ZORRA
A la mañana siguiente, Mark desayunó conmigo y se fue. Busqué el portarretrato con la foto de mi abuela que estaba en el living y lo contemplé unos segundos. Su rostro era idéntico al que había visto anoche. Ese momento de concentración se vio interrumpido por el sonido de la caída y rotura de algo proveniente de la ventana, afuera. Me acerqué a mirar y era Simba, el gato de la vecina que a veces viene a visitarme. Había roto una maceta.
- ¡Qué maldito sos! – Lo reproché. Pero luego lo alcé y lo metí adentro. Le había tomado cariño porque venía seguido a visitarme, a hacerme compañía. A la tarde salí a caminar con Raquel. Le conté lo que me estaba pasando, con mis sueños, y con Mark. Ella escuchó y me daba su opinión.- Qué loco. Yo ni recuerdo lo que hice ayer, mirá si voy a recordar lo que soñé. - Sí, quizás le doy demasiada importancia. Pero son muy conmovedores.- Ese es el problema. Yo seguramente sueño tonterías, no debo tener ni la mitad de tu imaginación. – Nos sentamos para descansar y seguir la charla.- Puede ser. Raquel me dio una palmada en mi muslo y empezó a preguntarme de Mark.- Y ¿Qué tal es? Se ve muy seductor y seguramente la pasaron muy bien.- Realmente lo es. Me parece irresistible. Nos llevamos por ahora bastante bien. Pero tenemos mucho por conocernos. Me dijo que está soltero hace tiempo.- Ah ¿Lo está?- Sí, así es.- ¡Qué partidazo captaste amiga! – Elogió Raquel.- Ni me digas. Comenzaba una nueva semana, y debía ir a dar clases. El día estaba nublado, muy agradable para mi gusto. Entré al aula, saludé a mis alumnos, y vi pasar a Mark. Me miró, sonrió y me saludó con una mano. También le respondí de la misma forma, hasta ruborizarme. Sin embargo, no sólo me saludó a mí, sino a otra alumna que estaba sentado atrás. Me preguntaba si habrá sido profesor de ella anteriormente, o si se conocían de otra parte porque fue a la única de los estudiantes que saludó. Me encontré con mi enamorado en el ala oeste del segundo piso, donde no había nadie más. Entramos a una oficina vacía y nos saludamos con un apasionado beso, y un poco de temor a ser descubiertos. Debo admitir que esa adrenalina le daba el toque especial. Luego sacó algo del bolsillo de su pantalón.- Tengo algo para vos – tomó mi mano y me colocó algo.
- ¿Un bombón? ¡Cómo supiste que me encantan!- ¿Y a qué mujer no le gustan? – Rió y me besó.- Gracias, con esto me conquistaste un poquito más. Seguís sumando puntos.- ¿Me estás desafiando?- Puede ser – Le dije mientras me apoyé en la pared y observé a la puerta para ver si venía alguien. – Ah, antes que lo olvide, sólo por curiosidad. ¿Quién era la alumna a la que saludaste?- ¿En tu aula? Mi sobrina. – respondió en tono relajado.- Ah, ¿tu sobrina? ¿Y cuándo tenías pensado decirme que también es mi alumna? – Le reclamé molesta.- No lo sabía, hasta que las vi en la misma sala. Es la única hija de mi hermana, así que le tengo un cariño especial.- Ah bien. Y también supongo que se te olvidó mencionarme que iba al mismo colegio donde los dos trabajamos.- Nunca me preguntaste – Parecía tener una respuesta para todo.- Son cosas importantes que se deben aclarar. Te voy a pedir por favor que, si hay algo más que sea necesario saber, me lo digas. – No podía ocultar mi malestar.- Te pido perdón. Te juro que hay cosas que se me pasan, como esto. Por favor, no vayas a decirle nada sobre nosotros. Es muy pronto. Y mirame, no te enojes. No arruines esto lindo que nos está pasando – Se acercó para besarme y no me resistí. - Bueno, lo dejemos ahí. Volvamos antes de que llegue alguien. Perdoné que me haya omitido ese detalle importante. Pero me preocupaba qué más era capaz de ocultarme. Estaba segura de que no me mentía, pero no me contaba cosas importantes y eso me parecía más peligroso. El hombre del que me había enamorado, me sorprendía cada vez más de todo lo que era capaz de no decirme y de lo poco que lo conocía realmente. ¿Lo hacía intencional o involuntariamente? De algún modo, con su enigmática forma de ser, me resultaba más sexy y atractivo. Volví al salón de clases, me senté detrás del escritorio y busqué mi manual en el maletín para retomar la clase. Lo puse sobre la mesa, y vi cómo una hoja cayó al suelo. Al levantarla leí lo que tenía escrito. Me llevé una ingrata sorpresa: ZOЯЯA. Coloqué el desagradable papel sobre la mesa de manera abrupta, de modo que mis alumnos se quedaron viéndome. Me paré y comencé a regañarlos.- Quiero saber ya quién puso esto en mi maletín. – Todos me miraban, algunos entre ellos, pero nadie respondía. - ¿Y? ¿Alguien?
- Nosotros no tenemos idea, porque salimos en todo el recreo profe. Volvimos al mismo tiempo que usted – Respondió Genaro, que siempre se ubicaba en los primeros lugares, del lado derecho. Hablaba por él y su fila, donde tenía sus amigos.- Yo que sepa nadie se quedó profe, no sabría decirle – Añadió Ornella, justamente la estudiante que además era, por lo que acababa de enterarme, sobrina de Mark.- Ok, típico. Nadie fue. Las cosas no pueden quedar así. Ya estamos grandes para hacer estas chiquilladas. Podría mandarlos al director para que les coloque amonestaciones a todos, pero voy a hacer algo más original. Para la clase que viene quiero que me traigan una monografía acerca de un zorro. Acá termina la clase, nos atrasaremos gracias a este problemita. ¿Alguna pregunta?- Sí, yo – Levantó la mano Hugo – Disculpe ¿De un zorro o una zorra?- Eso es problema de ustedes. Y más vale que se esmeren porque va a ir con nota. Ojo con copiar también, que me voy a tomar el trabajo de leer todos uno por uno. Con carátula y en folio.- ¿Para cuándo lo presentamos? – Consultó Paula.- Para este viernes – Todos comenzaron a quejarse, estaba siendo muy dura y sabía que tenían muchos exámenes esta semana. – Bueno, espero sus trabajos. Nos vemos dentro de cuatro días. Retirándome del trabajo, mientras manejaba pensaba quién podría haber sido capaz de atreverse a escribir tal mensaje y dejármelo dentro de un libro que iba a usar. Estaba tan molesta, que no me había preguntado lo más importante ¿Por qué escribirían algo así? Entonces temí el peor de los escenarios: Alguien me vio besándome con Mark. No se me ocurría otra explicación. Llegué a casa y fui a bañarme para tratar de relajarme. Quería olvidar el mal rato. Mientras me duchaba pensaba en Mark, los besos que me dio en esa oficina vacía, y su misteriosa forma de ser. Pensé en todo lo que me faltaba por saber de él. Me acosté a dormir y por suerte, no h**o un sueño extraño.Desperté con mucha energía, dispuesta a ir a mi sesión de psicología. Cuando llegué al consultorio, no había nadie y me hizo pasar de inmediato.- ¿Cómo estás Celeste? Te ves bien hoy. O por lo menos, no tan cansada.- Me siento bien. Descansé como hace bastante no lo hacía, y no tuve pesadillas por lo menos anoche.- ¿Por lo menos anoche? Las otras, ¿sí?- Sí, la otra noche me pasó algo raro. Me desperté porque escuché que dijeron mi nombre y vi a mi abuela, luego me dijo al oído “cuídate”.- ¿Y estás segura de que estabas despierta?- Creo que sí, porque podía ver toda la habitación. Estaba con los ojos despiertos. - ¿Y cómo te sentiste?- Un poco impresionada. Tuve algo de miedo, pero no quería despertar o asustar al hombre con el que estoy saliendo.- Es decir que ese día dormiste con alguien. Contame ¿Cómo se llevan?- Muy bien, tenemos mucha química. A veces me preocupa que no me cuenta cosas importantes, se las tengo que ir sacando de a poco.- ¿Te hace sentir insegura? ¿Qué cosas importantes no te contó?- No sé si esa es la palabra. Sé que me responde con honestidad todo lo que le pregunte. Pero me molesta que no tenga la iniciativa de contarme cosas de su vida. De no ser porque le pregunté, no sabría aún si está solo y que tiene una sobrina que, justamente, es mi alumna – Mi psicóloga me miró levantando las cejas, comprendía todo lo que le estaba contando.- Ah bueno – Agarró su lapicera con firmeza - sí que se guarda cosas importantes. Contame, ¿Qué más sabés de él? Hablé acerca de todo y lo poco que sabía de Marcos. Y luego volvimos al tema de mis pesadillas.EL HOMBRE DE MIS PESADILLAS- Entonces, hacía mucho que no las tenías y desde que empezaste a trabajar en el colegio reaparecieron – Hizo anotaciones en su cuaderno.- Sí, sé que puede deberse al estrés, al comer pesado de noche, o tomar alcohol quizás. Pero no me siento tan estresada, ceno muy poco y tomo sólo cerveza los fines de semana.- Bien, y esos días que soñaste cosas raras ¿Recordás que hiciste antes de dormir? – Escuché la pregunta y lo único que recordaba es que había estado con Mark. No tenía lógica haber pasado tan lindos momentos y luego tener esas pesadillas.- Sí, fueron días dentro de todo normales y estuve con Marcos.- Bueno. Vamos a dejar todo por hoy, y como pendiente para la próxima sesión quiero que pienses qué cosas te inquietan y crees que pueden repercutir mientras dormís. – Quedé pensativa mientras la observaba unos segundos. Creo que me seguía hablando, pero ya no podía prestarle atención, hasta que volví a reaccionar.- Bien, perfec
Primeras pistasLlegó el viernes y me reencontraba con mis alumnos. Los saludé sin rencor, y les pregunté si habían hecho la tarea.- Sí – Respondieron.- Bueno, me las van a dejar en el escritorio mientras empezamos con la unidad nueva. El tema de hoy es la división celular – Observé que se sorprendían de mi capacidad de no guardar resentimientos pese a lo acontecido en la última clase. Es que mi forma de ser era así, y por el error de uno solo, no iba a estar de malas con todos.Pregunté si todos habían entregado el trabajo y me contestaron afirmativamente. Empecé a contarlos y hubo algo raro. Eran diecinueve estudiantes, pero tenía en mi escritorio veinte monografías.- Chicos, ¿faltó alguien hoy?- No profe, estamos todos – Respondió un alumno.Tendría que ponerme a revisar uno por uno para poder dar con el error, pero eso atrasaría mi clase. Así que decidí chequearlo en mi casa. Los guardé en mi maletín.Estaba proyectando unas diapositi
UNA BROMA PESADA¿Qué me inquieta? No lo sé. Los secretos de Mark eran una opción. Ahí encontré algo en común. Tenía un hombre enigmático tanto en la vida real como en mis sueños. Me costaba creer que el hombre del que me había enamorado sea el causante de mis males nocturnos. No me creía capaz de sacrificar mi bienestar psicológico por alguien.Preparé café y decidí sacar del maletín los inéditos trabajos que les había pedido a mis alumnos. Tal como les había indicado, todos tenían llamativas carátulas, a color, con imágenes. Se habían esmerado. Comencé a leerlos y al llegar al número once hubo un detalle que llamó mi atención. Una vistosa carátula como las demás, pero con la palabra “ZOЯЯO”, con la misma disposición espejada en las letras R que tenía la bendita nota que me dejaron en el libro aquel día, más una imagen del animal. De inmediato, comencé a leerlo, pero no encontraba nada raro en el texto. Volví a la carátula y para mi otra sorpresa, era un trabajo anó
UNA DURA HISTORIA- Profe, ahora que recuerdo, si vi alguien salir del aula en pleno recreo ese día.Levanté mi cabeza rápidamente para mirarlo, además de mis cejas, por la sorpresa.- Ah, ¿sí? ¿A quién?- A Paula, pero cuando la vi estaba sacando algo de su mochila y salió. No miré mucho, pero podría ser algún objeto personal porque después fue al baño ¿Entiende?- Claro, sí, entiendo. Bueno, igual te agradezco la información – Y dejé que se vaya.Pensé en Paula. Es una estudiante repitente, se ve más grande que las demás chicas. Su cabello claro levemente ondulado y el peinado semi recogido, me recuerda a mí en la adolescencia. Tiene unos ojos hermosos, cejas perfectas. Y muy buen cuerpo. No tiene las mejores notas, pero tampoco las peores. Está siempre con Ornella.Por la descripción que me dio Genaro, podría tratarse de que estuviese en su periodo y entrase a buscar un apósito. No tenía nada de malo. Si me hubiese dicho que la vio en
¿AMOR PROHIBIDO?Entré a la sesión. Ahí está ella, mirándome con su sonrisa de dientes perfectos, mi psicóloga Rebeca Frau. Siempre luce su pelo lacio suelto, color negro azabache, que le llega justo a los hombros. Tiene unos divinos ojos verdes, que ni con sus intelectuales anteojos logra ocultarlos. El estilo que tiene es único, no a todas nos favorecería. Tomé asiento en el cómodo sillón y comenzamos nuestra charla.- Sigo con pesadillas, Rebe. Trato de cenar ligero, disminuí la ingesta de alcohol, y hace mucho no veo películas de terror - que son mis favoritas.- ¿Pensaste en las cosas que haces, justo antes de dormir, cuando ocurren?- Sí, de hecho, encontré algo en común. Sucede generalmente cuando estoy con el hombre que salgo.- ¿Con Marcos? – Ya se había aprendido muy bien el nombre. – Me dijiste que te ocultaba algunas cosas. ¿Eso no ha cambiado?- Sigue siendo un enigma para mí.- Descríbeme un poco mejor a ese hombre, cualitativamente. Y
LA FOTOGRAFÍAIngresé al colegio unos veinte minutos antes. Fui a la sala de dirección y consulté “por curiosidad” qué preceptor estuvo a cargo, el año anterior, del curso donde estaba dando clases.- Me mataste. Tendrías que darme un minuto y me fijo – Dijo León Quiroga, el vicedirector. Era un hombre de unos sesenta años aproximadamente, canoso, pero con abundante cabello. Usaba unos anteojos redondos con mucho aumento.Abrió un cajón que tenía rotulado el año 2017. Adentro de él, numerosas carpetas grandes, ordenadas por curso. Sacó una y la puso sobre el escritorio.- Acá está – Dijo al abrirla y sacar una hoja – Preceptora “Giuliana Díaz Gaetán”. Pero ¿para qué necesitas esto? – Volvió a dirigir su mirada hacia mí.- Oh, por nada en especial – Me tomó desprevenida - Necesito hablar con ella acerca de unos alumnos que tuvo a cargo.- Bueno, por lo que sé ahora trabaja para el cuarto año. El aula está en el primer piso del lado este. Al frente de
ARRIESGARSE A SUFRIR- Pasar por afuera del aula donde estabas y volver a ver a los alumnos, me hizo recordar otras cosas. Iba a pasar de largo, pero decidí devolverme y contarte por si luego se me olvidaba.- Justo les acababa de pedir que realicen una actividad, así que me hallaste en un buen momento. Te escucho – dije intrigada.- Bueno, hay un alumno al que le llamé la atención una vez, por violento. Felipe es su nombre. En varias ocasiones lo vi provocando y empezando riñas con chicos de otro curso. El día que colmó mi paciencia, fue en una ocasión que lo vi agarrando del cuello a un alumno menor que él, lo tenía contra la pared. Creo que llegué justo a tiempo, sino no sé qué podría haber pasado. El niño estaba morado, comenzó a toser mucho cuando lo soltó. Pero, luego, no volví a interceptarlo en situaciones violentas.- Oh, por Dios. Es un chico alto y de contextura muy grande, lo ubico – Expresé impactada.- Eso, por un lado. También una vez encontré
INTACHABLE- Ah ¿Sí? – sonreí sarcásticamente - ¿Y qué clase de ayuda le dabas? ¿Lecciones sexuales después de clases?- ¡No! ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo se te ocurre? – Parecía perder el control – Lo único que podía hacer es escucharla siempre que lo necesitara u ofrecer ayuda con mi materia. No sé que hay de malo con eso.- Sólo sé que te vieron muy cercano a ella. Y Paula está sufriendo por un amor prohibido. Qué coincidencia ¿No? – Lo miré de forma desafiante.- Es lo que decís, coincidencia. Eso no prueba nada y es una acusación muy fea la que me estás haciendo – Me apuntaba con el dedo índice.- ¡Eso no es todo! – Grité - ¡También estoy segura de que ella fue la que nos vio aquel día y escribió la m*****a nota!- ¿Cómo? – Preguntó confundido- ¡Lo que escuchas! – Saqué mi celular y le mostré la foto que me había llegado en clases – Esto me llegó hoy estando en plena clase. Además, usó sus redes expresando que vio algo indebido ese día. ¡Yo no