Cuando el sol comenzó a despuntar, encontró a Bella de rodillas rezando dentro del camarote, su rostro marcado por el rastro seco de las lágrimas que estuvo derramando durante toda la noche. Con la frente apoyada en sus manos, seguía murmurando oraciones en busca de consuelo y perdón por su pecado. Para ella, la noche había sido larga y cargada de pensamientos oscuros sobre el futuro que le espera si no encuentra una manera de abandonar el barco y volver a su hogar.De repente, un estruendoso barullo resonó fuera del camarote, sacándola de sus pensamientos y haciendo que sus ojos se abrieran de par en par. Las oraciones quedaron suspendidas en el aire, y Bella escuchó con atención, intentando entender la naturaleza del tumulto.La indecisión se apoderó de ella. Por un lado, la curiosidad la incitaba a salir y descubrir la causa del alboroto; por otro, el miedo a lo que pudiera ser la mantenía cautiva en el camarote. Sin embargo, ante un pedido de clemencia, la intriga y la necesidad d
El corazón de Eric se detiene por un instante al ver el impacto del disparo en el cuerpo de Bella. Un gesto de angustia se dibuja de su rostro mientras corre hacia ella, sus brazos extendidos para atrapar su cuerpo antes de que caiga al suelo.— Hermana Bella, — murmura con desesperación, su voz llena de preocupación. El frío que se comienza a apoderar de su piel contrasta con el calor de la sangre que escapa de la herida. Sin perder un segundo, la sujeta con fuerza contra su pecho, tratando de detener la hemorragia con sus propias manos.La tripulación observa en silencio, silencio que no dura mucho pues Seamus se apresura a darle atención médica a la pelirroja mientras Jafed comienza a dar las ordenes necesarias para fijar el rumbo a la isla.Bella lucha por mantenerse consciente, sintiendo cómo el mundo se desvanece a su alrededor. Las voces de los hombres que la rodean comienzan a sonar distantes, como si vinieran de otro lugar, mientras el frío la envuelve y la oscuridad amenaza
**El sol, aunque aún presente, ya había descendido bastante en el cielo. El camarote de Eric estaba sumido en un silencio interrumpido solo por el sonido de las olas al chocar con la madera del barco. Seamus, entró con paso firme, trayendo consigo noticias sobre el estado de la mujer. Sus ojos se posaron en Eric, quien estaba sentado en un rincón, una botella de ron entre sus manos.El capitán observaba el líquido ámbar con una expresión sombría en el rostro, sus pensamientos sumidos en la preocupación dando una imagen poco común en él. Sus rasgos estaban marcados por la tensión, aunque en esas horas intentara mantener la compostura frente al resto de sus hombres.Seamus avanzó hacia él con seriedad, su mirada escrutadora captando cada matiz de preocupación en el rostro de Eric. El hombre sabe bien que su joven capitán lleva una gran carga sobre sus hombros en esos momentos, por lo que todo lo ocurrido no hace más que aumentar su carga.— El sangrado se detuvo—, anunció con voz tranq
El sonido de las olas al chocar con la orilla es como el suave susurro de arrullo; solo las risas son lo único que interrumpe el sonido del mar. Kent es uno de los reinos más antiguos; su prosperidad siempre ha estado en boca de todos en el mundo. "El reino azul", así es como todos lo llaman.Mientras el sonido del mar se vuelve más distante, sus pasos se internan en el castillo, con sus dos hombres de confianza a su espalda. Las puertas del salón del trono se abren a su paso; una vez dentro, el salón del trono lo deslumbra.— Príncipe, no debes hacer eso. — Son las primeras palabras que llegan a él.En una de las esquinas, puede ver a una hermosa mujer; su rostro es como puede asegurar debe verse el de un ángel, su cabello rojo como el más puro de los carmines y un cuerpo capaz de robar el aliento. En su rostro, una marcada sonrisa mientras observa a un pequeño niño de unos 5 años reír mientras corre en torno al trono. Al notar la presencia del recién llegado, el pequeño niño corre co
— ¡Preparen las velas y mantengan el rumbo! — Es la orden, su voz llevando consigo la autoridad necesaria para no permitir quedarse ninguna duda de lo que desea.— ¡Entendido, capitán! Su tripulación, compuesta por hombres valientes y curtidos por la vida en el mar, obedecen con diligencia la orden dada. El viento agita sus negros cabellos mientras Eric observa la abadía a lo lejos, una silueta que se alza serena en medio del paisaje marino. El barco avanza con gracia por las aguas, dirigido por la destreza de su navegante. Mientras se acercan a la abadía, el rostro de Eric se ilumina con un fulgor resuelto. Girándose, fija su mirada en su primer oficial, la persona a la que, sin duda alguna, entregaría su vida.— Prepárate para desembarcar. — Dice mientras le observa y sonríe con arrogancia. — Quiero que esto sea un trámite rápido y preciso. Nos llevaremos solo lo que necesitamos.Eric se aproxima al timón y con un gesto el navegante se lo entrega, mientras, su mirada se mantiene fija
Desde la cubierta del black beast, Eric observa complacido como algunos de sus hombres regresan al barco después de llevar a cabo el saqueo, trayendo consigo los frutos de sus incursiones en las casas de los nobles. La diversión no se ocultar al momento que su mirada evalúa los tesoros.— Capitán, hay noticias. — Son las palabras del hombre mayor al acercarse a él.— ¿Qué ocurre, Jafed? — Eric se voltea hacia Jafed, esperando la información que su viejo amigo tiene para él.— Es Calico, envió un mensaje. Quiere una reunión urgente en la isla de Naváris.— ¿No dice sobre qué quiere hablar? — La mirada de Eric se fija en lo alto del risco donde se alza la abadía y se mantiene fija allí.— Dice que tiene información sobre los tratos de Zimus en el norte y cree que podría interesarte.Eric frunce el ceño ante la mención del nombre del bastardo de Zimus. Por otro lado, Calico no se arriesgaría a pedir una reunión sino fuese algo que de verdad importara. — Prepara la ruta, cuando Jade traig
Bella puede sentir como su corazón late con fuerza en su pecho, en un principio se negó a caminar, por lo que terminó sobre el hombro de aquel pirata, y aunque pataleo y golpeo su espalda cuanto pudo, fue imposible soltarse de su agarre. El olor de la sal se volvió más fuerte a medida que se acercaron al muelle. Al escuchar el oleaje, Bella sabe que ya no tiene vuelta atrás, en un momento que el hombre que la carga se gira para dirigir unas palabras a sus compañeros, logra observar con horror el imponente barco pirata que se materializaba frente a ella dominando la orilla del puerto. La desafiante bandera pirata ondeaba al viento coronando el mástil se alzaba como un coloso oscuro en contraste al cielo azul.Cuando sus piernas tocan el suelo de la cubierta del barco, nota que Agnes, su compañera de habitación también había sido tomada como rehén, por lo que sin dudarlo corre y se abraza a ella, ambas buscando consolarse mientras dejan salir sus lágrimas.Desde su posición, solo ve el
Aunque sabe que lo mejor es quedarse tranquila y no provocar a aquellos hombres, Bella no puede evitar comenzar a patalear y forcejear cuando es tomada por el pirata, pero al igual que hiciera su compañero anteriormente, este termina por colocarla sobre su hombro, casi como si ella fuese un peso muerto. Fijando la mirada en los demás prisioneros, Bella pide a gritos que la ayuden, pero estos se muestran visiblemente aterrados. — Bella… — murmura Agnes, siendo la única que reúne un poco de valor para intentar acercarse a su amiga, intento que muere cuando siente el filo de una espada sobre su cuello. Moviendo un poco su cabeza, se encuentra con el dueño de la espalda, y no puede evitar sorprender al notar que es un chico casi de su edad quien la sostiene. — Por favor. — suplica en tono bajo mientras ve como la celda es abierta de nuevo y el hombre que sostiene a Bella sale. — Debería preocuparse más por usted misma, hermana. — es la respuesta del pirata antes de salir y dejarles encer