Theresa iba a responderle a Andrew, pero en ese momento entró Jenny con el servicio de té que ella le había pedido.La doncella al entrar a la sala donde se encontraba su señora se percató que no solo era el vizconde que le hacía compañía, sino que había otro hombre, está al verlo se quedó paralizada, se le fueron los colores del rostro y se desmayó el estruendo de la bandeja asustó a Theresa y a sus invitados.Cuando Jenny volvió en sí se encontraba en su habitación acompañada por Theresa que tenía una mirada de preocupación.— Gracias al cielo que has despertado mujer, me tenías con el Jesús en la boca.— Milady lo siento tanto, soy tan torpe.— Jenny, por favor deja de decir esas cosas, estoy preocupada por ti, no tienes buena cara, estás muy pálida, voy a mandar a llam
El amor es: el dolor de vivir lejos del ser amado.Anónimo— Edward me preocupa verte así, desde que salimos de Sussex no eres el mismo. — Soy exactamente el mismo, no sé por qué dices eso. — Estás frío e inaccesible, encerrado en ti mismo, casi no hablas con nadie y tienes un carácter estos últimos días de los mil demonios. — Es porque quiero acabar esta maldita misión cuanto antes y encerrar de una vez por todas al cabrón de Lexinton. — No me mientas —Dijo Samantha malhumorada —sé que todo se debe a ella. Si todo era por ella, Theresa lo había engañado, quien diría que esa mujer encantadora con cara de inocencia, era una mujer experta en el arte de la mentira, él pensó que ella debería ser reclutada también para la inteligencia británica por su gran talento. — ¿Me estás escuchando? — Preguntó Sam en tono quejumbroso. — Perdón, no te escuché, ¿qué decías? — Me molesta ser la maldita voz de tu conciencia, pero esto que haces es otra locura, todos estos años tratando de mantene
La decepción se expresó en su rostro y salió a borbotones por sus ojos, aún guardaba la esperanza de que ella no estuviera con Lexinton.Siguió escuchando atentamente el informe de George.— Desde que estamos apostados allí, ella no ha salido ni una sola vez de la casa, solo sale y muy esporádicamente al jardín, y lo hace casi siempre sola o acompañada de su doncella.— ¿Y Lexinton? La verdad tiene dos sabores: uno dulce, para el que la dice, y otro amargo, para el que la oye.Rodríguez MarínTheresa siguió los movimientos de Michael con mucho detenimiento, mientras que en su mente surgían miles de preguntas, no lograba entender cómo era posible que su él estuviera allí presente como el séptimo Duque de Bedford, > se decía una y otra vez, tenía que hablar con él, pero en ese instante era casi imposible, la gente lo tenía rodeado. Ella se retiró un poco del tumulto porque se sentía sofocada, todos querían la atención del excelentísimo duque; perpleja, Theresa caminó hacia una esquina del abarrotado salón y esperó a que las cosas se calmaran un poco.Mientras tanto no perdía detalle de lo que ocurría frente a sus ojos y con un sinfín de pensamientos rondándole la cabeza.Recordó la noche que estuvieron en el teatro:— ¿Está seguro que es aquí que están nuestros puestos? — le había preguntado ella.— Si este es.También recordó la primera Capítulo 30
— Desconocía ese lado agresivo, tuyo milady.— Y yo desconozco por completo el hombre que tengo al frente.— Yo no soy el único que ha mentido en esta relación.— Qué cínico que eres,yo siempre fui sincera contigo, jamás te oculté nada. — dijo ella lanzándole una mirada de reproche.Él se rio a carcajada.— Por Dios Theresa me asombra tu descaro¿No sé por qué estás tan molesta? Es que no recuerdas todo lo que me dijiste en la carta.— ¿Qué carta? — preguntó ella confundida.Él sacó un sobre del bolsillo del pantalón.— ¿Recuerdas esto? — preguntó él agitando el sobre.Ella frunció el ceño— No sé qué es eso.— Por favor no mientas, tú
Los delitos llevan a las espaldas el castigo.Miguel de CervantesMichael la atrajo hacia sí una vez más y la besó durante un buen rato, profunda y cariñosamente. Luego se separaron y Theresa se sentó en el borde de la cama mientras que él le comenzaba a narrarle la historia de su vida.—Mi verdadero nombre es Edward Michael Russell, el hijo menor del sexto Duque de Bedford. Mi hermano mayor, John, era el heredero del título, desde que nació fue criado para asumir el ducado... — Continuó él sumergiéndose en sus recuerdos — yo al ser el hijo menor no tuve que llevar la gran carga que representaba ser heredero de un ducado, vivía mi vida a mi manera y hacía lo que me gustaba, la relación entre mi hermano y yo era buena... John era muy protector, aunque solo me llevaba dos años — Michael sonrió y continuó hablando — mis padres no eran los típicos padres ingleses fríos e insensible, más bien era amorosos y se desvivían por mi hermano y por mí. Después de terminar mis estudios de Oxford de
— Me vuelves loco...Él dejó que fuera ella quien siguiera llevando el ritmo. Theresa intentó aminorarlo de nuevo para que el momento durara una eternidad. No obstante, el deseo lo dominaba todo. La sangre rugía en sus venas, no podía detenerse, no podía aminorar sus movimientos, no podía controlarse. Siguió moviéndose con frenesí, con las rodillas pegadas a las caderas de Michael, que levantaba el cuerpo para hundirse más en ella cada vez que descendía. La tenía aferrada por las caderas mientras ella subía y bajaba, el inmenso placer les asaltó los sentidos y los impulsó al clímax al mismo tiempo. Una experiencia maravillosa y única para los dos.Muy temprano en la mañana Michael entró en su despacho y George ya lo estaba esperando.— Quiero que te vayas inmediatamente a Londres y le des aviso a Wadlow que es la
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.Víctor Hugo— ¿Muerto? — Preguntó ella sorprendida —No puedo creerlo.— La doncella llegó para hacerle servicio a la habitación, tocó la puerta a ver que nadie contestó, entró confiada y se encontró con la dantesca imagen.— ¡Oh, Dios mío! — dijo ella nerviosa. — Hace un par de horas habíamos discutido en el jardín, me parece mentira que ahora este muerto.Los invitados curiosos que se encontraban en los alrededores estaban atentos a la reacción que Theresa tuviera en ese momento, por lo que Michael decidió sacarla de allí.— Ven, vamos a otro lugar.La tomó del codo y la condujo hacia la habitación.Ella en ese instante estaba intentando calmar el torbellino de sentimientos que la estaban quemando por dentro. Tenía un sentimiento de culpa muy fuerte porque quizás debería sentir un poco de pena por la muerte de un ser humano, pero no sentía nada de eso, le daba vergüenza admitirlo con ella misma, pero la realidad no se podía ocultar