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Divorciada del millonario
Divorciada del millonario
Por: Jen Herrera
1. Rompiendo mi corazón

Laura acababa de llegar a casa, estaba preocupada porque había regresado tarde, lo que atraería la atención sobre ella por parte de la intachable familia de su esposo, cosa que no deseaba.

A pesar de todo, venía con buen humor, pues después de muchos días sin poder escapar, había corrido nuevamente un circuito completo de motocross y eso renovó sus energías y su ánimo.

Apenas entró, le recibió su querida suegra, — Al fin llegaste, apenas te dará tiempo de prepararte para la cena.

 — Lo siento, seré rápida —, le molestaba justificar todas sus acciones a sus suegros, pero estaba dispuesto a tolerarlo por Noah.

 — Sé que tus padres no te enseñaron modales, pero es de mala educación y una falta de respeto que nos hagas esperar para cenar y aún más que habrá una invitada especial.

Siempre aprovechaba cualquier situación para menospreciarla y eso era agotador, por eso se escapaba para salir de aquel ambiente tóxico.

 — No me tardaré, enseguida estoy en el comedor, ¿Noah ya llegó de la oficina?, ¿se encuentra arriba?

 — Sí, ya llegó —, dijo con una sonrisa irónica en el rostro.

 — Que bueno que llegó temprano y podrá cenar con nosotros hoy, entonces no pierdo más el tiempo.

Su suegra solía discriminarla, pero a pesar de que le dolía en los dos años de casados que llevaban, había aprendido a lidiar con ello y a soportar abusos e insultos, muchas veces en silencio por amor a su esposo.

Contenta subió las escaleras que le conducían a la habitación.

Sin embargo, todo se encontraba en silencio, pero lo que realmente le extrañó fue que al abrir la puerta el lugar estaba en penumbras.

 — ¿Noah?, ¿Amor?

Caminó hacia el área separada dónde se encontraba la cama y allí yacía dormido su esposo, en una escena cargada de sensualidad.

Tenía el torso desnudo y una mujer, a la cual reconoció como su ex prometida, mantenía su cabeza apoyada en su pecho en iguales condiciones que él.

No lo podía creer, es que ni siquiera se percataron de su presencia, de inmediato sintió que iba a morir, que su corazón simplemente dejaría de latir.

¿Cómo hacía tal cosa y en su propia cama?, ¿Por qué lo hizo?, ¿Si la había dejado de amar porque no hablaba con honestidad?

Por unos minutos dudó cómo actuar, pero al final retrocedió y desesperada, solo podía pensar en salir de allí. Apenas salió al pasillo, cayó de rodillas llorando.

Desesperada se dijo a sí misma que debía levantarse e irse de allí, bajó las escaleras tan deprisa que estuvo a punto de perder el equilibrio y rodar por ellas.

Una vez llegó a la sala, sus suegros estaban allí esperándola.

 — Supongo que ya viste lo que necesitas ver para abrir los ojos y apartarte de la vida de hijo definitivamente —, expresó James sin ningún tipo de emoción.

 — Así es, ella es nuestra verdadera nuera —, intervino Elizabeth, su suegra con superioridad.

Laura lloraba desconsolada, sabía que sus suegros no la querían, pero esto era diferente.

—O sea que ustedes son parte de esto, apoyan que Noah me engañara.

 — Niña, si por mí fuera hace mucho esa relación hubiera terminado, pero ya dejémonos de dramas, ten —, dijo extendiendo su mano hacia ella con un papel.

Laura al abrirlo no lo podía creer como si no fuera suficiente su dolor, además pensaban humillar y comprar su silencio, se creían en el derecho de tratarla mal solo por ser pobre.

James tenía todo pensado con anticipación, estaba seguro de que ahora sí podría llevar a cabo sus planes. Creo que con un millón de dólares te será suficiente para comenzar de nuevo tu vida y muy lejos de aquí.

Eso no era nada comparado con lo que ganaría a través de la fusión de su compañía con la del padre de Abey. La ex prometida de su hijo, necesitaba financiamiento inmediato y en esa unión estaba su salvación.

Elizabeth la observaba con detenimiento, era el momento de encajar la daga sin contemplaciones, — Es más dinero del que tenías antes de empezar este matrimonio.

— Señora, mi carrera iba en crecimiento cuando conocí a su hijo…

Pero su suegra no le dejó terminar. — Eras una pobretona con aspecto varonil, sin clase. ¿Lo negarás?, tus padres son personas pobres, desagradables e ignorantes. ¿Crees que los queremos como parte de esta familia?, para que nos pongan en ridículo.

 — Durante estos dos años pudimos mantener en silencio a la prensa, pero ya no más, mi hijo está con quién debe estar y tú debes buscar a alguien de tu nivel —, insistió James.

 — Has tenido la oportunidad de ver a Abey, es una mujer hermosa, elegante, sabe varios idiomas, es alguien a quien mi hijo puede llevar del brazo sin sentirse avergonzado, es la nuera que siempre deseamos y merecemos.

 — Solo ponte en nuestro lugar, una vulgar piloto de motos casándose con uno de los empresarios más prestigiosos a nivel mundial, un chico que desde joven se ha exigido y preparado para ser la cabeza de nuestras empresas y más adelante esta familia, simplemente no pegan.

 — Eres tan inútil que ni siquiera pudiste embarazarte durante estos años y al menos crear descendencia, tal vez hasta estéril, eres y quieres condenar a mi hijo a no realizar su sueño de ser padre, qué bueno que él dio el primer paso para disolver esta farsa de matrimonio.

Aquellas palabras hirientes se clavan como dagas dolorosas en su corazón. Un dolor enorme le atravesaba, más allá de sus padres; la realidad es que él estaba terminando la relación al refugiarse en los brazos de otra.

¿La pasión entre ambos se había extinguido?

Con el pasar del tiempo, aquella admiración con la cual le observaba se había convertido en indiferencia.

Tal vez su relación se desarrolló de manera paralela en sentidos contrarios, mientras cada día ella le amaba más, él ya se había aburrido.

 — La oferta estará en pie por los próximos minutos, no lo pienses demasiado o no seré tan generoso.

Su suegro, sentado en el sofá, daba golpecitos con los dedos en el tablero de la mesa esperando.

 — De hecho, eso nunca fue mi interés.

Ella tenía claro que declinara el ofrecimiento, no quería su sucio dinero.

Elizabeth no pudo resistirse a señalar a la heroína e interrogarla.

— Fue un error cuando te casaste en esa noche, ¿te atreves a decir que no fue tu conspiración?

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