Capítulo 39. Duro consuelo.

Zoé llega a la casa en silencio y, en lugar de entrar, se dirige a su rosal. Al verla cabizbaja y con apariencia llorosa, Salvador deja lo que está haciendo para brindarle el consuelo de un verdadero padre. Un secreto que Zoé todavía desconoce.

—Zoé, ¿pasa algo? Te veo un poco... ¿Todo está bien?

Zoé, intentando esconder su tristeza, le bosqueja una sonrisa forzada.

—Ah, no es nada, solo un día pesado, eso es todo.

—Un día pesado puede significar muchas cosas. Si quieres hablar, aquí estoy. A veces, compartir lo que pesa alivia un poco el corazón.

—Es solo que... a veces siento que no encajo, como si me faltara algo. No sé, es raro.

—Zoé, a veces la vida nos pone en situaciones que parecen no tener sentido, pero todas nuestras experiencias, buenas o malas, nos moldean. Y, en cuanto a sentir que algo falta, tal vez sea porque hay historias no contadas, historias que forman parte de ti.

—¿Historias no contadas? ¿A qué te refieres?

—Todos tenemos un pasado, historias que nos han llevado
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