Sus movimientos, su ritmo, eran medidos, lentos. Disfrutaba cada segundo con deleite, construyendo de a poco un calor abrazador. Su mano se cerraba con más fuerza sobre las muñecas de Adele cada vez que ella intentaba igualarle el ritmo, era inquieta, buscaba más contacto con las caderas. La veía desde arriba, como su cuerpo se ondulaba y lo recibía con entusiasmo. Y esa cara que gesticulaba cada pequeña sensación, con los labios entre los dientes y el pecho agitado.Lo miraba directo a los ojos, entregándole sonidos leves y dulces. Tuvo que cerrar los suyos un par de veces para restringir todas esas sensaciones que lo arrastraban sin control. Adele nunca había tenido una experiencia como esta, él la dominaba y a ella le encantaba; le gustaba ese pequeño dolor en sus muñecas; como él respiraba por la boca tratando de frenarse, la mirada pérdida que tenía. Instintivamente supo que era ella misma quien le causaba todo eso, no era solo el contacto físico y el deseo; ahí había algo más.E
Gregory la veía dormir a su lado y no lograba salir de su asombro. No se parecía en nada a la mujer de hacía unos momentos, la llena de erotismo. Así, dormida, eran tan dulce. Y por primera vez en mucho tiempo su cielo se había despejado. La abrazó más fuerte, no fuese cosa que solo se tratase de un sueño y ella se esfumara; pero Adele se estiró al sentirlo y se acomodó un poco más. No era un sueño.¿Qué iba a hacer ahora? Porque por mucho que luchaba y se reprimía, ya no podría dejarla. Ni siquiera lo sedujo, ni siquiera se le ofreció o le había demostrado más que unas sonrisas cálidas. Así, como era ella, solo así lo hizo caer. A lo mejor eso era lo que su corazón tanto necesitaba: volver a sentirse vivo.Por su mente pasaron cientos de escenarios mientras la observaba y en todos Adele permanecía a su lado, en todos ella lo acompañaba; pero ¿sería lo mismo para ella? ¿Sentiría lo que él sentía? La duda lo asaltó. ¿Qué tal si no tuviese la misma intensidad en sus sent
¿Cómo empieza uno a querer? ¿Cuando? ¿Con la primera mirada, la primera sonrisa, el primer beso? ¿O es la suma de todo eso? Adele lo miraba mientras estaba sentado en el escritorio, pero no podía precisarlo, solo sentirlo. Que rápido había cambiado su vida y que extraño era. Ese hombre que estaba ahí, escribiendo y leyendo, se había trasformado en solo algunas horas en todo su mundo.Para Gregory las cosas tenían otro sabor; la percibía de reojo y seguía sin creerlo. La piel de la nuca se le erizaba cuando reparaba en su vestido de verano y el corazón se le agrandaba cuando interceptaba sus ojos con los suyos. ¿Cuánto tiempo había permanecido escondido en las sombras? No lo recordaba, para él era un nuevo punto de partida y todo lo anterior había desaparecido. Ella se lo borró.El teléfono de Adele comenzó a recibir un mensaje y otro y otro, la insistencia era cansadora. Pero ella solo lo miraba y lo apartaba; hasta que se cansó del ruido y lo silenció. Gregory frunció un poco el ceño
Y entonces Robert regresó de su viaje, el fin de semana se había terminado. Entró y lo primero que vio fue a un Gregory nervioso que sostenía de la mano a Adele y ella sonreía de oreja a oreja. ¿De la mano?- ¿Que sucede? - Preguntó apenas cruzó la puerta.- Queremos decirte algo -- ¿Que? -Gregory levantó las manos entrelazadas y la confusión de dibujó en la cara del militar retirado.- ¡Oh! ¡OH! -- ¿Está de acuerdo? - Adele estaba nerviosa también, aunque feliz.La hija de John y su hijo. Adele y Gregory, juntos. A Robert se le escaparon unas lágrimas y no sabía si era por el recuerdo del padre de la niña o por su propio hijo que al fin había salido de su oscuridad.Pero Adele se le acercó, preocupada ¿No estaba de acuerdo? Claro, ella era muy joven. O la memoria de su madre, cómo decía Norma. El corazón le latió con fuerza e incertidumbre.- ¡Hermosa Adele! - Le dijo Robert abrazándola.- Papá… -- ¡Hijo! ¡Claro, claro que estoy de acuerdo! Estoy feliz… -Adele suspiró aliviada.
Clarence se le acercó esa mañana muy emocionada. Tenía una nueva propuesta que hacerle y estaba convencida de que era lo mejor para Adele y su carrera.-El Hospital Jenkins es uno de los mejores en cardiología, están buscando una alumna practicante, el director es un amigo cercano y pensé en ti. No te arrepentirás, podrás aprender mucho allí. Los especialistas son los más reconocidos del país -Era un paso enorme, gigante para una alumna que se había atrasado como ella en el plan de estudios; sin embargo, su profesora le aseguró que eso no sería un inconveniente porque Adele era brillante e intuitiva. Era una oportunidad en un millón. Le prometió que lo pensaría, primero quería hablarlo con Gregory.Su relación apenas comenzaba y si aceptaba, debería pasar más tiempo fuera de la casa, estudiando a la vez y además estaba Robert. No quería dejarlo solo. Hugo le insistió toda la tarde con que debía aceptar ¡Qué gran comienzo!-Imagina todo lo que aprenderás allí de primera mano… Mucho de
- Me comportaré - Le aseguró Robert muy serio.- ¿Esta seguro? - Y lo miró inquisidora.- ¡Claro que lo haré! Esta oportunidad es maravillosa, hermosa Adele y no seré el motivo por el cual la desperdicies -- Deberás cumplir con todo cuando Adele no esté, papá - Agregó Gregory un poco divertido.- Lo haré, lo haré… -Querido Robert, adoraba a Adele; no solo por ser la hija de su soldado favorito, sino porque llegó un día, imprevistamente, a volver a entibiar el corazón de su hijo.-Esto me recuerda… Una vez en Berlín, tu padre y Francis… -Como se le iluminaba la cara cuando contaba una de las tantas “travesuras” de John y Francis; Gregory podía quedarse horas mirándole las expresiones de su rostro, los ojos asombrados y la sonrisa divertida; con la voz de Robert de fondo. Que fuerte se había colado en su sistema esa mujer traslucida.Adele llegó al Jenkins, nerviosa pero contenta. El Director General la recibió entusiasmado por las recomendaciones de Clarence, él solo aceptaba a los
Esa mañana, luego de dejar a Adele en la Universidad, Gregory tomó el problema de Lucas en sus manos. Hizo algunas llamadas, habló con algunas personas y consiguió lo que estaba buscando: una orden de restricción. Así, al menos, ella podría moverse libremente sin preocuparse de que se le apareciese de la nada.O eso fue lo que supuso. Por qué cuando recibió la notificación en su casa, Lucas estaba desayunando y, por primera vez desde que se había casado con él, Sara perdió toda su frialdad y la invadió el miedo. Quiso marcarle los límites con el ramo de rosas y Gregory le respondió con puño de acero.Volaron tazas, sillas y el mantel completo con todo lo que tenía arriba. El agua de la jarra le empapó el vestido a su esposa, quien se había quedado pasmada al verlo reaccionar. La cara desfigurada, insultando a Gregory, a Adele, a él mismo. La locura se estaba apoderando de su alma; ya no era una ilusión.Salió disparado de la casa, le dolía la garganta por los gritos y el papel quedó a
Adele todavía no había terminado su turno. Esta vez: de noche. Era más silencioso el lugar cuando el sol caía; se vaciaba de visitantes y de pacientes ambulatorios. Sus niños estaban dormidos ya y ella iba de cama en cama inspeccionando signos vitales, los monitores de las máquinas. Algunas emitían un sonido, un pitido suave que se transformaba en la banda sonora de sus sueños.El jefe de enfermeras del turno nocturno se le acercó mientras tomaba nota de los datos.- Adele… Hay un hombre esperándote, Gregory, dice que necesita hablar contigo -- ¿Gregory? - Que raro.- Si, está en el piso de abajo. Ve, yo termino aquí -Todavía faltaban dos horas para marcharse ¿Que hacía ahí tan temprano? Por un momento pensó que algo había ocurrido, tal vez Robert. Adele apresuró el paso al ascensor, preocupada. Pero se demoraba mucho en llegar y le ganó la ansiedad, bajó por las escaleras.Gregory la esperaba sentado en una de las bancas, apoyando la cabeza en sus manos mientras se inclinaba hacia