Hibrand llegó a su casa hacía más de una hora, una casa a la que ya no le hacía ilusión llegar. Cuando llegó tuvo otro enfrentamiento con Heleen, esa vez porque no hizo caso del llamado de Drika para que viniera a casa porque “ella no se sentía bien” Hibrand se quedó viéndola con ganas de decirle un par de cosas, pero si lo hacía delataba a Drika y eso era lo que menos quería, ya suficiente tenía la mujer por estar en medio de unas vidas que no era suya.
—Eres un mal marido, no sé cómo puedes ser tan frío, Drika te dijo que me sentía mal y no viniste Hibrand, eso no te lo voy a perdonar.
—Heleen cuando te sientas mal, hay que llamar al médico, no a mí, él sabrá que hacer, mi presencia solo te dejará más mal, recuerda, s
—Liz, reprograma todo lo que tenía pendiente para hoy, no voy a ir por la oficina en todo el día.— ¿Estás enfermo? en el tiempo que te conozco, jamás ha dejado de venir a trabajar, ni siquiera cuando pasó… bueno eso que pasó, recuerdo que venías con la pierna escayolada.—Lo sé, pero hoy me cojo el día, quiero estar con Ivana, creo que debemos dejar algunas cosas claras, ella me necesita Liz, ambos nos necesitamos—suspiró justificándose, sabía que ante Licelot no tenía que hacerlo, ella lo conocía mejor que nadie y sabía del infierno que estaba viviendo, no en vano ella y Heleen no se llevaban.—Hibrand, me alegro de que te lo hayas pensado yo quiero verte bien, solo ten el teléfono encendido por si se produce un incendio, te prometo que solo te llamo si eso su
(Samara, Rusia)Sergei Ivanov y su esposa salieron de casa, pensaban visitar a la madre de Yahsa, que vivia en Abashevo; era un pueblo que estaba a dos horas de Samara, después que Ivana se fue y de todo lo ocasionado con Petrov Vólkov casi no habían salido, pero el viaje de ese día era muy necesario, la madre de Yahsa estaba muy enferma y tenía que ir a visitarla. Sergei no estaba de acuerdo, pero no podía negarse al pedido de su mujer, era su madre y si no iban podían sospechar lo que estaba pasando, aunque quizá cuando llegaran y vieran que Ivana no estaba con ellos no había duda de que harán preguntas. Ivana sentía un enorme cariño por su abuela materna.— ¿Crees que nos están siguiendo? —preguntó Yahsa mirando por el espejo retrovisor del co
Ivana y Hibrand seguían en el apartamento de Plantage, habían dormido y hecho el amor por todo el día, pidieron comida y después de comer estaban tirados en el sofá. Ambos estaban casi desnudos y en silencio, juntos pero cada uno metidos en sus pensamientos. Hibrand pensaba que no recordaba cuándo fue la última vez que se había sentido tan bien, tan en paz consigo mismo y con la vida. Pensaba que ahí dentro lo tenía todo, que el mundo fuera se podía caer a pedazos, porque ellos estaban por encima de cualquier catástrofe, porque lo que él sentía era tan fuerte que se podía enfrentar a cualquier cosa. Aún no habían hablado, habían estado haciendo el amor, durmiendo y hasta hacía poco comiendo.Por su parte Ivana pensaba prácticamente lo mismo que Hibrand, pero ella no tenía las cosas ta
Por un buen rato ambos se quedaron mirando sin decir nada, solo eran cuerpos que se sentían, que se palpaban y se comunican por medio de la mirada, ninguno hablaba, ninguno hizo ningún movimiento, a ellos solo les importó lo que estaban sintiendo y que estaban juntos, ¿Juntos para siempre? esa respuesta no la podían responder, esa respuesta solo le tocaba responderla al tiempo, ese que suele dar grandes salidas a muchas dificultades.—No recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí así.— ¿Así como?—Así, como me siento ahora, en paz, relajado, enamorado, agradecido de la vida, de encontrarte…—Hibrand, pero son momentos robados, siento que estoy…—En el lugar indicado mi vida, no hay mejor lugar que esté, aquí y ahora, vivámoslo, yo estoy dispuesto a intenta
— ¡Vaya! Hasta que aparece el hombre más buscado del planeta —exaltó Heleen mirando a Hibrand con burla.— ¿Para qué me buscabas? por lo que veo, estás bien—contestó mirándola desafiante.— ¿Quizás porque eres mi marido? ¿Por qué tu deber es cuidarme? ¿Porque estoy en una puta silla de ruedas sin poder hacer nada?—Heleen, para todo eso tienes a Drika, recuerda que yo, muchas veces quise hacerlo, quise ser tu marido, quise cuidarte, pero tú no me dejaste, también quise estar contigo. El que tú estuvieras en una silla de ruedas a mí no me importaba, porque te amaba Heleen, eras mi mujer y a pesar de todo yo te amaba.» Te juro que no quise enamorarme, que nunca quise que todo esto pasara, pero pasó, estoy enamorado de otra mujer, una mujer que conoce
Ivana llegó al piso del barrio rojo que compartía con las chicas, necesitaba hablar con ellas, explicarles lo que tenía con Hibrand y la decisión que había tomado, no sabía cómo lo tomaran, pero sentía que ellas necesitaban escuchar todo de su boca, quizás estuvieran de acuerdo, quizás no, pero era su decisión.En lo que se refería al alquiler de la habitación, tampoco le complicará las cosas, ya muy difícil lo tenían ellas, por lo que pensaba seguir pagando la parte proporcional de la mensualidad, al menos por unos meses, era algo que había decidido y que tendrá que contárselo a Hibrand, y si no estaba de acuerdo le daba igual, esa era una de sus condiciones para cambiarse de casa.Las chicas aún dormían, habían debido llegar muy tarde, o quizás muy temprano de la mañan
Desde que Ivana estaba viviendo en el apartamento de Plantage, Hibrand solo pasaba por su casa a ver cómo estaba Heleen, que para variar estaba peor que antes, tanto que Drika amenazaba con largarse. Hibrand intentaba detenerla siempre que se lo decía, pero sabía que el día menos pensado se iría y lo más probable es que se quedara sin nadie que la cuidara, porque ninguna durará. Cuando pasaba por la casa aprovechaba para ducharse y cambiarse de ropa, había llevado algunas cosas al apartamento, pero tenía casi todo en casa, muy dentro de él le daba pena todo, un cambio es lo que tenía, aunque en esa casa no era feliz, era su casa desde hacía muchos años, la cual compró con ilusión, con ganas de verla llena de críos, pero eso solo fueron ilusiones, porque la realidad era otra bien distinta.Quería crear momentos nuevos, y se estaba d
Samara (Rusia)— ¡Petrov, cuanto hacía que no te veías! gracias por el obsequio, pero no era necesario hombre —Yaroslav Jakov era el asistente de la oficina de migración de la federación migratoria rusa. Petrov habría querido ver directamente al ministro, pero fue imposible, por lo que tuvo que hacerle la pelota al asistente para que le diera la información que necesitaba.—No es nada hombre, sabes que siempre estoy a la orden —dijo refiriéndose al carísimo reloj que le mandó por envío exprés hacía un par semanas —. Y no me ves, porque llevas mucho tiempo sin visitar a mis chicas, sabes que ellas estarán muy contenta de complacerte.—Lo sé, estar en uno de tus negocios siempre es un lujo, cualquier noche me dejo caer por allí, ¿Ahora dime que s