LUCIANA
Cuando vi a Julián ingresando al piso, el corazón me latió tan fuerte que casi no pude respirar. Su presencia parecía filtrarse por todo el apartamento, colmando todo el espacio con una tórrida y masculina intensidad. Así era y así había sido siempre cuando estaba con él.
En su presencia me sentía frágil y encantadoramente expuesta. Incluso cuando no tenía dinero, Julián había conseguido emanar una irrefrenable seguridad en sí mismo. Siempre hacia parecer que, en comparación a su presencia imponente, el resto de los hombres fueran considerados chicos inexpertos.
En aquella época había podido disfrutar de tanta masculinidad. Había podido tocarlo, acariciarlo sin tener que pedir permiso. Lo había deseado libremente y también demostrarle lo mucho que yo lo deseaba a él.
Ahora todo e
JULIANMe había sentido incrédulo ante la confesión de Luciana sobre lo que su esposo hacía con ella.Sus palabras me hicieron dudar una vez más de lo que en un principio habían sido mis intenciones con respecto a su cuerpo y me recordé que, básicamente, nada había cambiado.Luciana había iniciado una relación conmigo hace siete años, pero todo había acabado mal porque había elegido marcharse con su novio, que era socialmente más aceptable que yo ante los ojos de sus padres. Ese novio que a su vez había fallado a las expectativas puestas en él.Luego, varios sucesos desafortunados en su vida la obligaron a tomar malas decisiones y las cosas terminaron tal y como estaban ahora: con una empresa en ruina, sin esposo, sin padres y al borde de la indigencia. Sin embargo, nada de eso cambiaba el hecho de que ella me hab&i
LUCIANAMe había marchado a casa con una sonrisa tonta que me autoconvencía de que había tomado la decisión correcta.Desde que se me impuso un marido y enviudé, no había vuelto a mirar a ningún otro hombre. Ni siquiera había sentido la tentación, el deseo o las ganas de querer a alguien más en mi vida. Sin embargo, todos los días me encontraba con ese diávolo italiano que, además de admirar, deseaba con todas mis ansias tocar.¿Para qué engañarme?Aparentar que ese beso no se había dado, no significaba que lo hubiera olvidado.Repetirme a diario que no debía sentir nada por un hombre que pertenecía a mi pasado, un hombre que ni siquiera estaba interesado en mí, no significaba que no sintiera nada por él.Había algo que flotaba a mi alrededor y despertaba
JULIÁNLa confesión de Luciana era lo que había estado esperando: sus palabras eran la lenta llama que llevaba al incendio, porque sabía que habría un incendio entre nosotros dos.Luciana destilaba atractivo sexual prácticamente sin ser consciente de ello y se me estaba ofreciendo.No me había equivocado sobre las señales que había estado captando.¿Cómo había podido dudar de mí mismo?Por supuesto, tendría que dejarle bien claro que no se trataba de una especie de relación, que hiciéramos lo que hiciéramos, sería puramente un acto físico.Ya habíamos tenido la oportunidad para el romance en el pasado, pero ella le había puesto punto final a todo. El romance era ya algo impensable entre nosotros.Sonreí internamente, mordiéndome el labio inferior mientras mira
LUCIANAHabía llegado demasiado lejos con Julián, pero apenas me daba cuenta de que no había pensado en lo que pasaría entre los dos.En relación a mi inexperiencia, por muy aterrador y excitante que todo resultara, seguramente por instinto mi cuerpo seguiría sus movimientos y Julián se haría cargo de la situación.Tragué grueso al rememorar con su cercanía, todo lo que había sentido cuando él me tocaba en el pasado, y el modo en el que todo mi cuerpo ardía presa de las llamas aun hasta ahora… en eso, nada había cambiado.Pensar en que sería mucho más glorioso sentir cómo él me hacía el amor, me había envalentonado para negar que estuviera nerviosa. Sin embargo, lo estaba, aunque también muy excitada ante la perspectiva de hacer el amor con él. Aun así, teníam
LUCIANA—No digas estupideces… —dijo él con incredulidad y asentí con la cabeza—. No puede ser —frunció el ceño—. Te aseguro que no tienes necesidad de mentir para aumentar mi interés —añadió— porque ya está lo suficientemente acrecentado. De hecho, lleva así desde el momento en que tu hermano fue a verme para pedirme ayuda.En ese instante, todo comenzó a desencajar en mi cabeza—¿Qué quieres decir?—Cuando escuché el nombre de tu hermano me di cuenta de lo que me faltaba para poder dar por terminado lo que tuvimos en el pasado y eso no era otra cosa que tenerte en mi cama y consumar la relación.—¿Querías que termináramos en la cama? ¿Por eso nos ayudaste?—Estaba seguro que eso sería lo que ocurriría.&mda
LUCIANA En ese instante tan íntimo, ni siquiera era capaz de recordar lo que había esperado de mi matrimonio con Owen. Les había creído a mis padres cuando dijeron que lo que sentía por Julián era tan solo una locura de adolescente que había surgido al estar lejos de casa, libre por primera vez. Me habían asegurado que le ocurría a todo el mundo y que no tardaría en desaparecer el sentimiento que pensaba sentía por él. Que una vez aburrida, volvería a acercarme a alguien de mi propio nivel, de mi propia clase social y la emoción por lo desconocido terminaría por desaparecer. Sus palabras habían sido tan convincentes que, cuando empezaron a haber más razones para que me casara con Owen, la lucha interna que se había desatado dentro de mí sobre mis sentimientos por Julián y la postura de mis padres, se intensificó. Sin embargo, no me había imaginado que jamás podría tener sexo satisfactorio con el hombre con el que nunca debí haberme casado.
JULIÁNLuciana reposaba como una diosa sobre mi cuerpo y podría quedarme observando su gloriosa anatomía durante toda la eternidad. Su delicada cintura, sus vibrantes pechos, la perfecta definición de sus pezones y las pecas que le cubrían el escote me estaban volviendo loco porque nunca antes me había sentido tan vivo cuando estaba haciendo el amor.De algún modo las cosas parecían estar funcionando a otro nivel, donde cada sensación se acrecentaba hasta un límite casi insostenible.¿Sería posible que me sintiera de ese modo porque por fin estaba haciendo el amor con la única mujer que se me había escapado?¿Era esto lo que debía sentir al cerrar por fin esta historia?¿Me habría sentido así si la hubiera poseído hace siete años?No. De eso estaba seguro.Por muy loco que
LUCIANA Tres meses después… Las cosas no habían cambiado entre Julián y yo durante los últimos meses y seguíamos teniendo encuentros fogosos en el piso que me había asignado en calidad de préstamo. Estaba feliz porque me había pedido ser su acompañante en la boda de Giulio, por lo que lo estaba esperando para que ambos fuéramos al aeropuerto privado donde nos montaríamos en un jet de su empresa para volar a la isla Cagliari, en Italia. La empresa había crecido a pasos agigantados y Julián había encontrado a la persona perfecta para que manejara la presidencia cuando él decidiera retirarse del mando, ya que no me encontraba en condiciones de manejar todos los asuntos por mi cuenta. La puerta se abrió y supe que Julián había llegado por mí. Corrí como una adolescente a su encuentro, colgándome de su cuello y enrollando mis piernas a su cintura para devorar su boca en un apasionado beso.