Semanas después.
Los chicos con sus respectivas parejas organizaron un viaje a la playa.
Laura y Tefa, no podían creer que Kate y Fernando, ya fueran novios.
—Me parece increíble todo lo que me cuentas. Estoy tan feliz por ti y Fernando —expresó Laura. Ambas se abrazaron y alistaron para salir a la playa donde los muchachos las esperaban.
— ¿Se van a quedar todo el día contándose las porquerías que hacen con sus novios? —recriminó Tefa molesta.
Kate y Laura se empezaron a reír.
—¿Por qué estas de mal genio Tefa? —preguntaron ambas muchachas.
—No es eso. —Suspiró—. Estoy triste, Leo se va con su mamá a Colombia —comentó con aflicción
En el otro lado de la playa Leo con Fernando entonaban otra canción:«A dónde vas by Juan Fernando Velasco» empezó a sonar:—Quién eres tú, que renuncias a sufrir, rechazas los problemas como un techo a la lluvia, a dónde vas, no puedes escapar, drogarse es desarmarse ante esta guerra de locos...Aquella canción provocó que Kate, recordara una de las peores épocas de su vida, cuando cometió el error de haber consumido anfetaminas; por suerte reaccionó a tiempo y no se convirtió en una adicción; sin embargo, era un tema que prefería no comentar con nadie.— ¿Alguno de ustedes ha ingerido drogas? —preguntó Tefa.La respuesta de Fernando y Leo, era evidente; ellos jamás habían consumido ningún tipo de esas sustancias.
Varias semanas después Ángel García, el padre de Fernando, con su cabeza inclinada dentro del motor de un vehículo no percibió la presencia de su hijo mayor: —Ángel García buenos días —saludó a su papá, que de inmediato reaccionó ante la voz de Fernando. —¡Muchacho! —exclamó, se limpió las manos en una franela, ambos se dieron un fuerte abrazo. —¿A qué debo el milagro de tu visita? —preguntó observando con atención a la hermosa joven que acompañaba a su hijo. Fernando, estaba algo nervioso. —Papá te quiero presentar a Katherine... Mi novia. El hombre se quedó impactado por la confesión de su hijo, puesto que Fernando aseguraba que nunca iba a tener pareja. —Ángel García, mucho gusto señorita —pronunció con cortesía—. Es un placer conocer a la novia de mi hijo —expresó con emoción al darse cuenta de que Nando ya no estaría solo.
En el centro comercial, Laura y los demás jóvenes esperaban sentados en el patio de comidas; sin embargo, la jovencita cada día se veía desmejorada, pálida y demacrada. —Laura, mi amor, debemos hablar con mis papás sobre tu tratamiento. La verdad yo no observo mejoría —indicó Ignacio preocupado. —Nacho el médico ya me hizo nuevos exámenes para verificar el conteo de las plaquetas y los glóbulos. Debe ser reacción a todos los sueros y trasfusiones que me hacen —explicó la joven. —No lo sé Laurita, la verdad estoy muy preocupado por tu salud —resopló con angustia el jovencito. —Tranquilo amor, el médico nos explicó que al principio me iba a sentir así y después iba a ir mejorando. Laurita acarició el rostro de su novio, para darle tranquilidad, él prefirió no molestarla más con ese tema, aunque él estaba muy intranquilo por la salud de ella. Sentado
Ambas caminaban con dirección a los baños del centro comercial, sin embargo, Laura empezó a sentir que le faltaba el aire, su corazón latía muy rápido y todo le daba vueltas, se tuvo que sostener de Kate. —¿Estás bien? —preguntó la chica preocupada. —Me falta el aire, siento que me voy a desmayar. — ¡Laurita! —exclamó Katherine. Laura se observó en uno de los espejos del centro comercial le sangraba la nariz, las piernas le temblaban y el dolor en su vientre era cada vez más fuerte, hasta que todo se puso oscuro a su alrededor. — ¡Laurita!, ¡Laurita! —exclamó Kate con angustia. — ¡Por favor reacciona! ¡Alguien que me ayude! —gritó, y colocó la cabeza de Laurita, en sus piernas, sacó un pañuelo facial de su bolso, con la una mano intentó contener la hemorragia nasal de su amiga y con la otra trataba de marcar el número de Fernando. — ¡Contesta por
Ignacio lloraba abrazado a sus piernas en uno de los fríos pasillos del hospital, para él era muy duro asimilar la noticia de la enfermedad de Laura, por lo que, necesitaba conocer más sobre el tema, saber que ella y su bebé iban a estar bien. Se puso de pie y fue hasta el consultorio del doctor Jones, golpeó la puerta.—Adelante —escuchó en la gruesa voz del médico. Enseguida Ignacio apareció.—Buenas noches. ¿Puedo hablar con usted? —preguntó al especialista, quién observó con preocupación el semblante descompuesto de Ignacio.—Si claro, pasa y siéntate muchacho.El galeno hizo una señal con su mano para que el joven se sentara frente a él.—Doctor Jones, yo necesito saber la verdad sobre la enfermedad de Laurita. Por favor.
Horas interminables de espera empezaron a correr con lentitud. Todos se veían cansados, preocupados, sin embargo, no abandonaban el barco, estaban junto a Laura e Ignacio, en ese duro momento. Cerca de la media noche, el médico apareció con noticias.—El procedimiento salió bien —comentó. Ignacio suspiró pensando que con eso su novia iba a mejorar—. Sin embargo, los niveles de plaquetas de Laura no suben estamos suministrando medicamentos esperamos una reacción favorable —explicó el médico.— ¿Entonces sigue grave? —preguntó Nacho, a punto de enloquecer de angustia, tristeza, dolor.—Lamentablemente, si Ignacio, nosotros estamos haciendo todo lo posible, el resto ya depende de Dios.En ese momento el jovencito quien siempre había sido creyente renegó de Dios; le p
En la habitación que habían dispuesto para Laura en el hospital. Ariadna, se encargaba de arreglar a la joven; con ayuda de Conny, y de las enfermeras, se colocó un sencillo vestido blanco, en corte princesa, con delicada pedrería en la parte superior, su hermoso cabello castaño lo llevaba suelto y su cabeza iba adornada de una corona de flores artificiales blancas. «Si me voy a morir, quiero hacerlo sabiendo que me casé con el amor de mi vida» pensó Laurita, en su mente. —¡Pareces una princesa, mi niña! —exclamó Conny. —Debo estar fatal mamá. Ariadna le pasó un espejo, a pesar de su condición no se veía tan mal, ella la había maquillado de manera delicada, tratando de disimular su palidez y las ojeras del rostro de su futura nuera. —Nachito se va a emocionar mucho cuando te vea —sollozó Ary. — ¿Señora Ariadna a usted no le impor
El escenario en aquel cuarto de hospital era devastador. Ignacio, no quería separarse del cuerpo de Laura, el médico se acercó y le puso la mano en el hombro.—Muchacho debes retirarte, necesitamos desconectar a Laura. No tiene sentido que sigas aquí —aconsejó.—Un minuto más se lo ruego. Déjeme despedirme — suplicó el joven desolado.— ¡Laurita por favor despiértate! ¡Te lo imploro despierta mi amor! —exclamó llorando.El dolor estaba enloqueciendo a Ignacio, tanto así que tuvo la impresión de haber visto una luz muy brillante en la habitación como si fuera la silueta de una mujer; el jovencito sacudió su cabeza, de repente sintió que su esposa, tomó su mano.Nacho pensó que era algún reflejo; pero lo