¿Es fácil odiar?, como terminas odiando tanto, a tal punto de no sentir miedo de morir en un intento de pagar con la misma moneda o peor, solo para buscar paz que igual sabes no sucederá haciendo tal cosa. Desear la destrucción del prójimo ocurre con una facilidad incomprensible considerando sus implicaciones; para David Carusso, era más que comprensible querer destruir a la persona que hizo y sigue haciendo daño a su familia sin remordimiento alguno. Acabando con la paz, el amor y la felicidad que estaba construyendo con su esposa. Aunque para él, matarlo le parece la mejor y más rápida solución, para su esposa no, en sus planes estaba algo mejor, una situación que lo dejara sin opción a nada, solo querer su muerte por sí mismo. —¡Nena, si lo metes a prisión se escapará! —Aseguró David, no de acuerdo con la idea de su esposa. —Cariño, haremos las cosas bien, —acarició Ester las mejillas de David, dejando un beso en sus labios. —Ester, aunque me muera por vengarme, también
—Muchacho, mucho lo siento —expresó Heriberto con lágrimas en sus ojos, David no deseaba abrazar a ese hombre y mucho menos soltar la mano de su amada. Pero él no le dio tiempo de nada y solo seguía hablando estupideces que David no quería escuchar. —Estoy contigo para lo que necesites, empezando por buscar al culpable, —le hablo muy seguro de sus palabras. —Es muy fuerte, quiero ver qué hicieron con su cuerpo, en estos momentos no sé qué hacer. —Habló David, acercándose a Ester. Era muy difícil aguantar las ganas de decirle unas cuantas cosas o matarlo y acabar de una vez con todo. —Te entiendo hijo, estaré en mi mansión, avísame cualquier cosa, ¿Ella es tu esposa? —Pregunto para cambiar, ya, el tema. —Sí, señor, Ester Gavidia de Carusso. —Respondió Ester, extendiendo su mano con toda la arrogancia que podía transmitir ella. Su mirada fija en la de él demostrando que podía ser mucho más peligrosa que él. —Creo que te conozco de algún lado, —le dijo Heriberto al soltar su
Al día siguiente Las energías de ambos estaban renovadas, David aún sentía que algo no encajaba en la muerte de su padre, sabía cuánto amaba su madre a Vicente y que no apreciada en su muerte, no lo convencía del todo; él estaba seguro de que a ella no le importaría morir por verlo una última vez, su amor era eterno, tanto que lo seguía a todos lados sin importar el peligro. Éster por su parte había amanecido ordenando la mansión, poniendo reglas, su primera tarea era revisar cada parte del lugar y a cada persona que trabajaba ahí. Su talento de estudiar a las personas y tener a Ingrid a su lado, le ayudaría mucho a saber quién era de fiar y quién no; Ingrid se encargó de reunir al personal y luego mostrarle la mansión por completo. —Buenos días, no perderé mi tiempo y menos el de ustedes —hablo sin darle mucha vuelta al asunto. —Desde este momento, serán investigados... —Fuimos investigados antes de entrar, porque lo harán otra vez —interrumpió una joven arrogante; Ester v
No solo estaba la carta dentro de esos papeles, también estaba una lista de los socios de Vicente y los enemigos, con eso ambos tendrían una ventaja para saber qué paso dar en cualquier situación que se le presentara. No pasaron más de dos horas, cuando se dio aviso de la hora donde se reunirían las personas más peligrosas de ese país y otros, solo para darle el pésame a David y Ester, por supuesto que a muchas personas no les importaba la supuesta muerte de Vicente. —Se plantaron unas cámaras adicionales a las que ya tenía tu padre, despedí a varias personas que robaban y no hacían nada y tengo en mente otras cosas para nuestra seguridad —Explicaba Ester a David, quien solo observaba su cuerpo, su mente solo estaba en lo que podía hacerle. —¿Me estás escuchando? —Reclamó de brazos cruzados, Ester. —Perdón nena, es que estás tan... UFF, que mi mente se bloquea, —admitió David besando sus labios suaves. — ¡David! —Gimió al sentir su mano tocar sus pechos. —Solo un poco, falt
Estar en un lugar donde el peligro era el principal protagonista de ese momento. ¿Un poco de miedo? Sí, Ester y David sentían que se activaba su sistema nervioso simpático, ese que logra que el corazón bombee más deprisa, y así envía más sangre a las distintas partes de sus cuerpos que la podrían necesitar. Decir que estaba haciendo fácil meterse en esa situación peligrosa, donde sus vidas estaban en peligro cada segundo que pasaba. Eran muchos los pensamientos que tenían, tal vez una bomba o alguien que los intentara matar ahí dentro. Aún así debían dar su mejor cara presentarse con la mejor actitud y seguridad que les daría la ventaja para ganarse la confianza de muchos y usarlos a su favo Con mucha seguridad y por supuesto, arrogancia y buena presencia, ambos bajaban las escaleras, siendo observados por todos los presentes. Vestidos negros, bonitos y elegantes, usaba las esposas de esos hombres que asistían a la mansión Carusso; sin dejar atrás, los trajes más caros y únicos,
1 semana después. Una dura semana Para quienes no estaban adaptados a un país que no fuese el suyo, cada movimiento que daban era importante para Heriberto, así que debían de tener mucho cuidado si querían seguir viviendo. Si ese hombre se enterase que ellos estaban en busca de una oportunidad para quitarle su cabeza, no lo pensaría dos veces para matarlos. Sin duda eran Días muy duros para Esther, investigando tratando de que no la siguieran y así poder llamar a Carlos para pedirle varios favores, esos que necesitaría cuando todo estuviera listo. Después de haber investigado todo lo relacionado con las leyes en Italia y que negocios podrían ser más factibles, Ester y David, ya estaban preparados para una nueva reunión con sus socios, Ester ya tenía una buena forma de hacer que julia aceptara el trato, de trabajar juntas o más bien Heriberto le diera el permiso de trabajar con ella. A David no le gustaba la sola idea de que ella se metiera en tanto peligro, conocía perfectamente
—¿Cariño, crees que estoy algo gorda? —preguntó Ester viéndose al espejo. Sentía que últimamente estaba más ancha de cadera y su ropa muy ajustada. —¿Gorda? —interrogó incrédulo acercándose a ella, besó su cuello y tocó su trasero. —Buena es que estás, hermosa, preciosa, linda, —Ester sonreía a todos sus halagos, olvidó el tema de su cuerpo y se vistió. Pero muy adentro de ella sabía que algo había cambiado en su cuerpo y especulaba que podría ser el cambio de clima o tal vez la comida de ese lugar. —Vamos a desayunar. —Ester, asintió, debían tomar un desayuno y esperar a los socios de Carusso. Aún no se acostumbraba a que sus vidas estuvieran en un constante peligro, David extrañaba su empresa y poder salir tranquilo, sin temer de ser atacado, ahí cada movimiento debían hacerlo con mucho cuidado o terminaría siendo su fracaso. Ambos negocios estaban bien para ellos, pero poder satisfacer el ojo de Heriberto, quien era el más impresionante de todos, a quien querían ver fue
La astucia e inteligencia de Ester, era puesta en práctica, reunida con Julia, explicándole todo lo que tenían hacer, lo que debían invertir si ella estaba de acuerdo y lo más importante, la persona que debían usar para camuflaje, ninguna de las dos podía estar incluida, de esa manera, podrían sacar el producto mucho más rápido. —Necesitamos a alguien de confianza, que no abra la boca si se le presenta una situación dolorosa y menos que nos quiera traicionar —Explicó Ester muy detalladamente, Julia tenía una grabadora, tanta información se le podía olvidar y no sabría como explicarle a su jefe. —Me parece bien, déjame investigar un poco sobre eso y te aviso, también dialogaré el presupuesto con mi gente, —respondió Julia mostrando seguridad, que a Ester solo le daban ganas de reír, ella podía notar lo títere que era de Heriberto. En el despacho de David, Heriberto dialogaba más sobre el proyecto que tenía en mente del club, David aprovechó su interés para confesarle su único prob