JulsDespués de la cena todo transcurre con normalidad. Malcom y yo no volvemos a mantener una conversación demasiado larga, pero por alguna razón siempre termino cerca de él. No se si se trata de que yo lo busco o si es él quien se me acerca, pero el punto es que nunca estamos demasiado lejos. Justo como ahora que nos encontramos los siete: Margot y Jayden. Sheryl y George, Sam, Malcom y yo sentados en la garita donde hace un rato estuve con Margi. Yo me encuentro justo al lado del principito y ni siquiera sé en qué momento llegué hasta aquí.Él me ha descubierto mirándole en más de una ocasión y lo único que hace es darme esa sonrisa enloquecedora que me provoca golpearlo y besarlo en partes iguales. Es totalmente desesperante. A mi lado Sam no ha dejado de patearme cada vez que comparto una mirada con él y Dios ella no disimula en absoluto. Hoy parece ser el día “Avergüencen a Juls”.Mirando mi reloj me doy cuenta que son más de la una de la mañana y como no sé a qué hora vamos a
JulsSin mirar una sola vez hacia atrás camino a paso apresurado hacia que llego a la entrada de mi edificio donde el señor Juan sostiene la puerta para mi y solo ahí me permito dar una mirada por encima del hombro hacia el auto que continúa parqueado en la entrada.Las ventanas están tintadas de negro, pero aún así podría jurar que siento todo el peso e intensidad de su mirada puesta en mi, por lo que dejandome llevar por un arranque de locura llevo una de mis manos a mis labios y lanzo un beso en su dirección antes de girar sobre mis talones y prácticamente correr dentro del edificio.El edificio no tiene ascensor, por lo que termino corriendo tres pisos hacia arriba hasta llegar a mi portal. Tengo el corazón latiendo muy deprisa y no puedo evitar que un
MalcomEstoy bastante seguro que traer a la niña buena a dormir a mi penthouse no es una buena idea, por muchas, muchas razones. Pero, aunque mi lado racional trata de advertirme de la cagada que estoy haciendo, el resto de mi cuerpo simplemente decide ignorar todas las alertas. En especial, cuándo veo la sonrisa enorme que tiene Juls en el rostro en el momento en que ponemos un pie dentro de mi penthouse y no es para menos, porque, fuera de chiste, soy muy consciente de que mi apartamento es bastante impresionante. Ventajas de ser un ingeniero aeroespacial, duque y huérfano heredero de una compañía multimillonaria.—Dios amado… esto es… Es impresionante.Siento como una sonrisa satisfecha aparece en mi rostro mientras veo a la niña buena dar vueltas sobre su propio eje tratando de apreciar todo el apartamento, aunque sé que no va a conseguir hacerlo. Al menos no completo, con todos los detalles y lujos que me he encargado que tenga en los últimos años.—Me alegra que te guste, niña
MalcomElla me sorprende al quedarse firme en su lugar, con el rostro levantado hacia el mío y la mirada oscura y expectante fija en mi.—Bella… ¿Tu crees que soy bella?— me pregunta dudosa, como si no estuviera segura de si estoy hablando en serio o simplemente la estoy molestando, lo que me hace fruncir el ceño, porque creí que a estas alturas lo había dejado claro.—Yo creo que eres hermosa, niña buena.— Le digo viéndola de frente para que se de cuenta que no estoy bromeando— Creo que tienes todo para enloquecer a cualquier hombre, para enloquecerme a mi y eso te hace especialmente peligrosa.Veo como traga saliva y cuando habla su voz es más un susurro que cualquier otra cosa.—¿Peligrosa? No lo entiendo.No, por supuesto que no lo hace. Yo le doy una sonrisa y me inclino para dejar un pequeño beso en la punta de su nariz, que la hace darme una pequeña sonrisa de boca cerrada.—Vamos a mostrarte tu habitación, es hora de que descanses.Ella parece querer preguntarme algo más, pero
25 de diciembre de 2020JulsUna vez en el aeropuerto Malcom se encarga de guiarnos a ambos entre la multitud de personas que van y vienen con afán. No es hasta que nos estamos acercando a la zona de embarque cuando me doy cuenta de un pequeño detalle: él nunca me pidió mis datos.En ningún momento Malcom pidió mi información para comprar los tiquetes, lo que me hace dudar de si en realidad este viaje es una invitación o yo he malinterpretado toda la situación.La ansiedad se hace más grande entre más cerca estamos de las taquillas, mientras trato de calcular cuanto de mis ahorros y saldo en tarjeta de crédito voy a llevarme si debo pagarlo. Mis manos empiezan a moverse nerviosas y mis pasos poco a poco empiezan a hacerse más lentos. Oh Dios, apiádate de mí por favor. No se con cara voy a volver a verlo si todo esto ha sido un malentendido. Cuando estamos a solo pasos de la azafata que guía la entrada, siento como todo mi cuerpo se detienen y me quedo fija en mi lugar sin poder avanz
JulsMalcom tiende su mano frente a mi y yo la tomo sin dejar de sonreír, él parece divertido por mi reacción, pero sinceramente ahora mismo no me importa. estoy en París y nada va a arruinar mi felicidad. Cuando bajamos de las escaleras de embarque me sorprendo al ver que aquí, en este aeropuerto también hay todo un protocolo para recibir al hombre a mi lado.Que los trabajadores igualmente inclinan respetuosamente su cabeza y que más de una mujer le ha lanzado miradas insinuantes desde que llegamos, lo que sinceramente hace que una sensación muy parecida a la gastritis se forme en mi estómago.Una de las señoritas insinuantes camina hacia nosotros en el momento que bajamos de las escaleras. Tiene los labios pintados de un rojo muy vivo y su unifo
JulsVamos a compartir habitación. Eso es algo de lo que pensé que no tendría que preocuparme, porque en el momento en que hablamos de este viaje fui clara al decir que esta era mi única condición, así que no puedo fingir que me siento cómoda cuando en realidad estoy molesta. Molesta con él por aprovecharse de la situación y molesta conmigo por haberlo permitido. Hago todo el camino en el ascensor en silencio, Malcom intenta en vano meter conversación, pero prefiero fingir que solo estoy aquí con el amable hombre que lleva las maletas, y que su presencia no es más que un holograma, hasta que él finalmente entiende la indirecta y guarda silencio. Aunque no paso por alto las miradas de reojo que me envía cada tanto.Cuando el ascensor se detiene en el último piso del hotel, soy la primera en apresurarse a bajar y espero hasta que el botones deja con cuidado nuestro equipaje frente a la puerta.—Muchas gracias—le digo, dándole una sonrisa que él, aunque no se si me entiende, pues yo
Por un momento Malcom parece no poder creer que esa ha sido mi respuesta. Veo cómo su rostro pasa por distintas emociones en menos de diez segundos. Empieza por la confusión, pasa a la incredulidad, atraviesa la emoción y termina finalmente en esa, ya conocida, cara de diversión y picardía que me enloquece, en más de un sentido.—Puedes tomarte el tiempo que quieras, niña buena— Me dice y su voz baja y ronca hace cosas muy malas en mi estómago— Yo voy a respetar sea cuál sea tu decisión.—Gracias.—La sonrisa que le estoy dando me gustaría decir que es forzada, pero lo cierto es que me ha salido tan natural que ni siquiera he tenido tiempo de detenerla.Él me regresa una el doble de grande que la mía y yo de inmediato me sonrojo como tonta. No tengo que verme en un espejo o decírmelo él para saber que tengo las mejillas encendidas, yo solita puedo sentir como se calientan y amado Dios, ahora mismo quisiera golpearme contra una pared por ser tan obvia. Mis manos viajan a mis mejillas,