Las palabras de Enrico parecieron apaciguar la ira de su hijo, aunque también significaba que la relación entre ellos. Se había roto de manera irreparable, aunque seguirían siendo familia, eso era algo que no cambiaría jamás, el lazo de sangre entre ellos dos jamás podría romperse.Gregory no tuvo más opción que aceptar las palabras de su padre, podría no estar conforme, pero por ahora era suficiente estaba seguro de que su padre cumpliría su palabra, no por amor a él claro estaba, pero sí por todo lo que le haría el incumplir sus palabras. —Está bien padre, creeré en tus palabras. Pero más te vale terminar con ella lo más pronto posible, no soportaré más tiempo el tener que ver a mi prometida melancólica por ti— Gregory enfatizó la palabra "mi prometida" alejándose de su padre.Había sido un golpe duro para Enrico la distinción de esas palabras saliendo de los labios de su hijo, pero tenía que aceptarlo. Ella seguiría siendo prohibida para él. No solo por su hijo, también por ser la
—Eres un imbécil Enrico Dumas, jamás te habría dejado tocarme de saberlo y nunca, escúchame bien, nunca me habría enamorado de ti de la forma en que lo hice, espero que haya sido divertido para ti el haber seducido a la prometida de tu hijo. —Tras decir aquello le soltó la corbata y se giró para volver a las escaleras y marcharse de allí.Enrico no se esperaba que ella lo tomara de su corbata, de alguna manera, la intimidad que le daba la oscuridad de la terraza impedía que ella pudiera ver los golpes que la entrevista con Gregory unas horas antes le había dejado. —Así que por eso me parecía que deseabas estar solo conmigo, porque te enamoraste de mí— mencionó una vez ella lo soltó y empezó a alejarse de él. — Solo intentaba conocer al hombre que me impusieron y que no elegí, al hombre que tú me impusiste. — respondió ella, sin voltear a verlo. De hacerlo correría a sus brazos —No importa lo que sentimos Chiara o dejemos de sentir, lo importante es lo que ambos haremos a partir de
Por la forma en la que vio actuar a su prometida en la universidad y lo ocurrido con su padre en el estacionamiento de la empresa esa misma tarde, tenía una idea vaga a dónde había ido Chiara esa noche.Era obvio que le dolía saber y sentir que su casi esposa tenía sentimientos por su padre, pero no le reclamaría, todo lo contrario actuaría como el novio amoroso y con responsabilidad afectiva que quería ser para ella.Esa noche se encontraba en el portal de su departamento, esperándola con dos cajas de pizza, helado y mucho chocolate. Sabía de sobra que ella no estaba en ese momento allí, pero del mismo modo que sabía eso, también tenía la certeza de que su prometida no tardaría en llegar. ¿Y por qué Gregory sabía eso? La respuesta era fácil. No desconfiaba de Chiara, después de lo ocurrido de quién desconfiaba era de su padre y, justo por ese motivo, había decidido vigilar y seguir a Chiara. ¿Por qué a ella si en quien no confiaba era en Enrico?Solo había una respuesta lógica a e
Aseguró Danielle acercándose a la puerta de entrada del edificio e introducir su llave, abriendo la puerta y manteniéndola de ese modo para que él entrara con todas las cosas que llevaba en sus manos y así ambos dirigirse hasta la puerta de su departamento, por más que ella insistió en ayudarlo a llevar algunas cosas él no la dejo.—Hablaremos hoy de lo que quieras y haremos lo que desees. — declaró tras terminar ese abrazo que, aunque no fue tan largo como a él le hubiera gustado, si fue intenso.Chiara no sabía si ese siempre se extendería al gran y turbio secreto que guardaba y estaba por desvelar. Se separó de él para abrir la puerta de su apartamento y lo invitó a entrar caminando hasta la nevera para tomar una botella de vino y empezar a descorcharla, si, tal vez tras una copa todo fluiría más fácil y las palabras saldrían solas.— Verás Gregory — sacó dos copas del armario y vertió un poco de vino en cada copa, bebió todo el contenido de la suya de golpe y después volvió a llen
Lo mejor era olvidarse de sus parientes e ir de compras, tenía que lucir espectacular, era la primera fiesta donde asistiría tomada del brazo de Enrico siendo presentada ya como su señora, lo único que evitaba que ella fuera completamente feliz era saber que Gregory pronto se casaría y que la mujer con la que se casaría no era una mujer cualquiera, tal y como se esperaba del único hijo de Enrico Dumas, su prometida no solo era joven y de belleza excepcional; era la heredera de su propio imperio, una princesa, alguien con quien ella jamás podría competir, lo único que la mantenía ecuánime en esos momentos era saber que estaría por encima de ella al casarse con el rey del imperio que su hombre deseaba heredar.Si definitivamente ya no era necesario que ella se quedara, ninguna de las mujeres de la asociación la echaría en cuenta, casi apostaba que esperaban que ella se marchara para poder criticarla a su entero gusto, lo sabía y por primera vez no le importaba, es más, lo esperaba. Espe
Chiara jamás se habría imaginado estar en la situación en la que se encontraba en ese momento, los nervios, el remordimiento y el miedo por lo que sus acciones le traerían era algo que la tenían, confusa, nerviosa y expectante con su propio futuro. Tenía claro que no quería perder a Gregory, y no por quedarse sola, ella ni siquiera quería pareja cuando todo empezó, sino porque él realmente le gustaba, mucho más que gustar en realidad, y odiaba saber cuánto le herían sus acciones.Pero lo que su labio inferior temblaba de forma involuntaria, subiendo y bajando levemente, no eran sus propios miedos o sentimientos, era la incertidumbre sobre los pensamientos y sentimientos del joven frente a ella ¿Estaría tan herido como para haber causado un daño irreparable? Si, desde su perspectiva, lo que había ocurrido entre el padre de él y ella era una mierda. No podía ni imaginar siquiera lo que era para él, se sentía una persona horrible, solo de pensar en todo el dolor que le podía estar causa
Sus palabras no hicieron más que alegrar a Gregory quien le sonrió y no dudó en hacer aún más fuerte su agarre en ella.—Lo haremos como nosotros lo deseemos— las palabras de su chica, no hacían más que alegrarlo, y ayudaban a eliminar las nubes negras de tormenta que, por momentos, ensombrecían y cubrían sus pensamientos. —Lo único a lo que ellos podrán tener derecho es a acompañarnos en nuestra boda, pero solo a eso. — mientras hablaba no paraba de dejar picos en sus labios. — Tus padres por supuesto que se alegrarán, aunque tendrán que acostumbrarse a qué su única hija viva en los Estados Unidos, ¿O deseas regresar a Italia?Cada beso era reparador para Chiara, era como si uniera poco a poco las piezas rotas de su corazón, aunque había una parte que Gregory jamás sería capaz de unir, la que por desgracia siempre le pertenecería a Enrico.Y no se refería a su suegro, ese Enrico frío que conoció ese mismo día en su azotea, se refería al Enrico que él fue antes con ella, ese Enrico qu
Chiara no perdió el tiempo, sabía lo que deseaba, lo deseaba a él y, antes de que su prometido se diera cuenta de lo que la joven pretendía, ella ya le había quitado la ropa y disfrutaba del roce que se daba entre sus cuerpos desnudos, de esa sensación de querer fundirse con él en cada movimiento. Lo que más sorprendía a la italiana era la facilidad que tenían sus cuerpos para reconocerse y de buscarse mutuamente, como si se necesitaran, pero, sobre todo, lo que más le fascinaba a ella era esa complicidad que sus cuerpos habían creado, tanta que parecían querer danzar al mismo ritmo sin música que los guiara, no era necesario porque sus pieles se buscaban creando su propio compás, uno inaudible, solo palpable. Lo único que los guiaban eran los besos que se daban entre ambos, y que se acoplaban a los latidos de sus corazones latiendo al unísono y que incrementaron al mismo tiempo, como si no se tratara de dos corazones separados sino de un único gran corazón que imponía el ritmo no so