BRYCE—Creo que uno de los dos va a caer —dice Rupert, sin apartar la vista de la pantalla de su celular. —Y yo digo que estás más loco que ayer, nadie se va a enamorar de nadie, todo es un maldito juego —espeto con firmeza. —Si tú lo dices. Rupert es mi amigo, pero es que a veces suele ser un dolor en el culo, cuando esté en mi lugar, me reiré en su cara, él es la clase de hombre que no sale con ninguna mujer, solo las folla y listo, jamás duerme con ninguna, mucho menos folla dos veces con la misma, nunca da su número de celular y no da regalos. Es el hijo de puta en toda su extensión de la palabra, jamás se ha enamorado o estado comprometido. —¿Qué es lo que tanto piensas? —levanta la mirada. —Que cuando estés enamorado, seré yo quien se ría en tu cara —sonrío.Mantiene su misma cara de póker, no hay emociones que lo delaten, vamos, hay veces en las que pienso que me encuentro frente a un robot. —No tengo nada que decir al respecto —responde en un tono monótono y aburrido.
AMÉRICACuando siento los labios de Bryce sobre los míos, el miedo desaparece y mi mente se pone en blanco, él me mete la lengua y rodea mi cuerpo, traigo puesto solo una camisa que me llega hasta los muslos y bragas, me di una ducha luego de alimentar a Madeline y dormirla, por lo que las manos de Bryce, comienzan a viajar por mi cuerpo como si tuviera el derecho de hacerlo. Intento separarme de él, no me deja, justo cuando creo que nadie lo va a detener, me doy cuenta de que toma mi mano, me quita el anillo de bodas que fue elección real al gusto de Alene y lo tira a la basura, la acción me llena de sorpresa, veo que no trae el suyo y aunque deba alegrarme, siento algo en el pecho al notar que tampoco trae el suyo. Retrocedo un par de pasos, siguiendo cada uno de sus movimientos. —No voy a dejar que nada les pase —repite en tono seguro. —Solo necesitas preocuparte por Madeline —recobro la fuerza de mi voz. Él gira molesto. —No te ves bien. —No lo estoy —replico.—Eres la mad
BRYCEEsto es mi culpa, mía, porque no debí haberle hecho caso, si hubiéramos tomado las escaleras nada de esto estaría pasando, y ahora, no solo nos quedaremos encerrados hasta mañana, sino, que he perdido una junta importante por el capricho de la mujer que está sentada delante de mí, de una manera incómoda. No dudo que Rupert se hará cargo, sin embargo, en estos momentos mis instintos asesinos están a flor de piel. Su cabello caoba claro con mechones rubios, cae como cascada sobre sus hombros cuando lo hace a un lado, y sus ojos ámbar brillan con la poca luz que emite la pantalla de mi celular. —Deja de mirarme de ese modo —rompe el silencio que nos rodea. —¿Cómo te estoy mirando? —enarco una ceja con incredulidad—. Ah, cierto, como la culpable de esto. —Para empezar, no debí haber aceptado venir aquí contigo —levanta la mano y señala el anillo—. No entiendo cómo es que gastas tanto en esto, cuando en un año te lo habré devuelto. Firmaremos el divorcio y ambos regresaremos a n
AMÉRICAPerdí la cabeza anoche, el frío congeló mis neuronas y dejé que Bryce me follara como si de verdad fuera mi marido, pero dejarlo entrar en mí, no es lo peor, sino, el hecho de que fuera mi día de la mala suerte, ya que en cuanto las puertas del elevador se abren, lo primero que destella en mis ojos, son un montón de flashes que apuntan a nosotros. Escucho que Bryce maldice, pero no logro procesar lo que pasa, hasta que caigo en cuenta de mi aspecto y de que varios reporteros están aquí, haciendo preguntas que no logro entender, hasta que él se coloca a mi lado. Una morena se acerca más que los otros reporteros y se dirige hacia mí. —Señorita Sullivan, sabemos que su marca de maquillaje está siendo una de las más vendidas por todo el mundo, ¿de dónde conoce al señor Henderson? ¿Serán socios? —me pregunta sin darme tiempo de pensar en una respuesta. Otro más se acerca a nosotros y empuja a la morena. —¿Sale con el señor Bryce Henderson? —No —respondo fácilmente—. Él… Las
BRYCEMaldigo, lanzando todo lo que encuentro a mi alrededor, América no tuvo por qué ver esto, y ahora, la desilusión que había en su mirada, se convierte en un puñal que me aflora en el pecho, ¿para qué vino? Joder. Hice lo que hice porque me aterra esta mierda que siento cuando ella está cerca. Follar a Vanesa solo fue un desquite, me quito el condón y lo tiro al cesto de basura, el corazón me sigue latiendo frenético, me siento enfadado, no por las razones correctas, sino, porque mientras empujaba las caderas, imaginé que era América quien estaba con el pecho sobre el escritorio, eso es todo. —Maldición —bramo.Vanesa se arregla, dibujando una sonrisa que va de oreja a oreja, se lame los labios y ahora que la veo bien, la diferencia que hay entre ella y América, es abismal. Es decir, no está el rojo carmesí en sus mejillas, sus labios húmedos e hinchados, su rostro con un brillo especial, y tampoco esa mirada que me hace sentir el dueño del mundo, como si fuera su único salvav
AMÉRICATermino de contarle todo a Debby, quien me escucha atentamente, absorbiendo cada una de las palabras que salen de mi boca, al final, se queda callada unos segundos, me siento como una idiota por estar pensando en cosas que no. —Te estás enamorando de él —dice finalmente. El mundo se me cae sobre los hombros, no puede ser, porque de ser cierto, entonces él estaría ganando, no es un juego, pero algo me dice que de los dos, soy yo quien va a salir lastimada. —No puede ser —susurro.—Escucha, eres mi mejor amiga, mi hermana —toma mis manos entre las suyas—. No de sangre, pero igual lo soy, y lo que menos quiero es verte sufrir por un hombre que solo está llevando a cabo su venganza. Me muerdo el labio inferior. —Tienes razón —mi voz tiende de un hilo. —América, si no quieres salir lastimada, lo mejor es que pongas barreras, que marques límites, y deja de follarlo, al final, él es el único que está ganando —me comenta en un tono melódico, demasiado suave. Como si ella fuera
BRYCEHace dos horas que se fue Rupert, como mi abogado, lleva todo el caso, no dejo de pensar en las amenazas, por ello, salgo del mi oficina, llevo todo el día encerrado, observo la hora, son poco más de las diez de la noche, no sé si sea buena idea, pero creo que lo mejor es que le diga todo a América. Después de todo es su familia, piso el acelerador, no quisiera hablar con ella, no cuando no me puedo borrar de la mente la imagen rota que mostró cuando me vio follar a Vanesa. —Joder —golpeo el volante con rabia. No quiero sentir nada por ella, es la hermana de la mujer que me ha hecho tanto daño, lo peor, es que es su clon perfecto, solo en el físico, y la madre de mi hija, lo que significa que Madeline siempre será un lazo que nos una a los dos, que nos ate. Cuando menos lo veo, estoy frente a casa, estaciono, entro, dejo mis cosas en el recibidor y subo las escaleras con la intención de encontrar a América, pero no está, aunque noto que la habitación huele a ella, me aflojo
AMÉRICACuando veo a Arturo en el suelo, con la sangre saliendo a borbotones por la nariz, caigo en cuenta de que algo va mal, lo confirmo cuando tiran de mi brazo y me obligan a caminar hacia la salida, levanto la mirada, se trata de Bryce, ¿por qué? ¿Qué es lo que hace aquí? Debe ser una ilusión, o al menos eso es lo que pienso, pero me sube a su auto y mi esperanza se borra con ello. Intenta colocarme el cinturón de seguridad y le doy un manotazo. —Puedo hacerlo yo sola —digo con la lengua adormecida. Siento mi cuerpo pesado, el aire se comprime en mis pulmones y me siento morir, trago grueso, de soslayo observo, cómo se sube molesto, enciende el motor y acelera, bajo la ventanilla del auto para que la brisa gélida me dé en el rostro. —Baja la ventanilla —demanda.La cabeza me duele. —No quiero —suelto una risa que me sabe escandalosa. —Haz lo que te pido, deja de comportarte como una cría de mierda —agrega.—¿Estás molesto? —me giro a verlo—. ¿Por qué? Veo como aprieta el