Hibrand iba conduciendo despavorido, quien lo viera pensaría que había cometido una infracción y estaba huyendo de la policía, pero la realidad era que huía de sí mismo, no entendía qué había pasado, solo sabía que acababa de tener el mejor sexo de su vida y lo había obtenido de una puta del barrio rojo, de la que no sabía ni su nombre, tampoco es que le interesara, lo único que tenía claro es que era una preciosidad, y joven, la chica no debía pasar de veintidós o veintitrés años como mínimo.
De repente se dio cuenta de que había hecho lo que pensó que jamás haría; faltar a su matrimonio, pero no sentía ningún remordimiento, y eso era lo que peor lo hacía sentir; no sentirse culpable por haber sido infiel a su muj
(Samara, Rusia)Sergei Ivanov, estaba descansando en su casa, recuperándose de la paliza que mandó a propinarle Petrov, uno de los rusos con más dinero de Samara; dinero ilícito que había obtenido de diversos negocios, como la trata de blanca, transporte ilegal de todo tipo de mercancías o contrabando, así como de un sin números de burdeles que funcionaban al margen de la ley.Sergei lo conocía desde hacía muchos años, quizás desde cuando no tenía nada y era tan solo un pobre diablo. Había hecho algunos negocios con él, nunca se había metido tan hondo como Petrov, porque siempre pensó en el bienestar de su familia. Siempre ha sabido cual es el límite y hasta dónde era capaz de llegar. Los negocios que había hecho con Petrov habí
Hibrand llegó a su casa después de salir del piso de Licelot, estaba muy calmado, aunque pareciera mentira estaba lleno de una tranquilidad inusual, sin remordimientos, sin culpas, solo era un hombre casado con una mujer amargada y que ella lo culpaba de estar en una silla de ruedas, un hombre que había salido sin rumbo fijo para desconectar por unas horas de la vida de m****a que le había tocado, un hombre que se había ido de putas y se había follado a una detrás de un vitral sin planificarlo, por lo demás, todo bien. — ¿De dónde cojones vienes a estas horas? —le parecía mentira que le preguntara, pero él no contestó, sabía que si lo hacía empezaran de nuevo a discutir y esa noche él estaba por encima de las peleas. —Buenas noches Heleen, deberías irte a la cama, ya soy grandecito para que te preocupes por mí —siguió caminando hasta su alcoba, subió por las escaleras. Después del accidente mandó a que in
La ciudad de Ámsterdam es el máximo ejemplo de lo que puede ser capaz el ser humano, construida sobre el agua, hecho que ha llevado a sus habitantes a vivir en constante movimiento. Goza de una arquitectura con lujosas mansiones junto a los canales y fachadas al estilo gablete. Hace muchos años fue una ciudad de mercaderes que venían en busca de placer. Hoy ofrece lo mismo a sus visitantes; sexo puro y duro al más alto nivel. En el barrio rojo hay para todos los gustos, desde sexo en vivo, máquinas expendedoras de sexos, en donde echas algunas monedas y aparece una chica como incentivo, porque si quieres estar con ella tienes que pagar mucho más que unas moneditas.Ivana estaba situada en su vitral, llevaba puesto un modelito en color rojo que le tapaba un poco más que el que llevaba la vez anterior, consistía en un corsé que le llegaba hasta la altura del ombligo y u
Se ducho y salió del baño envuelta en una toalla, él seguía sentado en el sillón donde ella lo dejó hacía unos minutos, pero estaba totalmente desnudo y su pene medio levantado, ninguno dijo nada, no había necesidad, las palabras salían sobrando, ella se agachó delante de sus piernas y empezó a masturbarlo mientras lo miraba, él le pasó sus dedos por los labios, sin palabras le dijo que quería sus labios en vez de su mano, que quería que lo hiciera sentir que estaba vivo, así que sin palabras se entendieron, solo con la mirada.Ivana hizo caso a la inexistencia de palabras, sin dejar de mirarlo llevó su pene a la boca y empezó a lamer, Hibrand apenas emitía algún gruñido, esperaba que ella hiciera eso, que se llevara su pene a la boca, es lo que más deseaba, sentir lo mismo que sin
Había pasado casi dos semanas desde que Hibrand e Ivana estuvieron juntos en el hotel Krasnapolsky, si ella no hubiese estado allí y participado en los preludios sexuales con él, podía hacerse a la idea de que solo fue un sueño, pero no, si en algún momento su mente quería jugarle una mala pasada estaba el dinero que le dejó pagándole su servicio, dinero que lo tenía guardado, sabía que no podía estar gastando como loca, porque estaba sola y tenía que sobrevivir porque no siempre sería puta, un día deseaba salir de todo eso y ser solo Ivana, sin el sobre nombre de la puta detrás del vitral. Quizás fuera una quimera, un delirio producto de su mente, pero en ese sueño ella no se veía puta, eso lo tenía claro.Después de esa noche Hibrand no había vue
Hibrand se quedó observando la habitación, era muy sencilla, con lo básico, pero todo estaba en su lugar, si alguien que lo conociera lo viera, seguro que pensaría que se la había ido la chaveta, porque; analicemos la situación; él un hombre que siempre lo había tenido todo, que nunca había tenido que recurrir a una puta, que las mujeres se peleaban por él, estaba detrás de una que se buscaba la vida detrás de un vitral, para follarsela por tercera vez, mientras que en casa tenía una mujer que no lo era como tal, «las cosas claras» pensó burlón, porque su mujer desde hacía tiempo que había dejado de serlo, para ser exacto después del accidente del que ella lo culpaba.Ivana dio un paso atrás, quería observar su habitación desde los ojos de Hibrand, pero
Ivana se quedó acostada en la estrechez de su cama, tal y como él la dejó, con solo su corbata como ropa, tenía frío, pero ni siquiera intentó taparse, quizás el frío le despertara las neuronas a batacazos y le haga ver que acababa de cometer el peor error de su vida; enamorarse de un cliente, y encima casado. Quiso disimular que no se sintió mal cuando se lo dijo, pero en su cara se reflejó la tristeza y también agradecimiento por contárselo, no tenía por qué y lo hizo.Ella era una puta de uno de uno de los barrios más emblemáticos de Ámsterdam que se estaba enamorando de un hombre casado, ya no tenía sentido negarlo, por días y semanas trató de olvidarlo, pero no ha podido, y esa noche solo se lo ha confirmado, como también sabe que todo era un e
(Samara, Rusia)— ¡No pudo habérsela tragado la tierra, quiero que la encuentren, buscad en casas de los familiares, tanto de su madre como de su padre y la quiero aquí, de lo contrario estáis despedidos! —Petrov estaba como loco gritando a sus secuaces porque no pudieron dar con el paradero de su prometida, porque sí, aunque no lleve su anillo aún, ella era su prometida, siempre lo había sido, incluso desde antes de nacer, él solo estaba esperando el tiempo justo, así como también divorciarse de la que, hasta hace poco fue su mujer, a quien despachó con una mano delante y otra detrás, porque no había nada que llevarse todo su dinero y bienes estaban a nombre de empresas fantasmas, así que ante la justicia y los divorcios él era un hombre insolvente, no tenía nada que ofrecer, ni co