— He venido a buscarte, estoy deseando que vuelvas conmigo a casa — El brillo de maldad de sus ojos no pasó desapercibido a Theresa.— Yo no voy contigo para ningún lado — dijo dejando el temor y el miedo aun lado, no podía permitirse ser débil ante su verdugo, los depredadores solían oler la debilidad de sus presas, ella no iba a ser una presa nunca más — Primero muerta — Gritó.El barón soltó una carcajada.— Ya veo que tienes unos humos muy subidos —dijo en un tono malicioso —, pero eso es algo que se puede arreglar y yo sé muy bien cómo hacerlo, de solo pensarlo ya me estoy excitando.Imaginarse lo que ese hombre era capaz de hacerle le provocó asco y repulsión.Él continuó al acecho y ya se encontraba a tan solo un paso ella. Ella tenía una lucha interna entre el temor y la superv
Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos.MolièreDespués de casi dos semanas Michael regresaba a Sussex, no esperaba pasar más de una semana en Londres, pero las cosas se le complicaron y no podía volver hasta solucionar todo, el primero en complicarles las cosas fue Wadlow.— ¿Se puede saber qué carajos me estás diciendo? — espetó el agente con un tono enojado — ¡No puedes largarte ahora, así como si nada!— Claro que puedo y lo haré — dijo Michael en un tono gélido — te recuerdo que no te estoy pidiendo permiso, te estoy notificando que desde ahora tú estás a cargo de darle el tiro de gracia al Barón de Lexinton para concluir con el trabajo.— Edward, tú eres el que ha coordinado todo esto, el Rey te designó a ti, eres el elegido de la corona, no puedes desligarte de algo así sin que te traiga alguna consecuencia.— Wadlow hemos atrapado al espía español y uno de sus más importantes secuaces ingleses, el Rey está más que satisfecho, es cuestión de unos cuantos días
— ¿Con quién? — Con su esposo—Clara vio como el dolor atravesaba el rostro —Ella vino a hablar conmigo, me dijo que él había venido a buscarla y ella se iba, yo le dije que, si estaba loca, ese hombre le había hecho mucho daño. Ella me dijo que eso era pasado y debía regresar a su lado. — ¿Cómo la viste?, ¿Asustada, triste? — La verdad yo la vi muy tranquila y serena, aunque sus ojos me decían lo contrario. Él no preguntó nada más, simplemente dejó a Clara parada en medio del salón y salió de allí herido, lleno de dolor y jurando que, si la Baronesa de Lexinton creía que no iba a volver a verle, estaba a punto de descubrir lo difícil que era tomarle el pelo a Edward Michael Russell. Theresa ya llevaba una semana en Londres, mil veces hubiera preferido irse a vivir a Hampshire y así mantenerse alejada del barón, pero este le había dicho que su lugar era donde él estuviera y que no iba a dejarla sola para que en cualquier momento se
La vida no es siempre una cuestión de tener buenas cartas, sino, a veces, de jugar bien una mala mano.Jack LondonFue un milagro que Theresa pudiera dormir algo la noche anterior tras haberse acostado tan furiosa. Menuda desfachatez la del desquiciado de Leopold venirle a exigir sus derechos de esposo, pero al recordar la forma que se había hecho respetar hizo que se le pasara la mayor parte del enfado, una sonrisa apareció en su rostro al recordar el miedo que miró en el Barón al ver su mano bañada en sangre clavada con la enorme aguja de tejer— Eres una maldita — soltó confundido y a la vez furioso, pero sin atreverse a acercarse.— Ya no soy la misma, tú me cambiaste, te aconsejo que no vuelvas a venir a esta habitación porque la próxima vez no será tu mano la que pague las consecuencias.El hombre creyó cada palabra que ella le decía al ver la repulsión y determinación con la que le hablaba.No se atrevió a decir nada más y salió de su habitación.Ver como se marchaba sin poner
Theresa iba a responderle a Andrew, pero en ese momento entró Jenny con el servicio de té que ella le había pedido.La doncella al entrar a la sala donde se encontraba su señora se percató que no solo era el vizconde que le hacía compañía, sino que había otro hombre, está al verlo se quedó paralizada, se le fueron los colores del rostro y se desmayó el estruendo de la bandeja asustó a Theresa y a sus invitados.Cuando Jenny volvió en sí se encontraba en su habitación acompañada por Theresa que tenía una mirada de preocupación.— Gracias al cielo que has despertado mujer, me tenías con el Jesús en la boca.— Milady lo siento tanto, soy tan torpe.— Jenny, por favor deja de decir esas cosas, estoy preocupada por ti, no tienes buena cara, estás muy pálida, voy a mandar a llam
El amor es: el dolor de vivir lejos del ser amado.Anónimo— Edward me preocupa verte así, desde que salimos de Sussex no eres el mismo. — Soy exactamente el mismo, no sé por qué dices eso. — Estás frío e inaccesible, encerrado en ti mismo, casi no hablas con nadie y tienes un carácter estos últimos días de los mil demonios. — Es porque quiero acabar esta maldita misión cuanto antes y encerrar de una vez por todas al cabrón de Lexinton. — No me mientas —Dijo Samantha malhumorada —sé que todo se debe a ella. Si todo era por ella, Theresa lo había engañado, quien diría que esa mujer encantadora con cara de inocencia, era una mujer experta en el arte de la mentira, él pensó que ella debería ser reclutada también para la inteligencia británica por su gran talento. — ¿Me estás escuchando? — Preguntó Sam en tono quejumbroso. — Perdón, no te escuché, ¿qué decías? — Me molesta ser la maldita voz de tu conciencia, pero esto que haces es otra locura, todos estos años tratando de mantene
La decepción se expresó en su rostro y salió a borbotones por sus ojos, aún guardaba la esperanza de que ella no estuviera con Lexinton.Siguió escuchando atentamente el informe de George.— Desde que estamos apostados allí, ella no ha salido ni una sola vez de la casa, solo sale y muy esporádicamente al jardín, y lo hace casi siempre sola o acompañada de su doncella.— ¿Y Lexinton? La verdad tiene dos sabores: uno dulce, para el que la dice, y otro amargo, para el que la oye.Rodríguez MarínTheresa siguió los movimientos de Michael con mucho detenimiento, mientras que en su mente surgían miles de preguntas, no lograba entender cómo era posible que su él estuviera allí presente como el séptimo Duque de Bedford, > se decía una y otra vez, tenía que hablar con él, pero en ese instante era casi imposible, la gente lo tenía rodeado. Ella se retiró un poco del tumulto porque se sentía sofocada, todos querían la atención del excelentísimo duque; perpleja, Theresa caminó hacia una esquina del abarrotado salón y esperó a que las cosas se calmaran un poco.Mientras tanto no perdía detalle de lo que ocurría frente a sus ojos y con un sinfín de pensamientos rondándole la cabeza.Recordó la noche que estuvieron en el teatro:— ¿Está seguro que es aquí que están nuestros puestos? — le había preguntado ella.— Si este es.También recordó la primera Capítulo 30