BRYCEMis empujes son duros, profundos, me aferro a sus caderas al tiempo que endulzo mi oído con sus gemidos cuando pronuncia mi nombre, una y otra vez, sus pequeñas manos delicadas tocan mi pecho, está excitada, pero pese a eso, no me detengo. Le duele, mi tamaño hace que su interior se estire y chilla, el placer, el dolor, el sentirse abrumada por tanto, hace que incluso sus mejillas se tiñan de un color rojo carmín. —Duele —se queja. Creé que con eso me va a detener, pero no, solo aumenta el imperioso deseo de hacerla entender que es mía, que sumerja el machismo de querer que entienda que solo me pertenece, solo yo puedo follarla, tocarla, odiarla y amarla, desearla, todo, solo yo, y ella es mía. —Me duele, detente —insiste.Su rostro es como el de un bello Ángel, creado a la medida para mi infierno personal, aumento el ritmo, deleitándome con el sonido encharcado de nuestros sexos, estamos tan enredados que no se sabe dónde empezamos y acabamos. —Bryce —jadea como puta. Es
AMÉRICA"Las posibilidades de que te encuentres con Bryce Henderson son casi nulas" Trato de repetir las palabras de Debby en mi cabeza, tratando de pensar y de creer que quien está frente a mí, es solo un producto de mi imaginación, un sucio juego de mi mente, es decir, esto no puede ser real. Luego de que la prima de Debby le dejara a Madeline porque al parecer su madre sufrió un accidente, supe que las cosas estaban mal, pero esto… es otro nivel, mi hija balbucea algo y cuando intenta voltear hacia Bryce, lo impido, abrazándola con más fuerza, como si ella fuera mi escudo contra el hombre que me come viva y que resulta ser su padre. Las cosas no pueden ir peor, sus ojos verdes, los mismos que heredó Madeline, y que me persiguen en mis pesadillas por las noches, detallan mi rostro, luego su atención pasa a la de mi hija y el estómago se me encoge. Mis peores temores comienzan a materializarse y me temo que esta vez no voy a poder escapar. —América —repite con voz ronca. La piel
AMÉRICA—No tenemos nada de que hablar. Trato de sonar tan firme como puedo, es imposible, más cuando mi pecho está siendo aplastado por el suyo, nuestra piel no se toca y aun así estoy sintiendo como su tacto se convierte en las brasas del infierno. Sus ojos verde tropical, tan iguales como los de Madeline, hace que una sensación extraña se estrelle contra mi pecho, su respiración es tan inestable como la mía, espero a que alguien entre al baño, sin embargo, no lo hacen, me remuevo inquieta debajo, no obtengo nada, al contrario, usa eso para meter una de sus piernas entre las mías, haciendo que abra los ojos como platos, por la acción. —¿Qué haces? —frunzo el ceño—. Aparta. Ladea una sonrisa que está lejos de ser amable o sensual, al contrario, muestra su sadismo en su máximo expresión, su crueldad. —No te estás yendo hasta que hablemos, América —se folla mi nombre. —Ya te dije que no —sigo firme en mi decisión. —Y ya te dije que sí, podemos hacer esto toda la velada hasta qu
BRYCEEl llanto que escuché es insoportable, por lo regular no soporto a los bebés, pero… el llanto que proviene del dormitorio principal, me produce una sensación extraña, como si me naciera de la nada, la sensación de calmar eso a como dé lugar. Por lo que entro y veo a la misma niña que América cargaba en la noche. Su cabello es como el de ella, color caoba, pero más claro, sus mejillas y nariz están rojas, se mueve dentro del cunero y sin que pueda controlar mis movimientos, ya estoy cargándola. De pronto deja de llorar y la detallo, no hace falta ser tan inteligente como para hacer cuentas y darme cuenta del parecido, esos ojos… esa nariz… ella en general se parece a… Como puedo, saco la navaja que siempre cargo conmigo debido a que viene con un llavero que me regaló Rupert por navidad el año pasado, y le corto un mechón de su cabello, ella ríe y me coloca la mano sobre la mejilla. Guardo el pedazo de cabello dentro de un pedazo de papel y lo guardo en mi bolsillo. Luego la ca
ALENEMiro mi reflejo mientras paso la brocha con el polvo de maquillaje sobre mi rostro, odiando mi piel, porque esta no soy yo, no queda nada de la mujer vanidosa por la que los hombres volteaban a ver cuando pasaba, la mujer hermosa que caminaba, ahora me he convertido en un saco de basura, uno que es una carga para su propio padre. No importa cuánto maquillaje use, o de qué marca, siempre voy a ser la misma. La mujer que un día tuvo un accidente y lo perdió todo, quedando en esta maldita silla de ruedas, atrapada por el resto de mi existencia. Hubiera podido caminar, hace dos años, el fisioterapeuta al que fuimos a visitar a Canadá, nos aseguró que con el tratamiento adecuado, las prácticas y una vibra positiva, los porcentajes para que volviera a caminar eran elevados. Regresé a San Francisco con el alma por las nubes, todo para que al llegar, Bryce y América me bajaran de golpe, el que iba a ser mi marido nos quitó todo, así que ya no pude seguir con el tratamiento, nada, y
BRYCEUn par de manos se deslizan por mi pecho, sigo pensando en América, en esa maldita bruja que me ha hechizado, la odio tanto como la deseo, siento unos labios sobre mi pecho, debo estar soñando, se siente bien, aunque todo se va a la mierda cuando lamen la polla que tengo como roca, por estar pensando en todo lo que le quiero hacer a esa perra. Abro los ojos de golpe, los rayos del sol se filtran por la ventana y tenso el cuerpo a darme cuenta de que es Vanesa quien está sobre mí, desnuda, tratando de parecer sexy y hacerme una mamada, no quiero que me toque, no quiero siquiera verla sin ropa. Es guapa, folla bien, pero no es América y eso me cabrea, haciéndola a un lado, molesto porque se coló no solo a mi departamento cuando lo tiene prohibido, sino, a mi cama, sabe que no jodo en ella y aun así sigue dentro. —¿Qué haces? —me pregunta cuando me dirijo al baño. La razón por la que odio follar en mi propia cama, es porque no me gusta el olor de otras en ella, y ahora, voy a
AMÉRICAMe congelo con lo que me muestra Bryce, las manos me tiemblan, un sudor frío recorre mi espalda y me convenzo mentalmente que todo es una pesadilla, sin embargo, el que Bryce se esté comiendo con la mirada a Madeline, me atrae a la realidad de un golpe. —¿Cómo lo sabes? —la pregunta se desliza de mis labios de manera vergonzosa. —¿Eso importa? —enarca una ceja con incredulidad. Rupert se acerca y detalla el rostro de mi hija, en estos momentos quisiera enterrarla en lo más profundo de la tierra, lejos de estos dos hombres. —Se parece a Bryce —dice Rupert. Debby me lanza una mirada cargada de lástima, murmura un débil "lo siento" Para después decirle algo a Rupert, este la observa como si fuera un ser inferior y no creyera que le está dirigiendo la mirada, luego voltea a vernos a todos, asiente y salen de la habitación del hotel sin decir una sola palabra. —Ante mi sospecha le quité un pedazo de cabello, ayer me hice una prueba de ADN —me confiesa. Madeline balbucea, lo
AMÉRICACierro la puerta de la habitación, dejar ir a Bryce del hotel, es una sentencia, lo veo en sus ojos, el odio, el rencor, en especial, cuando pienso que ve en mí a Alene, no a América, explicarle las cosas no sirve de nada, llegar a un acuerdo con él, tampoco, así que esta es mi última oportunidad. Dejé a Madeline con Debby, Rupert se ha marchado por algún asunto, dejándolo a solas conmigo, no sin antes amenazarme con lo mismo sobre su amigo. —¿Qué es lo que quieres de mí? —rompo el silencio. Bryce se sienta en una de las orillas de la cama, se le ve cómodo, y tiene una expresión de hijo de puta que me altera, sin embargo, me las apaño para parecer tranquila. —Te odio —responde con simpleza. —El sentimiento es mutuo en estos momentos —refuto y me cruzo de brazos. Sus ojos detallan mi cuerpo y se inclina hacia mí. —Jugaste —dice en tono gélido. —No voy a gastar saliva en explicar lo que ya sabes… En un abrir y cerrar de ojos, lo tengo encima de mí, rodeando mi cuello c