Hibrand estaba preocupado, Ivana no le respondía los mensajes, ni contestaba las llamadas, y eran casi las tres de las tarde, así que dormida no podía estar. Los rusos se acababan de ir al aeropuerto. Él estaba dando los toques finales al contrato con Licelot para mandarlo al bufete de abogados que se encargaba de llevarle los asuntos.—Hibrand, ¿Qué te pasa? no te estás enterando de nada— reclamó Licelot.—Lo siento Liz, llevas razón, pero es que le he puesto un montón de mensajes y llamadas a Ivana, pero no contesta, tiene el teléfono apagado.—No seas tan dramático, eso es que se ha quedado sin batería. —intentó ella calmarlo.—No lo creo, así que terminemos esto que voy al apartamento, me parece extraño.—De acuerdo, cansino, pero recuerda que Ivana, aunque sea tu pareja, también tiene una vida.—Eso intento, pero no lo puedo evitar, es más fuerte que yo.—Eso es que estás enamorado, pero creo que te estás pasando un poquito, Ivana no se va a ir y te va a dejar.—Lo sé, pero esa
Había pasado una semana desde que Ivana dejó a Hibrand, una semana en donde pasó por diferentes etapas, primero fue la negación, pero por más que intentó negar todo lo que le había pasado no ha podido, estaba ahí doliendo en su alma cada día, luego vino la ira, un estado que no solo le afectó a él, también a las personas que estaban a su alrededor, estaba en la etapa de la negociación, aunque ella le había dejado claro que no lo amaba, eso no quería decir que no pudiera verla aunque sea de lejos, él era un cliente y según tenía entendido seguía trabajando como puta en uno de los vitrales del barrio rojo, además le dio a entender que eso era lo que le gustaba y que no lo dejará ni por él, ni por nadie. Era pensarlo y desistir, sabía que tenía que olvidarla, que no tenía sentido buscarla, aunque fuera como cliente, pero era algo más fuerte que él.—Te prometo que vengo en son de paz, no vayas a tirar nada por favor. —Pidió Licelot sentándose en la silla frente a él.— Gracias por so
Hibrand pasó muy mala noche, desde que Ivana lo dejó las noche eran una mierda La noche anterior cuando entró a su vitral y la folló cuando salió de la cabina se sintió peor que una mierda. Entrar y tener sexo con ella fue una mala decisión producto de la desesperación, de la añoranza que sentía al no tenerla, de los celos por imaginar lo que hacía en ese vitral, de saber que no tenía ningún derecho de exigirle nada, de darse cuenta de que era uno más de los tantos que habían pasado por su vida, bueno… por su cabina.Liz, ¡buenos días! ¿Puedes traerme un café? necesito uno con urgencia —pidió a Licelot por el teléfono interno. Había llegado hacía más de dos horas, no podía dormir, así que se levantó y se fue directo a la oficina, ya tenía un montón de trabajo adelantado, Licelot acababa de llegar —. Cuando me lo traigas, trae también la carpeta de los rusos, en dos semanas debemos tener los contenedores cargados de tulipanes en el puerto marítimo de Rotterdam.—Marchando café y carp
Había pasado una semana desde que Ivana desapareció, en un principio las chicas no le dieron importancia porque pensaron que había decidido arreglar las cosas con Hibrand y se había ido con él, pero cuando vieron que no llamaba para avisar donde estaba, como lo hacía siempre que se iba, empezaron a llamarla ellas, pero nunca les cogió la llamada, de hecho, el teléfono siempre estaba apagado y eso le parecía muy extraño.—Edurne, nada de lo que está pasando es normal, Ivana no es así —dijo Malenka con cara de preocupación.—Lo sé, pero ¿Qué podemos hacer? no tenemos dónde buscarla ni a quien hablarle.—Está Hibrand, podemos intentarlo con él, quizás sepa más que nosotras.— ¿Tú sabes dónde encontrarlo? porque yo no. —Tampoco, pero está san google y él tiene una empresa que se dedica a la exportación de tulipanes, podemos empezar por ahí.—De acuerdo, conéctate y busca los datos, recuerda que no podemos ir con la policía, Ivana no tiene documentación y en vez de un bien, podemos hacerl
Heleen estaba preocupada, no había logrado solucionar las cosas con Hibrand cada día estaba más alejado de ella, casi no lo veía, pensó que, al alejar esa mujer de su vida, las cosas serían diferentes, pero se equivocó, ya no sabía qué hacer, ni cómo actuar para tenerlo a su lado. Estaba segura de que no había vuelto con la puta, ella tenía sus fuentes, además dormía todas las noches en su habitación, donde se echaba la llave por dentro para que ella no pasase. Había intentado darle su espacio, darle tiempo con la esperanza de que se sintiera solo y regresara a ella, pero en vez de eso se había volcado en su jodida empresa, sentía que todo el sacrificio no había valido la pena, que todo lo que había hecho por recuperarlo había sido en vano.— ¡Hola Heleen!— ¡Hibrand! No te sentí llegar…—Eso ha sido porque he dejado el coche en la calle, tenía muchas ganas de verte.—Yo también Hibrand, de verdad, me alegra que recapacites…—Pero ardo en deseos de verte para preguntarte ¿Por qué cojo
San Petersburgo (Rusia) Club de alterne SolyankaEdik Nekrásov era uno de los socios de Naturmatic, laboratorio dedicado a la perfumería, cremas corporales, aceites para el cuerpo, entre otros. Eran cuatros socios que empezaron de la nada, pero que habían creado un sello propio y una ambientación de fragancias dirigida a todas las personas, porque su creación y fabricación de cremas en el cuidado personal con productos naturales exportados desde diferentes países estaban dando resultados óptimos. Entre esos países estaba Ámsterdam, que es donde hacía poco estuvieron él y Dima Tíjonov, su otro socio. Ellos dos eran los que se dedicaban a buscar innovaciones para seguir creando fragancias y cremas nuevas, los otros dos se quedaban en el laboratorio.Por todo ello a Edik le había sido imposible formar una familia, era difícil estabilizarse cuando tienes que estar casi todos los días subido en un avión, pero no todo era malo, porque al ser soltero tenía la oportunidad de irse a l
Cuando Hibrand llegó a casa de las chicas, ya ellas lo estaban esperando en la entrada. Había llamado a Malenka y le había contado un poco lo que le había dicho Edik. Malenka pensó que se llamaba igual que un cliente que tuvo la otra noche, también era ruso y muy guapo, pero era imposible, las casualidades no pasaban así porque sí, además debía haber muchos rusos llamados Edik.—Hibrand, no entiendo qué hace ella en San Petersburgo, donde tengo entendido que Ivana es de Samara por eso le decimos samaritana —aclaró Malenka.—Yo tampoco, además, ¿Cómo se la llevaron? ¿Por qué cojones lo hicieron?—Hibrand, no sé si esto esté relacionado, pero Ivana vino de su país huyendo por no casarse con un señor que puede ser su abuelo… bueno eso fue lo que me dijo un día que le pregunté —recordó Malenka.— ¡No me jodas Malenka! ella nunca me dijo nada.—Ni a nosotras, eso se lo saqué un día que estábamos melancólicas, de hecho, jamás lo volvimos a mencionar, no creo que recuerde que me lo contó, yo
Hibrand llegó a mediodía al aeropuerto Pulkovo dos, estaba lloviendo, hacía un día asqueroso, de esos donde era mejor quedarte en casa con una manta y una bebida caliente. No había traído maleta, solo una bolsa de mano con un par de vaqueros y unas cuantas camisas. No quiso perder tiempo recogiendo maletas. Cuando estaba fuera se quedó mirando para todos lados. El padre de Ivana dijo que lo esperaría, no tenía que buscar mucho, porque al fondo vio una mujer menuda y bajita muy parecida a Ivana, al lado un hombre con los ojos más azules que había visto en su vida, mucho más que los de Ivana, no tenía pelos, no sabía si era calvo o lo llevaba rasurado, los rusos eran muy raros.— ¿Ustedes son…? —preguntó Hibrand mirándolos.—Los padres de Ivana, vámonos de aquí. —pidió Sergei mirando hacia arriba a aquel hombre, debía medir uno noventa y cinco, frente al uno setenta y cinco de él.—Creo que debemos irnos al hotel, y allí planificar cómo podemos hacer las cosas.—De acuerdo—asientio Serg