Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Todo aquello que tratas de ocultar por una u otra razón, siempre saldrá a la luz, dando un gran giro a tu vida, unas veces para bien, pero otras para mal. El pasado de Esther se estaba acercando a la persona menos indicada eso sería muy grave. Heriberto Gómez revisaba cada movimiento de los negocios que tenía, tanto la de él como los que estaban en su lista de obtener. Su sonrisa se ensanchaba de solo imaginar tener esos clubes en sus manos y esa nueva manera de traficar su droga. —Señor, hay algo muy importante que debo mostrarle —anunció la mano derecha de Heriberto, sacándolo de su burbuja. —Habla ya, que tengo mucho que hacer —el hombre se aclaró la garganta, acercándose con una tablet. —Busque información de esa mujer y hay algo muy importante que debe saber —Heriberto veía la foto de Ester y Junior Leal en un restaurante sonrientes. —¿Qué relación tenían? —Pregunto si
Tres días después Las cosas estaban bien, Heriberto no había hecho nada, pero seguía investigando, los proyectos estaban muy bien, los clubes y Té, estaban bien avanzados, eso era más importante para Gómez en ese momento. Los pensamientos de todos estaban a flote, un miedo terrible sentían de solo pensar que ese hombre atacaría sin previo aviso, sacándolos del camino sin pensar. Ingrid y Pedro tenían todo preparado por si en cualquier momento Gómez daba el primer paso, David deseaba marcharse con su esposa, su corazón dolía, solo imaginar que le pasara algo. —No quiero que salgas sola ni al jardín, por favor —Le pidió David, escondiendo su cara en el cuello de ella. —Está bien, seré una mujer muy obediente, —respondió ella acariciando su cabello, no deseaba preocuparlo y también temía por su vida. La mañana no hubo noticias de Heriberto, solo de Julia y Lucía, que en esa misma tarde, irían de visita a ver unas cosas del presupuesto que necesitaban y otras cosas más, por esa
Un mes después La celebración llegó, ya habían logrado terminar lo del club y el lote de Té, un gran motivo para celebrarlo, en la misma inauguración de los clubes. La seducción de Lucía había quedado atrás, su regreso a la universidad era necesaria para seguir desapercibida, eso daba ventaja de que tuviera encuentros con Alfredo como siempre lo hacían, en algún rincón de la biblioteca o cualquier otro lugar de la universidad, dejando sus corazones acelerados. Éster y David estaban full, cada movimiento de ellos debía ser cuidadoso, sus vidas y carreras podrían estar en peligro, no era nada fácil acabar con Heriberto, sin llevarse a Carusso por delante, una negociación muy cuidadosa, que no podría ser por mucho tiempo, pero que se podía intentar. —¿Crees que mi padre salga ileso? —preguntó David a su esposa. —No lo creo, estoy segura de que perderá mucho, amor —respondió con sinceridad. —Yo solo quiero que no vaya a la cárcel, prefiero que siga como antes, mi madre sufriría
El fin de semana pasó y un nuevo inicio de semana empezaba, Lucía seguía con sus clases en la universidad y la administración de los clubes; el primer lote estaba por salir y Heriberto estaba feliz, eso tenía a todos ocupados, en busca de documentos y pruebas que sirvieran para la captura. Éster seguía con sus cambios, David observaba a su esposa comiendo helado, eso era nuevo en ella, pero no era para él sospechar algo de un antojo que hasta él, tenía de tanto estrés. —Que ganas de ser esa cuchara —Le habló David desde la puerta, Ester volteo y lamió la cuchara con deseo, provocando a su esposo. —¡Uf!, no imaginas la corriente eléctrica que mandaste a todo mi cuerpo con ese acto —Habló casi gruñendo. —Ven, quiero mostrarte algo, antes que tu mente vuele más —terminó Ester con las ideas eróticas que tenía. —Eres muy mala —Se acercó besando sus labios, casi lamiéndolos. —¡Caruso!, no hagas que olvide lo que tengo que decirte —se quejó ella, deseosa después de ese beso. —Ja
Dos días después. La espera de obtener noticias de la primera exportación del té, que iba acompañado de droga, estaba a la expectativa de todos. Éster estaba segura de lo que lograría, aunque sería muy emocionante recibir noticias que fue todo un éxito, alegraría a Heriberto como nunca y lo dejaría un poco descuidado celebrando su victoria, pensando en algo más para obtener, su avaricia y codicia lo tenían cegado. —Señor, tenemos noticias —habló la mano derecha de Heriberto. —Habla de una vez. —La entrega de la droga fue todo un éxito —Heriberto se levantó emocionado. —Esto merece un brindis —Sirvió dos vasos de whisky y le entregó uno a su mano derecha. —¿Aún no lo saben? —preguntó refiriéndose a Ester. —No lo creo señor, pero deben estar por ser informados —Heriberto sonrió feliz, dos negocios que le generaban mucho dinero y el solo gasto una parte de la inversión. Éster gritaba feliz, lo que Heriberto no sabía, era que Ester ya tenía el FBI a su favor, pendiente de
Heriberto ya estaba en sobre aviso, solo esperaba la hora que lo llamarán para decirle que tenían ese preciado objeto en sus manos, que usaría a su antojo, ganando un sin fin de cosas aunque fuera por las malas. Su despacho estaba blanco de todo el humo que salía de su tabaco, junto a sus risas que hacía ver el lugar como un cuarto de terror. A él no le importaba la vida de nadie y mucho menos si se interponía en sus planes de seguir obteniendo dinero aunque no lo necesitara. La persecución seguía y Ester empezaba a sentir mucho miedo, tocaba su vientre, en un impulso de protección aunque aún no estaba segura de su estado, se colocó el cinturón de seguridad y cerró los ojos. Recuerdos de toda su vida, cuando era niña y disfrutaba del amor de sus padres, sus sueños, lo mucho que trabajó para alcanzar sus metas, de cada proceso, cada error, cada victoria, el amor, el dolor, la venganza, el amor nuevamente. Sus lágrimas salían, mientras Ingrid trataba de ayudar al chófer a perderl
Dolor, desesperación e incredulidad, todas esas emociones juntas estaban viviendo, aún más David. no supera lo que estaba pasando, deseaba ver a su esposa frente a él, celebrando cada victoria y escuchando cómo disfrutaba cuando él hacía el amor. Alfredo, con todo el dolor de haber perdido a su madre, debía ayudar a su jefe, aguantando sus ganas de matar a quien él sabía era el culpable. Habían pasado horas donde él intentaba persuadirlo de que ya regresaran a la mansión. —Vamos, señor —Pidió Alfredo a David. —No, déjame aquí —habló David con un hilo de voz inaudible. —Debemos ir a casa e investigar más, no podemos dejar esto así —David guardó silencio, su dolor empezaba a transformarse en rabia, en deseo de venganza aún peor. —Comunícate con tu padre —pidió David caminando a la camioneta de ellos. —Lo he intentado, señor, no me responde las llamadas ni los mensajes —Respondió Alfredo, David no dijo nada, solo hubo un silencio, sus cabezas pensaban en que el único culpabl
Habían pasado veinticuatro horas desde el accidente y Heriberto seguía celebrando, no imaginaba que su jugada le iba a salir mejor de lo que pensó, no obtuvo el tan preciado computador, pero sí sacar a la más fuerte del juego. En todo ese tiempo, David y Alfredo se hacían una gran pregunta, ¿Dónde estaba Pedro?, ¿Por qué aún no aparecía a llorar la muerte de su esposa? David con eso en mente baja a la sala, donde estaba Alfredo con su teléfono en mano, llamaba a su padre y este lo enviaba a buzón y no entendía. —¿Sigues llamando a tu padre? —preguntó David llegando a su lado. —Sí, ¿crees que se fue a Inglaterra? —indagó Alfredo. —No lo sé, pero me parece extraño que no sepa, ya todos saben, he recibido llamadas y mensajes de muchas personas, pero no de tres personas que sé que le dolería la muerte de mi esposa, Pedro y mis padres —Confesó David sentado, dándole vuelta al teléfono. —Usted cree que... —Un mensaje en el teléfono de Alfredo interrumpió sus palabras, frunció el