Capitulo VIII

Tras dos días de recorrido con una parada en medio para intentar dormir algo por la noche, en un espantoso y mugroso motel de la ruta, finalmente llego a mi destino.

Antes de salir de casa, le envié un nuevo mensaje a Elvira, avisándole que partiría ese mismo día. Cuando respondió, quedamos en que nos encontraríamos en Arroyo Frío, el lugar donde encontraron el cadáver de su hija.

Siguiendo las instrucciones de la gallega del GPS [1]de mi Smartphone[2], y tras un breve recorrido bordeando las ciudades linderas del río Paraná, al fin detengo mi auto cuando ella me indica que he llegado a mi destino.

Apago el motor con los nervios traicionándome, entrevistar a la familia de una víctima es de las cosas más duras que me tocan hacer. Me hace sentir culpable, como si estuviera usando su dolor para mi propio beneficio. Aunque admito que en un principio lo

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