Estuve solo un día más en Rincón Alto antes de volver a la ciudad con las manos vacías. Pues hasta el momento, no hay ninguna noticia sobre el caso. El comisario, como advirtió en nuestra reunión, envió un comunicado oficial a la prensa dando los escasos datos que tenía, que no eran más de lo que me había dicho.
Aún no están los resultados definitivos de la autopsia de la NN [1]. Pero luego de comunicarme vía email con la oficina forense de Rosario, donde tengo un viejo conocido, recibo un informe preliminar.
Los conocimientos e instintos del viejo comisario Ordoñez, no fallaron. La fecha de la muerte data de hace dos semanas. Al estar el cuerpo sumergido tanto tiempo ha dificultado la autopsia y no han podido rescatar material genético de él. Pero no se encontró agua en sus pulmones, la causa de muerte es asfixia por compresión mecánica.
La cuerda que fue usada para ahorcar a la joven, dejó rastros inconclusos sobre la piel. De haber estado su cadáver bajo tierra firme, estas marcas se hubieran conservado. Pero una vez más, el implacable río arruinó todo.
Se me eriza la piel apresurando las arcadas que aparecen a medida que leo el informe. La pequeña fue abusada incontables veces, sus genitales están casi desechos por la violencia con la que fueron tratados.
Tiene todo el cuerpo cubierto de fracturas, algunas de larga data, ya curadas. Otras recientes. Pero el forense no puede aseverar que fueran anteriores a la muerte o producto de la corriente. Lo dicho, el río hizo de las suyas.
Los informes toxicológicos y de tejido estarán en unas semanas más. Así que no hay mucho con que trabajar.
De regreso a mi cubículo, dejo mis pertenencias y me dirijo a la oficina de Diego para ponerlo al tanto de la investigación. Respiro hondo antes de presentarme a su oficina, recordándome que aunque sea un imbécil, sigue siendo mi jefe. Con esa idea en mi cabeza, golpeo dos veces la puerta al escuchar su invitación ingreso a su despacho.
—Buen día. —saludo sin mucho entusiasmo, él responde con una sonrisa amistosa.
—Hola ¿cuándo volviste?
—Anoche. No tenía nada más que hacer en Rincón Alto. Es un callejón sin salida.
—¿Tan mal?
—No se trata de eso, no hay pistas, poco material forense y todavía no dan con la identificación de la niña. No hay mucho que investigar.
—Qué pena. Lamento haberte hecho perder el tiempo Val.
—No es tu culpa. O el asesino es un suertudo tremendo o estamos frente a un hombre que sabe exactamente lo que hace. Y eso me lleva a preguntar si es su primer homicidio.
—¿Qué tienes en mente? —pregunta enderezándose en su asiento y apoyando los codos sobre el escritorio.
—Estoy siguiendo una pista que quizás no tenga absolutamente nada que ver con este crimen…
—Pero tus instintos no opinan igual. —adelanta.
—Me conoces bien. Necesito tiempo y algo de espacio.
—Lo tienes. Avísame cuando tengas algo más sólido. Mientras tanto, quiero un reporte sobre esto para publicar.
—Gracias, te traeré el primer borrador en unas horas. Y luego me iré. Trabajaré desde casa por el momento.
—De acuerdo. Pero quiero que me mantengas al tanto.
—Así será. —me despido.
Tres horas después, vuelvo a la oficina de Voldemort con un borrador que me devuelve con sus correcciones en rojo vibrante. Luego de ajustar el texto a sus deseos, dejo el documento en la canasta de “Salida”, recojo mis cosas y me subo al auto.
La música siempre me ayuda a concentrar, ordenando mis dispersos pensamientos, y una vez más logra su cometido. Para cuando llego a casa ya tengo la cabeza más clara y puedo trabajar el resto de la tarde.
Aprovecho la soledad ya que Lourdes no regresa del trabajo, me pongo a lavar ropa, ordenar un poco, limpiar aquí y allí. La realidad es que tengo una compañera obsesiva de la limpieza, así que no hay mucho que hacer.
Por lo que poco más de dos horas después, me encuentro sentada frente a mi ordenador con una idea en la cabeza, buscar conexiones. Vuelvo a teclear en el ordenador las palabras claves, “mujer muerta” y “río Paraná” en el buscador.
No me sorprende encontrar las noticias de “la niña del río” y Evangelina Durán. Estoy mirando las fotografías cuando un inquietante escalofrío me recorre la columna. Sus cuerpos parecen estar en exactamente la misma posición en la vera del río, ambas llevaban muertas mucho antes de ser desechadas como b****a, luego de ser ultrajadas, vejadas, golpeadas…
Busco la causa de la muerte de Durán, pero el artículo no lo menciona. Vuelvo a las imágenes y una de ellas capta de inmediato mi atención.
Un cuerpo sobre la orilla del río, no puedo ver si esta desnuda, su cuerpo abandonado se encuentra semi cubierto por una lona que apenas deja entrever su cabello rubio, a pesar de la suciedad y humedad. Sé que se trata de una mujer distinta.
Cliqueo en el link que me lleva a la noticia.
<<El cuerpo sin vida de Soledad Quiroga de treinta y dos años, es hallado sin vida a orillas del río Paraná, en la localidad de Vadío Viejo cerca del parque nacional Iberá en la provincia de Corrientes, por unas personas que paseaban por la zona>>
Todas mis neuronas se alborotan y mi cerebro juraría que salta dentro de mi cráneo. ¡Una nueva víctima! decido continuar leyendo, las similitudes se acumulan. Llevaba muerta al menos un día antes de ser encontrada. No especifican la causa de la muerte, lo que me fastidia.
Si las tres murieron de forma similar, estaría casi segura de que se trata del mismo asesino. Y con tres cadáveres en su haber, ya podríamos etiquetarlo como “el asesino del Paraná”.
¿Cuáles son las posibilidades de estar enfrentándome a un asesino en serie?
¿Será que he leído demasiadas novelas policiales?
¿Será la misma persona?
Necesito saber más… mucho más y sé exactamente quién puede ayudarme.
[1] Forma en latín de referirse a alguien no identificado.
Lourdes se sobresalta cuando abre la puerta y me encuentra sentada en la mesa comedor con mi ordenador en frente. Se toma el pecho artísticamente mientras escapa un grito de sus labios.—Mierda… ¿qué haces aquí? —pregunta tratando de recobrar la compostura.—Vine antes del trabajo. ¿recuerdas la niña del río?—Aún sigues con eso…—Sí, creo que van tres. Tres chicas diferentes, tres cadáveres, tres crímenes.—¿Estás segura de que es el mismo asesino? —cuestiona con la cara más pálida que de costumbre.Lou deja sus pertenencias al costado de la puerta, se quita las deportivas y se acomoda en la silla frente a mí. He logrado su atención, aunque el miedo se le refleja en la cara.—No estoy segura de nada. Es solo que… no creo en las casualidades
A medida que pasan los días todo parece ir de mal en peor, no tengo noticias de Lucas, tampoco ninguna respuesta de Elvira y para colmo, Lourdes sigue molesta conmigo. Apenas me dirige la palabra cuando nos vemos, ahora lo hacemos seguido ya que paso mucho tiempo en casa.Cansada de esperar sin nada que ocupe mi mente, decido que es momento de ir a visitar a mis padres. La última llamada con mamá me dejó intranquila. La salud de mi padre se deteriora rápidamente. Sus palabras aún me atormentan.<<Debes venir cuanto antes Vale, no sé cuánto tiempo más va a aguantar tu padre. Necesitas despedirte>>Visitar mi antiguo pueblo me llena de ansiedad, pero no puedo arriesgarme a no volver a ver a mi papá. Con la excusa de mi cumpleaños a la vuelta de la esquina, es buen momento para hacerlo y pasar un tiempo con ellos.—Voy a viajar a General Tala a visitar a m
Luego de la invitación de Elvira Durán a visitarla en Charjál, comienzo a preparar las cosas para emprender la travesía. Pero justo antes de irme, Lucas hace su gran aparición.—Había perdido la fe —confieso cuando abro la puerta.Por suerte, Lourdes se encuentra en el trabajo con lo que no tiene que estar aquí para verlo, no soportaría volver a ponerla en la situación incómoda y dolorosa de lidiar con él.—No fue nada fácil. No me dijiste que todas las víctimas eran de ciudades diferentes. ¿Tienes idea de lo mucho que me costó? —anuncia ingresando a la casa.Me hago a un lado para dejarlo entrar, con la mano lo invito a tomar asiento. Se acomoda en la silla y pone sobre la mesa tres carpetas en color madera. Resopla cansado.—Sabía que podrías hacerlo. Te lo agradezco. —respondo, mi mano queda e
Tras dos días de recorrido con una parada en medio para intentar dormir algo por la noche, en un espantoso y mugroso motel de la ruta, finalmente llego a mi destino.Antes de salir de casa, le envié un nuevo mensaje a Elvira, avisándole que partiría ese mismo día. Cuando respondió, quedamos en que nos encontraríamos en Arroyo Frío, el lugar donde encontraron el cadáver de su hija.Siguiendo las instrucciones de la gallega del GPS [1]de mi Smartphone[2], y tras un breve recorrido bordeando las ciudades linderas del río Paraná, al fin detengo mi auto cuando ella me indica que he llegado a mi destino.Apago el motor con los nervios traicionándome, entrevistar a la familia de una víctima es de las cosas más duras que me tocan hacer. Me hace sentir culpable, como si estuviera usando su dolor para mi propio beneficio. Aunque admito que en un principio lo
Luego de despedirnos de Eva, Elvira y yo nos encaminamos a la ruta donde tuvimos que dejar los autos, ya que el resto del camino se debe hacer a pie.Un extraño sentimiento me acompaña mientras recorremos en silencio, cada una inmersa en sus propios sentimientos, la distancia. Es que el lugar del árbol de las almas, como decido llamarlo de ahora en adelante, transmite mucha paz. Incluso, a pesar de estar marcado por un terrible crimen.Las ideas comienzan a llegar en olas a mi aturdido cerebro. Los nombres de las otras chicas, algunas desaparecidas, otras encontradas muertas en diferentes momentos y circunstancias, me inquietan.Si se trata de un único asesino, lleva mucho tiempo activo, tiene la inteligencia suficiente como para mantenerse bajo el radar. O quizás conoce demasiado bien el accionar policial y sabe cómo eludirlo.Lo cierto es que, al dejar sus cuerpos en el agua dificulta muchísimo l
La mañana llega rápidamente, Elvira y Susana no me dejaron ir a un hotel la noche anterior. Por el contrario, la dueña de casa insistió en que me aloje con ella, como lo hacía su amiga.Su familia es amorosa, todos me recibieron con amabilidad, su esposo Alberto, Jacinta su madre quien era la antigua dueña del restaurant, incluso sus hijos Fernando y Daniel.Una vez lista y decente, bajo hasta a la cocina donde me espera un banquete delicioso, mate caliente, pan y mermelada casera. Desayunamos todos juntos, luego nos marchamos.Recorremos lentamente el pequeño pueblo de Arroyo Frío, a medida que lo transitamos, Elvira comienza a relatarme diferentes historias. Todas las mujeres que de una forma u otra terminaron en Brazos Vacíos.—Aquí fue la última vez que vieron a Sandra Arias, una jovencita de veinte años, trabajaba allí —dice señaland
Según lo me comenta Ignacio, bueno, más bien la que da explicaciones sobre su persona es Elvira. Él se mantiene hermético, misterioso. Está claro que no confía en mí. Ni yo en él. No del todo. Se retiró de la fuerza, “diferencias de criterio” dice cuándo pregunto la razón de su renuncia. Él viene de un pueblo a unos 120km de Arroyo Frío. Castañares, tiene unos 20.000 habitantes, más del doble que el lugar donde nos encontramos.—¿Aún tienes contactos en la policía? —pregunto con mi mejor cara de póker.—Elvira ya me pidió que te consiga una cita con Peralta. —responde adivinando mis intenciones.—Genial, necesito hablar con él.—No servirá de nada, pero puedes intentarlo.—¿Por qué lo dices? —me inclino sobre la mesa interes
Al día siguiente, Ignacio Falcón y yo nos dirigimos a Vadío Viejo en mi pequeño auto. Tenemos un largo camino por delante en el que quiero aprovechar las horas para saber más de él. Hay algo que no me está diciendo, y necesito saber qué es.Pero no puedo abrumarlo yendo directo al grano, tengo que ir de a poco, con preguntas sencillas, como quienes se conocen en una primera cita. Aunque mi interés hacia su persona es puramente profesional.—Buena elección de música. —afirma cuando una nueva canción de Spinnetta suena en el estéreo, Bajan.—Me encanta el rock nacional, desde pequeña.—Somos dos. Lo que más extrañaba cuando me mude a Castañares, eran los recitales, claro, en esa época era un joven soñador sin mucha responsabilidad. —dice sonriendo.—Creí que e