Había pasado casi dos semanas desde que Hibrand e Ivana estuvieron juntos en el hotel Krasnapolsky, si ella no hubiese estado allí y participado en los preludios sexuales con él, podía hacerse a la idea de que solo fue un sueño, pero no, si en algún momento su mente quería jugarle una mala pasada estaba el dinero que le dejó pagándole su servicio, dinero que lo tenía guardado, sabía que no podía estar gastando como loca, porque estaba sola y tenía que sobrevivir porque no siempre sería puta, un día deseaba salir de todo eso y ser solo Ivana, sin el sobre nombre de la puta detrás del vitral. Quizás fuera una quimera, un delirio producto de su mente, pero en ese sueño ella no se veía puta, eso lo tenía claro.
Después de esa noche Hibrand no había vue
Hibrand se quedó observando la habitación, era muy sencilla, con lo básico, pero todo estaba en su lugar, si alguien que lo conociera lo viera, seguro que pensaría que se la había ido la chaveta, porque; analicemos la situación; él un hombre que siempre lo había tenido todo, que nunca había tenido que recurrir a una puta, que las mujeres se peleaban por él, estaba detrás de una que se buscaba la vida detrás de un vitral, para follarsela por tercera vez, mientras que en casa tenía una mujer que no lo era como tal, «las cosas claras» pensó burlón, porque su mujer desde hacía tiempo que había dejado de serlo, para ser exacto después del accidente del que ella lo culpaba.Ivana dio un paso atrás, quería observar su habitación desde los ojos de Hibrand, pero
Ivana se quedó acostada en la estrechez de su cama, tal y como él la dejó, con solo su corbata como ropa, tenía frío, pero ni siquiera intentó taparse, quizás el frío le despertara las neuronas a batacazos y le haga ver que acababa de cometer el peor error de su vida; enamorarse de un cliente, y encima casado. Quiso disimular que no se sintió mal cuando se lo dijo, pero en su cara se reflejó la tristeza y también agradecimiento por contárselo, no tenía por qué y lo hizo.Ella era una puta de uno de uno de los barrios más emblemáticos de Ámsterdam que se estaba enamorando de un hombre casado, ya no tenía sentido negarlo, por días y semanas trató de olvidarlo, pero no ha podido, y esa noche solo se lo ha confirmado, como también sabe que todo era un e
(Samara, Rusia)— ¡No pudo habérsela tragado la tierra, quiero que la encuentren, buscad en casas de los familiares, tanto de su madre como de su padre y la quiero aquí, de lo contrario estáis despedidos! —Petrov estaba como loco gritando a sus secuaces porque no pudieron dar con el paradero de su prometida, porque sí, aunque no lleve su anillo aún, ella era su prometida, siempre lo había sido, incluso desde antes de nacer, él solo estaba esperando el tiempo justo, así como también divorciarse de la que, hasta hace poco fue su mujer, a quien despachó con una mano delante y otra detrás, porque no había nada que llevarse todo su dinero y bienes estaban a nombre de empresas fantasmas, así que ante la justicia y los divorcios él era un hombre insolvente, no tenía nada que ofrecer, ni co
Ivana se despertó tarde, la noche anterior en cuanto se fue Hibrand, se quedó en la cama pensando en todo lo que había pasado, hasta que después de mucho rato cayó rendida, ni siquiera se dio cuenta a qué hora llegaron las chicas. Se levantó decidida a ducharse. Aún respiraba el olor de Hibrand, pero necesitaba despejarse con agua fría porque en el piso casi nunca había agua caliente, esperaba que el agua fría le hiciera reaccionar ubicándola en su lugar, uno que nunca debía olvidar, que es el de puta.«Tienes un título muy difícil de quitar Ivana»—pensó triste, tampoco es que se arrepintiera, porque gracias a ese “trabajo” había podido sobrevivir y lo más importante había conocido a Hibrand, así que todo lo malo no había sido. Lo úni
Ivana estaba desde hacía más de dos horas en su cabina, eran las onces pasadas de un martes, pero en el barrio rojo todos los días eran de fiesta. La gente no dejaba de pasar y mirarla. Llevaba un vaquero desabotonado y un top de color fucsia brillante, ya había cambiado de posición no sabía cuántas veces, pero nadie entraba. Se estaba arrepintiendo de no haberse ido con las chicas, pero, aunque sabía que podía trabajar cuando quisiera, era responsable. Tenía algún dinerito ahorrado, pero no podía dejar de trabajar, porque no siempre pensaba estar detrás de un vitral, ella quería algún día poder salir de todo eso para no estar como Edurne. Llevaba toda la razón en todo lo que dijo, cinco años siendo objetos de miradas de deseo y de sexo tenía que ser mucho para cualquiera.E
—Creo que tenemos una conversación pendiente ¿No? —recordó ella subiéndose los vaqueros, él ya estaba vestido, de pie, sin decir nada, solo mirándola.—Ivana, dime que tú no sientes nada y me voy ahora mismo, dime que cuando estamos juntos no nos olvidamos de todo, que solo existimos nosotros.—Hibrand, las mujeres como yo, no pueden vivir de ilusiones, no tenemos derecho a sentir, a enamorarnos, además tú estás casado—recordó ella mirándolo.— ¿Y qué pasa cuando un hombre como yo encuentra una mujer como tú? ¿Dime que pasa? porque yo te encontré y…— ¿Y qué Hibrand? yo soy lo que soy, esto es lo que soy, una mentira, lo único real eres tú—dijo ella pasando las manos por su cara.—Ivana yo no dejo de pens
Hibrand se despertó temprano, como todos los días, porque a primera hora tenía que ir al campo, aunque después tuviera que trabajar el resto del día en la oficina. Eran las ocho y ya debería estar en las plantaciones mirando que hacía falta y que todo estuviera bajo control.Se quedó mirando la mujer que tenía a su lado. En algún momento las sábanas debieron de caer y ella dormía relajada, totalmente desnuda, igual como lo estaba él, de momento era solo suya, después, el después él no quería pensarlo.Agarró el teléfono de ella que estaba en la mesita, no tenía clave, quería echar un vistazo, pero se arrepintió, no quería que lo viera y pensara lo que no era, bueno… si, también podía pensar lo que era, por
Ivana se despertó de nuevo unas horas más tarde, no sabía que la había despertado, pero sintió ruido, era su móvil que estaba haciendo el característico pitido de que había entrado un mensaje, lo alcanzó, estaba en la mesita del lado donde durmió Hibrand. De repente le vino todo a la cabeza e incluso donde estaba, pero en ese momento lo fundamental era ver quien cojones le estaba llamando con tanta insistencia.La mensajería de WhatsApp solo lo identifica con el número, eso significa que no lo tenía en sus contactos, pero por la clase de mensaje sabía quién era.—Ya te extraño y aún no es medio día—ella sonrío, por supuesto que sabía quién era, alguien que durmió con ella y le había robado su número.—Lo siento,