Ariadna, con la preocupación a cuestas se dirigió a la parroquia, necesitaba conversar con su amigo y confidente desde hacía años: el Padre Fausto, quien en ese momento se encontraba en su despacho, atendiendo a unos feligreses.
La señora Grimaldi, se sentó a esperar que el sacerdote estuviera libre, exhaló un suspiro y cruzó sus brazos, mientras meditaba si hacía lo correcto ocultando la enfermedad de Laura, a ella y a su hijo.
Cuando las personas salieron. Ariadna colgó su bolso en el hombro e ingresó a la oficina del sacerdote.
—Padre Fausto buenos días —saludó la mirada llena de preocupación.
—¡Ariadna hija! —exclamó el sacerdote con sorpresa. La señora Grimaldi, no acostumbraba a ir en horas de la mañana al centro comunitario, no había ido el
Constanza llegó a casa, observó en el mueble el bolso de su hija.—¿Laurita?Los jóvenes se separaron de golpe al escuchar la voz de ella.— ¡Dios mío Ignacio! ¡Es mi mamá! —Exclamó con nerviosismo—. Nos va a descubrir —pronunció temblando, del susto la joven que no encontraba su ropa.— ¡Laurita tranquila! —exclamó él—. Somos adultos, desde ahora en adelante eres mi mujer, yo voy a dar la cara por ti.El corazón de la chica se paralizó de emoción por contados segundos. «Eres mi mujer Laura Hernández» resopló en la mente de la joven, no pudo evitar abrazarlo y besarlo, ya no importaba si los descubrían, ellos se amaban y eso era lo importante.Conny se dirigía a la habitaci
En uno de los enormes rascacielos de Manhattan, un misterioso hombre recibía una llamada telefónica.—Todo salió como usted ordenó señor —afirmó la gruesa voz de un individuo al otro lado de la línea—. Tenemos a la señorita.El caballero sonrió para su interior.—Ya saben lo que tienen que hacer —ordenó aquel hombre de aspecto pulcro e impecable, de mirada recia, ojos azules, piel blanca.—Sí señor como usted ordene. —Colgó la llamada el individuo que hablaba por teléfono con el acaudalado hombre de negocios.Se sentó en su gran sillón de cuero y sonrió con malicia, sacó de uno de sus cajones una fotografía, la mirada pura y sincera de la mujer de la foto evocó en él viejos recuerdos, entonces
Kate aprovechó el momento de confusión para correr y refugiarse lejos de esos hombres. El que estaba sin su revolver levantó las manos, los otros dos fingieron que se rendían; uno de ellos lanzó un tiro en contra del agente García, quién con sus buenos reflejos pudo esquivar la bala. —¡Cúbrete Kate! —exclamó Fernando, mientras una verdadera batalla campal se formaba en el lugar. El agente García, tras un muro trataba de esquivar las balas y también se defendía del ataque. Necesitaba refuerzos y estos tardaban en entrar, además se estaba quedando sin balas. — ¡Maldita sea! —bufó Fernando. Realizó sus últimos disparos, logrando que una de las armas de aquellos hombres saliera volando. Kate, cubría su cuerpo tras un viejo tanque metálico, en ese momento el miedo se apoderó de ella, al ver como esos hombres arremetían en contra de Fernando, eran tres versus uno. El arma cay
Los ojos de la chica se cristalizaron y sus labios temblaron, sin embargo, respiró profundo y se dirigió a él. —En las condiciones en las que estás, yo no pienso hablar, ni decir nada Fernando. —¡Kate!... ¿Por qué haces las cosas tan difíciles entre nosotros? —preguntó desalmado ante ella. — ¿Nosotros? —cuestionó arrugando el ceño—, eso no existe, si más no recuerdo fuiste tú el que manifestó que no tenía claro sus sentimientos —afirmó Kate, con el corazón adolorido—. Yo también podría pensar que para ti solo fui un experimento. ¿Dime Fernando que descubriste? «¡Diablos Kate no preguntes eso!» Dijo en su mente el agente. —Estoy esperando una respuesta Fernando. ¿Declárame que descubriste?, ¿Por qué entras a mi habitación como un ladrón a expresarme un montón de estupideces sin sentido? —inquirió Kate molesta. Se levantó y abrió la puerta—. Haz el favor de irte y d
Semanas después.Los chicos con sus respectivas parejas organizaron un viaje a la playa.Laura y Tefa, no podían creer que Kate y Fernando, ya fueran novios.—Me parece increíble todo lo que me cuentas. Estoy tan feliz por ti y Fernando —expresó Laura. Ambas se abrazaron y alistaron para salir a la playa donde los muchachos las esperaban.— ¿Se van a quedar todo el día contándose las porquerías que hacen con sus novios? —recriminó Tefa molesta.Kate y Laura se empezaron a reír.—¿Por qué estas de mal genio Tefa? —preguntaron ambas muchachas.—No es eso. —Suspiró—. Estoy triste, Leo se va con su mamá a Colombia —comentó con aflicción
En el otro lado de la playa Leo con Fernando entonaban otra canción:«A dónde vas by Juan Fernando Velasco» empezó a sonar:—Quién eres tú, que renuncias a sufrir, rechazas los problemas como un techo a la lluvia, a dónde vas, no puedes escapar, drogarse es desarmarse ante esta guerra de locos...Aquella canción provocó que Kate, recordara una de las peores épocas de su vida, cuando cometió el error de haber consumido anfetaminas; por suerte reaccionó a tiempo y no se convirtió en una adicción; sin embargo, era un tema que prefería no comentar con nadie.— ¿Alguno de ustedes ha ingerido drogas? —preguntó Tefa.La respuesta de Fernando y Leo, era evidente; ellos jamás habían consumido ningún tipo de esas sustancias.
Varias semanas después Ángel García, el padre de Fernando, con su cabeza inclinada dentro del motor de un vehículo no percibió la presencia de su hijo mayor: —Ángel García buenos días —saludó a su papá, que de inmediato reaccionó ante la voz de Fernando. —¡Muchacho! —exclamó, se limpió las manos en una franela, ambos se dieron un fuerte abrazo. —¿A qué debo el milagro de tu visita? —preguntó observando con atención a la hermosa joven que acompañaba a su hijo. Fernando, estaba algo nervioso. —Papá te quiero presentar a Katherine... Mi novia. El hombre se quedó impactado por la confesión de su hijo, puesto que Fernando aseguraba que nunca iba a tener pareja. —Ángel García, mucho gusto señorita —pronunció con cortesía—. Es un placer conocer a la novia de mi hijo —expresó con emoción al darse cuenta de que Nando ya no estaría solo.
En el centro comercial, Laura y los demás jóvenes esperaban sentados en el patio de comidas; sin embargo, la jovencita cada día se veía desmejorada, pálida y demacrada. —Laura, mi amor, debemos hablar con mis papás sobre tu tratamiento. La verdad yo no observo mejoría —indicó Ignacio preocupado. —Nacho el médico ya me hizo nuevos exámenes para verificar el conteo de las plaquetas y los glóbulos. Debe ser reacción a todos los sueros y trasfusiones que me hacen —explicó la joven. —No lo sé Laurita, la verdad estoy muy preocupado por tu salud —resopló con angustia el jovencito. —Tranquilo amor, el médico nos explicó que al principio me iba a sentir así y después iba a ir mejorando. Laurita acarició el rostro de su novio, para darle tranquilidad, él prefirió no molestarla más con ese tema, aunque él estaba muy intranquilo por la salud de ella. Sentado