Aseguró Danielle acercándose a la puerta de entrada del edificio e introducir su llave, abriendo la puerta y manteniéndola de ese modo para que él entrara con todas las cosas que llevaba en sus manos y así ambos dirigirse hasta la puerta de su departamento, por más que ella insistió en ayudarlo a llevar algunas cosas él no la dejo.—Hablaremos hoy de lo que quieras y haremos lo que desees. — declaró tras terminar ese abrazo que, aunque no fue tan largo como a él le hubiera gustado, si fue intenso.Chiara no sabía si ese siempre se extendería al gran y turbio secreto que guardaba y estaba por desvelar. Se separó de él para abrir la puerta de su apartamento y lo invitó a entrar caminando hasta la nevera para tomar una botella de vino y empezar a descorcharla, si, tal vez tras una copa todo fluiría más fácil y las palabras saldrían solas.— Verás Gregory — sacó dos copas del armario y vertió un poco de vino en cada copa, bebió todo el contenido de la suya de golpe y después volvió a llen
Lo mejor era olvidarse de sus parientes e ir de compras, tenía que lucir espectacular, era la primera fiesta donde asistiría tomada del brazo de Enrico siendo presentada ya como su señora, lo único que evitaba que ella fuera completamente feliz era saber que Gregory pronto se casaría y que la mujer con la que se casaría no era una mujer cualquiera, tal y como se esperaba del único hijo de Enrico Dumas, su prometida no solo era joven y de belleza excepcional; era la heredera de su propio imperio, una princesa, alguien con quien ella jamás podría competir, lo único que la mantenía ecuánime en esos momentos era saber que estaría por encima de ella al casarse con el rey del imperio que su hombre deseaba heredar.Si definitivamente ya no era necesario que ella se quedara, ninguna de las mujeres de la asociación la echaría en cuenta, casi apostaba que esperaban que ella se marchara para poder criticarla a su entero gusto, lo sabía y por primera vez no le importaba, es más, lo esperaba. Espe
Chiara jamás se habría imaginado estar en la situación en la que se encontraba en ese momento, los nervios, el remordimiento y el miedo por lo que sus acciones le traerían era algo que la tenían, confusa, nerviosa y expectante con su propio futuro. Tenía claro que no quería perder a Gregory, y no por quedarse sola, ella ni siquiera quería pareja cuando todo empezó, sino porque él realmente le gustaba, mucho más que gustar en realidad, y odiaba saber cuánto le herían sus acciones.Pero lo que su labio inferior temblaba de forma involuntaria, subiendo y bajando levemente, no eran sus propios miedos o sentimientos, era la incertidumbre sobre los pensamientos y sentimientos del joven frente a ella ¿Estaría tan herido como para haber causado un daño irreparable? Si, desde su perspectiva, lo que había ocurrido entre el padre de él y ella era una mierda. No podía ni imaginar siquiera lo que era para él, se sentía una persona horrible, solo de pensar en todo el dolor que le podía estar causa
Sus palabras no hicieron más que alegrar a Gregory quien le sonrió y no dudó en hacer aún más fuerte su agarre en ella.—Lo haremos como nosotros lo deseemos— las palabras de su chica, no hacían más que alegrarlo, y ayudaban a eliminar las nubes negras de tormenta que, por momentos, ensombrecían y cubrían sus pensamientos. —Lo único a lo que ellos podrán tener derecho es a acompañarnos en nuestra boda, pero solo a eso. — mientras hablaba no paraba de dejar picos en sus labios. — Tus padres por supuesto que se alegrarán, aunque tendrán que acostumbrarse a qué su única hija viva en los Estados Unidos, ¿O deseas regresar a Italia?Cada beso era reparador para Chiara, era como si uniera poco a poco las piezas rotas de su corazón, aunque había una parte que Gregory jamás sería capaz de unir, la que por desgracia siempre le pertenecería a Enrico.Y no se refería a su suegro, ese Enrico frío que conoció ese mismo día en su azotea, se refería al Enrico que él fue antes con ella, ese Enrico qu
Chiara no perdió el tiempo, sabía lo que deseaba, lo deseaba a él y, antes de que su prometido se diera cuenta de lo que la joven pretendía, ella ya le había quitado la ropa y disfrutaba del roce que se daba entre sus cuerpos desnudos, de esa sensación de querer fundirse con él en cada movimiento. Lo que más sorprendía a la italiana era la facilidad que tenían sus cuerpos para reconocerse y de buscarse mutuamente, como si se necesitaran, pero, sobre todo, lo que más le fascinaba a ella era esa complicidad que sus cuerpos habían creado, tanta que parecían querer danzar al mismo ritmo sin música que los guiara, no era necesario porque sus pieles se buscaban creando su propio compás, uno inaudible, solo palpable. Lo único que los guiaban eran los besos que se daban entre ambos, y que se acoplaban a los latidos de sus corazones latiendo al unísono y que incrementaron al mismo tiempo, como si no se tratara de dos corazones separados sino de un único gran corazón que imponía el ritmo no so
A pesar de la arrolladora manera que Gregory la poseyó, Chiara no hizo más que sentir placer, su cuerpo ya estaba más que listo para fundirse con él, estaba tan humedecida por todo el juego previo que se había dado entre ellos, que sentirlo dentro de ella solo hizo que todo se volviera tan real, tan pleno todo a su alrededor que no había nada que ella más hermoso en esos momentos que escuchar los latidos de sus corazones sincronizados latiendo fuertemente en sus pechos, arañando con sus uñas su espalda — Gregory... Hazme el amor... Ahhh joder sí... Adoro sentirte dentro, muévete. — Por primera vez no quería al Gregory desquiciado y muerto de celos, quería tener a un hombre sobre ella amándola, saber que también podía hacer eso, que también era capaz de decirle que le amaba con cada parte de su ser y aunque disfrutaba mucho al Gregory rudo, en ese instante necesitaba más que eso, más que pasión, necesitaba amor. Llevó las manos hasta su y lo hizo verla, mientras hablaba solo para perde
Si había algo que le molestara a Enrico en esos momentos, era no haber podido despedirse de Danielle de otra manera. El adiós entre ambos había sido tan frío y tan carente de emociones, al menos por su parte, que le parecía irreal en esos momentos, pero no podía ser de otra manera. No si deseaba cumplir con la palabra que le había dado a su hijo y hacer lo correcto.¿Pero lo correcto para quién?Sin duda era lo correcto para todos, menos para él, lo único que parecía mitigar un poco su tristeza y curar su ego herido era tocar su piano, por lo que era en su cuarto de música, donde se encerraba siempre que estaba en casa, lejos de la oficina, la cual al igual que en el cuarto donde se encontraba en esos momentos, era otro oasis donde él podría perderse, en sus pensamientos, los cuales fueron interrumpidos por el sonido de unos nudillos golpeando la puerta para pedir acceso a la habitación.—¡Adelante! — fue lo único que dijo, ni siquiera dejó de interpretar la pieza musical que tocaba e
Gregory se rio, solo quería recibir el dichoso anillo y largarse de esa casa rápidamente, que ese par se despellejaran solos, antes creía que Melanie no se merecía a su padre, que era solo una más, alguien con quien divertirse, pero no una señora que pudiera acompañar al patriarca de su familia, en ese instante estaba feliz de que precisamente ella fuera su compañía.—Serás la segunda esposa del señor Dumas, padre. Mi esposa será realmente la señora Dumas—Gregory observó a su examante de arriba a abajo con desprecio. — Te guste o no, para nadie vas a ser nunca nada más que el juguete de mi padre, y escúchame bien Melanie un día se cansará de ti y entonces ni su juguete serás, ya no serás nada.Después de soltar su odio contra la mujer, Gregory volvió a fijar toda su atención en su padre, también tenía un par de cosas hirientes para decirle, pero incluso en ese momento no quería darle a Melanie un arma que usar contra ellos después. — No vendría hasta aquí si no fuera importante para mí