“… Sintiéndome confiado de tener a Danna con tres dardos bien clavados, proseguí con la presión, disfrazada de un acercamiento unilateral. Pues yo no estaba, ni de coñas, dispuesto a entrar de lleno en la apuesta; no por nada me consideraba un buen crupier siempre listo para que la casa gane.
—Empieza por no llamarme señor, dime Daniel —solté de buenas a primeras.
—No, señor, aún no hemos llegado a un acuerdo, por lo tanto, seguiré llamándolo señor — refutó muy seria. Debo reconocer que eso me sorprendió y me hizo preguntarme; ¿quién es esta mujer que tengo al frente?, ¿por qué no actúa como el resto de las mujeres que conozco?
—Bien, Danna, cómo usted quiera —Me resigné a escuchar sus reglas, le entregué un gesto de indulgencia envuelta en resignación. Total, qué tanto podría cambiar las reglas del juego.
Propuestas, que según sean planteadas rechazaré “educadamente”. Desde un principio debo hacerle entender que; yo mando y ella obedece. Ya saben dominante y sumisa, como debe ser. Desde tiempos inmemorables los hombres, machos, pechos peludos domamos y adiestramos, para ser precisos; domesticamos, a esas pequeñas fierecillas que se creen leonas, pero al final de cuentas dentro de nuestros encantos se vuelven gatitas silvestres. Por ende, ningún hombre que se precie de serlo, dejará que una mujer imponga reglas… «No señor, eso nunca, mientras yo pueda evitarlo», dejé que mis pensamientos varoniles dominen mi mente.
—Solo será por seis meses, ni un día más —limitó el tiempo del trato. La voz salió segura, de hecho, muy segura para mi gusto… «Claro que sí, porque solamente necesito seis meses para verte de rodillas a mis pies. Sentencié para mis adentros», sin necesidad de refutar la primera regla, así que me limité a hacer un ademán de cabeza.
—Aceptaré el primer pago, pero no el segundo al menos que se me presente alguna emergencia, en todo caso no creo necesitar tal cantidad de dinero adicional, solo recibiré el que me permita cubrir la urgencia que se presente —dijo, manteniendo una mirada cautelosa sobre mí… «Nuevamente, asentí lentamente con mi cabeza manteniendo su mirada… «Astuta y precavida me salió la mujercita», lo que confirmó mi teoría; las mujeres solo quieren solvencia económica y un pendejo que pague por ella. Segunda regla sin refutar, aunque lamentablemente vi como el dardo de la economía cayó junto a mis pies».
—No dispongo de poder económico ni conocimientos de actos sociales, por lo tanto, usted señor, deberá seleccionar y comprar lo necesario, todo lo que use le será devuelto al final de los seis meses — aseguró, para mi sorpresa.
—Sí, ya le dije que los gastos corren por mí, no tiene que devolver nada de lo que le entregue, será suyo, insisto en ello —Me hice ver como todo un caballero, con tal, de ganar la apuesta.
—Sí usted insiste en esto último, entonces señor, por favor solicito que las facturas estén a mi nombre; en caso que yo decida vender algo, y tomando su palabra; como serán míos, usted no podrá preguntar por el paradero de los artículos —expresó con un brillo en sus avellanados ojos... «¡Ufmmm! eso me dejó fuera de base, pero acepté, total; qué tanto puedo gastar en ella», me pregunté, además lo más importante era que la tercera regla quedaba intacta, así que no había queja de mi parte.
Danna, retoma la conversación y continúa lanzándome flechas las cuales no intento esquivar, ya que compartimos secretamente la idea que lo nuestro será un simple y lucrativo contrato con fecha de expiración.
—Estoy comprometida, por lo tanto, usted, no tendrá ningún contacto con mi circulo social o familiar —Me aseguró ella… Principio del formulario«¡¿Pero qué rayos?!», me surgieron varias preguntas en la mente; una de ellas era: ¿cómo se atreve a decir eso? Escuchar a una mujer negarse a presentarme a su círculo social y familiar me resulta extraño, ilógico, inimaginable. Me intrigaba saber si esta mujer pertenecía a este mundo y, a pesar de que mi orgullo comenzaba a resquebrajarse, decidí aceptar, aunque a regañadientes, esta cuarta regla… «¿Es este dolor en mi pecho lo que se siente al ver pisoteado el orgullo?, ya te las cobraré», una amenaza se instaló en mi interior arrugado por su rechazo, pero lo acepté con estoicismo.”
Final del formulario
Algo enfadado y contrariado por las ya exigidas reglas, intenté dar por terminada la reunión al extender mi mano para cerrar el trato, pero, ¡Dios mío!, vi como la mano de ella no se movía sino todo lo contario inclinó su cabeza de medio lado y chasqueando la lengua sonrió haciendo saber que su lista aún no estaba terminada. Me obligué a recoger mi mano, mientras achinaba mis ojos con fuertes deseos de callar a esta mujer.
—Tendrá que facilitarme un celular, por el cual, nos mantendremos en contacto, ya que no usaré el mío —exigió tranquila y con tal indiferencia que se me erizó la piel… «Pero para ser justos esta quinta regla me beneficia», así que, cierro mi varonil boca para morder mi filosa lengua… «Tranquilo, la siguiente regla será la que refutaré», me dije, aunque viéndolo desde mi ganador punto de vista esta mujer había pensado en todo, y eso me facilitará las cosas. Acepté subiendo mis hombros con desdén.
—Al terminar esta loca relación, usted, no podrá despedirme —enfatizó.
—Esa nunca ha sido la idea, se lo puedo asegurar —Le dije sinceramente… «¡Rayos!, me odié al quitarme, yo mismo, la oportunidad de refutar esta sexta regla», pero de ser sincero, nunca fue mi intención despedirla, aun sí Morgan sale triunfante.
En ese momento un silencio inesperado se instaló en nuestra negociación. Ella respiró, giró su rostro hacia el ventanal, luego buscó con la mirada la puerta para, finalmente, atrapar mis ojos que estaban a la expectativa. Así que activé todos mis sentidos, y es cuando la escuché resoplar una y otra vez… «Aprovecha a respirar ahora porque te faltará el aire cuando suspires enamorada de mí», mis pensamientos se perdieron dentro de mí al sentenciarme como el ganador.
Contemplé como sus pálidas mejillas cambiaron a un rosado hasta lograr reflejar un rojo intenso. Color que me hizo sentir un cautivador, sintiendo regocijo al darme cuenta que mis efectivos encantos harán de ella una más en mi lista de conquistas. Su frente reflejaba rastros de un ligero sudor. ¡Rayos!, tragué saliva, me pregunté qué tanto sudará luego de alcanzar un par de orgasmos en mi cama, o sobre este escritorio, o tal vez en el mesón de la cocina, mientras la estufa terminaba de calentar nuestros cuerpos.
Sus manos se apretaban entre sí; logrando imaginarlas firme alrededor de mi gran y fiel falo que estaba empezando a inquietarse entre mis piernas, solicitando satisfacción. «Tranquilo amigo, ella será toda tuya luego de un par de citas», mis pensamientos se rieron por mí, presagiando el futuro.
—¿Danna?— rompí el incómodo silencio, y al ver que no respondía me levanté para acercarme a ella. —Danna, ¿éstas bien?— volví a preguntar. Ella levantó sus ojos, apretó sus labios e implanta la siguiente regla con voz tímida.
—Referente a las relaciones sexuales esporádicas, déjeme decirle que tal vez después de la primera, usted decida no repetir —La escuché carraspear su garganta, buscando valor para continuar… «Mi mente trató de procesar lo que acababa de salir de esos sensuales labios, pero esta no estaba preparada para procesar dicha afirmación», así que no logré pensar en nada».
»Porque mi experiencia sexual es muy poca en comparación con la suya, señor. Ya que solo las he tenido con mi prometido en contadas ocasiones, así que le garantizo que no lo podré satisfacer como usted está acostumbrado —dijo, mientras ella se miraba sus manos temblorosas y una lágrima silenciosa rodaba por su mejilla.
—Espera, ¿me estás tratando de decir que solo te has acostado con tu prometido?, pero tienes veintiséis años— afirmé asombrado. —¿Qué tan lejos has llegado con tu novio?— pregunté tan intrigado como ansioso, a la par que un cúmulos de miles de sensaciones revolotearon en mi cochina mente sexual.
Con una actitud llena de indignación, Danna, me reprochó, y con sobrada razón, mientras mi imaginación reflejaba cientos de imágenes que pasaron desde la sumisión a la entrega total, sin dejar de lado encuentros en lugares públicos, incómodos y hasta peligrosos. Dos fluidos se activaron en mí en ese momento; la saliva que tragué pausadamente y mi preseminal que estoy seguro goteó mojando el glande de mi carnoso amigo.
—Eso es algo privado que prefiero no discutir con usted, señor –dijo, manteniendo mi mirada en sus manos… «¡Genial! un bono extra como motivación, le agradezco a Dios por eso… Triunfo, que cerca te veo. Nunca, jamás me perdonaría perder esta apuesta», juré internamente... «No refutes», me gritó mi sexual conciencia.
Luego de otro silencio incómodo la vi subir su rostro con la dignidad recuperada y en esta ocasión exigió más que solicitar. Su tono de voz fue claro y fuerte conforme inició a decir.
—Le voy a pedir o mejor dicho exigir un gran favor; en caso de hacer algo que me incomode en el acto sexual pronunciaré la palabra miedo dos veces, usted deberá cesar en ese mismo instante la actividad y no repetirla nuevamente —dijo, sosteniendo una mirada firme en mí.
Sus ojos reflejaron un brillo inesperado que, difícilmente, logré definir, pero podría jurar que estaba entre la timidez y la vergüenza… «Otro dardo acaba de caer a mis pies, el de la moralidad», maldije para mis adentros, mientras levantaba mi corrupta mano derecha para jurar en vano.
—Tranquila, ya le dije, no soy un maniático sexual ni ningún aberrado, vuelvo y le repito, la compañía sexual no es el objetivo de esta relación contractual —enfaticé, rogando que no pille mi mentirijilla, porque internamente me aseguré de garantizarme disfrutar sensual y sexualmente de esta casi virgen durante esos seis meses, ese bono no lo iba a desaprovechar.
—Y por último y más importante; dos veces a la semana yo me ausentaré para reunirme con mi prometido por unas seis horas aproximadamente, durante ese tiempo permaneceré incomunicada, ya que apagaré el celular, usted no podrá impedir o preguntar nada referente a ese tiempo, en cuanto yo este nuevamente disponible le enviaré un mensaje haciéndole saber —aclaró de manera enfática… «¡Rayos!, esta sí que la refutaré. Aquí me impondré», me forzó mi alfa interior.
—Lo siento Danna, pero no puedo aceptar que te desaparezcas por tanto tiempo, te daré dos horas para tus encuentros románticos —Me impuse de la manera más frívola y descarada sin darle opción a negociar.
Danna, me observa y analiza, en cuestiones de segundo se levanta de la silla, apoya sus pequeñas manos en mi impecable escritorio, sube los hombros, y de su boca suelta.
—¡Genial!, demos por nula la oferta, no acepto entonces, búsquese otra mujer, pues esta está a punto de retirarse de su oficina. Entienda algo; no es un punto a negociar, es usted el interesado en este trato no yo. Por otra parte, no pienso ni por un minuto dejar de estar con mi prometido para esperar que usted me necesite, adiós —dijo extendiendo, lentamente, su mano dando finalizada la reunión… «Salvaje leona disfrazada de gatita, mataré a Morgan por elegir una fiera en lugar de una mujer», juré vengarme de mi amigo.
Comprobé con ojos llenos de ira al último dardo rebotar contra el piso, contemplé como mi diana queda, completamente, vacía anunciando mi derrota antes de empezar la partida... «¡Rayos, rayos y mil veces rayos!, mi apuesta se va por el drenaje antes de iniciar la jugada», un pensamiento con sabor a derrota me invadió.
—Siéntate —Le grité, con voz gruesa, pero ella mantuvo sus pasos firmes, moviendo sus largas piernas sin inmutarse, el sonar de los tacones marrones que estaban parcialmente cubiertos por esos pantalones de lino grueso me hicieron saber que se aproximaba a la puerta.
—¡Que te sientes! —Le espeté, pronunciando pausadamente cada palabra. Finalmente pude ver como disminuyó solo un poco el andar. Pero, rayos, segundos después los acelera.
—¡Rayos!, Danna —Llegué con tres zancadas hasta ella, la tomé en un solo movimiento por la pequeña cintura, levanté sus pies del suelo, y apoyé su espalda en mi pecho… «¡Ummm!, que rico huele, capté perdiéndome el delicado olor que brota de su cabeza, con pensar que en este aroma de rosas y jazmín me perderé, mientras nuestros gemidos rebotarán sobre cuatro paredes», la cochinilla imaginación sexual se apodera de mis pecaminosos pensamientos… «Genial, es ligera, me facilitará varias posiciones en elevación que pienso hacerle».
—Loco de m****a, suéltame o grito, y serás tú quien tenga problemas —pelea infructuosamente contra mí.
—¡Dios!, Danna qué te pasa— pregunté tratando de ganar tiempo. —No estoy interesado en tu vida privada— Le dije bajando el tono de voz.
—¡Suélteme! —gritó varias veces aún con actitud de pelea.
—Danna, te voy a soltar, pero deberás calmarte, solo respira profundo, ¿quieres?, esta conversación está tomando un rumbo equivocado, lo juro —dije lo más pausado que pude.
»Danna, voy a ir soltándote, mientras nos calmamos, luego buscaré un poco de agua para continuar hablando —rogué como nunca había hecho jamás. Mientras que ella se calmaba, de a poco, mi agarre fue disminuyendo hasta que ambos solo respirábamos buscando control. Me levanté, serví un vaso de agua y uno de brandy, giré sobre mis talones para llegar al sofá donde ella estaba sentada.
»Danna, me voy a sentar junto a ti, nos tomaremos esto y continuaremos como las personas civilizadas que somos, ¿de acuerdo? —ella asintió con su cabeza algo arrepentida.
—¡Bien!, —afirmó algo asustada por nuestra reacción. Pero igual, extendí el vaso de agua, pero ella negó y extendió su mano para tomar el de licor. Nos miramos de reojos y de ambas bocas se desplegaron un par de sutiles sonrisas que nos dejaron apenados.
—Danna, está bien, no hay problema acepto tus reglas. Realmente te necesito, entiendo que ames a tu prometido, y no soy nadie en tu vida para pedirte que regules el tiempo de ambos. Perdón, no fue mi intensión llegar a ese extremo. Pero sí estás de acuerdo con mi propuesta bajo tus reglas estoy dispuesto a aceptar —Le extiendo formalmente mi mano, esperando una respuesta positiva.
»Por mí, trato hecho —mantuve extendida la mano.
—Trato —dijo ya mucho más calmada. Di por finalizada la primera etapa. ¡Qué empiece el juego! ...”
“… Conforme, pero algo agotado por las negociaciones con Danna, opté por acompañarla a la puerta, no sin antes, aprovechar la oportunidad de colocar mi juguetona mano al final de su espalda. Sentir el bamboleo latino de sus caderas; esas mismas que emitieron unas ráfagas de electricidad que recorrieron la mía desde mi nuca hasta el final de la misma para finalmente rodear mi cintura e iniciar el bombeo en mi cilindro carnoso fue una majestuosidad del presente a entregarse al futuro Ella, sin mucho disimulo, intentó apurar su paso al sentir el calor de mi mano, así que, extendí la abertura de mis dedos para abarcar mayor espacio corporal. En ese momento le sugerí que se relajara, y que deberá acostumbrarse a mis toques y caricias. Danna asintió, buscando relajación, bromeó diciendo que parecemos pin y pon, ambos reímos, ya que de ser sincero su cabeza llega, escasamente, a la altura de mi pecho. Juraría que era tan menuda que mis manos podrían cubrir con facilidad su sensual espalda..
“…Entramos al club, ya la reunión había comenzado, posé mi mano en su cintura y pude sentir como se estremeció, no sé si fue un gesto de sorpresa o de desagrado, aun así, no se quejó, así que la mantuve allí hasta llegar a la enorme, pero bien decorada mesa. Ubiqué nuestros puestos asignados y me dispuse a disfrutar de la buena compañía. La presenté como una amiga y colega muy especial. Para mi sorpresa fue increíble la facilidad con que se logró incorporar al grupo, enseguida entabló conversación con la señora Paula esposa de uno de los mayores accionistas de la empresa. Yo me dediqué a finiquitar varios acuerdos comerciales, constantemente volteaba a verla, ella hablaba y sonreía como si de una rutina se tratase, en un par de ocasiones buscó mi mirada.Llegado el momento de la cena no dudé en aproximarme a ella, la tomé firme, aunque respetuoso de la cintura haciendo que Danna sintiera mi control o dominio, como quieran llamarlo, recorrí su espalda hasta llegar a la nuca robándole
“… «Y yo ¿qué hago?», me dije como un tonto allí metido en el carro. No podía volver solo a la subasta tan rápido, así que me dirigí a un centro comercial a hacer algo de tiempo antes de volver al acto social.Casi una hora después, allí estaba yo, saliendo de una joyería luego de comprar una tobillera para la mujer que me acababa de dejar plantado para irse a encontrar con su prometido… «¿Pero, ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿qué me está pasando?», me reproché.Mientras yo conducía resignado de vuelta al orfanato mi cochina imaginación inició el estreno de mi nueva película para adultos, donde mi cuevita es la protagonista, pero mi troncón no… «¡Qué Rayos!, cómo ella puede preferir a un actor de reparto cuando puede dejarse explorar por el protagonista, o sea yo», muevo, bruscamente, mi cabeza para sacar a este film de cartelera y así evitar un accidente automovilístico.Al llegar al orfanato, claro, Paula y esa socia preguntan por Danna, tuve que mentir diciendo que se fue a una
“… Decir que yo estaba tan ansioso como excitado para entrar en la habitación, era un eufemismo. Aunque Danna se mostraba más tensa de lo que yo hubiese esperado, tal vez, porque sabía, perfectamente lo que estaba a punto de acontecer… «Ya era hora, dos meses sin sexo real a fuerza de películas porno no filmadas o de una rápida relación entre manuela y troncón me tienen peor que un adolescente hot», pensé listo para la acción.Me acerqué para susurrarle al oído que todo estaba bien, que tuviera la mente abierta y si algo la molestaba o incomodaba yo estaba consciente de lo que debía hacer; en caso de que ella pronunciara su palabra de salvación. Decidí iniciar con una hilera de besos alrededor de su rostro, le entregué dos en sus ojos dando como resultado que ella los dejara cerrados, mientras yo busqué su apetecible boca, para mi sorpresa ella me correspondió de inmediato. No supe si fueron las copas de más o ya ella empezaba a crear un vínculo en esta relación. Realmente no me impor
“... La claridad de los rayos del sol nos despierta, al igual que el bullicio de los otros invitados. Danna corre al baño, empezando a vomitar casi descontroladamente. Lo que me asustó.—¿Te encuentras bien? —Quise saber todavía desnudo, mientras la ayudaba con su cabellera.—Sí, tranquilo, creo que fue mucho vino para mí —dijo, vestida con su traje de Eva, mientras se enjuaga la boca.Nos bañamos juntos disfrutando de otra tanda sexual para luego salir a desayunar. En la mesa ya estaban ubicados varios invitados, Paula se nos acercó a saludar. —¡Wow! Danna tienes un semblante distinto hoy, creo que pasaste una muy buena noche —Al rostro de la dueña de mi cuevita se le incrementó el tono del rubor, provocando las risas entre los invitados. Para que ella se sintiera apoyada me le acerqué por detrás, abrazándola y dándole un par de besos en la mejilla.Nos unimos al grupo de comensales para luego disfrutar del área de la piscina, allí pude ver a Danna con cara de preocupación, intenté a
“… Un día en particular y por primera vez, yo iba camino a su casa media hora antes de la acordada. Necesitaba adelantar unos contratos, ella estaba de permiso médico por una virosis, por lo que no se incorporaría hasta dentro de cuatro días. Así que esa fue la excusa perfecta para ir adentrarme en su vida privada. Mi troncón se emocionó, pensando en lo que le haría a su cuevita. La ventaja de saber que ella estaba evitando a toda costa un embarazo me había permitido experimentar las mejores tandas sexuales sin preservativos; vaciarme dentro y sobre de ella... «Esa lujuriosa y lascivia actividad se había vuelto el pasatiempo favorito y casi obsesivo de troncón, en ocasiones, recostado sobre el colchón sudado me intrigaba si mi blancuzca sustancia era inagotable», me preguntaba en silencio a punto de dormirme agotado, sudado, pero, ¡rayos!, satisfecho. —Hola, buenos días, Danna —saludé, sensualmente, feliz en cuanto abrió la puerta de su apartamento.—Buenos días señor, pase, siéntase
“… Me removí bajo mis sábanas de seda negras, listo para continuar los preparativos de la gran sorpresa. Respiré ilusionado como cuando apenas era un imberbe inocente que se conformaba con ojear apurado y a escondidas las casi revistas porno de mi padre cuando este se marchaba a trabajar. Eran los minutos más increíbles del día, claro descontando los quince minutos que me llevaba erguir a mi troncón, quien en aquel tiempo en algunas que otras ocasiones se negaba a levantarse, pero la culpa definitivamente era de la insegura, penosa e inexperta manuela. En fin, gracias a Dios que hace años pasé de las revistas a las películas, allí manuela tomó mucha experiencia, logrando hacer de mi virginal pene todo un troncón, pero como era de imaginarse las triples X no eran suficiente, así que a los diecisiete años troncón se graduó con honores; con el pasar de los años entre camas ajenas, ascensores, baños públicos y universitarios, playas, piscinas y algún que otro hotelucho de mala muerte logr
“… Tras una noche muy larga para mí, la mañana del sábado llegó más tarde que temprano. Ya estábamos a punto de aterrizar, íbamos a gozar de un fin de semana solo para nosotros cuatro en una cama para dos; troncón, cuevita, Danna y yo.No sabía qué pensaría del regalo de cumpleaños que le tenía preparado, esta vez la tobillera era algo diferente; sabía muy bien que Danna no podría usarla, pero igual era de ella.Ya habíamos desempacado, estábamos por cambiarnos la ropa para bajar a la playa, cuando la senté en el borde de la cama y le dije que iba a enseñarle su primer regalo de cumpleaños. Así que; empecé a hacerle un stripper muy bien ensayado, dejándola absorta con la boca abierta y a cuevita húmeda, era la idea, me quité la media del pie izquierdo, el que coloqué sobre su muslo invitándola a detallarlo. Ella abrió los ojos hasta casi más no poder, se tapó la boca, tragó un grito y empezó a temblar, comprendiendo lo que yo había hecho.—¡OMG!... Por Dios, ¿cuándo lo hiciste?... est