Brianna llegó a la casa hecha un manojo de nervios. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener calmado a George cuando fue a buscar a su madre. El niño quedó inquieto por la actitud desquiciada de Naomi.No quería que Kendra sospechara lo que había sucedido, así que tuvo que mentirle que el niño se había asustado en el parque con un perro para explicar su estado alterado.Al llegar a la mansión, se alegró al hallar a la niñera. Ella lo ayudó a darle un baño al niño para relajarlo y dormirlo, al tiempo que Brianna se ocupaba de su madre.Al tenerlos a los dos tranquilos en sus habitaciones, enseguida se dirigió al despacho de Trevor. Tenía atorados en la garganta varios reclamos para él.Como el despacho estaba abierto, aprovechó para entrar sin anunciarse. Él estaba de pie, de espaldas a ella. Miraba por uno de los ventanales hacia los jardines exteriores mientras hablaba por teléfono.—¿Y esa persona es de confianza?Se quedó muy quieta detrás de él a varios pasos de distancia y c
Trevor hubiese querido pasar toda la tarde con Brianna, para explicarle los motivos por los que le había ocultado la existencia de Naomi. Necesitaba que lo perdonara, pero tenía asuntos importantes que resolver. Entre ellos, ubicar al traidor de Connor.Estaba furioso por esa nueva imprudencia de su amigo, una que había llegado más lejos de lo debido.Por su empeño en destruirlo, Connor había sido capaz de llevar a esa ciudad a Naomi a pesar de todas las restricciones legales que esa mujer tenía impuestas.Naomi era un peligro, incluso, estando en silla de ruedas. Ella era capaz de llevar a cabo acciones que podían poner en peligro la vida de cualquiera y el muy estúpido la reunió con la mujer que supuestamente amaba y con su propio hijo.No iba a permitir que él siguiera cometiendo ese tipo de errores. Era hora de detenerlo.Se comunicó con Comanche para que lo buscara hasta debajo de las piedras. Necesitaba saber dónde se alojaba en Seattle.Mientras el expolicía lo ubicaba, él se c
Al llegar a la mansión, Frederick lo ayudó a bajar del auto y se encargó de estacionarlo dentro del garaje.Trevor fue directo a su habitación, pero Brianna lo encontró en el pasillo.—¡¿Qué sucedió?! —preguntó aterrada y corrió hacia él.—Nada. Estoy bien.—No lo estás —aseguró, llena de preocupación, y lo ayudó a caminar pasando uno de los brazos del hombre por sobre sus hombros.Él andaba sosteniéndose el costado, se quejaba con cada paso que daba.—¿Volvieron a atacarte los Levi?—No.Al entrar a la habitación, ella comenzó a inquietarse por no saber cómo acostarlo en la cama. Trevor era muy pesado.Por suerte, Frederick se hizo presente y se encargó de hacerlo.Cuando Brianna le quitaba con cuidado los zapatos entró Virginia.—¡Jesús, María y José! ¡¿Qué sucedió ahora?!La mujer se angustió por el rostro ensangrentado del hombre, enseguida corrió al baño en busca de toallas limpias.—Iré por el maletín de emergencias —expuso Virginia.—No le digas nada a mi abuelo —pidió Trevor e
Días después, Trevor comenzaba a sentirse recuperado de las heridas retomando su trabajo desde la oficina.Había pasado ese tiempo en cama, ocupándose de sus tareas mientras era vigilado de forma estricta por Brianna y Virginia, quienes no permitían que abusara y restara momentos de descanso para dedicárselo a alguna responsabilidad.Brianna esos días volvió a asumir su rol de secretaria, aunque además, se desempeñaba como enfermera, amiga y amante. No lo dejó solo ni un segundo.No solo veló por la salud de su esposo y lo ayudó con sus tareas pendientes, sino que aprovecharon ese tiempo de reclusión para conversar todo lo que no habían podido hablar desde que se casaron, conociéndose a fondo.Ella llevaba a George a la habitación de él para que pasaran tiempo juntos, como una familia. Veían televisión recostados en la cama, jugaban al escondite debajo de las sábanas y dormían largas siestas abrazados.Trevor no solo recibía allí las visitas del niño y de su esposa, sino las de su abu
Cuando Trevor llegó al hospital, Brianna corrió y se lanzó a sus brazos.—¡Se lo llevó! ¡Es mujer se llevó a mi hijo! —exclamó entre llantos.Connor ya estaba allí y miraba enfurecido la escena. Su hotel estaba ubicado en las cercanías de aquel centro de salud.—Tranquila. Lo encontraré —aseguró, y le acarició la espalda y los cabellos antes de besar su cabeza.Al separarla un poco para mirarla a los ojos, se enfadó al descubrir su rostro hinchado y afligido. No quería verla así nunca más.—El tal Benjamín Adonis es una mentira —reveló ella—. Yo no lo conozco y la policía habló con Diermissen y él jamás ha escuchado ese nombre.—Es obvio que haya mentido —respondió y lanzó una rápida mirada cargada de ira hacia Connor—. Debía justificar su cercanía para distraer a Gloria.—¿Qué vamos a hacer, Trevor? ¿Cómo vamos a encontrar a George? Esa mujer es peligrosa. George le tenía miedo, debe estar muy asustado —exclamó con nerviosismo.—Calma. Ahora te necesito serena —pidió acariciándole el
Trevor y Connor acompañaron al comisario Cotton a Lakewood, donde Thamara y su esposo tenían una casa de veraneo cerca del puerto deportivo.Llegaron con varias patrullas y rodearon la vivienda en segundos. En un costado se hallaba estacionada la vans blanca.Comanche ya le había avisado a Trevor que el tal Benjamín Adonis era un sicario contratado por Naomi, un delincuente peligroso y muy violento que poseía un largo prontuario delictivo. Por eso, los oficiales habían ido preparados con equipo de seguridad y asalto.Los policías se acercaron gritando instrucciones por un megáfono. Pedían a quienes estuviesen adentro que salieran.Trevor bajó del auto sintiéndose ansioso, podía escuchar el llanto de George en la lejanía.—¿Cuánto tiempo esperarán si no obedecen? —preguntó al comisario.—Si no atacan, no podemos actuar. Solo mediar.—Maldición —se quejó.—¿Y si intentas hablar con ella? —aconsejó Connor. Trevor lo traspasó con su odio—. Ella está haciendo esto por ti, para llamar tu at
Trevor estaba sentado en la sala de espera de un hospital junto a Joey.Su amigo suspiró con cansancio antes de hablar.—¿No sientes una especie de déjà vu?—¿De qué carajos hablas? —preguntó Trevor, sin dejar de revisar su teléfono móvil. Respondía mensajes.—Tú y yo sentados en la sala de espera de un hospital mientras atienden a Connor. ¿Cuántas veces hemos hecho eso en nuestras vidas?Ambos se observaron con incomodidad. Era cierto que aquello lo habían hecho muchas veces, porque Connor siempre fue un joven indetenible y temerario que solía meterse en problemas muy seguido.Cuando eso pasaba, él no se comunicaba con sus padres para que lo socorrieran, sino con sus amigos. De esa manera se aseguraba que lo atendieran sin recibir reprimendas, luego las soportaba con resignación.—De mi parte, espero que esta sea la última vez —dijo Trevor, aún molesto por la terrible situación que había vivido por culpa de Connor y de sus absurdas imprudencias.En esa ocasión, no pudieron complacerl
Connor se pasó dos semanas en el hospital. Aquel tiempo le sirvió para pensar y reflexionar sobre su situación.Había logrado mantener activas en Nueva York las negociaciones de los contratos que gestionaba con la NFL, pero ahora requerían de su presencia para cerrar esas negociaciones y darles curso.Al salir del hospital se quedaría un par de días con sus padres, para terminar de recuperarse y ponerse al día con la relación con ellos, y luego prepararía su viaje.A pesar de que sus padres aún no le perdonaban todos los conflictos que él había ocasionado hacía año y medio atrás, decidieron retomar la relación con él. Su delicado paso por el hospital y la existencia de George les ablandó el corazón.En varias ocasiones ellos pudieron compartir con el niño siendo recibidos en la mansión de los Harmon. Brianna estuvo muy tensa en cada uno de esos encuentros, pero logró superarlos gracias a la compañía constante de Trevor.Él nunca se apartó de su lado. No iba a permitir que le hicieran