— ¿Hola? — pregunté confundida.
— Hola, mi niña, soy María — respondió.
— Un gusto, María — comenté en un tono seco y amargado.
— Vamos a bañarte, quería preguntarte si necesitas algo. Tu rostro está cubierto de lágrimas. ¿Puedo hacer algo por ti? — preguntó María.
— Quiero irme de aquí — dije con dolor, mientras seguía llorando.
— Tranquila, señorita, el señor es bueno — tranquilizó María.
— No lo es — respondí.
— Tranquila, lo mejor que puedes hacer es ser paciente. Ya verás que en algún momento podrás aceptar todo esto — dijo María.
— No puedo
—Hola, no te había visto por aquí — dijo una voz femenina a mi lado, llamando mi atención. Dejé la comida a un lado y le presté atención.—Soy Briana — me presenté mientras estrechaba su mano.—Yo soy Olivia — respondió.—Es un gusto conocerte — comenté.—Igualmente. Todo el mundo no hace más que hablar de ti, la nueva esposa del jefe — dijo.—Supongo que sí — respondí mientras daba un sorbo a mi gaseosa.—Solo que este mundo, Briana. Así que no finjas delante de mí.—¿Y qué otra cosa puedo hacer? — pregunté.—Nada, podemos sonreír y bailar. Ven, vamos a beber algo — propuso.—Est&
“Eres impredecible, Briana, pero te encuentro divertida. No puedo evitar querer estar contigo, incluso en medio de una discusión”, comentó Lautaro, y yo lo miré con una ceja levantada.“Bueno, supongo que hay algo de química entre nosotros, pero eso no significa que quiera casarme contigo”, repliqué.“Ya veremos, Briana. Las circunstancias pueden cambiar”, dijo con una sonrisa enigmática.“ No quiero hablar de eso ahora, le dije mientras terminaba mi café. “ Está bien, desayunemos juntos por ahora, a menos que te moleste, sugirió. “ No, mi querido esposo, comenté con sarcasmo y seguí bebiendo mi café. “ Pronto celebraremos nuestra boda, anunció Lautaro, y casi escupo el café en ese momento. “ ¿Qué?, pregunté sorprendida. “ Sí, cariño, no podemos dar lugar a mal
"No lo sé, ella dice que no, pero lo más probable es que la haya psicopateado. Muchas mujeres sufren así", respondíó."Maldita sea, debe estar pasando por el infierno, Briana", comenté con pesar y enojo. Enseguida llamé a Andrés, el detective, y apareció en menos de 15 minutos."Déjame escuchar la llamada", pidió Andrés, y yo le di el teléfono."La vamos a encontrar", comentó de nuevo Agustín con ánimo, pero yo solo puse los ojos en blanco."Eres insoportable con tu positivismo constante", le reproché."Puede ser, pero uno de los dos tiene que serlo", respondió Agustín."Lamento lo que pasó una vez más", dije sinceramente."Está bien, pensabas que tenía una familia que proteger de alguna manera
Brianna—¿Qué has hecho? —comentó enojado lautaro mientras me tomaba el cuello.—No hice nada —dije y estoy poniendo los ojos en blanco.—Lo hiciste, yo te vi —dijo gritando, y empujándome contra la pared.—¿Me harás el amor de nuevo? —pregunté divertida, mientras él gruñía.—Te dije que no te acerques al idiota de Genaro: es mi mano derecha, pero él no tiene derecho a presentarte otros hombres.—¿Por qué no? —pregunté, mientras fumaba un cigarrillo.—Porque no, eres mi mujer punto lo voy a matar, lo voy a matar —volvió a repetir.—Lautaro, el solo me presentó a un hombre. El hombre es su sobrino y lo saludé, no pasó nada —comenté poniendo los ojos en blanco.—Da igual. Si
—Entonces tienes la familia completa —comentó y se rió.—Algo así. —Entonces escuché un alboroto.—¿Dónde está mi mujer? —escuché que decía la voz reconocible del autor. Abro los ojos con sorpresa.—Te buscaré una toalla —dijo Sebastián rápidamente y desapareció de mi vista en menos de 2 minutos. Ya se encontraba frente a mí con una toalla, pero miraba hacia otro lado.—Rápido —mencioné mientras me vestía a la velocidad de la luz. Me puse el vestido y Sebastián estaba de espaldas, vigilando que no viniera nadie.—Están corriendo hacia el otro lado —comentó divertido.—No quiero ver lo que me espera —comenté mientras introducí
—No lo vi —murmuré.—Es por la droga que te dieron —explicó.—¿Droga? —pregunté confundida.—Llama, es la única manera que tengo de ayudarte, ¿en qué país te encuentras? —preguntó, y yo llamé.Al día siguiente, me desperté en mi cama. Por lo menos, dormíamos separados con el jefe, lo cual nos daba algo de privacidad. Además, a veces él no estaba porque viajaba por negocios, y ahora él vigilaba discretamente todo lo que yo bebía. Suspiré en el jardín cuando vi que el vehículo de Lautaro llegó. Lo miré con desconfianza, como siempre, sin saber qué tramaba esta vez.—Hola amor —comentó acercándose y besando mis labios.—Hola
— ¿Quién te está ayudando? — preguntó.— No importa eso, por favor, búsquenme — supliqué.— Ahora llamaré al detective Andrés para que rastree la llamada y vea tu ubicación.— Gracias — comenté.Media hora más tarde, nos encontramos de nuevo en la pista de baile. Aún no habían encontrado mi ubicación, pero Sebastián me explicó que la casa estaba más lejos. Él sabía que al hacer esto ponía en riesgo a todos, incluso a él mismo.— Tienes que escapar — comenté.— No quiero escapar, prefiero estar en prisión que estar aquí — dijo Sebastián.— Sebastián, tienes que escapar — insistí
— Tranquilo, Brianna, simplemente entiende todo lo que sucede. Lucas siempre estuvo al 100% para ella. Agustín, la he dejado y siempre me he excusado bajo mi enfermedad.No tengo perdón, debería haber estado allí para ella cuando me necesitaba — dije con angustia.— Lo estuviste, siempre estuviste allí — comentó Agustín intentando consolarme, pero no encontraba consuelo. Me sentía completamente perdido, con el corazón roto en mil pedazos.Cuando me puse de pie, noté algo que me desconcertó por completo.— Otra vez — dijo Agustín.— No sé qué me está pasando — respondí, volviendo a sentarme, aterrado.— Estás volviendo a caminar — comentó Agustín, y yo no entendía por qué de repente volvía a caminar. Ni yo mismo sabía c&oacut