Andrés (detective)Sigo avanzando con cautela, abro la primera puerta que veo e ingreso. Puedo ver la ropa tal como la describió Eduardo. Encuentro una toalla limpia y doblada al lado de la ropa. Abro la puerta del baño y me encuentro una toalla en el suelo. Parece que ella estaba preparándose para bañarse pero no llegó a hacerlo. Sigo avanzando y abro otra puerta. También encuentro medicamentos a medio utilizar. Me doy cuenta de que hay una muda de ropa y otras cosas que indican que ella estaba haciendo algo. Sigo avanzando hasta revisar todas las habitaciones y me percato de que hay alguien más viviendo allí.Confundido, decido llamar a Eduardo."¿Tienes algún visitante?", pregunto."Sí, un amigo que se fue a otra ciudad para una entrevista", responde Eduardo, "Justo ahora se fue", agrego dudoso."¿Pasa algo?", pregunta Eduardo c
"Sí, tengo un hermano gemelo, y ella volvió a besarse con su… ex esposo, pensando que yo le engañaba", respondió Agustín."Ustedes tienen un lío tremendo, ¿puede ser que cualquiera de ustedes haya lastimado a Briana por venganza?", dijo el detective."Están los niños", comentó Melisa, y el detective asintió."María, ¿cómo puedes llevar a los niños a la otra oficina?", preguntó el detective, y María, la secretaria, se acercó y sostuvo la mano de Emma."Ahora quiero que me digan la verdad", dijo el detective mirando seriamente a los dos."Señor, yo no hice nada", comentó Eduardo."Y usted, como el novio, puede estar resentido por lo que hizo Briana y haberle hecho daño", señaló el detective hacia Agustín."Yo no le hice daño, pueden comprobar que
En ese momento, alguien entra por la puerta. Era Lautaro.— Bueno princesa, al parecer ya pagaron por tu rescate, así que nos tenemos que ir — dijo.— ¿Por qué? — pregunté, supuestamente si no lo sabías.— Cuando una persona paga por el rescate de otra, hay que entregar a la persona, no irse — expliqué, tratándolo como si fuera un niño de tres años.— Vamos — comentó y me tomó del brazo.— No quiero ir contigo, ¿por qué tengo que ir contigo? — pregunté.— Porque eres una buena moneda de cambio — respondió.— No sé si sentirme ofendida o halagada — protesté. Pero él siguió sosteniéndome de la mano y empujándome.— Déjame ir — protesté.— No puedo — respondi&
— ¿Hola? — pregunté confundida.— Hola, mi niña, soy María — respondió.— Un gusto, María — comenté en un tono seco y amargado.— Vamos a bañarte, quería preguntarte si necesitas algo. Tu rostro está cubierto de lágrimas. ¿Puedo hacer algo por ti? — preguntó María.— Quiero irme de aquí — dije con dolor, mientras seguía llorando.— Tranquila, señorita, el señor es bueno — tranquilizó María.— No lo es — respondí.— Tranquila, lo mejor que puedes hacer es ser paciente. Ya verás que en algún momento podrás aceptar todo esto — dijo María.— No puedo
—Hola, no te había visto por aquí — dijo una voz femenina a mi lado, llamando mi atención. Dejé la comida a un lado y le presté atención.—Soy Briana — me presenté mientras estrechaba su mano.—Yo soy Olivia — respondió.—Es un gusto conocerte — comenté.—Igualmente. Todo el mundo no hace más que hablar de ti, la nueva esposa del jefe — dijo.—Supongo que sí — respondí mientras daba un sorbo a mi gaseosa.—Solo que este mundo, Briana. Así que no finjas delante de mí.—¿Y qué otra cosa puedo hacer? — pregunté.—Nada, podemos sonreír y bailar. Ven, vamos a beber algo — propuso.—Est&
“Eres impredecible, Briana, pero te encuentro divertida. No puedo evitar querer estar contigo, incluso en medio de una discusión”, comentó Lautaro, y yo lo miré con una ceja levantada.“Bueno, supongo que hay algo de química entre nosotros, pero eso no significa que quiera casarme contigo”, repliqué.“Ya veremos, Briana. Las circunstancias pueden cambiar”, dijo con una sonrisa enigmática.“ No quiero hablar de eso ahora, le dije mientras terminaba mi café. “ Está bien, desayunemos juntos por ahora, a menos que te moleste, sugirió. “ No, mi querido esposo, comenté con sarcasmo y seguí bebiendo mi café. “ Pronto celebraremos nuestra boda, anunció Lautaro, y casi escupo el café en ese momento. “ ¿Qué?, pregunté sorprendida. “ Sí, cariño, no podemos dar lugar a mal
"No lo sé, ella dice que no, pero lo más probable es que la haya psicopateado. Muchas mujeres sufren así", respondíó."Maldita sea, debe estar pasando por el infierno, Briana", comenté con pesar y enojo. Enseguida llamé a Andrés, el detective, y apareció en menos de 15 minutos."Déjame escuchar la llamada", pidió Andrés, y yo le di el teléfono."La vamos a encontrar", comentó de nuevo Agustín con ánimo, pero yo solo puse los ojos en blanco."Eres insoportable con tu positivismo constante", le reproché."Puede ser, pero uno de los dos tiene que serlo", respondió Agustín."Lamento lo que pasó una vez más", dije sinceramente."Está bien, pensabas que tenía una familia que proteger de alguna manera
Brianna—¿Qué has hecho? —comentó enojado lautaro mientras me tomaba el cuello.—No hice nada —dije y estoy poniendo los ojos en blanco.—Lo hiciste, yo te vi —dijo gritando, y empujándome contra la pared.—¿Me harás el amor de nuevo? —pregunté divertida, mientras él gruñía.—Te dije que no te acerques al idiota de Genaro: es mi mano derecha, pero él no tiene derecho a presentarte otros hombres.—¿Por qué no? —pregunté, mientras fumaba un cigarrillo.—Porque no, eres mi mujer punto lo voy a matar, lo voy a matar —volvió a repetir.—Lautaro, el solo me presentó a un hombre. El hombre es su sobrino y lo saludé, no pasó nada —comenté poniendo los ojos en blanco.—Da igual. Si