Capitulo 28
—Muchacho, mucho lo siento —expresó Heriberto con lágrimas en sus ojos, David no deseaba abrazar a ese hombre y mucho menos soltar la mano de su amada.

Pero él no le dio tiempo de nada y solo seguía hablando estupideces que David no quería escuchar.

—Estoy contigo para lo que necesites, empezando por buscar al culpable, —le hablo muy seguro de sus palabras.

—Es muy fuerte, quiero ver qué hicieron con su cuerpo, en estos momentos no sé qué hacer. —Habló David, acercándose a Ester.

Era muy difícil aguantar las ganas de decirle unas cuantas cosas o matarlo y acabar de una vez con todo.

—Te entiendo hijo, estaré en mi mansión, avísame cualquier cosa, ¿Ella es tu esposa? —Pregunto para cambiar, ya, el tema.

—Sí, señor, Ester Gavidia de Carusso. —Respondió Ester, extendiendo su mano con toda la arrogancia que podía transmitir ella.

Su mirada fija en la de él demostrando que podía ser mucho más peligrosa que él.

—Creo que te conozco de algún lado, —le dijo Heriberto al soltar su
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