Ivana y Hibrand seguían en el apartamento de Plantage, habían dormido y hecho el amor por todo el día, pidieron comida y después de comer estaban tirados en el sofá. Ambos estaban casi desnudos y en silencio, juntos pero cada uno metidos en sus pensamientos. Hibrand pensaba que no recordaba cuándo fue la última vez que se había sentido tan bien, tan en paz consigo mismo y con la vida. Pensaba que ahí dentro lo tenía todo, que el mundo fuera se podía caer a pedazos, porque ellos estaban por encima de cualquier catástrofe, porque lo que él sentía era tan fuerte que se podía enfrentar a cualquier cosa. Aún no habían hablado, habían estado haciendo el amor, durmiendo y hasta hacía poco comiendo.
Por su parte Ivana pensaba prácticamente lo mismo que Hibrand, pero ella no tenía las cosas ta
Por un buen rato ambos se quedaron mirando sin decir nada, solo eran cuerpos que se sentían, que se palpaban y se comunican por medio de la mirada, ninguno hablaba, ninguno hizo ningún movimiento, a ellos solo les importó lo que estaban sintiendo y que estaban juntos, ¿Juntos para siempre? esa respuesta no la podían responder, esa respuesta solo le tocaba responderla al tiempo, ese que suele dar grandes salidas a muchas dificultades.—No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí así.— ¿Así como?—Así, como me siento ahora, en paz, relajado, enamorado, agradecido de la vida, de encontrarte…—Hibrand, pero son momentos robados, siento que estoy…—En el lugar indicado mi vida, no hay mejor lugar que esté, aquí y ahora, vivámoslo, yo estoy dispuesto a intenta
— ¡Vaya! Hasta que aparece el hombre más buscado del planeta —exaltó Heleen mirando a Hibrand con burla.— ¿Para qué me buscabas? por lo que veo, estás bien—contestó mirándola desafiante.— ¿Quizás porque eres mi marido? ¿Por qué tu deber es cuidarme? ¿Porque estoy en una puta silla de ruedas sin poder hacer nada?—Heleen, para todo eso tienes a Drika, recuerda que yo, muchas veces quise hacerlo, quise ser tu marido, quise cuidarte, pero tú no me dejaste, también quise estar contigo. El que tú estuvieras en una silla de ruedas a mí no me importaba, porque te amaba Heleen, eras mi mujer y a pesar de todo yo te amaba.» Te juro que no quise enamorarme, que nunca quise que todo esto pasara, pero pasó, estoy enamorado de otra mujer, una mujer que conoce
Ivana llegó al piso del barrio rojo que compartía con las chicas, necesitaba hablar con ellas, explicarles lo que tenía con Hibrand y la decisión que había tomado, no sabía cómo lo tomaran, pero sentía que ellas necesitaban escuchar todo de su boca, quizás estuvieran de acuerdo, quizás no, pero era su decisión.En lo que se refería al alquiler de la habitación, tampoco le complicará las cosas, ya muy difícil lo tenían ellas, por lo que pensaba seguir pagando la parte proporcional de la mensualidad, al menos por unos meses, era algo que había decidido y que tendrá que contárselo a Hibrand, y si no estaba de acuerdo le daba igual, esa era una de sus condiciones para cambiarse de casa.Las chicas aún dormían, habían debido llegar muy tarde, o quizás muy temprano de la mañan
Desde que Ivana estaba viviendo en el apartamento de Plantage, Hibrand solo pasaba por su casa a ver cómo estaba Heleen, que para variar estaba peor que antes, tanto que Drika amenazaba con largarse. Hibrand intentaba detenerla siempre que se lo decía, pero sabía que el día menos pensado se iría y lo más probable es que se quedara sin nadie que la cuidara, porque ninguna durará. Cuando pasaba por la casa aprovechaba para ducharse y cambiarse de ropa, había llevado algunas cosas al apartamento, pero tenía casi todo en casa, muy dentro de él le daba pena todo, un cambio es lo que tenía, aunque en esa casa no era feliz, era su casa desde hacía muchos años, la cual compró con ilusión, con ganas de verla llena de críos, pero eso solo fueron ilusiones, porque la realidad era otra bien distinta.Quería crear momentos nuevos, y se estaba d
Samara (Rusia)— ¡Petrov, cuanto hacía que no te veías! gracias por el obsequio, pero no era necesario hombre —Yaroslav Jakov era el asistente de la oficina de migración de la federación migratoria rusa. Petrov habría querido ver directamente al ministro, pero fue imposible, por lo que tuvo que hacerle la pelota al asistente para que le diera la información que necesitaba.—No es nada hombre, sabes que siempre estoy a la orden —dijo refiriéndose al carísimo reloj que le mandó por envío exprés hacía un par semanas —. Y no me ves, porque llevas mucho tiempo sin visitar a mis chicas, sabes que ellas estarán muy contenta de complacerte.—Lo sé, estar en uno de tus negocios siempre es un lujo, cualquier noche me dejo caer por allí, ¿Ahora dime que s
Había sido un fin de semana único e irrepetible, Hibrand no quería que terminara y en vez de regresar el domingo como siempre hacía cada vez que se quedaba en la finca, lo hicieron el lunes. Iban de camino, pensaba dejarla en el apartamento, pasar por su casa, y cambiarse de ropa. Ese era el día que vendrían los inversores rusos y tendrá una semana muy complicada, pero estaba seguro de que no será ningún impedimento para sacar tiempo y estar con su chica.—Hibrand… ¡gracias! ha sido el mejor fin de semana de mi vida, me ha encantado estar allí contigo y las plantaciones, son únicas.— ¡Gracias a ti mi vida! y ya sabes podemos repetir cuando queramos, de hecho, podemos pasar todos los fines de semanas allí, siempre lo hago, es donde mejor me siento y ahora contigo es muy parecido al cielo.—Ya… p
Ivana y Malenka terminaron de hacer sus compras y se fueron al apartamento de plantage, Malenka le echó una mano ayudando a colocar algunas cosas de las que compraron.—Samaritana, creo que me voy antes que tu novio me encuentre aquí.— ¿Y qué más da? además, Hibrand y yo no hemos quedado en nada, quédate y pedimos algo para la cena—pidió Ivana animándola.—No sé, no estoy segura samaritana, mira que como llegue tu Hibrand y quiera tema… —respondió llevando unos cuadros a la habitación.— ¡Loca! el tema ese al que te refieres puede esperar, y esos cuadros déjalos encima de la cama, luego los coloco yo, ahora ven siéntate, vamos a hablar de lo que quieras, incluido ese azucarrr tuyo.—El azucarrr no es mío alma cándida, es de una cantante de mi país,
Ivana se acababa de despertar con una compañera inusual en su cama, la noche anterior después de cenar, bailar tomarse una botella de vino que encontraron y hacer el ridículo se fueron a la cama. El lugar donde debía estar Hibrand había sido ocupado por Malenka, que ahora estaba roncando, intentó levantarse sin hacer ruido. Malenka tenía mucho sueño atrasado, de hecho, todas las que se dedicaban a trabajar detrás de un vitral lo tenía, el trabajo de la noche no era fácil, pero a todo se acostumbra una.Mientras estaba en el baño lavándose los dientes no dejó de pensar en Hibrand, era la primera noche después que ella vivia en ese apartamento que no dormía con ella, pero tampoco había prometido hacerlo siempre. Algunas veces tendrá que acostumbrarse a dormir sola, ella aceptó estar con é