“… Vi a Morgan salir de mi oficina luego de sellar nuestra apuesta, me preparé, mentalmente, y planifiqué un algoritmo de acciones para ganar.
Me levanté de mi asiento dirigiéndome con paso firme hacia el ventanal que me daba una vista al lado empresarial de la gran ciudad de Caracas. Donde mis padres decidieron establecer el punto central de operaciones de un consorcio enfocado en las bellas artes. «El amor versus realidad, es fácil presagiar el ganador», pensé sintiéndome confiado al imaginarme llamar al primogénito de Morgan por mi nombre.
Desde pequeño se me inculcó que la constancia, la tenacidad y el trabajo duro dan resultados en todos los aspectos de la vida. Mi madre me ha repetido hasta el cansancio que se debe cerrar cada ciclo que iniciamos. Así que; fui capitán del equipo de básquetbol en la universidad, presidente del foro de discusiones en la clase de arte contemporáneo, y el segundo en la promoción de graduandos en la universidad. Morga se llevó el primer lugar, sin embargo, fui un fuerte competidor; así que me siento orgulloso de mí mismo.
—Constancia, tenacidad y trabajo duro —Me repetí en voz alta, mientras tronaba mis dedos frente a mi rostro, decido que es momento del trabajo duro. Me organicé para poner en marcha el plan. Hice una lista mental de las fases que debía ejecutar y fijé la meta final; ganar la puesta. Me reí a mis anchas al dar por terminada la fase uno.
«Bien, Danna, tengo seis meses para verte a mis pies; rogando y llorando para no quedarte sola. Así que; prepárate, pues no pienso perder. El hecho que estés comprometida le da un sabor más interesante a este reto, tu novio morirá cuando sepa que tú estás dispuesta a todo por mí, pobre tonto, de seguro que después de eso se unirá a mi clan de; no al amor», pensé, presagiando el futuro.
—Fase dos —pronuncié, presionándome para continuar, a pesar de que ya saboreaba la victoria.
¡Danna, Danna, Danna!, primero lo primero, llamé a recursos humanos para solicitar tu expediente, me reí mentalmente ante mi posición privilegiada de gerente.
Vi de reojo a mi secretaria entrar carpeta en mano, con una sonrisa que no dejaba mucho a la imaginación. Sabía de los sentimientos de ella hacia mí. Pero una regla clara para ser valorado y respetado como jefe; es ver a la secretaria como una hermana o peor aún una abuela; para evitar caer en demandas por acoso sexual. Extendí la mano para recibir la carpeta sin levantar la vista de mi computadora.
—Es todo por ahora —Le dije, educadamente firme, dándole pies a retirarse. De reojo contemplé esa falda tubular negra como la noche, que le llegaba a media pierna. —¡Diabla, diablilla, diablura!— Me recriminé, tratando de imaginarla como mi hermana, «tal vez podría ser una adoptada», me quejé, mentalmente, al hacer cumplir esa regla de oro.
—Apuesta… Danna… ganar —Me repetí una y otra vez para volver a enfocarme.
Abrí la carpeta, dando inicio oficial a la fase dos. Vamos a saber de ti, mi querida Danna. Me concentré al revisar con detenimiento la ficha de vida para saber; ¿quién eres?, ¿de dónde vienes?, y ¿cuáles son tus aspiraciones?, aunque lo último ya lo sabía; aspiras a casarte con tu novio, pero eso no va a suceder… «Lo lamenté por ellos, pues esta apuesta la gano yo», pensaba en mi éxito por sobre Morgan.
Comprobé que estudiamos en la misma universidad con dos años de diferencia, fuiste buena estudiante, no tan buena como yo, pero buena al fin… «Al menos podremos entablar una conversación interesante», asumí. «Tienes dos años trabajando aquí y ya te han ascendido… eso habla bien de ti», pensé para mis adentros.
—Hace siete meses solicitaste una beca para realizar un postgrado, pero luego la rechazaste… ¿Quisiera saber por qué? —pronuncié con algo de intriga… «Ya tendré oportunidad de averiguarlo», comencé con una lista de puntos a tener en cuenta.
—Sin hijos, ¡Genial!, porque no soporto a esos babosos —Un simple ademán de cabeza afirmó que me gustaba ese hecho... «Odiaría tenerlos cerca de mí», pensé, mientras un escalofrío recorrió mi piel.
—Tienes asegurados a tus padres —continué leyendo nada extrañado, pues la asumí predecible… «Aparentemente, eres una hija responsable», pensé.
—Has pedido dos préstamos grandes en los últimos seis meses y el pago adelantado de las vacaciones sin el disfrute de los días libres —Me sumergí aún más en el expediente… «¿Por qué necesitas dinero?, tal vez será para los gastos de la boda, pobre tonta solicitar tantos préstamos para un matrimonio que no se dará a menos si yo lo puedo impedir», mentalicé para ganar la apuesta.
—Tendrás que vestirte muy sensual para mantenerme interesado en ti —Una inquisitiva realidad arremetió contra mí mismo, al darme cuenta de que ella no jugaba en mi liga, ni era una bomba sexual, pero tampoco estaba tan mal; con pocos arreglos, un par de retoques, y que el maquillaje haga su magia. Total, era solo por seis meses y no para toda la vida… «La imaginé convirtiéndola en mi tipo de mujer; ya saben sexy, sensual, coqueta, provocativa, una fiera en la cama, el sueño de todo hombre», el gusanito del control comenzó a planificar por mí.
Luego de terminar de leer el expediente, escuché a mi secretaria anunciando a Danna.
—Buenos días, señor me informaron que necesitaba de mi presencia, ¿en qué lo puedo ayudar? —Me dijo la víctima de la apuesta con su mejor sonrisa.
—Buenos días, siéntese licenciada Danna —Le ofrecí, mientras cruzaba mis dedos apoyándolos en mi barbilla, manteniendo la mirada en los ojos de ella. Aun sabiendo de qué ese simple gesto haría que las entrañas de mi secretaria le ardieran hasta más no poder.
—¿Deseas algo de tomar? —Le ofrecí, a lo que ella negó con un gentil ademán de mano.
—Por favor cancele todas mis citas por hoy, que nadie nos moleste, no me pase ninguna llamada —solicité a mi secretaria antes de que esta saliera de la oficina con los labios fruncidos. Decir que la respiración de la licenciada que tengo al frente se paralizó es decir poco… «Respira, mujer, respira», pensé al verla palidecer.
—¿Ha sucedido algo, señor? —preguntó con recelo, tal vez, tratando de recordar haber cometido algún error grave como para este tipo de reunión. Su pierna derecha se movía rápidamente, indicándome que estaba hecha un manojo de nervios. Así que decidí atacar directo a la yugular.
—Vayamos al grano Danna, me han informado que usted ha solicitado tres grandes préstamos y un adelanto monetario de sus vacaciones —pronuncié en tono de reto, mientras no le quitaba la mirada.
—Sí, señor, es verdad, pero he solicitado todos los préstamos según las bases legales de la empresa, en ningún momento he faltado a los estatutos establecidos —objetó con su barbilla bien en alto.
—Sí, así ha sido, pero le informo que he rechazado la última solicitud —solté sin aspavientos, bajando las manos dejándolas sobre mi escritorio.
—¿Y se puede saber por qué ha decidido negar el préstamo, señor?, yo realmente necesito este dinero, verá es de vida o muerte —respondió con voz trémula.
—Eso suena a alguien desesperado, licenciada Danna—… «Esta es mi oportunidad de atacar», analicé en fracciones de segundo. —¿Y para qué necesita el dinero?, ¿se puede saber? — achiné mis ojos, tratando de intimidarla.
—Son por razones personales y verá, señor, no estoy obligada a dar esa explicación así que si no tiene más que decirme me retiro a mí puesto de trabajo —reaccionó molesta, como era de esperarse, ya poniéndose de pie.
—Aún no le he dado permiso para retirarse, no hemos terminado señorita regrese y siéntese —espeté, frenándola en la puerta. Recordé el refrán de mi abuelo materno; si quieres dar en la diana apunta al centro. Sé por experiencia que atacar al centro siempre deja desprevenido al oponente, así que mi dardo fue directo allí.
—Le tengo una propuesta que tal vez nos pueda beneficiar a ambos, déjeme explicarle —sugerí, mientras ella se sentaba nuevamente, retirando los mechones de su cara con un suave movimiento de su cabeza. Gesto que encontré, delicadamente, sensual. Tragué saliva y me enfoqué en convencerla.
—Por lo visto necesita dinero constantemente y yo requiero a una mujer que me acompañe por los próximos seis meses —lancé mi primer dardo, exponiendo de manera fría y restando importancia moral a lo que acababa de decir.
—¡Perdón!, señor ¿a dónde quiere llegar? —intentó evitar ser perforada. Pero ya era tarde mi dardo entró en ella. Pude ver sus niveles de indignación y enojo al tope máximo, definitivamente se reflejaron en su cuerpo tenso y la mirada penetrante sobre mí.
—Es muy fácil yo le daré el dinero que necesita y usted me dará lo que yo le solicite, es así de simple —lancé mi segundo dardo respondiendo confiado, recostando mi espalda en mi confortable silla ejecutiva.
Segundos después pude oírla respirar, profundamente, varias veces. Indicándome que este dardo fue más doloroso que el primero. La observé levantarse y caminar hacia la puerta, tuve que actuar rápido para evitar que saliera de la oficina. Me levanté con grandes zancadas, llegué a ella tomándola del brazo, la retuve hasta que me vi obligado a soltarla por el tipo de mirada que me dio. Realmente no sé si me asusté o me impresionó la cantidad de lágrimas retenidas en sus oscuros ojos.
«Mierda, tengo que improvisar en este momento», me dije, porque estaba a punto de perder el control de la situación y ese era un lujo que no me podía dar. Así que abrí mi embustera boca y dejé que de ella salieran las mentirosas palabras.
—Creo que me ha malentendido, por favor siéntese y escúcheme cinco minutos es todo lo que le pido —suavicé mi tono de voz casi a nivel de súplica.
—No le estoy pidiendo ser una acompañante sexual, créame de eso me sobra y no tendría que pagar por ello, tengo una lista de mujeres dispuestas a tener en su currículo social el haber salido conmigo solo por el hecho de ser uno de los gerentes de esta empresa —Le dije, cruzando los brazos y apoyándome en el escritorio al frente de ella.
—Entonces debe explicarse mejor, señor, porque lo que usted me dio a entender me sonó a acompañante sexual —reprochó, tratando de evitar que un par de lágrimas rodaran por sus mejillas.
Opté por apaciguar mi tono de voz para transmitirle confianza; listo para lanzar en tercer dardo. —Necesito una mujer para salir como cualquier pareja normal, que me acompañe, consecuentemente, a algunos actos sociales, viajes y otras actividades que así lo requiera— Aclaré tranquilo con total naturalidad, mientras le entregaba un pañuelo; el cual, con toda dignidad, Danna, rechazó. —Pero no quiero ningún enlace emocional, ya que será por seis meses, no quiero ilusionar a ningún corazón, así que le propongo lo siguiente— Empecé a enumerar con los dedos de una mano.
—Saldremos por seis meses a partir de mañana —inicié mi conteo.
—Todos los gastos corren por mí, implicando ropa, viáticos; ya sabes esos gastos generales —levanté mi segundo dedo.
—Nadie de la empresa, amigo o familiar debe saber de nuestro acuerdo —amenacé sutilmente.
—En caso de ser descubiertos por cualquier miembro de la empresa diremos que somos primos, de esta forma resguardaremos su reputación, señorita, pero a cambio de proteger su dignidad de mujer usted se limitará a seguir mis normas y exigencias —terminé de desplegar los últimos dedos de la mano.
—Tal vez, de vez en cuando lleguemos a tener relaciones sexuales, pero tranquila no soy un maniático ni sadomasoquista, para decir verdad soy un hombre clásico en ese aspecto — proseguí elevando un dedo de la otra mano.
—Yo le depositaré en su cuenta personal mañana el monto solicitado en el préstamo y al final de los seis meses le triplicaré la cantidad, creo que eso le resolvería el problema económico que tiene —subí los hombros y finalicé, alzando mis manos en dirección al cielo como quien leer una lista del supermercado.
Para ese momento ella me miraba con los ojos más desorientados que yo había visto jamás. Se tapó la boca como para evitar gritar levantándose lentamente, apartó su mirada pidiendo permiso para retirarse. Pero yo sabía que, al dejarla salir, sería derrotado por Morgan. Nuevamente, abrí mi astuta boca preguntándole —¿Para dónde va?
—Al baño, señor —La muy ingenua me dijo con un hilo de voz.
—Use el mío —señalé una puerta adentro de mi oficina.
Ella se volteó encaminándose rápido en esa dirección y justo cuando estaba por girar la manilla de la puerta, la presioné; —hágase la idea que está ayudando a un moribundo —Allí mi último dardo, este va lleno de veneno, el veneno de la lástima; servido a cuenta gotas no es mortal, pero sí efectivo.
—Eso es un golpe bajo señor —Y con voz afligida, me reclamó, cerrando sus puños.
Durante los siguientes diez minutos me vi obligado a esperar. Repasaba, mentalmente, los dardos lanzados el primero iba directo a la naturalidad de las nuevas relaciones, el segundo y el tercero se entrelazaron entre la necesidad económica y la supuesta moralidad. «Perfecto, sin vía de escape», me tranquilicé al enumerarlos.
Mientras tanto, seguía esperando, minutos que se me hicieron eternos. Aproveché para repasar las pocas imágenes de ella. Con su entrada a la oficina denoté en Danna un lenguaje corporal distinto al de mi secretaria. Su mirada era tranquila, sus manos no presentaron tensión, su andar fue ligero, dejó una grata estela de aroma a rosas y jazmín. Perdidos en mis pensamientos escucho el abrir de la puerta y de ella sale Danna, haciendo que vuelva al presente. La busqué con la mirada, lucía pálida y con los ojos hinchados, pero caminó con cierto grado de dignidad.
—Necesito poner algunas reglas, si no le importa, señor —exigió Danna al sentarse nuevamente frente a mí. Tragué grueso en espera de sus pausas del trato...”
“… Sintiéndome confiado de tener a Danna con tres dardos bien clavados, proseguí con la presión, disfrazada de un acercamiento unilateral. Pues yo no estaba, ni de coñas, dispuesto a entrar de lleno en la apuesta; no por nada me consideraba un buen crupier siempre listo para que la casa gane. —Empieza por no llamarme señor, dime Daniel —solté de buenas a primeras.—No, señor, aún no hemos llegado a un acuerdo, por lo tanto, seguiré llamándolo señor — refutó muy seria. Debo reconocer que eso me sorprendió y me hizo preguntarme; ¿quién es esta mujer que tengo al frente?, ¿por qué no actúa como el resto de las mujeres que conozco?—Bien, Danna, cómo usted quiera —Me resigné a escuchar sus reglas, le entregué un gesto de indulgencia envuelta en resignación. Total, qué tanto podría cambiar las reglas del juego.Propuestas, que según sean planteadas rechazaré “educadamente”. Desde un principio debo hacerle entender que; yo mando y ella obedece. Ya saben dominante y sumisa, como debe ser. D
“… Conforme, pero algo agotado por las negociaciones con Danna, opté por acompañarla a la puerta, no sin antes, aprovechar la oportunidad de colocar mi juguetona mano al final de su espalda. Sentir el bamboleo latino de sus caderas; esas mismas que emitieron unas ráfagas de electricidad que recorrieron la mía desde mi nuca hasta el final de la misma para finalmente rodear mi cintura e iniciar el bombeo en mi cilindro carnoso fue una majestuosidad del presente a entregarse al futuro Ella, sin mucho disimulo, intentó apurar su paso al sentir el calor de mi mano, así que, extendí la abertura de mis dedos para abarcar mayor espacio corporal. En ese momento le sugerí que se relajara, y que deberá acostumbrarse a mis toques y caricias. Danna asintió, buscando relajación, bromeó diciendo que parecemos pin y pon, ambos reímos, ya que de ser sincero su cabeza llega, escasamente, a la altura de mi pecho. Juraría que era tan menuda que mis manos podrían cubrir con facilidad su sensual espalda..
“…Entramos al club, ya la reunión había comenzado, posé mi mano en su cintura y pude sentir como se estremeció, no sé si fue un gesto de sorpresa o de desagrado, aun así, no se quejó, así que la mantuve allí hasta llegar a la enorme, pero bien decorada mesa. Ubiqué nuestros puestos asignados y me dispuse a disfrutar de la buena compañía. La presenté como una amiga y colega muy especial. Para mi sorpresa fue increíble la facilidad con que se logró incorporar al grupo, enseguida entabló conversación con la señora Paula esposa de uno de los mayores accionistas de la empresa. Yo me dediqué a finiquitar varios acuerdos comerciales, constantemente volteaba a verla, ella hablaba y sonreía como si de una rutina se tratase, en un par de ocasiones buscó mi mirada.Llegado el momento de la cena no dudé en aproximarme a ella, la tomé firme, aunque respetuoso de la cintura haciendo que Danna sintiera mi control o dominio, como quieran llamarlo, recorrí su espalda hasta llegar a la nuca robándole
“… «Y yo ¿qué hago?», me dije como un tonto allí metido en el carro. No podía volver solo a la subasta tan rápido, así que me dirigí a un centro comercial a hacer algo de tiempo antes de volver al acto social.Casi una hora después, allí estaba yo, saliendo de una joyería luego de comprar una tobillera para la mujer que me acababa de dejar plantado para irse a encontrar con su prometido… «¿Pero, ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿qué me está pasando?», me reproché.Mientras yo conducía resignado de vuelta al orfanato mi cochina imaginación inició el estreno de mi nueva película para adultos, donde mi cuevita es la protagonista, pero mi troncón no… «¡Qué Rayos!, cómo ella puede preferir a un actor de reparto cuando puede dejarse explorar por el protagonista, o sea yo», muevo, bruscamente, mi cabeza para sacar a este film de cartelera y así evitar un accidente automovilístico.Al llegar al orfanato, claro, Paula y esa socia preguntan por Danna, tuve que mentir diciendo que se fue a una
“… Decir que yo estaba tan ansioso como excitado para entrar en la habitación, era un eufemismo. Aunque Danna se mostraba más tensa de lo que yo hubiese esperado, tal vez, porque sabía, perfectamente lo que estaba a punto de acontecer… «Ya era hora, dos meses sin sexo real a fuerza de películas porno no filmadas o de una rápida relación entre manuela y troncón me tienen peor que un adolescente hot», pensé listo para la acción.Me acerqué para susurrarle al oído que todo estaba bien, que tuviera la mente abierta y si algo la molestaba o incomodaba yo estaba consciente de lo que debía hacer; en caso de que ella pronunciara su palabra de salvación. Decidí iniciar con una hilera de besos alrededor de su rostro, le entregué dos en sus ojos dando como resultado que ella los dejara cerrados, mientras yo busqué su apetecible boca, para mi sorpresa ella me correspondió de inmediato. No supe si fueron las copas de más o ya ella empezaba a crear un vínculo en esta relación. Realmente no me impor
“... La claridad de los rayos del sol nos despierta, al igual que el bullicio de los otros invitados. Danna corre al baño, empezando a vomitar casi descontroladamente. Lo que me asustó.—¿Te encuentras bien? —Quise saber todavía desnudo, mientras la ayudaba con su cabellera.—Sí, tranquilo, creo que fue mucho vino para mí —dijo, vestida con su traje de Eva, mientras se enjuaga la boca.Nos bañamos juntos disfrutando de otra tanda sexual para luego salir a desayunar. En la mesa ya estaban ubicados varios invitados, Paula se nos acercó a saludar. —¡Wow! Danna tienes un semblante distinto hoy, creo que pasaste una muy buena noche —Al rostro de la dueña de mi cuevita se le incrementó el tono del rubor, provocando las risas entre los invitados. Para que ella se sintiera apoyada me le acerqué por detrás, abrazándola y dándole un par de besos en la mejilla.Nos unimos al grupo de comensales para luego disfrutar del área de la piscina, allí pude ver a Danna con cara de preocupación, intenté a
“… Un día en particular y por primera vez, yo iba camino a su casa media hora antes de la acordada. Necesitaba adelantar unos contratos, ella estaba de permiso médico por una virosis, por lo que no se incorporaría hasta dentro de cuatro días. Así que esa fue la excusa perfecta para ir adentrarme en su vida privada. Mi troncón se emocionó, pensando en lo que le haría a su cuevita. La ventaja de saber que ella estaba evitando a toda costa un embarazo me había permitido experimentar las mejores tandas sexuales sin preservativos; vaciarme dentro y sobre de ella... «Esa lujuriosa y lascivia actividad se había vuelto el pasatiempo favorito y casi obsesivo de troncón, en ocasiones, recostado sobre el colchón sudado me intrigaba si mi blancuzca sustancia era inagotable», me preguntaba en silencio a punto de dormirme agotado, sudado, pero, ¡rayos!, satisfecho. —Hola, buenos días, Danna —saludé, sensualmente, feliz en cuanto abrió la puerta de su apartamento.—Buenos días señor, pase, siéntase
“… Me removí bajo mis sábanas de seda negras, listo para continuar los preparativos de la gran sorpresa. Respiré ilusionado como cuando apenas era un imberbe inocente que se conformaba con ojear apurado y a escondidas las casi revistas porno de mi padre cuando este se marchaba a trabajar. Eran los minutos más increíbles del día, claro descontando los quince minutos que me llevaba erguir a mi troncón, quien en aquel tiempo en algunas que otras ocasiones se negaba a levantarse, pero la culpa definitivamente era de la insegura, penosa e inexperta manuela. En fin, gracias a Dios que hace años pasé de las revistas a las películas, allí manuela tomó mucha experiencia, logrando hacer de mi virginal pene todo un troncón, pero como era de imaginarse las triples X no eran suficiente, así que a los diecisiete años troncón se graduó con honores; con el pasar de los años entre camas ajenas, ascensores, baños públicos y universitarios, playas, piscinas y algún que otro hotelucho de mala muerte logr