Brianna se había pasado todo ese día pensando en sus conflictos. Analizaba las maneras en que podía enfrentarlos de ahora en adelante sin depender tanto de otros.No solo volvió a discutir esa tarde con Lynette, echándola de casa, sino con su madre, por haberle ocultado por tanto tiempo lo sucedido con su amiga, y con Trevor, quien solo buscaba mediar en aquel conflicto.No podía permitir que todos siguieran tratándola con condescendencia, como si ella no fuese capaz de enfrentar sus propios problemas. Quería tener el control, porque si una vez más quedaba sola, no deseaba hacerlo sin tener las herramientas necesarias para subsistir, lamentándose siempre por sus pérdidas.Se sentía traicionada y burlada, no podía evitarlo. Estaba tan llena de emociones negativas que su hijo podía presentir su estado y ese día estuvo lloroso, quejándose de cualquier cosa.Virginia lo había sacado a pasear en la tarde a un parque cercano para distraerlo y alejarlo un poco de las discusiones, haciéndola
Esa noche, Trevor se sentía muy cansado. Además de todo el trabajo que tuvo que realizar ese día en relación a la firma, también tuvo que ocuparse del conflicto de Brianna con Lynette, de la salud de Kendra que quedó afectada por la discusión con su hija y del bienestar de George, que estuvo inquieto por todo lo que sucedía en casa.Había logrado gestionar cada una de las situaciones con efectividad, pero, en referencia a Brianna, había fallado estrepitosamente.Ella no quería nada con él esa noche y eso lo tenía entristecido. Quería estar a su lado, consolándola, porque sabía que había recibido ese día un trago muy amargo, pero la mujer lo rechazaba.Como todo un caballero, le concedió su espacio. Sin embargo, eso no evitaba que se sintiera decaído y confuso.Se dirigió a la habitación de su abuelo para hablar con él antes de encerrarse en la suya. Necesitaba descargar sus ansiedades.—Sabía que vendrías.—Se me olvidó que tú lo sabes todo.Albert sonrió con pereza.—Claro que lo sé
A la mañana siguiente, Brianna acompañó a Kendra al médico. Tuvo que llevar a George porque la niñera ese día no podía ir a cuidarlo. Tenía un compromiso de estudio.Estar con el niño le sirvió de excusa para marcharse de la clínica sin que nadie sospechara que se encontraría con Connor y con Naomi Morgan en un café.Acordó con su madre que iría a un parque cercano y luego pasaría a buscarla cuando terminara su consulta. Como Kendra sabía que a George lo ponían nervioso los centros de salud, no puso reparos en permitirlo.Al llegar al café, Brianna se impactó al encontrar a Connor sentado en una mesa junto a una mujer en silla de ruedas.Se trataba de una morena de piel acaramelada y de una larga cabellera azabache. Su rostro era precioso, de grandes ojos almendrados y labios carnosos.Su mirada fija y soberbia la hizo estremecer. A Brianna le recordó la de Trevor, cuando estaba determinado a alcanzar alguna meta sin importar las consecuencias.—Hola —la saludó Connor sonriente cuando
Brianna llegó a la casa hecha un manojo de nervios. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener calmado a George cuando fue a buscar a su madre. El niño quedó inquieto por la actitud desquiciada de Naomi.No quería que Kendra sospechara lo que había sucedido, así que tuvo que mentirle que el niño se había asustado en el parque con un perro para explicar su estado alterado.Al llegar a la mansión, se alegró al hallar a la niñera. Ella lo ayudó a darle un baño al niño para relajarlo y dormirlo, al tiempo que Brianna se ocupaba de su madre.Al tenerlos a los dos tranquilos en sus habitaciones, enseguida se dirigió al despacho de Trevor. Tenía atorados en la garganta varios reclamos para él.Como el despacho estaba abierto, aprovechó para entrar sin anunciarse. Él estaba de pie, de espaldas a ella. Miraba por uno de los ventanales hacia los jardines exteriores mientras hablaba por teléfono.—¿Y esa persona es de confianza?Se quedó muy quieta detrás de él a varios pasos de distancia y c
Trevor hubiese querido pasar toda la tarde con Brianna, para explicarle los motivos por los que le había ocultado la existencia de Naomi. Necesitaba que lo perdonara, pero tenía asuntos importantes que resolver. Entre ellos, ubicar al traidor de Connor.Estaba furioso por esa nueva imprudencia de su amigo, una que había llegado más lejos de lo debido.Por su empeño en destruirlo, Connor había sido capaz de llevar a esa ciudad a Naomi a pesar de todas las restricciones legales que esa mujer tenía impuestas.Naomi era un peligro, incluso, estando en silla de ruedas. Ella era capaz de llevar a cabo acciones que podían poner en peligro la vida de cualquiera y el muy estúpido la reunió con la mujer que supuestamente amaba y con su propio hijo.No iba a permitir que él siguiera cometiendo ese tipo de errores. Era hora de detenerlo.Se comunicó con Comanche para que lo buscara hasta debajo de las piedras. Necesitaba saber dónde se alojaba en Seattle.Mientras el expolicía lo ubicaba, él se c
Al llegar a la mansión, Frederick lo ayudó a bajar del auto y se encargó de estacionarlo dentro del garaje.Trevor fue directo a su habitación, pero Brianna lo encontró en el pasillo.—¡¿Qué sucedió?! —preguntó aterrada y corrió hacia él.—Nada. Estoy bien.—No lo estás —aseguró, llena de preocupación, y lo ayudó a caminar pasando uno de los brazos del hombre por sobre sus hombros.Él andaba sosteniéndose el costado, se quejaba con cada paso que daba.—¿Volvieron a atacarte los Levi?—No.Al entrar a la habitación, ella comenzó a inquietarse por no saber cómo acostarlo en la cama. Trevor era muy pesado.Por suerte, Frederick se hizo presente y se encargó de hacerlo.Cuando Brianna le quitaba con cuidado los zapatos entró Virginia.—¡Jesús, María y José! ¡¿Qué sucedió ahora?!La mujer se angustió por el rostro ensangrentado del hombre, enseguida corrió al baño en busca de toallas limpias.—Iré por el maletín de emergencias —expuso Virginia.—No le digas nada a mi abuelo —pidió Trevor e
Días después, Trevor comenzaba a sentirse recuperado de las heridas retomando su trabajo desde la oficina.Había pasado ese tiempo en cama, ocupándose de sus tareas mientras era vigilado de forma estricta por Brianna y Virginia, quienes no permitían que abusara y restara momentos de descanso para dedicárselo a alguna responsabilidad.Brianna esos días volvió a asumir su rol de secretaria, aunque además, se desempeñaba como enfermera, amiga y amante. No lo dejó solo ni un segundo.No solo veló por la salud de su esposo y lo ayudó con sus tareas pendientes, sino que aprovecharon ese tiempo de reclusión para conversar todo lo que no habían podido hablar desde que se casaron, conociéndose a fondo.Ella llevaba a George a la habitación de él para que pasaran tiempo juntos, como una familia. Veían televisión recostados en la cama, jugaban al escondite debajo de las sábanas y dormían largas siestas abrazados.Trevor no solo recibía allí las visitas del niño y de su esposa, sino las de su abu
Cuando Trevor llegó al hospital, Brianna corrió y se lanzó a sus brazos.—¡Se lo llevó! ¡Es mujer se llevó a mi hijo! —exclamó entre llantos.Connor ya estaba allí y miraba enfurecido la escena. Su hotel estaba ubicado en las cercanías de aquel centro de salud.—Tranquila. Lo encontraré —aseguró, y le acarició la espalda y los cabellos antes de besar su cabeza.Al separarla un poco para mirarla a los ojos, se enfadó al descubrir su rostro hinchado y afligido. No quería verla así nunca más.—El tal Benjamín Adonis es una mentira —reveló ella—. Yo no lo conozco y la policía habló con Diermissen y él jamás ha escuchado ese nombre.—Es obvio que haya mentido —respondió y lanzó una rápida mirada cargada de ira hacia Connor—. Debía justificar su cercanía para distraer a Gloria.—¿Qué vamos a hacer, Trevor? ¿Cómo vamos a encontrar a George? Esa mujer es peligrosa. George le tenía miedo, debe estar muy asustado —exclamó con nerviosismo.—Calma. Ahora te necesito serena —pidió acariciándole el