Danielle le pagó el doble al taxista de lo que Gregory le había dado para que la llevara a otro lugar, era cierto que la compañía del joven le era grata, incluso logró no pensar en el hombre de la azotea la mayoría del tiempo, a excepción de cuando los ojos azules de ese chico se clavaban en los suyos, entonces su mente quedaba inundada con el recuerdo de ese beso que solo deseaba repetir y esos brazos rodeándola con firmeza.Cuándo el taxista llegó al callejón parecía no tenerlas todas, aquel chico había apuntado su matrícula, si algo le pasaba a la joven estaba seguro de que la vida no le iría bien, la gente de dinero era peligrosa y él tenía demasiados trapos sucios que ocultar como para que alguien lo investigara.— La espero aquí para llevarla hasta su casa, entre usted y su novio me arreglaron una semana entera de trabajo, no me sentiría bien sin saber si realmente cumplí con lo prometido.Danielle estuvo a punto de decirle que no era su novio, que en realidad lo había conocido
Sin embargo, Adrien luego de tener esos episodios, como había ocurrido esa noche, corría a refugiarse en sus brazos para no tener que darle explicaciones al imbécil que tenía como amante, quién posiblemente creía que simplemente actuaba así porque era un niño rico al que habían consentido demasiado y era su forma de protestar por lo sucedido. Pero lo cierto es que ni siquiera recordaba nada de lo que hacía durante sus explosiones de ira, normalmente acababa agotado y herido, no solo de forma emocional, habitualmente también de forma física, como esa noche que estaba claro se había reventado los nudillos en alguna pared, tal vez varias. Él no dijo nada, solo se dejó arrastrar por su amiga con la cabeza agachada para que no se pudiera adivinar la vergüenza en sus ojos, eran pocas las ocasiones que se podía ver a su amigo sin el aura de diva que solía rodearlo y ella era una de las pocas personas con las que se mostraba así.Estaba completamente vulnerable en esos momentos y agradecía q
Si en algo se parecía Gregory a su padre, era en la manía que tenían en querer controlar todo. Por supuesto que ella debía estar mintiendo, pero si no fuera así, supondría tener que esperar a que se dignara a comprar un nuevo móvil, lo que lo llevaría a esperar, algo que él odiaba hacer.Le molestaba no poder saber qué es lo que las personas harían o pensaban. El no poder tener el control de las situaciones y fue así como lo encontró su padre esa mañana en la mesa del comedor, pensativo y golpeando una y otra vez con el mango del cubierto en la superficie de la mesa, procediendo a sentarse en el otro extremo de la mesa frente a él.— ¿Ocurre algo en la oficina?Preguntó su Enrico tras observar por un par de minutos y desesperarse por el sonido que seguía provocando en la mesa.Solo hasta ese momento Gregory se dio cuenta de la presencia de su padre.— No, todo está bien.Respondió rápidamente tomando su móvil y abriendo una de las páginas más populares de compra de móviles.Enrico no
— ¿No tuviste nada que ver? ¿Por qué me compraste esa ropa? Nos acabamos de conocer con qué derecho… Mira ya está, encantada de conocerte Durán y encantada de no volver a verte.Le colgó el teléfono y aunque estuvo a punto de tirarlo algo hizo que lo guardara, tal vez hasta que ella se comprara uno o podría regalárselo a alguien más, sí eso haría.Mientras tanto, Adrien ya había llamado a un taxi para que lo pasara a recoger y lo llevara a la sucursal de industrias dumas en Nueva York.«Voy camino de tu oficina, más te vale que estés allí cuando llegue si no quieres que le cuente a Chiara todo lo que no dice ese post, Gregorio»Le llamó así a propósito, sabía perfectamente que le molestaba, lo que no entendía era a qué jugaba Gregory Dumas, porque le había dicho a su prometida que se llamaba de otro modo, ni siquiera tenía que ocultar quién era, ella estaba obligada a casarse con él y lo haría. Y sobre todo porque se había comportado con ella como un jodido príncipe cliché de Disney c
—Bien, haz eso y que te compensen de alguna manera mi foto en las redes sociales.— Lo haré, haré que ellos te paguen — justo en el momento que estaba por salir, alguien llamó a la puerta. La secretaria no estaba en su puesto, Terry la había visto ir al área de las impresoras muy convenientemente, solo negó volteando a ver a Gregory antes de abrir y dejar pasar a quien fuera que esperaba el joven Dumas.—Soy todos oídos — lo esperaba sentado, no tras su escritorio, sino sentado en la orilla de este, con los brazos cruzados —¿Qué tienes que ver tú con mi prometida?—Mi mejor amiga y tu FUTURA prometida — Remarcó esa última palabra con su tono de voz— no lo será si yo puedo evitarlo porque si algo se es que no te mereces a una mujer como Chiara y, sin duda, ella no merece la vida que un perro como tú le daría.—Caminó hasta él hasta estar muy cerca y, aunque Gregory era algo más alto que él, Adrien no se vio menos amenazador por eso.Gregory rio antes las palabras de Adrien. No se dejarí
— Me llamo Gregory, no Gregorio.Replicó al escucharlo, era obvio que no le ayudaría, pero tenía que intentarlo, hacer que el maldito Adrien sirviera de algo y no solo para hacerle perder su tiempo, aunque, lo que le dijo no le ayudaba en nada, peor aún el maldito ya se había marchado sin que él pudiera preguntarle nada.¿Qué diablos significaba que no fuera ostentoso?Llamó de nuevo a su secretaria, más lo que ella le pudo decir sobre lo que haría feliz a una mujer lo dejó igual de confundido. Lo único que pudo sacar, era que a todas las mujeres le gustaban las flores, así que antes de que saliera de su oficina le dio una última instrucción.— Por favor llama a la florería de siempre y pide que te hagan un gran ramo de rosas, que al verlo la persona que lo reciba entienda lo mucho que lo siente la persona que se lo da.Danielle podía sentir la mirada persistente de su amiga sobre ella, pero prefería pasarla por alto. Como si no la notara, aunque claro que lo hacía como no hacerlo cua
— ¡Entra al coche ahora!Danielle exigió al entrar y ocupar el asiento del copiloto solo para esperar a que Gregory subiera también. Si a Gregory le molestó la actitud de la joven italiana, no lo dio a demostrar en ese momento.— Ahora sácame de aquí, rápido. ¿Crees que necesito publicidad idiota? Que a ti no te importe que saquen tu cara en todos los perfiles de cotilleo de Instagram me parece perfecto, pero yo no quiero que nadie descubra mi identidad, vivo muy tranquila, sin que nadie sepa quién soy.Sí, definitivamente ella no era como todas las chicas que conocía el italiano, ella era diferente y era por esa diferencia que a él le atraía.Sí, tenía que admitirlo, le atraía su futura esposa ¿Quién diría que le gustaría? Cuando hacía menos de casi una semana estaba enojado porque su padre le había impuesto la propuesta de matrimonio sin que él pudiera negarse. Bueno, podía negarse, pero tendría que renunciar a todo.— Con un, gracias me hubiera bastado — mencionó entrando a su au
Por un lado, Arlene estaba indignada al darse cuenta de que su amiga la había engañado y, por otro lado, divertida por ver la vergüenza que estaba pasando. Pero ahora era momento de que ella misma se hiciera cargo de sus propios problemas, así que volvió a entrar en el edificio para dirigirse al despacho del profesor.— Profesor Brennan — golpeó la puerta con los nudillos hasta que se le indicó que entrara, abrió la puerta para pasar cerrando a su espalda, fijando la mirada en la de él mientras rodeaba el escritorio del profesor para sentarse justo en la mesa, con una pierna a cada reposabrazos de la silla, justo como lo había visto en una película el día anterior y había jurado que haría si volvía a estar allí. No por nada se había puesto ese vestido que le facilitaba maniobrar de ese modo.— ¿Qué es lo que tenemos que hablar, señor Brennan?Brennan estuvo todo el semestre anterior negándose a ceder, a mantener su estatus de profesor y alumna, a pesar de notar esa extraña química ent