Me levanté con resaca y fui hacia la cocina, ahí estaba él y sonriendo me dio una pastilla y un zumo de naranja.—Me quiero morir…—No, siéntate en el sofá que te pongo el desayuno, perobaquí no muere nadie —me miró a modo de burla, con una media sonrisa.—Bueno, tú ya me entiendes…—Lo hago, pero ya te lo dije —señaló al sofá—, a sentarte y a desayunar.—¿Cuál es el plan de hoy? —Cogí un pan que había en la mesa.—Nos vamos a la Isla de Skye.—Wow, eso no me lo esperaba.—Pues allá vamos, con esos paisajes estaremos de lo más felices aparcados en cualquiera de sus carreteras. Me encantaba pensar en visitar la Isla de Skye, había estado una vez de viaje por la universidad, y se me quedó grabada en el corazón. Volver allí, y además, hacerlo de la mano de Bradox, me causaba una especial ilusión.Además, esa isla era la más conocida de las Highlands, sobre todo por sus ciudades y los increíbles paisajes que ofrecía, aquello era una maravilla sobre la faz de la tierra, además estaba li
—Brad, por Dios, espero que sea una broma —mi tono sonó a regaño.—No pasará nada que no quieras que pase, pero sí que ocurriera algo, me gustaría que te dejaras llevar, eso sí, eres libre de hacer lo que quieras.—Escucha, no lo haré, te lo advierto. —Pasará lo que tú quieras que pase.Yo me iba a cagar en mi vida, reconozco que no es que me horrorizara la idea, si fuera con otra chica me negaría por completo, aunque fuera egoísta y es verdad que Logan no tenía desperdicio, pero me imponía mucho hacer algo con otro hombre frente a Brad y que no fuera solo con él, yo lo amaba y no me veía en aquellas locuras. Menos mal que aún estaba un poco mareada por el vino, así que cogí aire y de su mano fuimos hasta las bodegas que estaba al otro lado del castillo, cuando llegamos me quedéa lucinando. Aquello era una preciosidad todo en madera,con juego de dardos, mesa de billar, barra de bar, cientos de botellas en la pared de piedra y sujetas cada una con una especie de semicírculo de mad
—No te muevas, es solo un anestésico para disminuir tu incomodidad,ya verás —la cánula ya estaba dentro de mi trasero y noté el primer disparo, comencé a moverme como loca por la sensación y Logan aguantó mis piernas mientras Brad, me sujetaba por los hombros.Era una sensación extraña, el calor era intenso y notaba que me excitaba, una locura fue cuando dio el segundo disparo.—Millie, ahora tengo que darte frío, ¿te pones boca abajo con los pies en el suelo, que te resultará más cómodo?Asentí con la cabeza y me incorporé con la ayuda de ambos y luego me puse entre sus piernas, de espaldas, echándome hacia adelante, tenía algo claro, me iba a dejar llevar y disfrutar del momento.—Bien —dijo Brad, apretando mi nalga, nalgeandome con fuerza y separando mis piernas un poco más con las suyas—. Saca las caderas un poco más hacia fuera.Escuché cómo se ponía unos guantes de látex y movía sus dedos dentro del vaso de hielo, me daba un poco de miedo a lo que sabía que iba a hacer, pero c
Desperté y escuché a Bradox en el baño lavándose los dientes, lo primero que me vino a la mente fue lo del día anterior. ¡Qué fuerte!Tenía un poco de resaca, así que con un buen desayuno y una pastilla se me pasaría.Fui hacia el baño y me rodeó con sus brazos dándome los buenos días y me preguntó cómo estaba, así que no tardó en darme un vaso de agua con una pastilla.Bajamos a la terraza de atrás a desayunar y allí estaba Logan tomando un café de pie, le dio un abrazó a Brad y a mi otro, el mío con mucho cariño ya que besó varias veces mi mejilla.Durante el desayuno Logan nos ofreció irnos los tres a pasar un par de días a su otra casa al otro lado de la isla, nos pareció perfecto.Hizo una llamada para que llenaran el frigorífico antes de que llegáramos, en esa casa no vivía nadie, solo iba un chico a mantener los jardines y cualquier avería y una muchacha a limpiarla cada cierto tiempo, no era como esta que había bastante personal, ya que las tierras eran grandes.Tras el desayu
Nuevo día, y yo ya inralada en casa de Bradox, desayunamos y fuimos a las oficinas a trabajar, yo estaba como en una nube, flotaba, hasta mi supervisora me dijo que me veía reluciente y esovme sonrojó.Fui a la oficina de Brad, para que me invitara a un café a media mañana, me recibió con un beso y un abrazo, como si hiciera días que no me hubiera visto, y es que él todo lo que me transmitía era pasión. Había sido mi antiguo enemigo y ahora él parecía decidido a ser el hombre de mi vida.Volví a mi oficina y recordé lo que hicimos con Logan, en las Highlands de Escocia, y sonreí, mordiéndome el labio. Aquel escocés era otro hombre intrigante y sexy, recordar las cochinadas que hicimos en sus casas, y pensar en esos momentos en los que me hicieron disfrutar de seco torrido me hizo acalorarme. Aquello había sido para mí, una experiencia extraña pero gratificante y una forma de liberarme en el sexo, hacer cosas que jamás había pensado antes y compartir unos juegos que nunca había imagi
Millie Stewart sintió que se le paraba el corazón cuando leyó la carta que había recibido del banco.Un mes.Solo tenía un mes para recoger las pertenencias que le quedaban y abandonar la casa en la que había vivido toda su vida. Y pensar que había sido una de las mujeres más acaudaladas del país. Pero entre noches de fiesta, lujo desmedido y otras excentricidades había derrochado toda su herencia. Y ahora estaba totalmente sola, sin apenas dinero y a un paso de acabar durmiendo en la calle.Se enjugó las lágrimas y se sentó en el sofá, sujetando aún, con mano temblorosa la notificación del banco. Solo tenía una opción, dejar a un lado su orgullo y suplicar por primera vez en su vida. Suplicar al hombre que había firmado la carta y su destino. ¿Pero qué otra cosa podía hacer?Buscó dentro de su armario un traje elegante, se puso unos zarcillos de oro y comprobó su aspecto en el espejo. Lucía la imagen sobria que quería aparentar, pero también se había calzado unos tacones que realzaba
—¿Y entonces qué es lo que no ha entendido? —preguntó él encogiéndose de hombros.Millie se mordió el labio inferior y lo miró frustrada. Ahora ya sabía porque los banqueros tenían fama de ser tan retorcidos. Era evidente que comprendía el motivo por el que estaba allí, pero por lo visto disfrutaba poniéndoselo difícil. Se mordió la lengua y adoptó una postura tan despreocupada como la suya.—Verá, señor… —empezó a decir con voz aterciopelada—, como ha podido usted darse cuenta, podría perder mi casa en el plazo de un mes. Así que debo hacer algo pronto —determinó inclinándose disimuladamente para que él pudiera fijarse en su escote.Notó que, efectivamente, él centraba su mirada en su blusa semitransparente, pero lejos de notarlo nervioso o alterado (como solía ocurrir en la mayoría de hombres) se mantuvo frío y distante.—¿Hacer algo pronto? —replicó en un tono burlón— Usted lleva tiempo sin hacer frente a sus pagos y por eso ha sido desahuciada. No veo qué pueda hacer ahora para ev
El banquero le abrió la puerta del coche en un gesto galante y Millie se subió al Audi negro con altivez. Dentro olía a la tapicería de piel y a su almizcle personal, y de repente se sintió rodeada, envuelta y acorralada por él. —¿No se encuentra bien? —le preguntó él cuando vio que se había quedado paralizada. Ella parpadeó aturdida. —Sí, estoy bien —se disculpó algo avergonzada—. ¿Puedo saber dónde cenaremos? —añadió tratando de disimular sus nervios. —Hay un lugar a unas cuantas calles de aquí cerca de la avenida Fisherman’s Wharf, del que me han hablado muy bien. Dicen que es uno de los mejores restaurantes de San Francisco —le contestó por encima del hombro, mientras engranaba primera y giraba el volante a la derecha. —¿Vamos a cenar en el St.James? Pero ese sitio es demasiado elegante, ¿no? Ella había ido muchas veces allí (cuando se lo podía permitir) y conocía el ambiente. —Ya le dije que pagaría yo —le recordó sin apartar la mirada de la carretera. —No se trata de din