Darla se sentía nerviosa mientras se dirigía hacia el restaurante, por el hecho de que claramente sabía que Judith no quería era verla, y menos para que le fuera hablar sobre Dylan, pero como madre que se siente llena de culpa y suegra que la quiere muchísimo, sentía que era su deber intervenir antes de que ella cometiera un error irreparable. Cuando Darla llegó al restaurante, se acercó al encargado y el hombre se alejó, realizó una llamada y al regresar le informó:—Hola, buenas tardes. Soy Darla, la suegra de Judith. ¿Podría decirle que estoy aquí para hablar con ella?—Lo siento, señora, pero la jefa no está disponible para recibir visitas en este momento.—Yo no soy una visita, soy familia y necesito hablar con ella urgentemente.—Pido que me entiendas señora, ya que esta fue la orden que he recibido y no puedo hacer nada al respecto.El hombre se encogió de hombros a medida que ladeaba la cabeza, mientras que Darla se sintió frustrada y triste.«Tal vez deba darle más tiempo»,
Analía se encontraba en el asiento trasero del taxi, retorciéndose y el sudor frío le recorría la frente mientras sus manos se aferraban al borde del asiento y apretaba los dientes para soportar el agudo dolor. Desesperada le gritó al conductor, tratando de controlar la respiración:—¡Por favor, deténgase en la próxima farmacia! El conductor asintió, y preocupado por el estado de su pasajera detuvo el taxi frente a una pequeña farmacia en la esquina. Analía salió del taxi tambaleándose y entró en la tienda.—¡Necesito analgésicos muy fuertes! —, exigió a gritos al farmacéutico mientras se apoyaba en el mostrador. El farmacéutico, un hombre de mediana edad con lentes y delantal blanco; la miró con cierta cautela.—Lo siento, pero no puedo venderle medicamentos fuertes sin una prescripción médica. Es ilegal.—¡Me importa una mierd@ lo qué es o no es legal! ¡Estoy sufriendo! ¡Deme algo para el dolor! —, gritó Analía, furiosa.El farmacéutico intentó explicarle la situación, pero ella s
Sin esperar respuesta de Judith, Bryan se quitó la chaqueta y la abrigó, sacándola de allí y alejándose de los periodistas. Un instante después, Maya llegó al parqueo donde estaban Bryan y Judith dentro del coche y al ver a su amiga llorosa, se acercó para consolarla.— No te preocupes, Judith, sé que esto se va a aclarar, esa mujer vino aquí con plan de hacer daño. Eso es evidente.Judith asintió para no preocuparla más.— Yo me encargo de todo aquí. Vete— le animó Maya, aunque estaba muy frustrada, necesitaba sacar a Judith de ahí por miedo a que una fuerte emoción le haga tener problemas con el embarazo.—Confío en ti, Bryan —dijo Maya con los ojos aguados mientras acariciaba con ternura el rostro de su amiga.— Gracias, Maya y a ti también, Bryan, por estar conmigo en un momento como este —respondió Judith, mientras se aferraba a la mano de su amiga en busca de consuelo.— No tienes por qué agradecer, linda chef— contestó antes de quedarse pensativo, y lamentándose murmuró arrep
Darla llegó al cobertizo y encontró a su hija acostada en la hamaca, tomando un sorbo de un batido verde mientras movía el teléfono haciendo malabares. —¿Qué estás haciendo aquí sola? —inquirió mientras se sentaba a su lado.— Estaba descansando un poco, estar aquí sin nada que hacer me cansa más que cuando estaba en Francia estudiando a todas horas.—Deberías hacer nuevas amistades, hace varios años que te fuiste del país y perdiste la comunicación con todas tus amigas.—No las perdí mamá, sino que las alejé de mi vida porque no hacían más que verter sal en mi herida.—Entiendo, pero eso es parte del pasado, debes seguir adelante, tener nuevas amigas, incluso salir y tener citas o ¿aún sigues enamorada de ese chico?Darían se echó a reír con nerviosismo.—¡¿Cómo se te ocurre?!, claro que no, Bryan Torne no tiene espacio en mi vida, esas son aguas pasadas, y si lo volviera a ver seríamos como dos completos extraños. Él se burló de mis sentimientos, además mi hermano lo aborrece— hab
—¡Qué fastidio! — gritó Analia totalmente histérica al ver la acumulación de trastes sucios y desesperada buscaba un vaso limpio, pero no lo encontraba, así que tomó una cacerola y bebió de ella hasta que sació su sed. » Tendré que llamar al servicio de limpieza.Se estrujó la cara con aspereza.—Saldrá costoso y lo que menos tengo es plata ¡Odio hacer labores domésticas, eso es para mujeres de clase baja!Al salir de la cocina caminaba de un lado a otro en su sala de estar, claramente furiosa y balbuceando palabras ininteligibles. Sus manos temblaban mientras sostenía el teléfono móvil, y su rostro enrojecido mostraba su indignación, pues Cintia había vuelto a llamarla para chantajear; exigiendo más dinero.— ¡Esta mujer no tiene límites! — gruñó Analía, apretando el puño.» ¿Acaso me cree su banco personal? Me imagino que de ahora en adelante no querrá trabajar más y piensa vivir a costa mía.La ira de Analía crecía a medida que recordaba cada palabra de la llamada que había tenido
Después de ver qué Judith no respondió a sus mensajes, ignorándola por completo, Analía se llenó de mucho enfado y decidió atacar con más ímpetu por lo que ahora se encontraba frente a su celular, con la cámara frontal encendida y una sonrisa en su rostro; lista para hacer un video en vivo en sus redes sociales, donde suele presumir sus ropas costosas, visitas a restaurantes con estrellas michelines, tiendas exclusivas, sus paseos en yate con Dylan y visitas a clubes exclusivos.— Hola a todos —saludó a los espectadores con voz triste. » Hoy quiero hablarles de algo que me ha estado pesando en el corazón. Como saben, ha habido mucha controversia en torno a la relación entre Dylan y Judith, y la manera en la que perdí a mi bebé. Sé que muchos de ustedes me han criticado por mi postura en este asunto, pero quiero que sepan que yo no estoy aquí para juzgar a nadie.Analía hizo una pausa dramática, y respiró profundamente antes de continuar.— Lo que quiero decir es que, aunque yo no est
Dylan sabía que tenía que tomar medidas para alejar a Analía de su vida y proteger a su familia de la influencia tóxica de esta mujer. Con esto en mente manejó hacia su casa, encontrándose agotado después del partido de béisbol.—Señora Marina me podría traer un vaso con agua, por favor— pidió Dylan con amabilidad y la señora jadeó impresionada puesto que él solo sabe pedir las cosas de manera arbitraria.«Hasta sus modales han cambiado», pensó Marina de manera divertida, a pesar de no saber por qué no encontró a Judith al regreso de sus vacaciones que ella misma le había dado, supuso que se debe a ella el cambio que muestra Dylan.No pasó mucho cuando el ama de llaves regresó con el agua.—Gracias, — dijo mientras bebía un poco de agua, dejando una vez más a Marina con los ojos casi salidos de las cuencas.Luego Marina lo miró con un poco de pena y comenzó a hablar:—Señor Anderson, necesito decirle algo. Aunque realmente necesito este trabajo, ya no me siento cómoda trabajando para
Judith seguía protestando por las cosas que le había dicho Dylan y Maya apretaba los labios para no reír, ya que ciertamente a pesar del enfado que ella ve que Judith siente con Dylan muy en el fondo lo ama.«Tal vez debo ayudar a Dylan, él ha venido varias veces a pedir perdón, quizás sus sentimientos son reales, además podría conocer mejor a su amigo; ese hombre me parece bonito, aunque su carácter no lo es», cavilaba Maya sumergida en su propia nebulosa y Judith seguía hablando, pero ella no le prestaba atención. —¡¿En qué rayos estoy pensando?!— chilló horrorizada y, sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos sobre Alexis.Entonces Judith paró abruptamente de hablar y la miró fijamente provocando que Maya tragara grueso.—Sí, cuéntame Maya, ¿en qué estaba pensando? — inquirió con ojos entrecerrados, haciendo que su amiga se pusiera más nerviosa.—Eh...no en nada, solo te escuchaba, y sí, tienes razón—. Maya agitaba las manos.—A ver, si piensas que tengo razón, repíteme lo