambla. El estruendo retumbó en la bahía, enviando espirales de humo al aire. Por otro lado, el barco se sacudió mientras las velas se llenaban de viento, y el sonido de la madera crujiente resonaba en el aire. De entre la nube de polvo levantada por un nuevo disparo del cañón, las balas continuaban zumbando a su alrededor mientras el barco se alejaba del muelle, ganando velocidad.Bella puede sentir como su corazón late con fuerza en su pecho, en un principio se negó a caminar, por lo que terminó sobre el hombro de aquel pirata, y aunque pataleo y golpeo su espalda cuanto pudo, fue imposible soltarse de su agarre. El olor de la sal se volvió más fuerte a medida que se acercaron al muelle. Al escuchar el oleaje, Bella sabe que ya no tiene vuelta atrás, en un momento que el hombre que la carga se gira para dirigir unas palabras a sus compañeros, logra observar con horror el imponente barco pirata que se materializaba frente a ella dominando la orilla del puerto. La desafiante bandera pirata ondeaba al viento coronando el mástil se alzaba como un coloso oscuro en contraste al cielo azul.Cuando sus piernas tocan el suelo de la cubierta del barco, nota que Agnes, su compañera de habitación también había sido tomada como rehén, por lo que sin dudarlo corre y se abraza a ella, ambas buscando consolarse mientras dejan salir sus lágrimas.Desde su posición, solo ve el
Aunque sabe que lo mejor es quedarse tranquila y no provocar a aquellos hombres, Bella no puede evitar comenzar a patalear y forcejear cuando es tomada por el pirata, pero al igual que hiciera su compañero anteriormente, este termina por colocarla sobre su hombro, casi como si ella fuese un peso muerto. Fijando la mirada en los demás prisioneros, Bella pide a gritos que la ayuden, pero estos se muestran visiblemente aterrados. — Bella… — murmura Agnes, siendo la única que reúne un poco de valor para intentar acercarse a su amiga, intento que muere cuando siente el filo de una espada sobre su cuello. Moviendo un poco su cabeza, se encuentra con el dueño de la espalda, y no puede evitar sorprender al notar que es un chico casi de su edad quien la sostiene. — Por favor. — suplica en tono bajo mientras ve como la celda es abierta de nuevo y el hombre que sostiene a Bella sale. — Debería preocuparse más por usted misma, hermana. — es la respuesta del pirata antes de salir y dejarles encer
En las últimas dos semanas, Bella ha sido mantenida en una celda apartada del resto de los rehenes, como ordenó el capitán. Aunque las condiciones de ese espacio son iguales a las que afronta el resto, Seamus tiene la orden de llevar a Bella a cubierta durante tres horas al día para recibir aire fresco y luz del día. En su celda, Bella sigue buscando las razones por las cuales todo está pasando. Nunca ha tenido nada que ver con el reinado de su padre; de hecho, esa es la razón por la cual se entregó a la vida religiosa. Ella no era buena para la línea sucesoria, y las veces que intentó ser útil a su padre todo terminó de forma desastrosa. Por ello, prefirió quedarse al margen. Entonces, ¿por qué alguien pensaría que una princesa prácticamente desterrada sería buena para negociar?Su pensamiento es interrumpido por los murmullos de la celda al otro lado del estrecho pasillo. Al levantar su vista, puede ver cómo todos se encuentran en su tiempo de oración. Esa es una de las cosas que no
— ¿Qué vas a hacer si algo sale mal? — es la pregunta de Jade mientras camina a su lado.— No es como si fuese la primera vez. — responde con tranquilidad mientras se detiene por delante de Jade y ve cómo Jafed cruza con Bella. — Estaré de vuelta en tres días, si no es así, debes regresar con los demás y esperar mi mensaje. Sin decir nada más, Eric sube el puente que une ambos barcos y lo cruza con total calma y confianza. —Quiero una rotación del vigía cada tres horas, no vamos a un paseo, señores — ordena con firmeza mientras ve cómo sus hombres se apresuran a retirar la plancha. — ¡Andando! — y esa última palabra pone todo en marcha, sus hombres se apresuran y tras levantar el ancla sueltan las velas para aprovechar el buen viento. Su próxima parada sería corta pero bastante intensa, tanto por la persona con la cual se reuniría su capitán, como por el lugar donde se llevaría a cabo el encuentro.Por otro lado, Bella esperaba ser atada o encerrada en cualquier momento, pero, contrar
— ¿A qué te refieres con que Calico no vendrá? — Seamus observa fijamente a Eric. — No puede simplemente pedir una reunión y luego cancelarlo en el último minuto.— No lo está cancelando. — Eric habla tras dar el último trago a lo que quedaba de su ron. — Está cambiando es la persona con la cual nos reuniremos.Al pensar en ello, Eric no puede evitar que un claro disgusto salga a su rostro. Kidd no solo es el segundo al mando de la flota de Calico, no, también es casi pareja de Jade, y ese es el único motivo por el cual ese bastardo prepotente aún respira, porque si de él dependiera, hace mucho que el hombre hubiese terminado con una bala en su cabeza, un puñal en su corazón y una bala de cañón atravesando su cuerpo. Un sentimiento que el pelinegro sabe es compartido por todo su círculo cercano.— Kidd vendrá en su lugar. — anuncia mientras se pone de pie.Contrario a lo que esperaba, Jafed, Seamus e Hizir prefieren guardar silencio, lo cual no hace sino hacer sonreír con burla. El si
— ¿Estás seguro de lo que me pides? — La pelinegra observa detenidamente a Bella mientras toma asiento en las piernas de Eric. — Esa chica va a terminar fusionándose con el banco si se retrae más de lo que ya está.Ante las palabras de Violet, Eric se fija en Bella y ve que las palabras de la pelinegra son ciertas.Eric suspira y solo bebe de su vaso de ron mientras observa fijamente a Bella, quien se encuentra incómoda en ese entorno que claramente le resulta hostil. La tensión en ella es incluso palpable.— Solo asegúrate de que esté cómoda, Violet. No quiero que cause más problemas de los necesarios. — Eric le responde, consciente de la incomodidad de Bella en el burdel. Violet, con una mirada que revela cierta compasión, asiente y se levanta de las piernas de Eric. Se acerca a Bella con cuidado y le ofrece una mano.— Vamos, cariño. — dice en tono bajo. — Te llevaré a un lugar más cómodo para que puedas relajarte un poco mientras esperas. — le dice con voz suave, intentando transm
Puede sentir como su corazón late con fuerza, incluso puede jurar que de un momento a otro este se saldrá por su boca, pero no puede decir si es debido al esfuerzo que hizo al correr, o si el por el gran temor que siente. ¿Ella de verdad hizo algo tan peligroso e imprudente? Y es que solo ahora se permite escuchar la voz de su consciencia que le recrimina sus acciones, ella escapó, pero ¿acaso eso no acaba de condenar a sus compañeros que aún están en el barco de Eric?— Dios ¿qué fue lo que hice? — susurra para sí misma mientras se abraza con fuerza a sus piernas.Entre sollozos reprimidos, Bella intenta tranquilizarse y pensar con claridad. Sabe que su impulso de escapar podría haber sellado el destino de sus compañeros, entregándolos a la esclavitud. Se maldice a sí misma por no haber considerado esa latente posibilidad, si solo no hubiese cedido a sus miedos y al egoísmo de su corazón, no tendría que pensar en las nefastas consecuencias que tendrán sus acciones.— ¿Qué he hecho? —
El bullicio se encuentra presente en cada rincón de la estancia, lo cual no hace sino incrementar su ya de por si marcado mal humor. A su alrededor todos bailan, gritan y beben alegremente, y si bien él tiene muy claro que ninguna de aquellas tiene culpa alguna de lo que está ocurriendo, no puede evitar desear despellejar a cada uno de las peores maneras que su mente pueda idear.— Los de la armada saben que llegaron a puerto. César dice que la armada ha estado deteniendo a cada hombre que luzca mínimamente sospechoso o tenga un ligero aspecto de pirata — son las palabras de Violet al dejar sobre la mesa un plato con pollo y un tarro de ron. — avisaron que llevarían al gold dragon fuera de las fronteras de la isla.Eric escucha la información dada por la pelinegra, pero sin prestar una atención real a sus palabras, o por lo menos, no una atención más allá de la necesaria. Conoce bien a sus hombres y sabe que estos pueden tomar las mejores decisiones para resguardar el barco sin necesi