Capítulo 47. Ojos de fuego.

Trevor llegó a la mansión como un toro embravecido. Brianna, al recibirlo, quedó impactada por el visible golpe que tenía en el rostro y por su actitud iracunda.

—¿Qué sucedió?

—Me atacaron en el estacionamiento del edificio.

Ella se asustó por la noticia y lo acompañó al despacho. Virginia casi se infarta al verlo, pero Trevor la tranquilizó indicándole que tan solo era un golpe en la ceja y que no se le ocurriera decirle nada a su abuelo.

—Sabes que el señor Albert tiene medios para enterarse de todo —le recordó Brianna al estar solos en el despacho.

Virginia había ido a la cocina a buscarle unas compresas frías que, según ella, eran muy buenas para eliminar inflamaciones.

—Hablaré con él mañana, ahora no puedo conservar la calma para explicarle lo ocurrido y evitar que se angustie.

—Mi amor, tienes que calmarte igual. —Aquel «mi amor» estremeció a Trevor y lo paralizó al estar junto a su escritorio. Brianna no notó su reacción por culpa de la angustia—. Debemos ir al médico —asegur
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