LUCIANA
Oí dos golpes fuertes en la puerta de la alcoba en la que el señor Lucca me había mandado instalar y temblé de pánico. Hice caso omiso al llamado, pero una voz familiar me hizo respingar aún más.
—¡Ábreme, Luciana. Soy Alessandro! —insistió del otro lado, uno de los mejores amigos de Julián—. Me envía el padre de Giulio, así que no hay nada que debas temer.
Suspirando resignada, abrí la puerta del dormitorio topándome con el caprichoso soltero más codiciado de toda Italia y Grecia, quien sonreía con picardía mientras sus ojos color aguamarina brillaban divertidos y dos hoyuelos se enmarcaban a los lados de sus labios.
—Que desconfiada eres… —negó con la cabeza, ingresando como torbellino a la alcoba. Cerré la puerta y me crucé de brazos, aguardando a
LUCIANA—¡Ayuda! ¡Alessandro! —grité desesperada cuando Julián cayó al suelo sin remedio.Él ingresó raudamente a la habitación y se puso de cuclillas, tomando la muñeca de Julián para controlar su pulso.—¡Lo has matado de amor, Luciana! —dijo con absoluta seriedad que casi me dio un infarto.—¡No es momento de bromas! —reproché cuando no se aguantó y comenzó a reír—. ¿Está bien?—Está bien, no te preocupes. Bebió demasiado y sabes que no está habituado al alcohol.—¿Estás seguro?—Por supuesto; llevo años en una situación similar… así que no te preocupes, despertará cuando se le haya pasado la conmoción. —lo miré curiosa. De nuevo se ponía se
LUCIANAOír de la boca de Julián que solo me quería a mí, me había impulsado a ingresar a la habitación antes de lo pactado con Alessandro.Su plan había sido simple: quería que Julián confesara sus sentimientos por mí y que tuviéramos una oportunidad de reanudar todo lo que habíamos dejado hace siete años.—¿Y bien? —le pregunté, una vez que Alessandro nos dejó a solas—. ¿No lo repetirás más fuerte?Los ojos de Julián brillaron y acortó la distancia que nos separaba.—Sigues aquí… —susurró, como si estuviera soñando—. No te has marchado.Negué con la cabeza y se abalanzó sobre mí, abrazándome con todas sus fuerzas.Cerré los ojos y despacio, elevé mis brazos para corre
JULIANMarbella, España6 meses después…La tibia arena bajo mis pies me daba un golpe de realidad para dejar de creer que todo se trataba de un sueño.Llevaba un pantalón blanco de verano y una camisa del mismo estilo, abotonada hasta debajo del pecho y los pies descalzos. El pequeño arco decorado con flores y tela blanca que erigía frente a mí, ondeaba con suavidad mientras los nervios hacían que yo bufara cada tanto por la impaciencia de la espera.Giulio se acercó con su pequeña hija en brazos, vistiendo un atuendo similar al mío.La pequeña abrió sus ojos de par en par, enseñándome unos ojos pardos como los de su padre, bajo aquellas cejas casi imperceptibles por el tono rojizo de su vello.—Es preciosa —la admiré—. Idén
Un juramento de revancha, una propuesta del pasado, un resultado escandaloso.Cuando Luciana abandonó a Julián para casarse con otro hombre, él se juró que encontraría el modo de hacerle pagar por aquella traición.Años después, Luciana estaba desesperada por resolver un problema ocasionado por su difunto esposo y que podría llevar a su familia a la ruina. Sin embargo, nadie estaba dispuesto a tenderle la mano a una empresa que prácticamente era un caso perdido.En ese preciso instante, Julián Ricci, aparece de nuevo en su vida, dispuesto a ayudarla a cambio de un alto precio que él sabía heriría profundamente su orgullo: ella debía entregarse a él y servirlo en la cama durante un periodo establecido.Sin embargo, las cosas no eran precisamente ni como Julián pensaba ocurrió en el pasado, ni
LUCIANA IVANOVIngresé a la cocina de la casa y tomé asiento en uno de los taburetes, frente a Yuri, quien se encontraba comiendo un emparedado. Me quité los zapatos y suspiré. Había caminado demasiado buscando en cada banco la ayuda que necesitaba.—No he conseguido que ningún banco nos dé el crédito que necesitamos, Yuri —le dije al notar que su mirada se había reposado con inquisición sobre mí.—Lo suponía… —susurró con una tranquilidad que no era propia de él—. Gracias a Dios, encontré a alguien que nos ayudará a resolver la situación.—No me digas… —respondí con incredulidad, negando. Yuri jamás se había interesado en el negocio hasta que su estilo de vida comenzó a sentirse amenazado.—¿Julián
LUCIANAAunque Yuri tenía razón, me costaba culpar a mis padres por el curso que había terminado tomando mi vida.Cuando se enteraron de mi amorío con Julián, como era de suponerse, se mostraron espantados. Ni siquiera lo quisieron conocer y no tardaron en empezar a aparecer los primeros problemas financieros, como por arte de magia.La empresa no había conseguido prosperar con el tiempo y el banco comenzó a presionar a mi padre para que se pusiera al día con la deuda de la hipoteca.Yuri se encontraba lejos, viviendo despreocupado la buena vida a la que estaba acostumbrado, así que mi padre, desahuciado, me confesó todos los problemas por los qu
JULIAN—Dile a la señorita Ivanov que suba sola —ordené a la recepcionista y colgué la llamada.En toda mi vida, nunca había sido propenso a sentirme nervioso, pero, en aquellos momentos, debía admitir que sentía una ligera presión en el pecho ante la perspectiva de volver a verla.Después de la visita de su hermano, supe con total certeza que volvería a verla; tan certeramente como que después de la mañana viene la tarde y luego la noche, ya que, en lo que respectaba al dinero, el orgullo de una persona era lo primero en sacrificarse y los hermanos Ivanov necesitaban mucho dinero.Estaban desesperados; mucho más de lo que Yuri Ivanov había demostrado.En cuanto él se marchó de mi despacho, comencé a investigar su situación y descubrí que era insostenible. Les faltaban como mucho, de seis a nueve
JULIÁNCuando ingresó a mi despacho y se acercó a mi escritorio, noté que estaba más hermosa que la imagen que tan cuidadosamente tenía guardada en mi memoria.No podía ver lo largo que tenía el cabello, pero sí noté que seguía siendo del mismo color brillante que cuando la conocí hace siete años: color cobrizo con reflejos rubios, representando coloridos matices de mechas completamente naturales.Y su cuerpo, seguía siendo el mismo; no había engordado a lo largo de los años y de hecho parecía más delgada que nunca. Unas profundas ojeras enmarcaban sus ojos de color celestes, siendo la imagen viva de lo que la preocupación y la ruina podían hacerle a una persona, en especial a una que había tenido todo capricho deseado en su vida.No obstante, seguía siendo tan hermosa como la recordaba.