La decepción se expresó en su rostro y salió a borbotones por sus ojos, aún guardaba la esperanza de que ella no estuviera con Lexinton.Siguió escuchando atentamente el informe de George.— Desde que estamos apostados allí, ella no ha salido ni una sola vez de la casa, solo sale y muy esporádicamente al jardín, y lo hace casi siempre sola o acompañada de su doncella.— ¿Y Lexinton? La verdad tiene dos sabores: uno dulce, para el que la dice, y otro amargo, para el que la oye.Rodríguez MarínTheresa siguió los movimientos de Michael con mucho detenimiento, mientras que en su mente surgían miles de preguntas, no lograba entender cómo era posible que su él estuviera allí presente como el séptimo Duque de Bedford, > se decía una y otra vez, tenía que hablar con él, pero en ese instante era casi imposible, la gente lo tenía rodeado. Ella se retiró un poco del tumulto porque se sentía sofocada, todos querían la atención del excelentísimo duque; perpleja, Theresa caminó hacia una esquina del abarrotado salón y esperó a que las cosas se calmaran un poco.Mientras tanto no perdía detalle de lo que ocurría frente a sus ojos y con un sinfín de pensamientos rondándole la cabeza.Recordó la noche que estuvieron en el teatro:— ¿Está seguro que es aquí que están nuestros puestos? — le había preguntado ella.— Si este es.También recordó la primera Capítulo 30
— Desconocía ese lado agresivo, tuyo milady.— Y yo desconozco por completo el hombre que tengo al frente.— Yo no soy el único que ha mentido en esta relación.— Qué cínico que eres,yo siempre fui sincera contigo, jamás te oculté nada. — dijo ella lanzándole una mirada de reproche.Él se rio a carcajada.— Por Dios Theresa me asombra tu descaro¿No sé por qué estás tan molesta? Es que no recuerdas todo lo que me dijiste en la carta.— ¿Qué carta? — preguntó ella confundida.Él sacó un sobre del bolsillo del pantalón.— ¿Recuerdas esto? — preguntó él agitando el sobre.Ella frunció el ceño— No sé qué es eso.— Por favor no mientas, tú
Los delitos llevan a las espaldas el castigo.Miguel de CervantesMichael la atrajo hacia sí una vez más y la besó durante un buen rato, profunda y cariñosamente. Luego se separaron y Theresa se sentó en el borde de la cama mientras que él le comenzaba a narrarle la historia de su vida.—Mi verdadero nombre es Edward Michael Russell, el hijo menor del sexto Duque de Bedford. Mi hermano mayor, John, era el heredero del título, desde que nació fue criado para asumir el ducado... — Continuó él sumergiéndose en sus recuerdos — yo al ser el hijo menor no tuve que llevar la gran carga que representaba ser heredero de un ducado, vivía mi vida a mi manera y hacía lo que me gustaba, la relación entre mi hermano y yo era buena... John era muy protector, aunque solo me llevaba dos años — Michael sonrió y continuó hablando — mis padres no eran los típicos padres ingleses fríos e insensible, más bien era amorosos y se desvivían por mi hermano y por mí. Después de terminar mis estudios de Oxford de
— Me vuelves loco...Él dejó que fuera ella quien siguiera llevando el ritmo. Theresa intentó aminorarlo de nuevo para que el momento durara una eternidad. No obstante, el deseo lo dominaba todo. La sangre rugía en sus venas, no podía detenerse, no podía aminorar sus movimientos, no podía controlarse. Siguió moviéndose con frenesí, con las rodillas pegadas a las caderas de Michael, que levantaba el cuerpo para hundirse más en ella cada vez que descendía. La tenía aferrada por las caderas mientras ella subía y bajaba, el inmenso placer les asaltó los sentidos y los impulsó al clímax al mismo tiempo. Una experiencia maravillosa y única para los dos.Muy temprano en la mañana Michael entró en su despacho y George ya lo estaba esperando.— Quiero que te vayas inmediatamente a Londres y le des aviso a Wadlow que es la
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.Víctor Hugo— ¿Muerto? — Preguntó ella sorprendida —No puedo creerlo.— La doncella llegó para hacerle servicio a la habitación, tocó la puerta a ver que nadie contestó, entró confiada y se encontró con la dantesca imagen.— ¡Oh, Dios mío! — dijo ella nerviosa. — Hace un par de horas habíamos discutido en el jardín, me parece mentira que ahora este muerto.Los invitados curiosos que se encontraban en los alrededores estaban atentos a la reacción que Theresa tuviera en ese momento, por lo que Michael decidió sacarla de allí.— Ven, vamos a otro lugar.La tomó del codo y la condujo hacia la habitación.Ella en ese instante estaba intentando calmar el torbellino de sentimientos que la estaban quemando por dentro. Tenía un sentimiento de culpa muy fuerte porque quizás debería sentir un poco de pena por la muerte de un ser humano, pero no sentía nada de eso, le daba vergüenza admitirlo con ella misma, pero la realidad no se podía ocultar
— Claro que tenemos un problema, me robaste lo que era mío.— Yo no te he robado nada, Samantha.— Edward era mío, maldita, solo mío.<<Entonces, era cierto lo que siempre había sospechado, esa mujer sentía algo más que una amistad por Michael>>Sam comenzó a hablar y Theresa aprovechó la oportunidad para meter la mano en su capa y agarrar un pañuelo que tenía dentro del bolsillo y soltarlo en el camino sin que ella se diera cuenta.—Él siempre fue mío hasta que tú llegaste — dijo Samantha con resentimiento —Al principio, cuando me di cuenta de que Edward estaba interesado en ti, me alegré. Cuando lo conocí era un hombre resentido y amargado que solo tenía en mente la venganza, yo me enamoré de él perdidamente, hacía hasta lo imposible para que se fijara en mí, pe
El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.Jacinto BenaventeMichael corrió hacia donde se encontraba las dos mujeres, Samantha cayó al suelo luego del segundo disparo que salió de la pistola de Michael, el tiro fue certero.Él estaba desesperado. Se acercó a Theresa la cogió con cuidado; La tomó en brazos, con una mano detrás del cuello para sostenerle la cabeza.— Mi amor... Theresa... — Le dijo en voz baja, al verle la sangre que manaba de su pecho y que ella estaba tan pálida, se sintió más desesperado, aunque verificó el pulso y estaba viva, eso le dio esperanza —Princesa —le susurró al oído— por favor, abre los ojos. Ya todo ha pasado.Theresa al escuchar su voz reaccionó.—Michael —gimió ella, pero parecía incapaz de enfocar la mirada. Se le llenaron los ojos de lágrimas, que le caían por el rabillo del ojo.—Oh, Dios mío, mi amor —susurró él, limpiándole las lágrimas.— Tenía miedo de no volver a verte —consiguió decir Theresa con un hilillo de vo