“Yo aún te quiero", confesé.
“Yo te quiero más a ti, mi hermosura", comentó Agustín, y sonreí.
“Pero me fuiste infiel", confesé.
“No sé cómo, pero te perdono por todo el malentendido", respondió.
“Agustín, no puedes perdonarme tan fácilmente. Tienes que ser un poco más duro, enojarte e incluso irte si es necesario", comenté.
“Briana, jamás podría enojarme contigo, tú eres especial para mí. No importa lo que haya pasado, estoy aquí para quedarme", afirmó Agustín, abrazándome con cariño “Eres lo más bello que puede existir", dijo Agustín, y dejé de golpearlo, un poco molesta sin saber por qué. “¿Qué te pasa?", pregunt&oac
Briana no comprendió dónde estaba. El lugar se mostraba oscuro, frío y silencioso. Solo podía escuchar el goteo de agua de algún lugar."¿Dónde estoy?" preguntó en voz alta, pero nadie le contestó.Sintió un fuerte dolor en sus rodillas y, al echar un vistazo, notó restos de sangre. No entendía cómo habían podido arrastrarla, se preguntó en voz alta. El miedo se hizo presente en todo su ser, sintiéndose fría y sucia. Había mucha humedad, incluso su cuerpo se sentía pegajoso, al igual que la ropa que llevaba puesta. Sin dudar un segundo más, abrió los ojos ampliamente, queriendo saber dónde estaba. Pero más allá, solo podía ver oscuridad. Para su desesperación, encontró unas rejas a escasos centímetros de su rostro. Estiró la mano y la apretó con el puño cerrado. "¡Ayuda!" exclamó, pero nadie respondió. Se deslizó lentamente, apoyando la frente en el frío metal. Tragó saliva, sin comprender por qué estaba allí. Ella nunca le había hecho ningún mal a nadie y ahora no entendía. Se pregun
Dándose la vuelta, decidió mirar por todos lados, pero no encontró nada que le diera una señal de Briana. Confuso, siguió caminando e intentando encontrar alguna pista, pero no encontró nada. Cuando abrió la puerta de la habitación contigua, donde nebulizaba Luis, encontró que no había preparado nada, ni el equipo de sonido ni la solución. Era como si ellos lo hubieran preparado para dárselo, pero no lo habían hecho. Él sabía que el horario de la nebulización era apenas llegaba. Pero ¿por qué no lo había buscado? Se había preparado todo.Desesperado, sabiendo que no la encontraba, decidió dar una vuelta y vigilar nuevamente los lugares donde estaban Melisa y Agustín.“Vamos a dar un paseo", comentó hacia Emma y tomó al bebé entre sus brazos.“Vamos a buscar a mamá", preguntó Emma.“Sí", comentó Eduardo. "No te preocupes, ambos están abrochados el cinturón de seguridad". Aceleró, yendo despacio, intentando ver a Briana en la calle.Después de una vuelta de manzana por el parque, sin em
Andrés (detective)Sigo avanzando con cautela, abro la primera puerta que veo e ingreso. Puedo ver la ropa tal como la describió Eduardo. Encuentro una toalla limpia y doblada al lado de la ropa. Abro la puerta del baño y me encuentro una toalla en el suelo. Parece que ella estaba preparándose para bañarse pero no llegó a hacerlo. Sigo avanzando y abro otra puerta. También encuentro medicamentos a medio utilizar. Me doy cuenta de que hay una muda de ropa y otras cosas que indican que ella estaba haciendo algo. Sigo avanzando hasta revisar todas las habitaciones y me percato de que hay alguien más viviendo allí.Confundido, decido llamar a Eduardo."¿Tienes algún visitante?", pregunto."Sí, un amigo que se fue a otra ciudad para una entrevista", responde Eduardo, "Justo ahora se fue", agrego dudoso."¿Pasa algo?", pregunta Eduardo c
"Sí, tengo un hermano gemelo, y ella volvió a besarse con su… ex esposo, pensando que yo le engañaba", respondió Agustín."Ustedes tienen un lío tremendo, ¿puede ser que cualquiera de ustedes haya lastimado a Briana por venganza?", dijo el detective."Están los niños", comentó Melisa, y el detective asintió."María, ¿cómo puedes llevar a los niños a la otra oficina?", preguntó el detective, y María, la secretaria, se acercó y sostuvo la mano de Emma."Ahora quiero que me digan la verdad", dijo el detective mirando seriamente a los dos."Señor, yo no hice nada", comentó Eduardo."Y usted, como el novio, puede estar resentido por lo que hizo Briana y haberle hecho daño", señaló el detective hacia Agustín."Yo no le hice daño, pueden comprobar que
En ese momento, alguien entra por la puerta. Era Lautaro.— Bueno princesa, al parecer ya pagaron por tu rescate, así que nos tenemos que ir — dijo.— ¿Por qué? — pregunté, supuestamente si no lo sabías.— Cuando una persona paga por el rescate de otra, hay que entregar a la persona, no irse — expliqué, tratándolo como si fuera un niño de tres años.— Vamos — comentó y me tomó del brazo.— No quiero ir contigo, ¿por qué tengo que ir contigo? — pregunté.— Porque eres una buena moneda de cambio — respondió.— No sé si sentirme ofendida o halagada — protesté. Pero él siguió sosteniéndome de la mano y empujándome.— Déjame ir — protesté.— No puedo — respondi&
— ¿Hola? — pregunté confundida.— Hola, mi niña, soy María — respondió.— Un gusto, María — comenté en un tono seco y amargado.— Vamos a bañarte, quería preguntarte si necesitas algo. Tu rostro está cubierto de lágrimas. ¿Puedo hacer algo por ti? — preguntó María.— Quiero irme de aquí — dije con dolor, mientras seguía llorando.— Tranquila, señorita, el señor es bueno — tranquilizó María.— No lo es — respondí.— Tranquila, lo mejor que puedes hacer es ser paciente. Ya verás que en algún momento podrás aceptar todo esto — dijo María.— No puedo
—Hola, no te había visto por aquí — dijo una voz femenina a mi lado, llamando mi atención. Dejé la comida a un lado y le presté atención.—Soy Briana — me presenté mientras estrechaba su mano.—Yo soy Olivia — respondió.—Es un gusto conocerte — comenté.—Igualmente. Todo el mundo no hace más que hablar de ti, la nueva esposa del jefe — dijo.—Supongo que sí — respondí mientras daba un sorbo a mi gaseosa.—Solo que este mundo, Briana. Así que no finjas delante de mí.—¿Y qué otra cosa puedo hacer? — pregunté.—Nada, podemos sonreír y bailar. Ven, vamos a beber algo — propuso.—Est&
“Eres impredecible, Briana, pero te encuentro divertida. No puedo evitar querer estar contigo, incluso en medio de una discusión”, comentó Lautaro, y yo lo miré con una ceja levantada.“Bueno, supongo que hay algo de química entre nosotros, pero eso no significa que quiera casarme contigo”, repliqué.“Ya veremos, Briana. Las circunstancias pueden cambiar”, dijo con una sonrisa enigmática.“ No quiero hablar de eso ahora, le dije mientras terminaba mi café. “ Está bien, desayunemos juntos por ahora, a menos que te moleste, sugirió. “ No, mi querido esposo, comenté con sarcasmo y seguí bebiendo mi café. “ Pronto celebraremos nuestra boda, anunció Lautaro, y casi escupo el café en ese momento. “ ¿Qué?, pregunté sorprendida. “ Sí, cariño, no podemos dar lugar a mal