Mi piel, extrañamente ardía ante su tacto. Pensé que en todo este tiempo mi cuerpo había dejado de reaccionar ante su tacto, ardía tanto que quería alejarme de aquella llama extraña sensación. —Basta —Lo empujo. Me odiaba muchísimo por sentir lo mismo, porque este sentimiento seguía intacto en mí. —Me voy — espeté. Casi que corrí hacia la puerta de la oficina de Aleksander, sintiéndome asfixiada. —¡Espera! —Aleksander me toma del brazo—. ¡Mierda! ¡Lo siento! Sé que te lastime, no pensé en ti, ni en tus sentimientos… —Acaricia mis mejillas—. Pero ahora todo es diferente, ahora vamos a tener un bebé. —No es diferente, no voy a dejar que me vuelvas a romper el corazón, no estoy, puedo volver a pasar por ello. —Dejame cuidarte, cuidarlos, sé que te hice daño, no creas que no soy consciente de ello, preferí alejarme de ti para no lastimarte más —Sus manos se dirigieron a mi abultado vientre—. No pienses que jugué contigo, fueron los mejores momentos que pasamos, si no fuese por ti,
Extrañamente, el tener tan cerca de Alekander y aún más, solos me estaba poniendo de los nervios. Cuando llego a la casa de Aleksander, sabía que este viaje iba de mal a peor, estaba tan confundida entre quedarme en su casa durante todo mi embarazo o simplemente escapar. ¿Él tenía derecho? —Y… —Aleksander es quien rompe el incómodo momento—, ¿Qué has hecho en todo este tiempo? —Pues…, empecé una pastelería. —Ya veo, ¿Por qué no lo intentas aquí en Francia? —¿Cómo? —Sí, podrías tener algo con lo que distraerte y mantenerte concentrada durante el embarazo. Trago saliva de forma pesada. —No lo sé, no lo tengo muy claro, eso de ya sabes… quedarme aquí. —Sé que mi abuela y tu madre quieren que nosotros nos casemos, sé que es una idea que te desagrada, pero… Se va a hacer lo que tú quieras, eres libre de tomar las decisiones que quieras, solo te pido o te ruego que intentemos tener una relación amistosa. —Está bien. —¿Qué te parece si mañana vamos al museo? —Frunzo el ceño—. ¡Es s
Después de aquella cita todo había cambiado entre Aleksander y yo, aunque no éramos una pareja ni nada por el estilo, la convivencia ya empezaba a ser mucho más pacífica, de hecho estaba haciendo de mucha ayuda, ahora que me estaba volviendo loca con el tema del bebé, de como ahora no me entraba la ropa.Me encontraba preparando el desayuno, ahora que Aleksander tenía que volver al trabajo sentía la necesidad de no ser una carga para Aleksander.—Buenos días, princesa… gracias por preparar el desayuno —Aleksander me da un beso en la mejilla y se sienta en una de las sillas del comedor—. Mi camisa en ti se te ve increíble.Me sonrojo.Mi vientre estaba increíblemente grande, tanto así que mi ropa no me entraba.—Igual, me veo fea, estoy llena de manchas… llena de estrías.—Aun con todo eso te ves tan hermosa.Nunca me hubiese imaginado estar bajo el mismo techo con Aleksander Mills, y mucho menos con un hijo suyo en mi vientre. Un bebé. Quería no verlo como un error, que el destino no
La habitación del bebé había quedado realmente hermosa, la diseñadora de interiores había hecho un excelente trabajo. Las paredes estaban pintadas de color negro con estrellas de color blanco, una hermosa cuna de color blanco, un clóset y un cambiador del mismo color, en el ventanal la cortina era de color gris al igual que la mecedora. —¿Qué te parece? —Aleksander me pregunta pasando un brazo por mi cintura. —Quedo bellísimo, pero… Los bebés crecen tan rápido casi no va a disfrutar su cunita, solo miralo —Señalo mi vientre. Aleksander me toma de los hombros para girarme y quedar frente a él. —No te preocupes, ya sabes lo que hemos hablado… —Vamos a vivir el día a día, paso a poso —Completo por él. —Eso es… Aleksander me abraza por la cintura posando su cara en mi cuello. —Hueles delicioso. No sabía si se trataba de mis hormonas, pero ahora me encontraba con más ganas de tener sexo que nunca. Sus manos sobre mi cuerpo no estaban ayudando a mantener bajo control mis hormonas.
Me arropo con una sabana intentando luchar contra el sueño, el aire caliente del aire acondicionado estaba siendo todo un arrullo para mí.—He estado pensando en un nombre para el bebé —digo.—Podemos hablarlo cuando lleguemos a casa con un buen chocolate caliente, aunque he leído que puedes tomar solo un vaso de café al día.—Es perfecto para el frío que está haciendo últimamente —Lo miro fijamente—, ya veo que has estado informándote.—Sí, siempre me ha gustado saber de todo un poco, en especial ahora —Una de sus manos se dirigen a mi vientre—. Que tú eres la única encargada de ese trabajo.—¿Hablas de hacerle la piel y los órganos al bebé?Me rio.—¿Qué crees que quiera hacer? —pregunto.—Con que sea feliz, me basta.En el camino nos la pasamos hablando de cosas triviales hasta que finalmente llegamos a una cabaña. El aire se sentía más limpio y todo era más relajante, la cabaña era de madera, tenía una chimenea, sillones de color café pastel.—¿Qué te parece?—¡Me encanta!Aleksand
Hemy sueña con ser un chef de renombre de la mano del hombre que siempre a admirado y en secreto amado.Aleksander Mills.Hemy y Aleksander tienen algo en común: El amor por la cocina.Hemy decide finalmente ir tras su sueño de ser la sub-chef de Aleksander Mills en Francia, encontrando que casualmente los dos van a ir de viaje en el mismo crucero. Hemy, por cosas del destino, se hace pasar como la prometida cuando justamente horas antes ella termina con él.Dándole inició a una extraña relación entre Hemy y Aleksander, quienes a pesar de querer alejar el uno del otro, tal como imanes, parecen no poder ignorar la tensión que hay entre ellos.OBRA ORIGINAL TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS LA HISTORIA QUEDA ESTRICTAMENTE SUJETADA POR DERECHOS DE AUTORÍA BAJO EL NOMBRE DE © Laura Machado GarciaEste libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son productos de la imaginación del autor o han sido usados de manera ficticia y no deben ser interpretados como e
La primera vez que supe que lo mío era ser chef, fue cuando probé por primera vez la comida de la cadena de restaurantes Mill’s Cook; En ese momento su abuela era la encargada de aquel lugar y tuve la oportunidad de conocerla y enamorarme de la cocina.Como la comida, además de satisfacer una de nuestras necesidades básicas, también nos conectaba con los que nos rodeaba y podía crear maravillosos momentos.Fue en ese momento cuando decidí que lo mío era estudiar gastronomía, y con los conocimientos que me había enseñado mi abuela, mi padre, que era el mejor cocinero que jamás había conocido, me encaminé por aquel camino hasta llegar hasta hoy.Donde entregaría mi trabajo final para graduarme tenía que hacer un plato que fuera exquisito para el quisquilloso paladar de mis maestros, así que me había decantado por hacer un Cupcake The Golden Phoenix, un postre que valía muchísimo dinero, era un postre que normalmente se servía en Dubái.—¡Guau! —Exclama mi mejor amiga Faby mirando mi pla
Las lágrimas caían por mis mejillas de forma apresurada, las palabras de Aleksander habían sido como si me hubieran clavados miles de cuchillos.Mi orgullo estaba herido, y me dolía muchísimo el que parecía no ser merecedora de nada, aunque de cierto modo decía la verdad… Tenía que esforzarme para alcanzar el nivel de los otros chefs que están de la mano con Aleksander.Muchos de ellos estudiaron en grandes universidades y estudiaron la gastronomía de muchos continentes, así como lo había dicho Aleksander y lo que hacía que me doliese debía de admitir que él tenía toda la razón.En ese momento mi celular vibra avisándome de un mensaje de email.De: Miami Culinary InstitutePara: Hemy CollingAsunto: Cordial saludo.Le adjuntamos en este correo sus tiquetes para el crucero al cual fue ganadora el día de hoy, quedamos atentos a cualquier problema.Directiva de Miami Culinary Institute.¡Eso es!«Esta debía ser una clase de mensaje del destino para que no me rindiese!»Me levanto de la c