El día de Sandro transcurrió muy diferente al de Ellie, una mañana muy agitada en la oficina y una discusión con su padre al medio día.Los ánimos de Sandro estaban de punta, y no era para menos, la necedad de su padre por saber si Ellie ya era su mujer no lo dejaba tranquilo.A lo anterior se le sumaba que las reuniones que había pactado para el día, dos de ellas fueron canceladas de forma imprevista, alterando de cierto modo lo que ya tenía planeado.Había sido un día bastante estresante, y lo único que sé le apetecía era llegar a casa y descansar, sin embargo, mientras recogía sus pertenencias, su padre volvió a llegar a su oficina y con las mismas preguntas, comenzó a alteral los ánimos de su ya cansado hijo.—Entiendo que la relación que tenías con mi abuelo era así, contándose las intimidades que sucedían entre los dos, pero no soy mi abuelo y mucho menos soy tú, padre. Creo que Ellie merece respeto, de la misma manera que mamá la merecía —decía Sandro ya cansado de los alegatos
Era un día de esos que prometían ser inolvidables para Ellie, había conocido a Josías; un chico hermoso y detallista que robó su corazón con tan solo una sonrisa. Ese día saldrían por unos helados y después al cine, era fin de semana y Ellie no tenía que trabajar o estudiar.Se arregló hasta quedar perfecta, maquilló su rostro, colocó un vestido ajustado a la cintura con una falda a la rodilla y amplia de falda. Modeló mirándose en el espejo y aquel resultado le gustó, tocaba su cabello y acercaba su rostro al espejo asegurándose que todo estuviese bien para el encuentro.Se despidió de su padre, notó que algo no estaba bien, sin embargo, no prestó interés en qué le sucedía, era hora de marcharse; afuera de la casa estaba Josías vestido muy elegante, la saludó cariñosamente y se marcharon a su primera cita después de semanas de hablar por mensajes,Al mismo tiempo, pero en otro continente, estaba Sandro, con una maleta en su hombro a punto de abordar el avión, y la ilusión de regresar
Sandro se despertó en horas de la tarde, estaba un tanto desubicado por el cambio de horario y cansado del viaje.Bajó en busca de Franco, su hermano, pero éste se fue de casa una hora antes de él despertar, fue en busca de su madre y la saludó con un fuerte abrazo, buscó a su padre que estaba sentado leyendo el periódico del día e hiso lo mismo con él.—Te has despertado al fin, ¿cómo estás? —mencionó su padre mirando el periódico.Tanto Franco como Sandro se habían acostumbrado a la relación de sus padres, entre ellos, amor no había, pero eran grandes amigos y eso hacía que la relación fuera muy llevadera.—Bastante bien padre, he descansado lo suficiente, aunque no dejo de tener sueño, espero que pronto me adapte al horario y al ambiente de San Francisco, son muchos años fuera de casa.—Claro, tu cuerpo tiene que procesar la información, pero hablando de información, hay algo de lo que tengo que hablarte hijo y es de suma importancia —se acomodó en su asiento, dejó el periódico que
Sandro comenzó a alistarse sin ganas, no estaba de humor para andar de romeo y mucho menos para las reuniones que hacía su padre.Se vistió con ropa casual y usó su colonia favorita, bajó en busca de su padre quien vestía de saco y corbata.—¿Irás vestido así?—Por supuesto padre, ¿por qué? ¿a dónde iremos?Su padre no respondió a sus preguntas, ya no había tiempo de que Sandro se cambiase de ropa, iban con diez minutos de atraso, gracias a la lentitud con la que Sandro se alistó.—Olvídalo, anda vamos, que llegaremos tarde y no quiero tener problemas con Albert y su hija.Sandro, con una mueca caminó atrás de su padre hacia el auto, entró en él y sin decir una sola palabra se marcharon hacía el hogar de los Nolan.—¿Estás lista? —le preguntó Albert a Ellie quién estaba encerrada en su habitación, sin bañarse y con la pijama de dormir, estaba dispuesta a ser castigada con tal de hacer romper el acuerdo de su padre con aquel hombre.—No saldré, no me casaré y es mi última palabra, padre
Ellie se levantó con sus ojos inflamados por tanto llorar, se bañó, se lavó los dientes, secó su cabello y lo onduló con su plancha, se maquilló haciendo relucir sus ojos hermosos, se colocó su vestido y sus zapatos.Tomó su celular y revisó sus cuentas, su dinero estaba allí intacto como si nunca hubiese pasado nada, sus lágrimas volvieron a salir por el egoísmo de su padre y sus intenciones.—¿Llorando aún? tienes todo de vuelta ¿qué más quieres? —le preguntó su hermana molesta por su actitud —¿no crees que eres muy egoísta con papá después de todo lo que te ha dado? nadie en esta ciudad vive y luce mejor que tú ¿qué más quieres?—Quiero que me amen, Elizabeth ¿tan loca es esa idea que no la merezco? ¿crees que Sandro pueda amarme? entre nosotros jamás habrá amor.—Deja de ser tan melodramática Ellie, tienes un destino mejor que el de cualquiera, y no sé, hasta puedes hacer que Sandro te mire como tanto lo deseas, solo tienes que comportarte como te lo ha indicado papá y todo saldrá
Ellie llegó a casa y se lanzó a su cama, donde una vez más lloró desconsolada, recordaba las palabras de Josías y el fatídico adiós que le dio, recordaba a su vez; las palabras crueles de su padre y lo odiaba, odiaba todo lo que él hacía por un poco de poderío y una reputación, que con los años se iría tras su muerte. —Me tienes hasta el cansancio de verte llorar, ¿no te cansas de dar lastima? Le reclamó su hermana, mirándola con desprecio, tan solo años atrás era Ellie quién pedía un hombre adinerado con quién poder casarse y tener lo que las jóvenes de su edad sueñan. —Vete, largo de mi habitación, largo o no responderé por lo que pueda pasarte. Su padre, entró a la habitación y con un cinto la castigó, su berrinche ya colmaba su paciencia, una que se estaba limitado por la vejez. —Vuelves a tratar a tu hermana de esa manera y no responderé, Ellie, ¿qué diablos te hizo Josías? ¿eh? —Amarme, eso hizo. Le gritó Ellie a su padre, sacando de él una bofetada en su rostro pálido. El
Ellie viendo que su padre no habría la puerta, a pesar de su llamado, corrió por un teléfono público.Desesperada, llamó a Josías para viniese a su rescate, mas sus llamadas eran rechazadas una a una."Vamos Josías, te necesito" —rogaba marcando una y otra vez su número de teléfono, pero cada que Josías escuchaba la voz de Ellie, rechazaba la llamada.Ellie quiso pensar que era porque llamaba de un teléfono público, aunque le extrañaba pues su voz se escuchaba en ella.Para Josías el que Ellie llamara de un teléfono público, significaba una sola cosa, era pobre igual que él, y ¿para qué arriesgarse con ella? ¿qué objetivo tenía? si su interés era el dinero, todo el que ella pudiese tener en su cuenta.—Deja de llamar, me volverás loco Ellie, loco —suplicaba él viendo las múltiples llamadas.Cansada de llamar a su príncipe azul, Ellie decidió volver a casa, tocó la puerta, sonando el timbre que había en él, sin embargo nadie aparecía en la puerta; intentó una vez más calar en el corazón
Ellie, fue poco lo que logró dormir en aquel lugar, sonidos extraños provenían de las demás habitaciones, eran sonidos de mujeres que trabajaban en las calles de noche y sus acompañantes, hombres adinerados que buscaban consuelo."¿En qué momento se vino a éste lugar?" —para ella, venir a este hotel había sido una mala decisión, aunque siendo un hotel de buena reputación, dejaba mucho que desear."Quiero dormir" —replicaba con tristeza, aunque fue a eso de la una de la mañana que logró conciliar el sueño, siendo vencida por el cansancio, los golpes y el dolor de los mismo.—¿A dónde irás tan temprano? —le cuestionó Augusto a Sandro, estaba avergonzado por su actuar del día anterior, fingiendo ser un hombre recto cuando sabía que lo único recto que tenía él, era la carrera que dividía su cabello a un lado.—Iré por Ellie, y posteriormente iré a trabajar, tengo cosas que hacer padre.Sandro, tenía algunos negocios por aquí y por allá que daban buenos frutos, y, aunque ahora tenía que hac