Aidan No sabía cómo terminé envuelto en aquello, pero jamás se me ocurriría meterme en una pelea de lobos. Sin embargo, el collar ardía en mi pecho y había escuchado la voz de Lois gritar. Cuando olfateé su sangre, casi me vuelvo loco. Corrí hacia el lugar, ocultándome, pero aquel Alfa se dio cuenta de mi presencia. Aun así, no me prestó atención, ya que estaba en una feroz pelea con Emmanuel mientras los otros lobos rodeaban a Ezequiel y a Lois.—¡Llévatela de aquí! —gritó Ezequiel hacia mí justo antes de transformarse en aquella peluda y enorme bestia.Corrí hacia Lois, pero los otros lobos intentaron ponerse en mi camino. Ezequiel los mantenía a raya.Tenía que sacarla de aquí.Ella estaba herida, sangraba mucho, tenía una mordida en su cuello y yo... Olía a Ezequiel en ella, la acababa de marcar. ¿Justo en este momento? ¿Justo ahora? ¿Aquí? Tomé su cuerpo desnudo con delicadeza y la acuné mientras detrás de nosotros se desataba una feroz pelea.Era la manada más grande, la manada
AidanElla tocó el collar en mi pecho y yo sentí como mis colmillos se asomaban.Era la primera vez que esto pasaba mientras yo tenía el collar puesto, se supone que controlaba y ocultaba todo esto, entonces ¿qué diablos pasaba? No podía controlarlo, mi cuerpo respondía solo.Esto no era bueno, ¡Ezequiel y más lobos estaban cerca! Mi cabeza iba a volar y la de mi padre también, yo no era el único en peligro.Intentaba concentrarme y ocultar estos colmillos, pero respondía a la sed, a mi apetito. Era la única vez en la que me sentía con esta sed que me consumía.Mi respiración se volvió irregular, demasiado agitada. Ezequiel estaba aquí y los otros lobos también. Afuera se escuchaba la pelea, él estaba cerca, como si protegiera la cueva.—Ha llegado —dijo Lois en voz baja, cerca de mi oído.Dejé de respirar para soportar el olor de su sangre. Antes estaba bien con esto, pero ahora no. Afuera también había sangre de los lobos. La pelea era feroz, pero la única que me llamaba era la de L
LoisCuando le dije a Ezequiel que Aidan era un vampiro y que era mi pareja, su reacción fue inmediata y violenta. Me arrojó con fuerza fuera de la cueva, quedando dentro con Aidan.Iba a atacarlo, no podía dejar que lo atacara, no podía permitir que se hicieran daño uno al otro.Sabía que Ezequiel estaba cansado, herido, angustiado por Emmanuel y temeroso de que su padre nos siguiera. Pero también sabía que esa última parte era poco probable, porque Ezequiel creía que lo único que su padre necesitaba era a Emmanuel, y ya lo tenía.Los demás no éramos de su interés, ni siquiera Emmanuel.Corrí hacia la cueva desde que pude ponerme de pie.Desde que tomé de Aidan, desde que bebí su sangre, me siento diferente. Soy yo, pero diferente. Y cuando bebió de mí, sentí el momento exacto en el que mi cuerpo y mi mente se conectaron con los suyos. Para Aidan pareció diferente, quizás porque no es un lobo, a lo mejor porque es un vampiro.Sé que todo esto es muy extraño: Emmanuel, ahora Ezequiel.
Lois—¿Por dónde? —pregunté, mirando a Ezequiel.—Hacia el este, hay un refugio seguro —respondió Ezequiel, sin soltar mi mano.Caminamos rápidamente, sabiendo que cada segundo contaba. Aidan se mantenía cerca, sus ojos atentos a cualquier amenaza. Sentía la tensión en el aire, la urgencia de nuestra huida.Mientras íbamos siendo guiados por Ezequiel, la mañana nos alcanzó.—¿Estás cansada? —me preguntó Ezequiel.Pero yo no estaba cansada, solo preocupada, por Emmanuel, por Aidan que venía tras nosotros, siguiéndonos de cerca, pero con muchas preguntas en su cabeza que no dejaban de golpear la mía.Necesitaba hablar con él sobre esto, pero Ezequiel era un muro entre los dos. Quería acercarme a Aidan, era más como una necesidad que no comprendía del todo. Sin embargo, Ezequiel parecía notarlo y su mano jamás soltaba la mía, dejándome claro que por nada del mundo iba a dejar que me acercara a él.—Estoy bien —dije con voz queda.Nada de esto estaba bien. Faltaba Emmanuel, no sabía lo qu
Emmanuel está confinado en una habitación, vigilado por la guardia directa del Alfa Thorne, su padre. Cuando las puertas se abren, una diminuta mujer camina a toda prisa, su corto cabello moviéndose sobre sus hombros con cada paso.Observa a su hijo tendido en la cama y se acerca a él, llevando sus manos a sus ojos para secarse las lágrimas al verlo en esa situación.No puede creer que él y Ezequiel se hayan rebelado contra su padre o que se atrevieran a enfrentarse a él.Cuando se acerca, Emmanuel abre los ojos y empieza de nuevo su pelea, su fuerte lucha por salir de allí, poder escapar, volver con Lois, con Ezequiel.Su madre llora al ver cómo Emmanuel lucha por liberarse, sin poder llegar a nada. Se hace daño, se lastima, sus manos sangran, pero él no deja de pelear.—Emmanuel, por favor, detente —suplicó su madre, su voz quebrada por la angustia.Pero Emmanuel no escuchaba. Su mente estaba enfocada únicamente en la libertad, en la necesidad de volver con las personas que amaba. C
El gran salón, lleno de murmullos y conversaciones en voz baja, se vuelve súbitamente silencioso cuando la puerta principal se abre de par en par.Entra Enzo, el vampiro más fuerte, capaz de caminar bajo el sol. Su presencia es imponente, dominando el espacio con una facilidad que parece sobrenatural.Enzo viste de blanco, con un traje de lino abierto en el pecho, dejando ver el collar que cuelga con una rara piedra que le permite caminar bajo el sol.Los murmullos aumentan y pocos se atreven a mirarlo a los ojos.A pesar de su aparente calma, infunde miedo entre los presentes con cada paso que da, no solo por ser un vampiro, sino por el peligro que representa.Su mirada, fría y calculadora, recorre la sala, observando a cada Alfa presente.Los conoce a todos, sabe que todos le temen.—Alfa Thorne —saluda Enzo con una voz profunda y serena que resuena en el silencio.Thorne, el único que no parece intimidado, asiente levemente en reconocimiento.Fuera de toda aquel circo, Enzo y Thorn
AidanEzequiel no me deja acercarme, pero Lois lleva horas en el mismo estado. Su fiebre es muy elevada, no ha comido nada en dos días y las marcas en su cuerpo no han desaparecido; son quemaduras, algo que Ezequiel no explica.—¡Tenemos que regresar! —le grito por quinta vez.Estoy cansado de hacer lo que él diga, estoy cansado de esperar, de sentarme a esperar que no nos encuentren. Este no debió ser mi problema, yo solo quería buscar a Lois, este no debió ser mi problema.Era encontrar a Lois. ¿Y qué más?Bueno, creo que mi plan era convencerla de que no se dejara llevar de Emmanuel.¿A quién engaño? Vine aquí sin un plan, solo con fuerte deseo de ir tras Lois.Misma razón por la que ya no me podía ir, ya no estaba en mi control.Si antes me resistía al deseo de estar cerca de ella… Ahora me sentía como algo anclado a ella, no lo entendía.Mi cabeza era un problema serio y estaba lleno de dudas que escapaban de mi entendimiento, tantos problemas, tantas preguntas.¿Qué era esto que
AidanEstoy besando a Lois, pero se siente raro mientras Ezequiel la va besando también por el cuello. Ella sube más arriba y yo me deslizo entre sus piernas, deslizo mis brazos debajo de su espalda y la atraigo hacia mí, pero Ezequiel la retiene, no dejándome alejarla. Gruñe, quiero retroceder, pero Lois no me deja.Siento que esto no va a funcionar, no puede funcionar.—Somos uno —me dice Lois.Ezequiel la lleva de nuevo hacia él, pero yo no me acerco.Me detengo.—Lois… —digo, enojado. ¿Es tan malo quererla solo para mí?—Aidan, somos uno —me dice ella de nuevo, como si esas palabras tuvieran las fuerzas para convencerme. ¿La tienen?Vuelvo con ella y la beso con pasión sin importarme que Ezequiel también esté participando. La deseo con locura, mi mente y cuerpo arden con la necesidad de estar con ella. Siento la calidez de su piel, la suavidad de sus labios, y todo lo demás se desvanece.Nada más importa en este momento.Ezequiel sigue besando su cuello, sus manos recorren el cuer