Presionado

—Papá, necesito que me ayudes, esa mujer, la tal Ana, estorba a nuestros planes, sabes que siempre he deseado la fortuna Dubedetti y no es justo que sea para ella y esos niños, además si me caso con Mario nos daría mucho más poder, seríamos respetados sobre cualquiera.

—Lo sé, hija, pero dudo que Mario regrese contigo, tuviste tu oportunidad y la arruinaste

—No quiero recordar el pasado, me importa solo mi presente y mi futuro, quiero que Mario esté en el, tú encárgate de esa mujer y yo me encargaré de conquistarlo.

—Lo intentaré, hija, pero no te aseguro nada, por si no te has dado cuenta, los mantiene con excesiva vigilancia.

—Los cuida como obtuvieran gran valor.

—Pues será que para él lo tienen, aunque a nosotros no nos guste.

—Tal vez, contestó con desagrado.

Elena era una mujer muy bella, pero excesivamente caprichosa y ambiciosa, que estaba acostumbrada a conseguir lo que quería sin importe dañar a otras personas.

Enrico se había empeñado en casar a Mario con ella, quería unir
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