Por esa noche, Trevor no pudo soportar más complicaciones y se fue a la cama, aunque no durmió. Estuvo por largo rato pensando en sus desgracias.Se sentía una burla, un tipo del que todos se reían y aprovechaban. A pesar de su evidente atractivo y de su excelente posición social y financiera, le costaba encontrar mujeres honestas que pudieran darle cariño y un respeto sincero.Debía llegar al punto de pagar por una esposa porque era incapaz de conseguirla por su cuenta, y eso lo frustraba.Todas las que había tenido antes, o se iban con otro que tuviese más poder o dinero que él o enloquecían volviéndose insoportables.Pensó que con Brianna las cosas serían diferentes. Ella tenía un aura angelical y dulce que lo había conquistado, pero una vez más se equivocó.«Dicen que esas son las peores», le había dicho su abuelo y él confirmaba esa sentencia.Pero ya estaba cansado de perder, de ser la causa de las risas de otros. Brianna había aceptado casarse con él porque Connor la había aban
Kendra, la madre de Brianna, no sabía nada de lo ocurrido la noche anterior. Ella se había acostado temprano para estar descansada ese día, que le tocaba control médico, y Brianna no quiso comentarle nada para que no se alterara.Por suerte, las evaluaciones físicas salieron a la perfección, solo faltaba que la mujer se reuniera con el médico a discutir los resultados.Brianna aprovechó la ocasión para salir hacia una terraza de la clínica y llamar a la niñera para saber de George, que ese día había amanecido con cierta molestia.Tal vez, presintiendo el estado de ánimo decaído de ella por haber llorado toda la noche, recordando su tórrido y accidentado pasado, así como su futuro incierto.—Hola, solo quería saber si George pudo comer algo más esta mañana.—Sí señora, no se terminó todo el alimento, pero comió un poco más.—¿Y sigue llorón?—Cuando usted se marchó estuvo de mal humor, pero luego vino el señor Harmon y jugó un rato con él. Después de eso ha estado más tranquilo.—¿Trev
Luego de dejar a su madre en su habitación, Brianna corrió al dormitorio donde estaba alojada Lynette. El miedo lo tenía atorado en la garganta y necesitaba sacarlo de allí para poder respirar.—Amiga, tienes que ayu…Había entrado al dormitorio sin anunciarse y las palabras murieron en su boca al ver lo que su amiga hacía.—¿Te marchas?—Vincenzo me llamó —dijo mencionando a su novio italiano—, hay un trabajo de fotografía del que quiere hablarme.—No puedes irte ahora —suplicó Brianna—. Te necesito.Lynette respiro hondo antes de hablarle, al tiempo que doblaba sus prendas dejadas sobre la cama para guardarlas en su maleta.—Lo siento mucho, amiga, pero este asunto es muy complicado y ahora estás casada. Yo no tengo mucho que decir.—Por favor, Lynette. No puedes dejarme ahora. No otra vez.Ambas compartieron una mirada cargada de pena y angustias.—Es terrible lo que te está pasando, Brianna, pero no puedo intervenir. Habla con Trevor, cuéntale la verdad y acuerda con él una soluci
Brianna pasó el resto del día con su hijo, dedicada a mimarlo y consentirlo. Por él había cometido la locura de verse enredada en un conflicto entre dos hombres y por él saldría de esa situación.Virginia, la empleada de la mansión a quien los Harmon trataban como a una más de la familia, la acompañaba en ese momento.Brianna estableció una buena relación con la mujer, porque era amorosa y alegre. George se reía con ella y cuando Virginia se ponía a cantar y bailar con él en brazos, el niño aplaudía feliz.—Este chico es adorable —comentó la mujer comiéndoselo a besos mientras George balbuceaba—. Se robará el corazón de todos en esta casa.—Esa es su especialidad —bromeó Brianna viendo con satisfacción el rostro gozoso del niño.Virginia comenzó a cantar y bailar de nuevo, moviéndose por toda la habitación y dando vueltas con el niño en brazos. George intentaba imitar sus palabras balbuceando, ese comportamiento la tenía encantada.Así pasaron un buen rato hasta que Kendra apareció. L
Trevor recogía del escritorio los documentos que se llevaría a casa en medio de una tensión latente. Uno de sus clientes se había metido en un lío monumental y esperaba que él lo sacara de ese asunto.Se encargaba de eso al tiempo que evaluaba con su socio Todd los acuerdos de la asociación con Nakamura, que pronto firmarían, pero el hombre seguía imponiendo cambios y nuevas condiciones que amenazaban con dar más largas.Llevaba año y medio trabajando en esa sociedad, aceptando la representación de varias de las empresas pertenecientes a esa corporación japonesa para ganarse el crédito, pero nada parecía suficiente.Trevor comenzaba a cansarse. Ese no era el único cliente que manejaba, tenía una cartera amplia y complicada que en parte tenía abandonada por dedicar toda su atención a esa sociedad. ¿Valía la pena?Sumado a todos sus inconvenientes laborales se hallaba la situación de su esposa y su mejor amigo. Ese problema no solo le había robado el sueño la noche anterior, sino tambié
Trevor no fue primero a su casa, antes necesitaba despejarse la mente. No podía llegar con la rabia agitada en su pecho, eso lo llevaría a cometer imprudencias.Decidió visitar uno de los restaurantes de su amigo Joey, le urgía hablar con alguien que lo entendiera.Joey conocía los motivos de su insistencia en hacer crecer su negocio y su carrera profesional, que lo empujaban a cometer locuras como pactar un matrimonio por conveniencia o enfrentarse en el ámbito legal con su mejor amigo para robar su derecho a disfrutar de su hijo.Él sabía que Trevor no iba a detener su plan, pero eso no significaba que la pasara bien, por eso lo apoyaba.Pero también apreciaba a Connor, ellos habían compartido demasiadas experiencias juntos desde que eran unos adolescentes, aquella pelea le causaba un gran pesar.Trevor entró al restaurante de ambiente español y se sentó en la barra. Joey manejaba dos restaurantes en Seattle y uno en Portland, y estudiaba la posibilidad de abrir uno más en esa últim
Trevor llegó a la mansión cerca de la medianoche. Se sentía muy cansado, tanto física como mentalmente.El tequila que Joey le invitó en el restaurante aplacó los sentimientos de rabia y frustración que sentía, pero despertó en él un pesar que había creído superado.Una soledad que le carcomía las entrañas desde muy niño y nunca había logrado borrar de su existencia.Por la muerte de sus padres se volvió un chico tímido y cerrado, su abuelo asumió el cargo de su crianza, pero él también había enviudado poco antes.Ambos eran dos almas heridas por las pérdidas que trataban de darse consuelo mutuo, no siendo suficiente.Trevor se enfocó en formarse y Albert en hacer crecer su firma de abogados. Para cuando se convirtió en un abogado exitoso y respetado su abuelo enfermó, siendo necesario hablar de una sucesión.Nunca tuvo oportunidad de pensar en su vida personal, de construir relaciones estables más allá de las que tenía con sus amigos y socios.Las mujeres solo iban y venían, saciaban
Brianna sonrió al sentir una dulce caricia en el rostro. Se acurrucó un poco más entre las suaves sábanas de seda y respiró hondo, así llenaba a sus pulmones con el delicioso aroma varonil que la envolvía.Olía mucho a él. A su piel y a sus besos. Una fragancia que la tenía conquistada y no deseaba perder jamás.Al abrir los ojos, quedó maravillada ante la mirada cálida y penetrante que Trevor le dedicó.Estaban acostados de lado en la cama, frente a frente. Él tenía mechones de sus cabellos enredados entre sus dedos, disfrutaba de su sedosidad sin dejar de mirarla, de la misma forma apasionada que había utilizado mientras le hacía el amor.—Buenos días, esposa.Ella aumentó la sonrisa. Le fascinó ese saludo.—Buenos días, esposo.Pestañeó varias veces para quitarse de encima la pereza y se estiró percatándose que seguía desnuda. Si cuerpo aún palpitaba por la intensa noche que habían pasado juntos, amándose sin descanso.—¿Qué hora es? —quiso saber ella al notar que por las gruesas c