Abrió la puerta del copiloto y se encontró con el cazador veterano de la organización. Él la recibió con una sonrisa amistosa, que fue correspondida por ella.
- Buenas noches, señor ¿Será mi guapo compañero esta noche? – Dijo ella en un tono juguetón mientras se acomodaba en el asiento del vehículo.
- No, señorita, solo seré tu guapo conductor. – Indicó después de una leve carcajada.
- Suena bien para mí. – Respondió ella y él puso en marcha el vehículo.
Le echó un mejor vistazo a John y se percató que apenas había evidencia de la lesión que había sufrido en la pierna unas semanas atrás, el único indicio de su pequeña minusvalía era un bastón metálico recostado de la puerta del piloto.
- ¿Cómo est&a
Gilbert intentaba llegar a donde Charlotte había sido despedida con apuro, apenas pudiendo procesar lo que ocurría frente a él; un hombre de traje parado sobre la nada, a metros sobre el suelo y observando directamente a chica vampiro. No podía evitar preguntarse “¿Qué demonios es eso?” para sus adentros en medio de su trote desenfrenado, intentando sacar el arma de su cinturón.El hombre descendió hasta el suelo y aterrizó con ligereza sobre las ruinas que dejó la caída de Charlotte. Ella permaneció inmóvil, sin poder hacer reaccionar ninguna parte de su cuerpo y con una mirada fija de horror hacia aquella persona, como si estuviese presenciando su peor pesadilla.- Hace tiempo que no nos vemos ¿Verdad? Aunque seguro no lo recuerdas para nada. – Dijo el hombre con una media sonrisa en sus labios, en un tono insidioso y guardando sus manos en los bolsillo
Ella sintió que había pasado una eternidad, pero no más de una hora pasó para que la ambulancia enviada por Arthur llegara a la escena. Observó como introducían un catéter en el brazo de Gilbert, los cables del medidor de ritmo cardíaco a su pecho, y lo subían a una camilla entre dos hombres. Una paramédico femenina asistía su respiración con una bomba manual mientras lo introducían dentro del vehículo. Estaba fuera del protocolo, pero el equipo de emergencias dejó que Charlotte subiera con ellos y no al asiento del copiloto.Los dos hombres paramédicos observaban sus signos vitales al mismo tiempo en que circulaban por la carretera a la velocidad más alta posible. En la cabina, todo los equipos médicos se movían de forma vertiginosa, mientras la mujer continuaba asistiendo la respiración del convaleciente y Charlotte mantenía su m
- ¡No tenía opción, estaba a punto de morir! – Exclamó Charlotte, poniéndose de frente a Virginia. Al darle un mejor vistazo, se dio cuenta que no estaba en uniformada como siempre. Era obvio que había llegado con prisa en ese momento, usando un jean ajustado, una camisa sin magas, a medio abotonar en la parte baja y embutida torpemente dentro de la cintura de los pantalones. Tampoco tenía el pelo trenzado como acostumbraba, sino que ostentaba la cascada dorada de sus cabellos totalmente libre, rozando sus caderas. Tenía la cara pálida, sin maquillar y los ojos hinchados. Jamás la había visto de esa forma. - ¿Y convertirlo en un monstruo como tú fue lo mejor que se te ocurrió? – Cuestionó de forma cínica, sin dejar de alzar la voz. - Tan pronto como su organismo acepte mi sangre se recuperará. Está vivo ¿O no? - ¿Pero al costo de lo último de humanidad que le quedaba? Te dije claramente que no lo involucraras en esta misión. - ¿La misión? ¿Te
Era el sótano de un típico edificio residencial londinense, que había sido convertido en departamento por motivos de sobrepoblación y alta demanda en la ciudad. Charlotte descendía por las escaleras para encontrarse una puerta de hierro oxidado, sin evitar recordar las palabras de Arthur antes de que la escoltaran a ese lugar.- Te conseguí un departamento en un barrio medio decente, creo que es ideal pues hará tus salidas nocturnas menos sospechosas y estarás alejada del sol durante el día. – Indicaba Arthur, mientras ambos caminaban por el recibo de la mansión van Helsing.Ella ya se habría cambiado de ropas; siendo de día, se cubría con una pesada chaqueta negra de cuero, un cubrebocas oscuro y una gorra en su cabeza.- Se te enviarán suministros de sangre, comida y lo que necesites cada cierto tiempo hasta que comencemos con la investigación. Como t
- Comienza hablar. – Profirió Charlotte, con su rodilla presionando la espalda de Nicusor hacia el suelo y manteniendo la llave en su brazo. Él lanzó un alarido de dolor, continuándolo con una carcajada.- Me gustaría sentarme, si no te importa. – Dijo sonriente. Ella no tomó su sugerencia en serio, por lo que mantuvo el ceño fruncido y la posición en la que estaba. - ¿Qué? ¿Piensas que voy a huir? – Cuestionó de forma cínica antes de otra carcajada. – El grupo de asesinos para el que trabajas ya acabó con todo mi equipo, bueno, tú te encargaste de los últimos. No tengo a donde ir y si huyo, tus amigos seguro que cazaran.Charlotte dudó de dejarlo libre, pero todo lo que decía tenía bastante sentido. Se quedó con la mirada perdida por un momento, pensativa, hasta que el hombre interrumpió su reflexi&o
El taxi los estaba llevando a través de la calle Regent, con sus luces adornando el paisaje, las tiendas abiertas, personas circulando haciendo vida nocturna, y los faros de los autos alumbrando el recorrido. Los niños se mostraban tímidos y temerosos de todo lo que estaban viendo, los más pequeños se exaltaban cada vez que un auto hacía sonar su bocina, mientras que la niña mayor pretendía no tener los nervios de punta, con la mirada siempre al frente.Charlotte se dio cuenta de todo lo anterior, pero encontró que esa calle era una buena parada para ellos; abundaban las tiendas de ropa, los pubs y cafeterías que aún no habían cerrado. Le hizo señas al conductor para pedir que se estacionara, y pasó una tarjeta de crédito por el lector del auto.- Andando. – Dijo al abrir la puerta del auto, haciendo a los niños salir. Llevó al más peque&n
En los cuarteles subterráneos de la mansión van Helsing, Virginia evaluaba detrás del cristal del gimnasio a nuevos reclutas que se encontraban luchando entre sí. Monitoreaba cada golpe, cada bloqueo, caída, y lo que fuese, buscando errores o debilidades en su nuevo escuadrón. Ahora había una clara diferencia entre los cazadores originales, vestidos de negro, y los nuevos cazadores de Virginia, elitistas ejemplares de hombres y mujeres, con portes extremadamente intimidantes, todos llevando el unicolor blanco en sus vestimentas, haciendo que la sangre que brotaba de los más duros golpes fuera más obvia.En medio de su vigilancia, un hombre uniformado en blanco, con expresión fría e inmutable, con el cabello rapado y con unos anteojos que acentuaban la fuerza en su mirada, se acercó a ella.- Capitana, tengo información para usted. – Indicó el hombre en un tono mon&oa
La dirección del GPS le había dirigido a un lugar familiar. Había sido enviada al subterráneo en donde hace unos meses la habían intentado capturar. Continuaba lloviendo cuando arribó a la entrada del subterráneo, corrompida por los cazadores en aquella ocasión. Dejó su vehículo en la superficie, y descendió hasta el interior de la antigua estación del tren, rápidamente obteniendo recuerdos de lo que había sido su vida de no haber sido encontrada por los van Helsing, y por Gilbert en específico.Se lanzó hacia las vías del tren, empuñando una de las espadas; había sido notificada que algunos vampiros de clase 4 se estaban conglomerando en el interior de la estación, como si algo los llamase a estar allí. Al pensar en ello, vino a su memoria aquel relato del traficante de vampiros, Nicusor. Sobre que esas criaturas que en los cazado