-Buenos días. - Dijo mi hermano abriendo la puerta ruidosamente. Yo gemí molesta, pero los machos de la habitación solo se rieron. - Vamos, hermanita. Alguien tiene que ir y vigilar que los lobos cumplan su palabra en el salón. -Ve tú . - Dije acurrucándome más en mi almohada. Sin embargo, mi almohada se movió y yo fruncí el ceño. -Ah, no. Tú querías el negocio, ve y arregla las cosas. Cuando te despiertes, pueden ir al comedor, papá les dejó el desayuno.Cuando se alejó por fin abrí los ojos y miré a un Duncan muy divertido.-¿No te gusta levantarte temprano, no es así?-Ni un poco.-Anotado. ¿Desayuno?Bajamos después de que él se pusiera algunas ropas que mi hermano le dejó mientras discutía conmigo. Yo me puso cualquier cosa, no es como si ese día esperara clientes de todas formas... y no los dejaría entrar al salón, por supuesto. No hasta que estuviera presentable.-¿Necesitan un aventón al salón? Voy a la ciudad. - Preguntó uno de los lobos mayores mirando a Duncan.-Eso estar
El hospital se encontraba a un par de pueblos de distancia. Duncan decía que era porque había dejado instrucciones de que en caso de que su madre empeorara, solo podían llevarla a este lugar.Parecía lo suficientemente caro como para que me encogiera, pero a él parecía no molestarle.-Hola, estoy aquí para ver a la paciente Martha...Nos indicaron un cuarto en el tercer piso al que llegamos por medio de un elevador. Duncan había tomado mi mano todo el camino, así que antes de entrar traté de soltarme pero él solo apretó aun más firmemente.En la camilla, la versión femenina de Duncan se encontraba conectada a un montón de tubos y máquinas.Ella abrió los ojos en cuanto nos acercamos.-Madre...-Ah, mi pequeño. - Dijo con un intento de sonrisa antes de mirarme a mí. - Vaya, no eres Megan ni Stella. ¿Cuál es tu nombre, cariño?-Soy Lilian. - Dije tímidamente.-Lindo. Acércate un poco, quisiera verte mejor.Yo lo hice tratando discretamente de soltar la mano de Duncan sin éxito. Un hecho
Duncan parecía sumamente sorprendido, así que supuse que lo del transplante era nuevo. -Disculpe, creo que no entendí... ¿Usted acaba de decir...? -Necesita un transplante de riñón. Con urgencia. - Dijo el doctor mirándolo extraño. - Viene escrito en su expediente, ¿Acaso no habló con su médico hace un año? -Yo... lo siento, hablé con él pero no mencionó nada de eso. El doctor asintió y comenzó a hablar sobre la enfermedad de su madre y lo mucho que había empeorado. -Y lamento ser el portador de malas noticias pero... los formularios que debe de llenar son porque el seguro médico de su madre ya no cubre los gastos de los medicamentos y... -¿Cuánto tiempo? - Preguntó tenso Duncan. -Una noche más, después de eso, si quiere conservarla en este hospital me temo que será con sus propios medios. Duncan salió como en un transe del lugar. Yo solo podía sujetar su mano... o quizás no. -¿Podrías esperarme en el auto? Necesito ir al baño. -Claro. Corrí de vuelta al hospital y luego hic
Duncan. Tenía muchas cosas en la cabeza. Había llamado a mi jefe para informarle sobre no volver al trabajo después de las cortas vacaciones que nos dió a Megan y a mí con lo de la boda de Stella. La conversación fue corta, sobre todo cuando me dijo que Megan ya había renunciado, así que de todas formas me había quedado sin trabajo. Enseguida traté de contactar a Megan, pero su móvil estaba muerto. El teléfono de su casa solo siguió sonando. Era tan impropio de Megan... Iba a ir a su casa en cuanto terminara con Lilian aquí. Aún no habíamos hablado de un sueldo, así que solo esperaba que fuera lo suficiente como para no tener que ir a la clínica de fertilidad a vender mi esperma al mejor postor. Porque si, eso había pasado por mi cabeza cuando los del banco directamente me negaron un préstamo. No los culpaba. Por años me había atrasado en los pagos de los últimos así que era un resultado que esperaba más o menos. Llamé a los del seguro también y así fue como supe que,
Lilian. Duncan llamó a la abuela de Stella en cuanto terminó esa llamada. Se le oía la emoción en la voz y eso me hizo sonreír. -... si, por favor. Necesito transporte rápidamente, muchas gracias abuela. Guardó su teléfono y por unos segundos se quedó quieto. -¿Estás...? No me dejó terminar la pregunta. Sus labios ya estaban sobre mí y sus brazos me rodeaban con fuerza. Yo solo me rendí ante su beso y disfruté de su fuerza. Nos separamos lentamente con la respiración entrecortada. -Eres tú... - Murmuró poniendo su frente contra la mía. -¿Qué? Él comenzó a reírse. -Tú eres mi amuleto de la buena suerte. - Dijo antes de volver a mis labios. Tenía una vaga idea de lo que estaba diciendo, pero no le preguntaría en este momento a qué se refería exactamente. No cuando me había alzado y colocado mi trasero contra el escritorio. Esto era emocionante en más de un sentido. Quizá pasó un tiempo, porque escuchamos una bocina a lo lejos. Duncan se apresuró a acomodar mi ropa. -Me enca
Escuché el sondio de un celular en cuanto abrí la puerta de la habitación.-¿Megan? ¡¿Dónde diablos has estado?!- Dijo Duncan en tono preocupado antes de suspirar y tomar un respiro. - Larga historia. Estaré allí mañana por la tarde, me alegra saber que estás bien...Mientras él hablaba con su amiga, yo me acerqué a la cama. Su madre me sonreía medio adormilada.-Cariño, pudiste venir. - Dijo tratando de estirar un brazo.Me apresurar a tomar su mano para acomodarla de forma en que no se lastimara con todos los tubos que salían de su cuerpo.-Estaba con Duncan cuando supimos las buenas noticias. - Dije sin perder mi sonrisa. - ¿Cómo se siente?-Como si me hubiera pasado por encima un tren, pero estaré bien. Dios oyó mis oraciones.Ambas escuchamos a Duncan terminar su llamada. Ella bostezo fuertemente.-Llevaré a Lilian a casa y luego vendré a cuidarte, madre. - Dijo dándole un beso en la frente. - Me alegro de que estés bien.La tarde había caído y ahora la noche estaba presente. No
Duncan. -¿Agua, mamá? - Pregunté con suavidad cuando despertó. -Eres un ángel. - Dijo adolorida mente. - Agua y mi medicina para el dolor, por favor. El hospital nos había dado una alta voluntaria con un montón de papeles para el cuidado de mamá post operatorio. Tuvo que ser así ya que no quería abusar de la institución que amablemente se había ofrecido a patrocinar un par de noches en el hospital. Unos verdaderos ángeles. Me había quedado junto a ella pendiente de cada respiración y gemido, así como del vendaje de su herida para que no tuviera una infección. Todo estaba bien por el momento, de hecho era sorprendente que la cicatriz comenzara a desinflamarse a velocidades alarmantemente buenas. Los milagros se seguían acumulando para mi pequeña familia y yo solo quería llorar de felicidad. Le pasé sus medicinas y le ayudé a recostarse sobre la camilla. El señor Linden y la abuela habían dejado quedar en su propia ala médica para que no tuviéramos que preocuparnos. Y hablan
Lilian, un par de horas antes. Pasaron un par de días en los que Duncan no me llamó o escribió un mensaje. Ni siquiera tenía la excusa de necesitarlo en el salón para verlo porque el evento era dos días después. Me estaba muriendo de anticipación por verlo. -Simplemente llámale tú y termina con la totura. - Dijo mi hermano con un suspiro mientras se llevaba mi bandeja de "cosas nutritivas". - ¿Tengo que escuchar día y noche tus lamentos? Mejor aun, puedo traerlo del cuello por ti. Apuesto a que estará asustado al ser arrastrado por el bosque por mi forma peluda. -No somos lo suficientemente grandes como para arrastrar a nadie. - Dije rodando los ojos. - Agradezco la intención de todas formas. Un suspiro de anhelo salió de mi pecho. Quizá fue más como un lamento. Mi hermano se sentó sobre la cama (en donde había acampado y de la que no pensaba salir hasta que dejara de marearme con solo respirar) y me miró compasivamente. -Si no quieres llamarlo, ¿Que te impide ir por él? Sabes